OPINIÓN / Afilando columnas

Carlos Herrera: «Si los nacionalistas catalanes fueran nazis darían miedo, pero lo que producen es ira y bochorno»

Carlos Esteban (LA Gaceta): "Las leyes educativas en España cambian como las colecciones de Zara"

Carlos Herrera: "Si los nacionalistas catalanes fueran nazis darían miedo, pero lo que producen es ira y bochorno"
Carlos Herrera. EP

Allá por 1787, cuatro años antes de acceder a la Presidencia de Estados Unidos, Thomas Jefferson sentenció aquello tan conocido de:

«Si tuviera que decidir si debemos tener un Gobierno sin periódicos o periódicos sin Gobierno, no dudaría en preferir lo segundo».

Nos da la impresión de que si Mas y otros nacionalistas catalanes leyeran esa sentencia, pensarían que Jefferson era tonto por plantear esa disyuntiva en vez de apostar por una prensa, en la actualidad también las televisiones y las radios, al servicio del Gobierno que uno dirige.

Al fin y al cabo, hay mecanismos de sobra para lograrlo, como demuestran las subvenciones que reciben los medios en Cataluña para que se mantengan fieles al discurso oficial.

Es de suponer que al que sería el tercer presidente de EEUU le hubiera parecido aberrante la existencia de una institución como el CAC, creada con la excusa de asegurar la pluralidad y la calidad de los medios, pero que tiene como fin real el control político de las radios y las televisiones (inexistentes, claro está, en época de los Founding Fathers).

El CAC, y su informe acusando a Losantos, Merlos, Albiac y otros de fomentar el odio a través de 13TV e Intereconomía —El CAC busca crujir a 13TV e Intereconomía con sanciones millonarias por «fomentar el odio a Cataluña»— tienen un lugar destacado en los espacios de opinión de la prensa de papel española el 29 de noviembre de 2013.

También nos encontramos con los lamentos de un director de cine porque los medios de comunicación no promocionan su película como él considera que se merece y críticas varias a políticos como el ministro ‘Eras-menus’, la mujer que veía gaviotas voladoras sobre el Manzanares, el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante y el apparatchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista. Tras hacer sonar nuestra armónica de afilador, daremos cumplida cuenta de todo ello.

Empezamos en El País, donde el crítico televisivo que escribe sobre casi cualquier tema menos televisión aprovecha su columna para llorar por lo malo que es el mundo con el cine español. Estos es, con él y la última película que ha dirigido. David Trueba titula su artículo Lo que hay.

Tras criticar a las salas de cine por no apostar más por las películas españolas, se lanza contra los medios de comunicación:

En los medios, donde se reparte el pescado promocional, la lonja es perversa. Para salir en las cadenas de Mediaset sería necesario presentarte como el novio despechado del hijo adoptivo de Ortega Cano. Si la película es propiedad del grupo, Cuatro y Telecinco exhiben una maquinaria promocional envidiable, ejemplo de colocación, presencia y pugna por imponer su producto. Antena 3 se torna acogedor, especialmente en laSexta.

Y bien pensado, ¿quién le ha dicho que merece salir en todas esas cadenas porque sí? Al fin y al cabo, de lo que está hablando es de que unas televisiones que nada tienen que ver con él le hagan publicidad gratis.


David Trueba.

Carga también contra otros medios:

Radio y prensa escrita terminan por ofrecer los únicos jardines que priman la palabra frente al chirrido. El producto nacional les repele una pizca, por barato y, al ser cercano, poco glamuroso.

¿No podría ser que el ‘producto nacional’ les repela por ser malo o simplemente porque al público le interesa menos que el ‘de importación’? No hemos visto su película, así que no entraremos a valorar en este caso concreto. También se queja de El País:

Es habitual que donde seas peor tratado sea el medio donde colaboras.

Pobre David Trueba, que malo es el resto de los españoles con él, a pesar de que la producción de Vivir es fácil con los ojos cerrados la hayamos pagado en parte con nuestros impuestos a través de TVE y, no lo sabemos, es bastante probable que alguna subvención se haya llevado ya el filme o lo haga en un futuro.

Pasamos ahora a ABC. En este diario primero nos fijamos en El boicot, un artículo de David Gistau sobre el PSOE y el hombre que soñó con protagonizar ‘El milagro de Pe Punto’.

