OPINIÓN / Afilando columnas

Del Pozo cuenta el ‘aviso’ de Margallo a Rosa Díez: «Si un día pactáramos con los socialistas os íbamos a machacar como a una nuez»

Joan Tapia (El Periódico): "Rajoy confiesa que es un Zapatero corregido y aumentado. ¿Más taimado?"

Terroristas, asesinos en serie y violadores múltiples que salen a la calle; corruptelas políticas y sindicales, reparto y control partidista del poder judicial, ansias censoras por parte de un Gobierno autonómico…. No está usted, querido lector, ante una distopía literaria, sino ante el repaso de algunos aspectos de la España actual. Y esto se ve reflejado en los espacios de opinión de la prensa de papel el 28 de noviembre de 2013. Los articulistas tratan en esta jornada una cantidad variada de cuestiones, y este afilador de columnas se lo va a contar.

Empezados por el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’, donde Joan Tapia escribe un artículo sobre el ex presidente del Gobierno que encuentra tiempo para firmar y promocionar un libro entre una nube supervisada y la siguiente. La columna de El Periódico se titula La decisión de Zapatero:

No he podido leer el libro, pero en los ‘bolos’ para venderlo, Zapatero confirma cosas que, algo aventuradamente, he escrito en El Periódico. En mayo del 2010, Zapatero decidió su paquete de recortes (congelación de pensiones, rebaja de sueldos a los funcionarios, reducción de inversión pública, fin del cheque-bebé) porque no tenía otra salida. Porque los mercados -asustados por la crisis y Grecia- no querían prestarnos. Temían que España no pagara.

Tapia reprocha al ex presidente del Gobierno que no fuera en ningún momento a la televisión pública a explicar sus medidas:

Zapatero confiesa así que tomó las decisiones impopulares que debía tomar con la convicción necesaria para hacerlo pero sin la suficiente para luchar por convencer a los ciudadanos. Por eso no fue ni una sola vez a TVE a las diez de la noche para explicarlas, aunque si tragó el cáliz de las sesiones parlamentarias. Consecuencia: ni el propio Zapatero creyó que pudiera repetir de candidato y los socialistas afrontaron las elecciones sin haber defendido con uñas y dientes lo que habían hecho. Deberían haber sabido que salvo milagro divino (y no es un partido de creyentes) iban a morder el polvo. Así fue.

Añade:

Zapatero tomó en el 2010 decisiones que derrotaron en el 2011 a un Rubalcaba que llegó a la campaña cual boxeador noqueado. Y ahora algunos superficiales (por ser amables) creen que la solución es solo poner a un chico, o una chica, más joven y más guapo/a, con gancho. No aceptan que la factura la seguirán pagando mientras no convenzan (y para ello deben antes asumirlo) que no había alternativa, que el paquete Zapatero era el mal menor.

Queda claro que a Tapia no el gustan los Madinas ni las Talegones ni las Sanchez. ¿Entonces qué prefiere? No lo sabemos. Concluye:

La alergia de Zapatero a ir a TVE fue catastrófica pero hoy hay una pequeña ventaja. Para justificar los recortes en sanidad y educación, Rajoy predica que su gran mérito es haber evitado el rescate. Y eso, tras los 100.000 millones de rescate bancario. No los 50.000 millones de euros a los que querían forzar entonces tanto Strauss-Kahn desde el FMI como Merkel o Trichet. Rajoy confiesa que es un Zapatero corregido y aumentado. ¿Más taimado?


Martín Prieto.

Y tras esta torta final al registrador a la propiedad que creíamos metido a Gobernante, pasamos a La Razón. Martín Prieto publica una de esas columnas que dejan claro el motivo por el que este afilador de columnas llama a dicho dicho diario el periódico de la ‘disciPPlina’. Se titula El honor de Mariano Rajoy.

Si el presidente Rajoy hubiera cumplido fielmente el programa electoral de su partido, las masas, y con razón, le habrían colgado, los suyos y los adversarios, de cualquier pino de La Moncloa, y no le habrían puesto ni placa. Con todo lo que ha ocurrido en estos dos años y el sensor de las encuestas parece que no hay ánimos de ponerle al residente la corbata de cáñamo.

