Mientras algunos sueñan con que Burgos, ciudad de bajas temperaturas pero soleada y con un hermoso cielo azul, pase de ser Caput Castellae a ‘chispa de la revolución’, los disturbios del barrio de Gamonal y la acobardada reacción del Ayuntamiento sigue dando pie a numerosos artículos de opinión en la prensa de papel española el 17 de enero de 2013. Al mismo tiempo, una de las izquierdistas radiofónicas más conocidas de España descubre la responsabilidad individual y hay quien directamente niega la categoría de ciudadano a quien no sea de izquierdas. Tras hacer sonar una vez más nuestra armónica de afilador, pasamos a dar cumplida cuenta de todo ello.
En el autoproclamado ‘diario de la Catalunya real’ nos encontramos con dos columnas que nos han llamado poderosamente la atención. Una para bien y otra para mal. La que nos ha dejado una sensación positiva es la que publica Julia Otero, que ha descubierto esa cosa que algunos consideramos muy importante llamada responsabilidad individual.
Julia Otero.
La gallega radiofónica que ejerce de catalana de izquierdas firma en El Periódico un artículo titulado Les hemos estafado, en el que recuerda que muchas personas, incluyendo jóvenes, se hipotecaban con la intención de vender esa misma vivienda años después por un precio muy superior al pagado por ellas. Y que eso explotó. Hablamos de la famosa burbuja. Concluye:
Una estafa de la que no solo no hemos prevenido a nuestros hijos sino de la que hemos sido cooperadores necesarios. Les hemos arruinado con nuestros consejos. No levantarán cabeza hasta que muramos y puedan heredar el tesoro en el que vivimos, que, por cierto también vale ya la mitad. Previo pago del impuesto de sucesiones, claro. Eso si no les dejamos aún un pellizco de nuestra hipoteca.
Al fin alguien que no culpa sólo a los bancos o los políticos, que favorecieron todo eso, cierto es.
En el mismo rotativo encontramos la columna que nos ha llamado la atención de forma negativa. Enma Riverola titula La izquierda. Tras los típicos lugares comunes, concluye:
Pero para el ciudadano -el de Barcelona, Madrid o París- el verdadero drama es que la izquierda es incapaz de salirse de una pista que no controla y crear nuevos caminos. El fracaso de las utopías, el encadenamiento a un sistema que la está despojando de su esencia, la incapacidad para aportar soluciones, unas formas de organización obsoletas y la pérdida de un lenguaje capaz de emocionar y movilizar aparecen en la lista de sus pecados. El milagro está por venir.
El párrafo es más peligroso ideológicamente de lo que parece. Repasemos la primera frase. «Para el ciudadano», nos dice, «es verdadero drama es que la izquierda es incapaz de selirse…». En definitiva, si usted no comparte las preocupaciones ‘zurdas’ de la columnista no es ciudadano. Recuerda usted eso que ciertos sectores de la izquierda más radical solía sostener de que sólo ellos son «el pueblo». Pues justo eso.
Juan José Millás.
Tomamos el puente aéreo y llegamos a Madrid, donde empezamos con El País. Juan José Millás se pone tremendo para justificar los disturbios que hemos visto en Burgos y en Madrid (aunque no cite el nombre de estas ciudades. Con el título de Una jilipollez, «reflexiona» (es un decir) sobre la violencia política. Al igual que suelen hacer los radicales de todo tipo, define como violencia cosas como el precio de la luz o el gas, el rescate de los bancos o las presuntas corruptelas de Blesa. Tras todo ello concluye:
Al ministro del Interior le conmueve ver un escaparate roto, pero un escaparate roto, amigos, es una gilipollez comparado con un correo electrónico de Aznar.
Ya sabe, querido lector, si usted es un pequeño comerciante y su negocio sufre destrozos durante unas disturbios, la culpa no es del encapuchado que le rompe el escaparate. No, quien le ha lanzado las piedras es Aznar haciendo clic sobre el botón de «enviar». ¿Daría argumentos similares Mills si lo que destrozaran los radicales fuera su coche o cualquier propiedad suya? El afilador de columnas lo duda.
