¿Quiere usted saber lo que dicen los artículos de opinión de la prensa de papel el 13 de diciembre de 2013? Si así es, ¿quiere enterarse por medio de este ‘Afilando columnas’? Confiamos en que así sea, de otro modo no comprenderíamos que usted haya optado por leer este texto.
Está claro cual es el tema dominante de la jornada en los periódicos impresos de Madrid y Barcelona.
Efectivamente, no es la ejecución del tío de Kim Jong-un por orden del propio tirano comunista de Corea del Norte.
El anuncio de las preguntas y la fecha del referéndum independentista catalán prácticamente monopoliza los espacios de opinión de la prensa española. Tras hacer sonar una vez más nuestra armónica de afilador, se lo contamos.
Suponemos que a Artur Mas y compañía no les hará demasiada gracia comprobar que a buena parte de los columnista de las dos grandes cabeceras de la prensa subvencionada catalana no parece entusiasmarles el tema.
Algunos de los principales voceros del secesionismo en La Vanguardia prefieren ponerse de perfil y escribir sobre temas sin demasiada importancia, como si evitaran escribir sobre el asunto hasta no recibir instrucciones de no sabemos quién. Otros sí se lanzan.
Es curioso lo de Pilar Rahora, que en Twitter se mostraba entusiasmada —Carlos Alsina se cachondea en Twitter del referendum independentista: «La pregunta es: ‘Otan: de entrada sí, o qué?»— pero en el diario del conde de Godó y Grande de España que empieza a recular en su independentismo escribe sobre otro asunto que también le permite ejercer el victimismo nacionalista.
Escribe sobre el simposio ‘España contra Cataluña’ y titula El nombre de la cosa:
El nombre no hace la cosa, pero ¡hay que ver el lío que se puede montar por un nombre! Y es cierto todo lo dicho, que el simposio es científico, que las ponencias están bien planteadas, que los hechos históricos son los que son -guste poco o nada a determinadas voces aullantes-, y que los intervinientes tienen un prestigio sobradamente demostrado.
Añade:
Todo es cierto.
Por serlo, lo es que Catalunya tiene el derecho a reclamar su condición de víctima, porque la historia de estos últimos 300 años tiene que ver con el intento reiterado y por suerte fallido de anular nuestra lengua y nuestra identidad.
Eso sí, le parece que los organizadores del invento deberían haber sido más sutiles -nos preguntamos si en realidad quiere decir más taimados– a la hora de elegir el título:
El contra rompe con ese relato en positivo que plantean sus líderes y que escenificó la Via Catalana. Desde Mas hasta Junqueras, pasando por Alfred Bosch o Pujol, todos han reiterado que el proceso catalán no era contra España, sino a favor de Catalunya. De manera que quizás no hacía falta enviar una bomba fétida tan contundente en el titular del simposio.
No entraremos a comentar eso de que el nacionalismo no está contra España. Basta con leer otros artículos de la propia Rahola. Concluye:
Sinceramente, habría sido mejor un título que, sin descarnar los hechos históricos, no hubiera tenido esa voluntad de bofetón en la cara. Porque al final todo esto nuestro no sólo tiene que ver con las razones que tenemos, sino también con la ‘finezza’ con que las planteamos. Y sobra decir que Sobrequés no ha tenido ‘finezza’.
Y curioso que termine Rahola con esa palabra, que es la misma que utiliza Enric Juliana para titular: Finezza. El representante de La Vanguardia en tierras madrileñas se lanza a cargar contra Madrid y los medios de la capital de España:
Madrid es una ciudad-Estado con cierta tendencia a la autointoxicación. Recibe mucha información, procesada por un acelerador de partículas que lo convierte todo en tremendo, fenomenal y dramático. Hay mucho ruido en las tertulias y no es seguro que la prensa madrileña tenga hoy muy buenas antenas en Barcelona. Sobra rencor y falta finura en su relato.
Comenta el acuerdo para el referéndum:
Se esperaba un descarrilamiento. Y ese accidente no se ha producido. El acuerdo tiene amplitud (87 diputados, tres menos que los dos tercios del Parlament), pese al importante descuelgue del PSC. Y cubre un arco ideológico que va desde la democracia cristiana a la izquierda asamblearia.
Enric Juliana.
Concluye, sin ocultar su satisfacción:
En pocas palabras, Artur Mas y Duran salvan, por el momento, la integridad de CiU y el curso de la legislatura; el presupuesto del 2014 será aprobado; ERC sigue siendo el partido de la consulta y de la espera; ICV no queda en fuera de juego y Lotta Continua, digo, la CUP, se va haciendo mayor. La clave es la fecha del 9 de noviembre. Después del Onze de Setembre y después del referéndum de Escocia. Gustará más o gustará menos, pero ayer hubo finezza en Barcelona.