Ahí lo tenemos, la justificación perfecta para un gobernante que llegó a La Moncloa a lomos de la mentira, que desde que sustituyó a Zapatero al frente del Ejecutivo se ha dedicado a hacer justo lo contrario de lo que decía.

Pero hay más:

Con la España dejada en todo a cien por Zapatero, en el cantil del abismo financiero y obligado a todas las medidas impopulares, lo de Rajoy es una heroicidad política, y llevada con discreción, sin machadas ni salidas de tono.

No sólo es que no le quede más remedio que hacer lo que hace. En absoluto, es que Rajoy es un auténtico héroe. Podría retratarlo a lomos de Babieca y con la armadura del Cid o también con la boina de tanquista del ejército británico y asomando por la torreta de un carro de combate como un Bernard Montgmery que vence al ‘zorro del desierto’ en El Alamein. Pero no, Rajoy es un hombre tranquilo, como el personaje de John Wayne que evita todo tipo de salidas de tono y machadas varias hasta que no le queda más remedio que pelearse a puñetazo limpio en los irlandeses Acantilados de Moher.

Concluye:

No miramos a los vecinos y no queremos saber de las austeridades que sufre Portugal o de las extravagancias socialistas que el presidente Hollande está perpetrando sobre Francia. Ni con mayoría absoluta se hace lo que se quiere, sino lo que te dejan. Luego escribes las vergonzosas memorias que ahora nos están sirviendo.

Si lo pensamos ya, Rajoy las escribió (o se las escribieron, eso no lo sabemos) ya antes de ser presidente del Gobierno. Y son más aburridas que uno de sus discursos.

Saltamos ahora al buque insignia periodístico de la socialdemocracia de izquierdas en la oposición (tan parecida a la socialdemocracia de derechas gobernante del PP), El País. El crítico televisivo que escribe sobre casi cualquier cosa menos sobre televisión se lanza a comentar los caso de corrupción más de moda. David Trueba titula Bodegón:

Días atrás, llamó la atención la portada de ‘El Mundo’. Aparecían fotografiados dos bolsos de mano que ilustraban el desvío de fondos para formación desde la UGT andaluza. Al dinero sustraído se le sumaba el agravio de costear falsificaciones asiáticas de un producto español. La imagen era fea en el sentido más amplio de la palabra.

 

Más fea era la imagen publicada en su día por El País que nos enseñaba en su portada a un Hugo Chávez entubado que resultó no ser Hugo Chávez. Unos sacan bolsos falsificados y otros cubillos caribeños falsificados, aunque en este caso haciéndoles pasar por auténticos. Pero no nos desviemos:

Sería complicado fotografiar las 75 chequeras de Carlos Fabra, aún gozando de cargos públicos. Nunca vimos los patrones de los trajes de Camps, ni los ERE andaluces o la mordida de Mercasevilla terminarán tan acordemente ilustrados. Los apuntes contables del puño y letra de Bárcenas no transmiten la misma carga dramática.

Para una vez que un columnista de El País habla de los choriceros de los señores de ‘A las mariscadas’, ya tiene que sacar a colación la Gürtel y Bárcenas, no vaya a ser que le acusen de no ser lo suficientemente zurdo, suponemos.

Desviar una partida de cursos de formación para detallitos del sindicato con sus fieles es chusco. Recaudar dinero bajo cuerda de empresas que se llevan contratas, licitaciones, concursos y gestiones del Estado es más sofisticado. Pero lo estúpido es poner a competir las corrupciones, porque España lo que necesita es una regeneración brutal generalizada y no burladeros ideológicos para cuando a los corruptos, a muy pocos, les llega la cornada.

Mire, en esto último está de acuerdo con David Trueba, pero hubiera quedado mejor si antes no hubiera mostrado la chorizada ‘made in UGT’ como algo chusco, cosa cutre, frente a lo elaborado y sofisticado de la corruptela ‘made in PP’.

En la contraportada de El Mundo, Raúl del Pozo nos habla de un Iniverno democrático:

Llega el torvo y crudo invierno con sus nieblas y escarchas. El presidente del Gobierno declaró ayer en el hemiciclo que este año no se ha producido destrucción de empleo. Lleva unos días diciendo que saldremos de la crisis. Ya saben, de entre todas las filfas, la profecía es la que sale gratis. Después, entre texteros y estucos, Eduardo Madina avisó de que los del PP vienen con el vergajo y las pulseras.