Las sustancias volátiles con las que el PSOE experimentó en la Conferencia para volverse «más rojo» acaban de hacer ¡boum! durante el sabotaje sufrido por Rubalcaba en la universidad de Granada. Atónito, el líder socialista percibió la hostilidad que inspira en dos colectivos fundamentales de esa muchedumbre airada cuyo hábitat es la calle y que el PSOE aspiraba a reclutar en términos electorales con una contorsión tan forzada que hasta asumía el riesgo de asustar a su inmensa porción de votantes ajenos a apetencias revolucionarias.

Añade:

Con sus procesos internos aún por resolver, al PSOE se le nota una convicción que desmerece el recuerdo del inmenso partido de poder que fue un actor indispensable en la evolución española a partir de la Transición: la convicción de que, solo, jamás ganará nada. Ya se deba a lo larga que se está haciendo la penitencia posterior al estropicio zapaterista, o a que tiene enquistada la regeneración. Esta mentalidad de equipo chico es la que ha inspirado la búsqueda, en andurriales políticos poco recomendables e indignos del gran PSOE de antaño, de compañías con las que construir la «mayoría distinta» a la que suele referirse Rubalcaba, y en la que vale hasta Amaiur, a juzgar por el primer retrato familiar que se hicieron.

Concluye:

El boicot de Granada es un aviso de que está cerrado el espacio existencial que busca. Lo cual en realidad es un elogio para cualquier partido que aún no haya perdido del todo la vocación institucional, ni la fortaleza necesaria para no rendir todos los principios a esa muchedumbre que, como cuando eclosionó el 15-M, vuelve a decir que la soberanía no es la de las urnas, sino que hay otra, la «social», la fetén, que ella gestiona.

En el diario madrileño de Vocento encontramos un par da artículos dedicados al Consejo Audiovisual de Cataluña. El autor del primero de ellos es uno de los periodistas señalados en el tristemente célebre informe del CAC. Hermann Tertsch titula Fantasmas paralelos:

ES una lamentable paradoja que la Generalidad de Cataluña, cuyo único objeto de gobierno, meta política y razón existencial es la identidad, se halle en una profunda crisis de la misma. Tan grave como para gastarse fortunas, en época de crisis y con Cataluña hecha unos zorros, para determinar lo que se es y lo que no se es. Ahora se han obsesionado con que tienen que demostrar al mundo que no son nacionalsocialistas, ya me entienden, nazis.


Hermann Tertsch.

Dice de los nacionalistas:

Ven ahora una película antigua de las marchas con antorchas de los nazis bajo la Puerta de Brandemburgo y ven similitud con las animadas marchas de antorchas de ERC. Ven su propio rigor patriótico en desterrar signos de decadencia española como los toros o fotos de los toros o carteles escritos en español y eso les evoca las operaciones de limpieza del arte degenerado, «el arte judío u hostil a ideales germánicos», que se hicieron en los museos alemanes en los años treinta. Ven el golpe de Estado contra la República de Lluís Companys en 1934 y no les resulta muy distinto al que montó en Múnich en 1923 un grupo de veteranos de la Gran Guerra.

Tras varios ejemplos más, añade:

Pero dejémonos de ucronías y volvamos a las angustias de nuestros líderes nacionalistas para combatir la idea de que son nacionalsocialistas. Una idea que nadie ha defendido y nadie tiene. Porque a pesar de todas esas curiosidades estéticas paralelas, nadie ha dicho que Artur Mas sea nazi ni nada parecido. Aunque sí se le esté poniendo cara de aquel gran campeón del fracaso que fue Von Papen.

Concluye:

Las listas negras de periodistas han existido siempre. Pero publicar la propia en conferencia de prensa como ese pobre y surrealista Francesc Homs, amenazando a los incluidos con la cárcel, no nos evoca al austriaco -que a los periodistas les daba matarile sin alharacas-, sino al general Queipo de Llano cuando cayó en sus manos Artur Koestler. Presumió de la pieza capturada en la caída de Málaga y le condenó a muerte por hablar mal de Franco y de él. Aunque al final no lo ejecutó. Eso sí, Queipo confirmó cómo era Queipo. Y Koestler triunfó en todo el mundo con su Testamento español.

Seguimos en el mismo diario, donde Carlos Herrera firma Comité de Actividades Anticatalanas:

La discrepancia con los fines y los métodos del nacionalismo periférico tiene un precio que hay que asumir: ser acusado de propagador de odio, ser centro de dianas violentas de individuos que coquetean excesivamente con viejos pogromos bien conocidos en la Europa reciente. Todo está permitido en la defensa de identidades exclusivas y discriminatorias; nada en la lucha por la denuncia de la sinrazón de los nacionalismos más cerriles. La creación del CAC, el Comité de Actividades Anticatalanas disfrazado de regulador mediático fue en su día motivo de inquietud y sospecha: siendo quienes eran sus promotores, impulsores del periodismo de la Editorial Única, era cuestión de días confirmar sus tendencias manipuladoras y sus enjuagues vergonzosos con el poder.