Y como si quisiera responder a Millás, en ABC David Gistau firma ‘Boulvardier’:
Dos paradigmas dignos de una inquietud no lingüística ha dejado Gamonal. La fotogenia de la violencia, siempre que esta escoja la coartada adecuada. Y la necedad, leída a alguien en alguna parte, de que las detenciones matan al lechero de Churchill. Como si la democracia debiera equivaler a una ausencia de ley y de autoridad. Entiendo que esto forma parte de la abolición de lo institucional, del auge de la soberanía del megáfono, o de la identitaria, que han inventado para sí mismas una legitimidad ajena a la de las urnas. Que la respuesta institucional sea el repliegue, hasta en el discurso, no es cosa que nos haga mejor democracia. Mientras, y aunque llueva, bajo a hacerme el «flâneur» por unos bulevares tumultuosos de rebajas.
Está acertado Gistau en eso de la fotogénia de la violencia con la coartada adecuada, una coartada que Millás se encarga de dar para todo el que quiera causar disturbios, así como en el resto de su análisis. También en el diario Madrileño de Vocento y sobre el mismo tema escribe Ignacio Ruiz-Quintano. Eso sí, en El contrato recurre al humor y la ironía:
Anoche, sin ir más lejos, a los gritos y resplandores callejeros, un caballero de barbita alba salió, rodaballo en mano, de una marisquería de la calle de Lagasca, y al ver a los encapuchados prender fuego a los contenedores sentenció: -¡Adiós al Contrato Social! Como en Burgos, donde el Contrato Social sólo será restablecido si Alberto Garzón, Pablo Iglesias y Nacho Escolar forman el Gobierno Provisional, como leímos en un tuit.
Ninguno de los tres sabría situar Gamonal en el mapa, pero ¿qué es eso ante las leyes de la Historia? Adán se llamaba Miguelón y era de Burgos. ¿Por qué aquí nadie se sublevó contra el disparate económico del Museo del Mono o contra el disparate estético del Hangar/Biblioteca de Zapatero/Molina? De Atapuerca venimos y a Atapuerca regresamos. «Sonríe, es Burgos», manda el lema municipal.
Ignacio Escolar, Pablo Iglesias y Alberto Garzón.
Tan sólo un apunte. Hemos de señalar a nuestro paisano Ruiz-Quintano (ambos somos burgaleses de nacimiento) que seguramente Escolar sí sepa situar en el mapa Gamonal. Aunque sea tan sólo debido a que él también nació en la provincia de Burgos.
Por cierto, que este humilde lector de columnas ha buscado el tuit que menciona Ruiz-Quintano. Aquí lo deja:
Creo que Alberto Garzón, Nacho Escolar y Pablo Iglesias van a establecer un gobierno provisional en Burgos.
— JAVIER PEREZ-CEPEDA (@cchurruca) enero 14, 2014
Por cierto, que todos sabemos qué Gobierno provisional se instaló en Burgos…
Terminamos nuestro repaso diario a los espacios de opinión con dos columnas de El Mundo, ambas sobre el enfrentamiento entre el fiscal y el magistrado a cuenta de la imputación de la Infanta Cristiana. La primera de ellas llega de la mano de uno de los articulistas que más ha escrito sobre el caso Nóos y la hija del Rey, Federico Jiménez Losantos. Titula El juego sucio de Gallardón.
A esa soberanía que cristaliza en la Constitución debe servir el Gobierno de la Nación. Y lo que vemos en el tratamiento legal de los presuntos delitos de la Infanta es lo contrario: un Gobierno que traiciona su más sagrada obligación para condonar la devoción al Becerro de Oro de la Familia Real. Castro ha aceptado llamar a los que ahora pide el quebrantahuesos fiscal pero debería llamar a Montoro para que explique lo que oculta al Parlamento: por qué Hacienda ha falseado su criterio sobre las facturas falseadas de la Infanta. Y, de paso, que le pregunte a Horrach: si, según él, Aizoon es un puro delito, ¿por qué impedir que el juez tome declaración a la mitad de los presuntos delincuentes
La segunda está firmada por Enric González y se titula La Tercera Ley Fundamental.
Por proteger a la Infanta se ha dañado a la propia Monarquía, a la credibilidad de Hacienda (justo en el mejor momento), al prestigio de un juez y a la imagen de imparcialidad que deben preservar los fiscales. ¿Para beneficio de quién? De nadie. Quizá de la causa republicana.
Por si a alguien le quedaba alguna duda. En el periódico de Unidad Editorial no vamos a encontrar demasiados defensores de la mujer de Urdangarín ni de quien busca protegerla desde la estructura del Estado.
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