Ya saben ustedes, los de ‘Madrit’ somo rencorosos, cerrados en nosotros mismo y nada finos en nuestras formas, mientras que los catalanes son todo lo contrario. Encima se lo creerá.
La satisfacción de Juliana no es compartida por los principales columnistas del auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’, incluyendo su propio director. Enric Hernàndez titula en El Periódico La consulta: 5 preguntas sin respuesta.
Al fin tenemos preguntas, en plural, y fecha para esa consulta soberanista que constituye anatema más para la España política que para los españoles, según las encuestas. Puesto que la amenaza era hacer el ridículo de no lograr un acuerdo ya no con el Estado, sino ni tan solo en el Parlament, el soberanismo catalán puede darse por satisfecho. El ‘president’ Mas, así como los líderes de Unió, ERC, ICV y la CUP, han salvado el primer ‘match ball’, pero están lejos de cantar victoria. Despejado el interrogante de la pregunta, hay más preguntas que hacerse.
No vamos aquí a repasar todas las preguntas, en realidad ‘peros’, que plantea Hernàndez. Pero destacaremos dos:
3.- ¿Dónde está la ilegalidad? Claman el PP, el PSOE y el PSC que el acuerdo de ayer rompe la ley y la democracia. Pero lo que el Parlament pide al Congreso es que, de acuerdo con el artículo 150.2 de la Constitución, le autorice a celebrar la consulta, y está en manos de PP y PSOE votar no. Cuesta identificar el atropello constitucional.
5.- ¿Quién pagará los platos rotos? Catalunya se adentra en una deriva frentista de imprevisibles consecuencias que a muchos, a uno u otro bando, les pasará factura.
En el mismo medio, Joaquim Coll define la consulta como Ni clara ni inclusiva; confusa y fraudulenta:
Para evitar lo que estaba a punto de suceder, que la negociación para acordar una sola pregunta acabara en un sonado fracaso y, por tanto, en un ridículo histórico, los partidos soberanistas han acabado bendiciendo una propuesta que a todos pudiera satisfacer sobre el papel. Pero estudiada con atención salta a la vista que se aleja de la reivindicada claridad escocesa.
Concluye:
La doble pregunta encadenada no es clara ni inclusiva, porque ese Estado que se propone en primer lugar nada significa. La única propuesta concreta es la independencia. Sorprende que ICV-EUiA pueda apoyar, desde una posición no nacionalista, una propuesta confusa conceptualmente y fraudulenta en términos democráticos. Ayer Joan Herrera sacó pecho y dijo que los federalistas podían votar junto a los independentistas. Es un enorme engaño que no aguanta un debate racional.
¿Cómo se ha llegado hasta aquí? Sencillamente, porque todos saben que la consulta no se hará. Que es una gran broma, aunque puede acabar finalmente en auténtico drama nacional El único que sabe lo que quiere de verdad es Oriol Junqueras. El resto son víctimas del embrujo del llamado derecho a decidir, que no es otra cosa que la autodeterminación para la independencia.
Tomamos el puente aéreo y llegamos a Madrid. Tras aburrirnos soberanamente con los artículos de El País, espesos y sin conclusiones claras (¡ni que sus autores fueran políticos!) pasamos a ABC. David Gistau titula La lámpara mágica.
Los cuentos son el fermento de nuestra percepción. Por ello, tres preguntas en lugar de dos habrían permitido al votante sentirse en un margen mágico de posibilidades, como de urna frotada, igual que el de Aladino en «Las mil y una noches» y sus derivaciones Disney. Ya que la papeleta concibe una naturaleza progresiva del anhelo, podría haber incorporado una tercera pregunta aún más audaz, un «jackpot» para quienes prosperen en el examen de catalanidad reglamentaria hasta el final. ¿Quiere que Cataluña sea un Estado? ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente? ¿Quiere que Cataluña sea un Estado independiente en el que todas las mañanas se encuentre usted en la cocina a Halle Berry friendo el bacon del desayuno, vestida con apenas un delantal?
Concluye:
Los resortes maniqueos de nuestra conversación nacional acomodarían el referéndum en una posición de superioridad moral si sólo la derecha se resistiera a su convocatoria. Nada más les hace falta para cultivar el tópico forjado durante la Transición de que la unidad nacional es por definición una reminiscencia franquista por la que un socialdemócrata debe evitar ser contaminado. Son otros los patriotismos libres de pecado, por más exclusivos y totales que lleguen a ser en su exigencia de militancia.
Por su parte, Ignacio Camacho habla de Psicodelia política.
No habrá consulta porque no puede haberla, porque ese derecho sólo corresponde a la totalidad de la nación española. Si la proponen al Congreso será rechazada. Si la convocan por su cuenta será recurrida al Tribunal Constitucional y prohibida por éste. Y quienes la promueven saben que no pueden hacerlo y que no la habrá.
