OPINIÓN / Afilando columnas

Alfonso Ussía: «Elena Valenciano representa a todas las mujeres menos a la esposa del maltratador Eguiguren»

Del Pozo: "La equivocación de Cañete puede costar más votos a la derecha que los papeles de Bárcenas"

No nos engañemos. Las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014 tienen tanto interés para gran parte de los ciudadanos españoles como el Campeonato Mundial de Hockey sobre Hielo que se está celebrando en Minsk y cuya final se juega el mismo día en que los españoles acuden a las urnas para elegir a sus eurodiputados. No crea usted, estimado lector, que ha descubierto la pasión deportiva oculta de este humilde lector de columnas. Simplemente le sonaba que esa competición estaba en marcha y decidió buscar el dato en internet para hacer una comparación válida.

Así las cosas, ese desinterés ciudadano no se ve reflejado en los medios de comunicación. Diera la sensación que las elecciones de marras tan sólo le interesan a los políticos, los periodistas y cuatro gatos más. En cualquier caso, la práctica totalidad de los espacios de opinión de la prensa de papel del 20 de mayo de 2014 está dedicada a los comicios europeos. Y dentro de este tema, la cuestión más tratada es el machismo de Arias Cañete y la reacción de Elena Valenciano ante el mismo. Curioso, por cierto, que a quienes más les preocupa el asunto es a los articulistas de los diarios de derechas.

Tras hacer sonar nuestra armónica de afilador, pasamos a hablar de los artículos más interesantes de la jornada.

Arrancamos en esta ocasión en La Razón, donde de forma excepcional, destacaremos tres columnas. La primera de ellas es la que firma Javier González Ferrari, titulada La verdad es lo de menos.

VERDAD O MENTIRA: VOTE LA FRASE DE JAVIER GONZÁLEZ FERRARI

Tras arrancar diciendo que «La estrategia era sacarle de sus casillas, y en eso los socialistas son verdaderos maestros», comenta la estrategia elegida por cada uno de los candidatos en el debate a dos:

Cañete llevaba papeles y datos ciertos en un caos organizativo sobre su mesa. Valenciano una serie de fichas con consignas y lugares comunes para dirigirse no al cerebro, sino a las tripas de los votantes. Lo de menos era que sus afirmaciones se compadecieran con la realidad.

Concluye:

Cañete sabía que el cliché del machismo consagrado por esa gran estupidez que es lo políticamente correcto, era su talón de Aquiles y su obsesión por evitar que se le pudiera acusar de ello le llevó a estar encorsetado en el debate, y poco afortunado cuando se empeñó, más tarde, en justificarse. Así las cosas a ver cómo los estrategas electorales del PP consiguen que las verdades de Cañete se impongan frente a la demagogia supina de Valenciano. Tendrán que hacer un cursillo acelerado.

Mucho tendrá que esperar González Ferrari si cree que los estrategas electorales van a hacer un curso acelerado, Arriola es desde hace muchísimos años como el dinosaurio de Augusto de Monterroso, que ‘todavía estaba ahí’. Y eso se nota, para desgracia de los ‘populares’.

En su artículo diario de campaña electoral –ya sabemos, deberíamos decir ‘sobre la campaña’, pero las columnas bajo el epígrafe ‘La Europa de futuro’ tienen un mayor parecido con textos de propaganda electoral que de análisis de la estrategia de los partidos–, Francisco Marhuenda achaca a Elena Valenciano Una actuación excesiva.

Eso de presentar a Miguel Arias y su partido como machistas no tiene ningún fundamento. Es una sobreactuación de la candidata socialista, que se mueve con gran comodidad en el terreno del populismo. Es cierto que Arias se equivocó y que no fue su día más acertado, pero dudo que hubiera servido de algo una disculpa. A partir de ese momento, Valenciano ha seguido un guión donde ha teatralizado lo sucedido como si fuera un grave atentado contra las mujeres con el único objetivo de movilizar a un electorado que prefiere a IU y otras formaciones de la izquierda radical.

Al menos, por una vez, Marhuenda reconoce que en el PP se pueden equivocar. En cualquier caso, tampoco resulta extraño que Valenciano se agarre al fallo machista de Cañete como a un clavo ardiendo. Tampoco tiene muchos más argumentos.

Concluye:

Al menos sabemos que a Valenciano no le interesa hablar de Europa.

