OPINIÓN / Afilando columnas

Gil Calvo (El País) pide la cabeza de Rubalcaba: «Debe ser como Moisés, dotar al PSOE de unas tablas de la ley y dejar paso a un nuevo líder»

Jabois: "Rubalcaba conoce mejor al PSOE que a sí mismo, en parte porque no distingue uno del otro"

Al igual que la semana anterior, en el trayecto entre su casa y el Metro, el afilador de columnas tuvo que esquivar el 11 de noviembre de 2013 montones de basuras, papeleras volcadas y trozos de cristal sobre una estrecha acera por la que suelen caminar niños pequeños. Este lunes, además, tuvo que pasar junto a varios contenedores de vidrio y envases quemados por unos piqueteros cuyo vandalismo supera con mucho el derecho a la huelga. Se ve que por ciertas calles todavía no han pasado los barrenderos con protección policial que ya trabajan en las cercanías de Periodista Digital.

Pero la incomodidad diaria que para miles de ciudadanos supone el ejercicio del nuevo deporte capitalino, la carrera de obstáculos de basura, no es el tema que nos ocupa en esta jornada. La gran cuestión en los espacios de opinión de la prensa de papel española es la conferencia política del PSOE que ha tendido lugar durante los dos días anteriores. Seguramente en ella no se pudo escuchar una armónica de afilador, pero aquí sí volvemos a tocarla antes de comenzar a repasar los más jugosos entre los artículos que nos ofrecen los periódicos impresos.

Arrancamos con El País, donde Enrique Gil-Calvo titula Agendas.

La clave de la política en la democracia de audiencia audiovisual reside en un solo resorte estratégico: el arte de fijar la agenda. Ejercerá el control y llevará la sartén por el mango quien determine el ‘ranking’ jerárquico de los principales problemas a resolver por orden de prioridades. Y esto lo sabe perfectamente Alfredo Pérez Rubalcaba, que gracias a eso continúa siendo el líder del partido socialista.

Parece que nos vamos a encontrar con un elogio del aparatnik que creyó que siendo secretario general se convertía en un líder socialista, pero no. Más bien es lo contrario. El columnista de El País quiere la cabeza del hombre que soñó con protagonizar ‘El milagro de Pe Punto’.

Rubalcaba no debe seguir siendo el líder electoral del partido. Y no debe serlo porque encarna en su propia persona todas las responsabilidades políticas que la ciudadanía reprocha al partido socialista tras la malhadada ejecutoria del Gobierno Zapatero. Es verdad que en el haber de Rubalcaba cuenta mucho haber reconducido el llamado proceso de paz, una vez que ante su evidente fracaso fue llamado para ocupar el Ministerio del Interior. Pero esa cara positiva está doblemente contrarrestada por las dos cruces con las que debe cargar Rubalcaba. La primera fue la de negociar la versión definitiva del nuevo Estatuto catalán que después desnaturalizaría el Tribunal Constitucional, tras cepillar el anteproyecto que Zapatero había pactado con Artur Mas. De aquel éxito político de Rubalcaba procede el actual maremoto secesionista que hoy nos amenaza. Y su segunda cruz fue respaldar el giro hacia el austericidio adoptado por el Gobierno de Zapatero en mayo de 2010. Semejante traición a sus señas de identidad socialdemócrata, que ha hundido al pueblo español en la devaluación, la deflación y la depauperación, es algo que las bases socialistas jamás perdonarán.

Que no quede duda. Lo mejor de Rubalcaba es el compadreo con los terroristas –poco ha faltado que le elogien por haber sido el ministro bajo cuyo mandato se produce el caso Faisán– y lo peor es, por este orden: No haber cedido lo suficiente ante los nacionalistas catalanes y el no apostar por un mayor derroche económico desde el Estado. Añade Gil Calvo:

Por eso la misión de Rubalcaba no puede ser la de liderar al partido cuando concluya su travesía del desierto sino la de actuar como Moisés, encargándose de dotarlo de unas nuevas tablas de la ley capaces de refundarlo, pero solo para dejar después el paso a otro nuevo líder electoral que lo conduzca hasta la tierra prometida.