Según el diputado, la Ley de Seguridad Ciudadana es una intentona antidemocrática para sofocar la ira de la calle. No sé si sabía Eduardo, haciendo la carrera entre Zorrilla y San Jerónimo, que su partido venía de revolcarse con el otro en un orgasmatrón de puñetas.

Interesante lo que le cuenta una diputada a Del Pozo:

García Margallo, uno de los áulicos del marianismo, invitó a comer el otro día a Rosa Díez y le dejó caer, en broma, a los postres: «Si un día pactáramos con los socialistas os íbamos a machacar como a una nuez». A Rosa Díez, que no está en el reparto de sotanas y armiños, le gusta que el líder de la mayoría la machaque, pero la diputada que me habla cree que los ataques son crueles y recuerda que es venenosa la mordedura de los animales de sangre fría.

No se sorprendan ustedes, estimado lectores, si en la próxima legislatura nos encontramos con un Gobierno de coalición entre PP y PSOE. Avisados quedan. Pero dejemos esos malos presagios de lado y pasemos a la columna de Victoria Prego, titulada La desidia culpable, sobre la excarcelación masiva de terroristas y violadores y asesinos múltiples.

Estas son algunas de las terribles consecuencias de la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, que está produciendo en la sociedad española unas heridas de muy difícil cicatrización. Pero sería un error hacer foco sobre el Tribunal de Derechos Humanos a la hora de reprochar este desastre social inmenso, porque nos equivocaríamos. Este tribunal ha puesto en valor unos principios indiscutidos en Derecho. Ni tampoco en el Tribunal Supremo, que con la doctrina Parot intentó poner un parche a la vía de agua que se le abría al país ante la salida de los más sanguinarios asesinos de la banda. Ni siquiera en la Audiencia Nacional, que se limita a cumplir la sentencia del Tribunal de Estrasburgo.

Concluye:

Han sido nuestros políticos los que, desde el comienzo mismo de la democracia y durante tantos años como han pasado, no fueron capaces en todo este tiempo de darse cuenta, o sencillamente no quisieron, asumir que las sanciones del Código Penal y los beneficios penitenciarios de los tiempos de Franco estaban abriendo un agujero de dimensiones colosales en nuestra democracia, que se abriría en un tiempo tasado. Y no lo evitaron.

Han sido ellos los que nos han llevado hasta aquí y es a ellos a quienes hay que reprochar este desastre y a quienes habría que pedir explicaciones. Porque además de los terroristas, salen también asesinos y violadores como los que recobraron ayer la libertad habiéndose librado de permanecer en prisión hasta 2025, gracias a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo. Pero no es culpa del tribunal, sino de nuestros desidiosos políticos, que nunca hicieron el trabajo.

En ABC, Isabel San Sebastián publica Los despojos de Montesquieu. Con ese título, es fácil imaginar de qué trata.

Con frecuencia el ciudadano español tiene la sensación de que sus dirigentes lo consideran un ser insensible a la verdad, dispuesto a tragarse cualquier patraña. Solo así puede entenderse la satisfacción con la que Ruiz-Gallardón celebra el «gran consenso» alcanzado en el Congreso para repartirse los despojos de Montesquieu, o sus alabanzas a un sistema de cuotas que él mismo descalificaba desde la oposición, o su afirmación de que la elección de los nuevos vocales a cargo de «los representantes de la soberanía nacional» les otorga una mayor legitimidad.

Añade:

Nos toman por tontos. Pretenden que creamos en «casualidades» como que Fernando Grande Marlaska ha llegado al Consejo, de la mano del PP y con el «nihil obstat» del PSOE, sin que este golpe de fortuna tenga relación con el voto de calidad que emitió en la Audiencia Nacional a favor de la excarcelación masiva de etarras. O que Álvaro Cuesta, histórico diputado socialista, es un «jurista de reconocido prestigio» cuyo criterio en el órgano rector de los jueces será escrupulosamente imparcial. Y suma y sigue.