El afilador de columnas tampoco ha notado que a Cañete le interese demasiado hablar de Europa. Bueno, ni a Cañete, ni a Valenciano ni a casi ningún candidato de los principales partidos.

Alfonso Ussía centra su texto en la Mezquita de Córdoba, pero termina metiendo una mención a la campaña electoral y a Elena Valenciano. En Mezquiteros, dice:

Elena Valenciano cree que representa a «todas» las mujeres. Cuando escribo me llegan noticias de que hoy, en un lugar del País Vasco, Elena Valenciano compartirá cartel de mitin con Jesús Eguiguren, condenado por maltratar a su mujer Asunta Zubiarrain. Nada, una tontería. La sentencia confirma que el presidente del PSE, durante una amable discusión doméstica, golpeó a su mujer con las manos, un paraguas y un zapato, produciéndole hematomas y contusiones en todo el cuerpo. Es decir, que Elena Valenciano representa a todas las mujeres menos a una, precisamente la esposa del socialista amigo de Otegui que hoy le acompaña.

Lo cierto es que compartir escenario con Eguiguren anula, o debería hacerlo, todo el discurso presuntamente feminista de Valenciano. Claro que el hecho de que ese personaje siga siendo presidente del PSE habla muy mal de todo el PSOE, tanto por su perfil de maltratador como por su amistad con Otegi.

Saltamos ahora a El Mundo, donde Raúl del Pozo escribe sobre Susanna, Cañete y ‘el Pantera’. Arranca con un restrato peculiar de la presentadora del programa estrella de la mañana de Antena3:

Susanna Griso parece una hada buena como Blancanieves y es, como diría Ramón, un espejo de afeitar fríamente maligno, esperando que se corten los políticos que van al plató. Heine contó la historia del barbero inglés, que mientras enjabonaba a los clientes, se acordaba de los muertos de Wellington gritando: «Ah, si yo lo tuviera debajo de mi navaja como lo tengo a usted».

Susanna en Espejo público logró enjabonar a Miguel Arias Cañete y que se portara como un macho-man.

Dice de Cañete:

Su equivocación puede costar más votos a la derecha que los papeles de Bárcenas.

Concluye, con gracia:

Lo más extraño en las campañas y en los debates es la ausencia de ingenio de los políticos para enmendar una metedura de pata. Falta agudeza y es raro, porque esa es una cualidad que suele adornar a los pícaros.

La referencia que hace Del Pozo a los papeles de Bárcenas resulta llamativa. El afilador de columnas no sabe si se trata de un lamento o una noble muestra de modestia. Hemos de recordar que el columnista de la contraportada del diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo desveló algunos de los datos más destacados del escándalo del ‘Señor de las Peinetas’ y se dedicaba a transmitir al PP ‘avisos’ que les lanzaba a dicha formación su extesorero —Raúl del Pozo sigue transmitiendo ‘avisos’ al PP: «Luis Bárcenas guardó algunas pruebas antes de ir a la cárcel»–.

Tampoco hay que descartar que sea un intento del periodista de congraciar al partido de registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante con El Mundo. Al fin y a la postre, el propio Pedrojota Ramírez insiste en que su caída comenzó cuando publicó los papeles de Bárcenas y su sucesor cree que este asunto pudo perjudicares, aunque lo atribuya a la personalidad de Pedrojota —Casimiro García-Abadillo: «La personalidad de Pedrojota probablemente nos perjudicó con el ‘caso Bárcenas'»–.

Seguimos en El Mundo, donde Salvador Sostres se lanza en defensa del ex ministro de Agricultura con uno de sus artículos provocadores. Se titula Cenaremos, Miguel:

No sé si Miguel Arias Cañete es el mejor candidato posible, pero es el político más culto, agradable, inteligente y preparado que hoy tiene en activo España. No sé si en el país de los indignados, del escrache y de Elena Valenciano, éstas son virtudes que puedan ser apreciadas por la muchedumbre iracunda y zafia, pero sin duda son las que prevalecerían en cualquier país civilizado.

Concluye:

Miguel Arias es un candidato Ritz para una sociedad camping. Una inteligencia Robuchon para la eclosión del chóped, una delicadeza Michel Almairac para una tribu que, sistemáticamente, incumple el pacto previo del desodorante. Miguel Arias es un hombre que no se avergüenza de serlo en el reino de tantas incapaces disfrazadas de activistas, que se celebran entre ellas a la vez que ofenden y humillan a cualquier mujer decente.