Añade:

Los nacionalistas catalanes no me parecen nazis, de serlo les tendríamos miedo y, lo lamento, lo que producen es una mezcla de ira y bochorno. No obstante creo que ni Hermann Terstch ni Gabriel Albiac, por ejemplo, individuos dotados de un fuste intelectual y deductivo muy por encima de sus teóricos oponentes, apenas unos cretinos charlatanes como Joan Tardá o Santiago Espot, han pretendido otra cosa que alertar de procesos históricos que guardan similitudes inquietantes. Ni Hermann ni Gabriel alertan de una futura Cataluña plagada de campos de concentración entre Palamós y Torredembarra en los que gasear a españolistas confesos. Ni los separatistas lo pretenden ni nadie lo consentiría.

Concluye:

Bien harían los sectarios y pasteleros miembros del CAC en observar detenidamente las emisiones más vitriólicas de los medios oficiales de la Generalitat (TV3, Catalunya Radio, más lo que le cuelga) y los oficiosos que ha puesto a disposición de la causa el señorito Godó, y lamentar hasta la extenuación el fomento del odio a todo lo foráneo (español, por supuesto) que proclaman en sus programas, incluidas exaltaciones sin disimulo de terroristas camuflados de patriotas. No lo harán, ya lo sé y precisamente por eso hay que denunciarles sin descanso.

La misma cuestión es tratada en El Mundo por Salvador Sostres, que titula Las ficciones catalanas:

El Consell de l’Audiovisual de Catalunya -o CAC, como se le suele conocer- fue un invento de Pasqual Maragall cuando aspiraba a presidente de la Generalitat. Fue la típica broma catalana, el típico brindis al sol del senyor Esteve en horas bajas que pretende demostrar que es más inteligente y más libre que los demás y acaba engendrando una patochada que redunda en más burocracia, más intervencionismo y más mediocridad.

Añade:

Están estos partidos tan acostumbrados a tener comprados a los medios de comunicación que no pueden concebir la discrepancia. En la actualidad, Francesc Homs, consejero de Presidencia, es quien de modo personalísimo reparte las subvenciones a los medios -privados y públicos- para comprar su fidelidad no sólo al proyecto soberanista sino a él mismo como candidato a suceder a Mas: tal es su ambición, grotesca e infundada.

Mi educación limita con las metáforas de los nazis y del Holocausto que sirven para referirse a conceptos que no son los nazis ni el Holocausto, pero evidentemente la libertad de expresión va más allá de la educación y del buen gusto de cada cual. El CAC, querellándose contra 13TV e Intereconomía, vuelve a actuar como policía política, tal como fue el instrumento habitual para intentar censurar a la Cope o a esRadio, multándolas o no renovando sus licencias, al considerar un insulto cualquier visión contraria a los planteamientos de un catalanismo político que ha vivido todo este tiempo mucho más obsesionado en silenciar a Federico que en articular un discurso potente y ganador. El supuesto odio a Federico es otra de las ficciones del catalanismo, que limita con la fidelidad con que cada mañana miles de independentistas le escuchan.

Concluye:

El CAC se creó para despolitizar los medios públicos y es la principal arma política que cada Govern ha tenido para controlarlos; la supuesta mayoría independentista del Parlament es incapaz de ponerse de acuerdo en la pregunta de un referendo que saben positivamente que no tendrá lugar, y el independentismo, que crece reaccionando a sus adversarios, se querella contra esas dos grandes fábricas de independentistas, que hoy son 13TV e Intereconomía, cuando lo inteligente sería subvencionarlas para que nunca se callaran.

Se ve un hecho diferencial ponernos a excretar cuando Jesús nace y una herejía intolerable hacérselo hacer a su madre [por el ‘caganer con la imagen de la Vírgen de Montserrat]. Algo parecido a lo de Javier Godó, que manda torcer el encuadre de las fotos que le sacan para salir centrado; luego se hace el pobrecito yendo al baño de los tullidos de Via Veneto para ahorrarse las escaleras que hay camino del servicio de los que no torcemos nada.

Seguimos en el diario de Unidad Editorial, donde Enric González titula Botella, y no se refiere a un recipiente para contener líquidos.