Concluye:

El partido socialista no necesita ahora un programa político que merezca la aprobación de sus electores y el consenso del Gobierno, sino algo previo muy distinto. Antes de eso, el PSOE tiene que dar ejemplo de regeneración moral con acciones que solo dependan de sí mismo. ¿Qué acciones? Una verdadera autocrítica que reconozca, asuma y depure todas sus responsabilidades sin descargar las culpas en los rivales; una reorganización institucional, que renuncie para siempre a la actual cooptación oligárquica; y una promesa creíble de ‘accountability’ cívica que le permita restaurar su capacidad de representación, recuperando la confianza de sus electores.

Pasamos ahora a ABC, donde Ignacio Camacho escribe sobre El partido que se parece a España:

EL PSOE ha vuelto, dice Rubalcaba, más rojo, más morado y más verde. Para gustos, los colores. Pero sobre todo ha vuelto dispuesto a fundirse todo lo que en su ausencia haya podido ahorrar el Estado; de todas las ideas surgidas en su Conferencia Política no hay una sola que implique reducción del gasto. Y como aun así saben que será insuficiente proponen recaudar 50.000 millones más, cinco puntos del PIB, una vuelta de tuerca fiscal que convertiría en un tirillas a Montoro. Es lo que pasa cuando la derecha juega a parecerse a la socialdemocracia, que los socialdemócratas de verdad se sienten retados.

Añade:

Aunque Felipe lo acuse de falta de liderazgo [a Rubalcaba] el viejo genio tenebroso ha salido churchilliano, al menos en el sentido en que Churchill decía que el socialismo fracasa cuando se le acaba el dinero de los demás. Para que eso no ocurra, como le sucedió a ZP, ha redactado un programa nítidamente recaudatorio ante el que nadie va a poderse llamar a engaño.

Concluye:

Se equivocan por tanto quienes creen que el Partido Socialista está desahuciado como alternativa. Con este alegre modelo de gasto, el ruido escénico que generarán las primarias y un candidato de refresco pueden estar en condiciones de disputar el poder dentro de un par de años en una nación donde el 71 por ciento de los ciudadanos (datos de la Fundación BBVA) se declara anticapitalista, tres de cada cuatro rechazan los recortes y una amplia mayoría es partidaria de que los ingresos sean igualitarios aunque ello (sic) «perjudique a los que trabajan más». No conviene olvidar hasta qué punto puede ser verdad aquello que decía Zapatero de que el PSOE es el partido que más se parece a España. Sobre todo cuando hasta el PP ha acabado aceptándolo y en los paréntesis que le deja la hegemonía izquierdista gobierna tratando de parecerse al PSOE.

Este párrafo simplemente aterra a alguien como este humilde lector de columnas, que figura entre ese 29 por ciento de ciudadanos que no se declara anticapitalista. Es más, su ideario político se podría resumir en un «el Estado, fuera de mi cama y de mi cuenta corriente».

También en el diario madrileño de Vocento, Félix Madero firma Que vuelve el PSOE. Antes de comenzar su lectura, no sabemos si se parece más al «vuelve el hombre» del viejo anuncio de la colonia Otelo o al «qué viene el lobo» que proclamaba Pedro en el cuento.

Volver a los orígenes es tener claridad en las ideas, sencillez en los planteamientos, seguridad en lo que se hace; volver a los orígenes es decir lo mismo en Badalona que en Tarancón; volver a los orígenes es decirles a los españoles, sí, de acuerdo, hemos comprendido el mensaje -vaya con la fracesita-, pero no habrá más zetapes, más zapaterismo, más talante. Y sin embargo uno de los grandes aplausos de la Conferencia ha sido para Zapatero, el mismo que en mayo de 2010 asumió las políticas que el PSOE dice renegar ahora.

Concluye:

Me daré por satisfecho si el líder socialista me dice con claridad si hay en su partido voluntad de negociar tres cosas: la unidad de España, la soberanía de los españoles y la monarquía parlamentaria. Si me dice que no, le creeré. Y más allá del voto que deposite en una urna empezaré a creer que efectivamente han entendido el mensaje. Y en la medida de lo posible escondan sin disimulo a Zapatero. O no habrá quien crea eso de que el PSOE ha vuelto.


Martín Prieto.

Saltamos al periódico de la ‘disciPPlina’. Martín Prieto publica en La Razón El PSOE como pato patagónico. Dice que Rubalcaba:

Cuando se encuentran globalizados males absolutos, la dialéctica amigo-enemigo es una invitación al seppuku, al hara kiri.