Concluye:

Dice la Asociación Francisco de Vitoria que este encamamiento obsceno de siglas y togas le huele a intento de enjuague de la corrupción política. Yo suscribo. Que los jueces encargados de investigar los casos que salpican a los distintos partidos están, a su vez, a merced de un Consejo controlado por esos mismos partidos, de cuyas decisiones dependen tanto las sanciones disciplinarias como la promoción profesional. Incuestionable. Que la negociación entre PP y PSOE previa a las designaciones ha sido vergonzosa. Lo es. Y es que de vergüenzas va la cosa. Yo te tapo las tuyas, tú me tapas las mías, y aquí no ha pasado nada.

Ya empiezan a filtrarse nombres de jueces cuya presunta incuria estaría dilatando en exceso las instrucciones que les ocupan. Encabezan la lista, curiosamente, Mercedes Alaya y Pilar de Lara.


Jaime González.

El jefe de opinión del diario madrileño de Vocento, Jaime González, dedica su artículo al ¿líder? de los socialistas madrileños. Titula Piedra Gómez, y viene a colación por el modo en que el que ‘Invictus’ ha protestado por que nombraran miembro del CGPJ a un magistrado que el no quería. Hay que insistir en eso, él no protesta por el control político del poder judicial, sino porque ese control no haya funcionado al 100 por 100 en la línea que él quería.

Si Gómez llegó al Senado para «defender los intereses de los madrileños» y se va para «defender los intereses de los madrileños», los madrileños harían bien en preguntarse si Gómez no estará jugando al gato y al ratón con sus intereses. Porque lo que no puede ser es que emplee idéntico argumento al entrar y al salir, salvo que la «defensa de los intereses de los madrileños» no sea más que una frase tramposa y un hipócrita ejercicio de funambulismo político para tratar de ocultar la verdad: que está utilizando a los madrileños como rehenes de su guerra abierta contra Rubalcaba, que -por otra parte- tiene cosas más importantes que hacer que dedicarle un segundo a Tomás Gómez.

Cponcluye:

Rubalcaba no aceptó pulpo como animal de compañía y Tomás Gómez ha cumplido su palabra de marcharse del Senado. Ya puestos, apelo al interés general de los madrileños para recomendarle al secretario general del PSM que, si quiere ser coherente, se vaya mucho más lejos.

Terminamos en el periódico que trajo miga durante unos días. Kiko Méndez-Monasterio publica en la contraportada de La Gaceta Si me llamas asesino te mato o

El Consejo Audiovisual de Cataluña quiere cerrar Intereconomía, y también esRadio, y 13Tv, y cualquier cadena o empresa de comunicación que no rinda pleitesía al aspirante a rey Arturo, que es quien les amamanta hasta el empacho.

Añade:

Lo más curioso es que los del CAC argumentan su fiebre censora en que desde estos medios se acusa al nacionalismo de tener métodos totalitarios, y que en ocasiones incluso se compara el régimen catalán con aspectos del nazismo. O sea, que para demostrar que no son totalitarios, lo que hacen es perseguir la libertad de expresión. Todo muy lógico. Es como si llamas asesino a un pistolero y te responde: «Me estás ofendiendo y te voy a pegar dos tiros».

Concluye:

Todo esto tendría hasta cierta gracia, si no coincidiese el informe totalitario del CAC -en el que se habla de incitar al odio- con el recibimiento triunfal que ayer mismo le hacían a un etarra, entre cuyas hazañas se cuenta la del asesinato de un niño de tres años. Estos días lúgubres de la Amnistía Rajoy, lo menos que podían hacer los nacionalistas, -todos los nacionalistas- es permanecer prudentemente callados. Porque en las últimas décadas sólo ha existido un odio en España: el que ellos han ido sembrando por toda la península. Y sólo unas víctimas de ese odio: los españoles que han muerto por el único hecho de serlo, entre los que estaba Fabio, ese niño de tres años. Recordemos que no ha existido una nacionalismo en España que no haya tenido su expresión terrorista y asesina, y de paso apuntemos en la agenda que otros nacionalismos, llamados moderados, pactaron con ETA una tregua en su territorio, bajo la premisa de no entorpecerse mutuamente.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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