Hay bastantes alcaldes penosos. Por no hacer la lista completa, citemos al de Barcelona, Xavier Trias, que luce poco, porque a ver quién luce al lado del inefable Artur Mas, aunque haga lo suyo: impide la filmación de una serie castellana como Isabel, veta la foto de un torero y regala dinero a la Generalitat en cuanto puede, con lo que el contribuyente barcelonés pringa por partida doble. Pero no es gracioso. No creo que nunca le haya animado a nadie el día. Botella, en cambio, es una joya. Y un mérito exclusivo del Partido Popular.

Añade:

Incompetentes los hay a montones, igual que corruptos y sobrecogedores. La gracia, sin embargo, constituye un bien escaso. Y esta señora la derrocha. Pocos chistes sobreviven a la repetición con tanta lozanía como aquel del «relaxing cup of café con leche». Acabo de verlo y he vuelto a reírme. Hagan la prueba si quieren, es infalible. Ayer no lo superó, pero casi, con sus afirmaciones sobre el progreso de la humanidad.

Concluye:

Desde que Ana Botella irrumpió en el mundo del espectáculo, Faemino y Cansado parecen más viejos y menos ocurrentes. Que siga, por favor. Botella y el anuncio de las loterías podrían ser nuestro único motivo para sonreír en estas Navidades.

Cerramos en el periódico que trajo miga durante unos días. Kiko Méndez-Monasterio publica en La Gaceta La Amnistía Rajoy:

Los hombres pesados de la política llevan asociados un par de conceptos, hitos o frases, y por muy extensa que haya sido su obra la historia la jibariza a poco más que un eslogan. Funciona también con los nombres más modestos: Felipe es sinónimo de corrupción, Suárez cuatro palabras de Ónega, Aznar dos fotos -Perejil y las Azores-, y Zapatero la ruina.

Añade:

Es probable que [Rajpoy] añore cuando se le señalaba como el vidente de los hilillos de plastilina del Prestige, o el vicepresidente de la guerra de Irak. Preferirá cualquier cosa antes que el cartel definitivo con el que se va a quedar grabado en la memoria: el hombre de la amnistía. Mañana -es decir, el lustro que viene-, pensar en Rajoy será recordar las cárceles abiertas de par en par, y un tropel de criminales saliendo a la calle como si se estuviera filmando una película de Batman. Porque la infamia de estos días no acaba aquí, se acrecentará con cada crimen de los amnistiados, con cada nueva violación de esos monstruos a quienes la indignidad del Gobierno les ha devuelto la libertad, el derecho a decidir cuando matarnos.

Concluye:

Ahora dice Gallardón -a quien recordarán los madrileños del siglo XXII, por la deuda- que observa indicios de criminalidad en los fastos de recibimiento a los etarras. Puede ser, pero es un delito menor comparado con las evidencia criminal de permitir esta amnistía.

En el mismo diario, Carlos Esteban escribe sobre El extraño caso del Dr. Wert.

Esta mañana me he desayunado con este alarmante tuit, de Ángela Paloma Martín: «Hoy muere la #educación y la #dignidad. Qué tendrán en contra de un pueblo culto..», junto con un enlace. Entenderán que ante el doble e imprevisto deceso me asustara, sin pararme a pensar que la educación lleva más tiempo del recuerdo en la UCI y que de dignidad andamos, por ser generosos, muy cortitos de un tiempo a esta parte.

Pero no, es que se aprueba otra ley de educación, de esas que cambian como las colecciones de Zara, no vaya a ser que los estudiantes le cojan el tranquillo a un sistema y les dé por estudiar.

Añade:

Lo cierto es que la Lomce no es terriblemente revolucionaria ni original. Introduce algunos ajustes aquí y allá, muchos de ellos adelantados por los propios socialistas. En general, si la llega a aprobar tal como está un hipotético Gobierno Rubalcaba, podría ser más o menos criticada por los expertos, pero sin alharacas y, naturalmente, sin marchas ni vudú con el ministro del ramo.

Concluye:

Mientras, si lo que de verdad le preocupa a Paloma es la cultura, el saber de cualquier cosa conocida bajo la luna y al alcance de todos, que no tema: nunca antes había sido tan fácil, tan increíblemente barato y tan cómodo aprender lo que se pueda imaginar. Verdaderamente al alcance de cualquier bolsillo, contrastada, impartida con incontables medios. No hay excusa para no aprender, y sólo una condición: ignorar por completo el sistema educativo.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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