¿Entonces por qué lo hacen? Porque quieren cargarse de supuestos agravios, que es el alimento esencial, la base nutricia del nacionalismo. Por la misma razón que les vale para celebrar un congreso de sedicentes historiadores hispanófobos. Porque viven del victimismo. Y
Añade:
El siguiente estadio de ese delirio será muy probablemente el de convocar, cuando encalle el referéndum, unas elecciones con la secesión como programa común del bloque soberanista, para en caso de ganarlas declarar unilateralmente la independencia en el Parlamento de Cataluña. Soñado momento culminante de emoción histórica: banderas desplegadas, canto solemne de El ssegadors, caras transidas de exaltación patriótica, protagonismo planetario. Pero lo que pase el día después no lo tienen pensado.
Concluye:
Lo que sí va a suceder en cualquier caso, o más bien ya está sucediendo, es una colisión entre catalanes, un conflicto de discordia civil provocado por esta entelequia ofuscada. España no se va a dejar destruir, pero Cataluña puede quedar hecha añicos en el curso de esta deriva demencial a la que la conduce una élite alucinada con su propia psicodelia política. Incapaz de comprender que es mucho más fácil fracturar la sociedad catalana que romper la nación española.
Salvador Sostres.
Terminamos con dos artículo de El Mundo. Salvador Sostres titula de un modo que sorprende: Gana España.
La doble pregunta de esta consulta que no va a celebrarse hace prácticamente imposible que gane el sí a la independencia. Los partidarios de que Cataluña se convierta en un Estado no pasan -siendo pero que muy generosos- del 60%. Y entre ellos, los partidarios de que este supuesto Estado fuera independiente no pasarían en ningún caso del 70%. Y el 70% del 60% no llega a ser el 50% de los votantes. Quiero significar que, en cualquier caso, las cifras que acabo de dar están insólitamente hinchadas por mi tradicional entusiasmo.
El resumen de dónde estamos es que algunos partidos han acordado fecha y pregunta para una consulta que todo el mundo sabe que nunca va a tener lugar; pero por si en algún momento España se volviera loca y la autorizara, la pregunta está planteada de modo que el único resultado que puede dar es el de continuar perteneciendo a España.
Añade:
Rajoy le hará el favor de su vida al independentismo catalán impidiendo la consulta, porque ante la prohibición cabe un victimismo heroico que se volvería pura humillación si el referendo se celebrara y España lo ganara por goleada, que es lo que sucedería después de que Duran lo haya dejado todo «atado y bien atado».
Cuanto más reaccione España a esta pantomima de ensimismados, más se va a dar la falsa sensación de que los soberanistas han ganado; y la intensidad de las amenazas con que el Gobierno quiera advertir a Mas será directamente proporcional a la euforia con que el independentismo organizará su resistencia. Todo el mundo puede esgrimir sus razones pero no se gana teniendo razón, sino defendiéndola con audacia, y siendo consciente de tus limitaciones.
Concluye:
El absurdo frenesí que ha causado la doble pregunta ayer acordada, con su fecha y su imposibilidad de llevarse a cabo, es como yo cuando regresando del Tirsa con tres whiskys me pongo estupendo y digo: «Al Ritz, por favor, muy rápido». Y los taxistas, que ya me conocen, me llevan a casa.
Finalmente, Federico Jiménez Losantos firma ¡Qué no habría pregunta! donde pone a caldo al hombre que entre nube supervisada y nube supervisada firmó un libro, por decir que no habría consulta independentista. De paso, también carga contra el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante, por considerar que no está siendo firme ante los ataques de Artur Mas y sus mariachis:
Han pasado tres días y un nuevo chófer para que la entrevista en La Vanguardia de Zapatero le devuelva su condición de tonto de solemnidad, «bobo solemne», según la célebre expresión de Rajoy. El supervisor de nubes y virrey de Babia decía que la independencia de Cataluña era imposible porque ni se ponían de acuerdo en la pregunta. Ya se han puesto. También decía que frente a esa pregunta imposible lo que hacía falta eran respuestas y la suya era que se necesitaba un «pacto de reconfianza». ¡Toma reconfianza! ¿Y qué dirá ahora Zetapé? ¿Qué tercera vía propondrá el PSOE ante el golpe de Estado anunciado ayer por Mas y el Frente Nacional Separatista? ¿Federalismo reconfianzudo, confederalismo confiado, cantonalismo feliz, separatismo unitario, unitarismo disgregador, repacto de pactos? ¿Qué?
Y remacha:
Lo que quiero ver es qué hace Rajoy. No con el referéndum, que, se celebre o no, está ahí, sino con los golpistas. ¿Hará como que la autonomía catalana no está en plena rebelión? Temo que es exactamente lo que hará, es decir, que seguirá subvencionando el golpe. Ah, y por último, qué pena que Armada haya muerto la semana pasada. Para el Rey sería una solución.
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