Añade:

Desde su último desastre electoral, los socialistas sólo saben reunirse para hablar de sí mismos y recuperar felices arcadias, y, así, resultaba inevitable que este fin de semana les hayan dado continuidad al parque Zapaterismo-Autismo.

Concluye:

Muy de lamentar que lo único nuevo de esta conferencia con aires de Colegio Mayor haya sido el nuevo logotipo del PSOE. A cada reunión «vaporizan» lo de obrero y español. Al menos no han elevado a categoría, a filosofía del Derecho, lo de decidir lo que le pete a cada cual. Este PSOE, como pato patagónico: una pisada, una cagada, otra pisada, otra cagada.

Carlos Esteban escribe en el periódico que ya no trae miga «Bla, boa, boa, renovación». Dice el columnista de La Gaceta:

No hay peor forma de frivolidad que la solemne, ni hay peor frívolo que el que se empeña en ser tomado en serio. El PSOE, dicen, se está renovando, y el autor de esa renovación va a ser esa joven promesa, ese purísimo neófito llamado (esperen que mire el nombre) Alfredo Pérez Rubalcaba. Leo que los socialistas se sienten reforzados.

Añade:

Créanme: los partidos siempre se están renovando de mentirijillas, siempre dicen sentirse reforzados cuando no venden una escoba. Toda la escenificación, con la actualizaciones pertinentes decididas por los expertos de marketing político según las modas imperantes, es siempre la misma, un patético «ahora sí que sí» de sonrisas plastificadas y líderes en mangas de camisa diciendo con innecesario énfasis banalidades biensonantes.

Concluye:

«Vuelve el PSOE», parece que ha exclamado Rubalcaba. Vuelve a volver. Vuelve el hombre. Pero quienes llevamos tantos años en este sabemos la verdad: nunca se han ido. Y, si Dios no lo remedia, nunca lo harán.

Mire usted por dónde, estimado lector, nos encontramos con otro que se ha acordado del viejo anuncio de colonia. Cada día somos más previsibles los periodistas que pretendemos ser ingeniosos.

Cerramos en El Mundo. Manuel Jabois se pone en plan aficionado a comedias cinematográficas facilonas y titula con un Resacón en Ferraz que nos has recuerda a esa película de nombre similar pero localizada en Las Vegas.

Era un domingo a las doce de la mañana, hora prudente; el PSOE estaba por fin entre nosotros. Hubo militantes que se abrazaron al terminar el hechizo. ¿Dónde estaban? Todo el mundo pasó de puntillas. Habían vuelto como el marido de Nicole Kidman (el de Los Otros y el cienciólogo). El PSOE había salido a por tabaco y ayer, ante un auditorio abarrotado, se apareció otra vez en España con la esperanza de que los votantes acudan a ellos como a las caras de Bélmez.

Añade:

Volver siempre es una alegría pero tiene un inconveniente: hay que haberse ido. En la felicidad se apura el contraste. Le está pasando a Rajoy, que habla del año pasado con una soltura que entonces no tenía. El otro día dijo en el Congreso que España ya no es un lastre ni un país sospechoso. ¿Se lo imaginan diciendo eso en presente? Son expresiones que se comentan en pasado, con alivio de poder soltarlo por fin, como de alguien que deja atrás un problemón y explota.

Concluye:

En realidad, por los pasillos se comentaba que Rubalcaba ha decidido marcharse pero que, si lo dice en público, automáticamente no le hace caso en la sede ni el de la fotocopiadora. El PSOE, en tanto que superestructura, depende de la amenaza silente. Rubalcaba conoce mejor al PSOE que a sí mismo, en parte porque no distingue uno del otro. González tiene una fundación dedicada al estudio de su imponente figura y Rubalcaba, más humilde, un partido en el que reconocerse. Lo que ocurre es que el partido, que le agradece los años de servicio, sobrevuela las cabezas jóvenes como el Espíritu Santo suelto por el cónclave. Esas cabezas, orgullosas del pacto de silencio sobre la sucesión, se congratulaban ayer del éxito de la Conferencia Política porque no ha pasado nada. Eso sí, están todos de vuelta y ninguno es capaz de recordar dónde estuvieron. Urge recuento de llamas en Ferraz.

Haya vuelto el PSOE o no, lo que no tiene vuelta atrás es que con esta frase el humilde lector de columnas tendrá que regresar a su casa esquivando montones de basura volcados por unos bárbaros que confunden la huelga con el salvajismo. Justo como salió por la mañana para venir a Periodista Digital.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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