Y además ganará, y para celebrarlo cenaremos juntos en Via Veneto. Pagando de nuestro bolsillo, por supuesto, no como cuando la izquierda se va por ahí a hacer el hortera.

Diera la impresión de que Sostres quiere convertirse en el ‘sparring’ al que se dirijan todos los golpes y, tal vez así, desviar aquellos que se dirigen a Cañete. Aunque eso igual es hilar demasiado fino.

En el ABC, una mujer escribe del mismo asunto. Es Edurne Uriarte, que titula La izquierda machista:

La izquierda machista, conviene aclararlo tras la polémica entre Cañete y Valenciano, es más o menos de las mismas dimensiones que la derecha machista. Es decir, bastante limitada en las sociedades avanzadas donde el machismo, o la consideración y tratamiento de las mujeres como seres menos capaces que los hombres, es una actitud minoritaria.

Se lanza contra un tópico que también a quien esto escribe le parece falso:

Valenciano es también una prueba de la falsedad de ese otro mito de que el liderazgo femenino sería diferente del masculino, más dialogante, más integrador, más empático, menos autoritario. No hay más que repasar la trayectoria de Valenciano o su debate del jueves con Cañete. O Valenciano es un hombre o lo suyo demuestra lo obvio, que las mujeres que llegan al poder lo hacen porque son agresivas, ambiciosas, contundentes y provocadoras. Y, a veces, como en su caso, maleducadas y más antipáticas y distantes que el hombre.

Es de agradecer que una mujer destaque la falsedad esa de que las féminas son líderes mucho más amables que los hombres. De hecho, basta con echar una mirada a las damas que han gobernado determinados países y no destacan por ser buenitas, sino todo lo contrario. Y no queremos decir que eso esté necesariamente mal, en determinadas circunstancias (no en todas) se necesita firmeza y una personalidad a la que no le tiemble el pulso a la hora de tomar decisiones duras o difíciles.

Ignacio Camacho es otro que trata el mismo asunto que lleva centrando este ‘Afilando columnas’ desde su arranque. Su artículo en el diario madrileño de Vocento se titula Jenízaros.

Elena Valenciano no había logrado encajar la ley del aborto en su liviano manual cuando Cañete le regaló esta baza inesperada que ha torcido la estrategia del PP obligándole a situarse a la defensiva. Con los sondeos en contra, los estrategas del PSOE han ordenado atacar con todo para agrandar el boquete que sus contrincantes han abierto en su retaguardia. Fuera matices; si ya había pocos ahora el discurso se ha vuelto machacón, recurrente, unívoco… e impostado.

Tanto que el principal peligro para los socialistas consiste ya en pasarse de rosca y obtener el efecto contrario: la agitación del voto renuente de la derecha, el de los adeptos remolones despertados por los aldabonazos de la amenaza. Quizá los dos partidos tengan al fin el escenario que anhelaban, el de la carga de los jenízaros, pero queda por ver cuántos ciudadanos independientes y escépticos se desmotivan ante el ruido de tanta indignación sobreactuada.

Es curioso, este mismo análisis lo hemos visto y oído procedente de algunos politólogos ajenos al mundo del periodismo. Y son personas, por cierto, nada sospechosas de simpatías por el Partido Popular.

Concluimos en El País, con una columna de Miguel Ángel Aguilar que también versa sobre la campaña electoral. Eso sí, a diferencia de todos los textos que hemos visto hasta ahora, no hay en este artículo una sola referencia al machismo de Cañete. Se titula Campaña de pesadumbre.

Ya pueden caer chuzos de punta, multiplicarse los autos del juez Pablo Ruz, acumularse las pruebas de la financiación ilegal del Partido Popular, de los pagos y de los sobresueldos con cargo a la caja b de Bárcenas, que nadie se siente interpelado, ni Rajoy, que recomendaba resistir al Tesorero, ni Cospedal, la de las simulaciones de indemnización en diferido, ni Florianos, ni González Pons, ni Arenas, ni Soraya Sáenz de Santamaría. Sólo se ha oído a Rajoy, allí donde ha comparecido, descalificar al PSOE y exigirle que se regenere, como si las propias filas no necesitaran aplicarse la misma medicina, mientras proclama incesante que el PP es la única garantía de unidad y salvación de España. O sea, «el PP o la nada», en expresión de Cospedal.

¿Espera usted un repaso similar a los casos que salpican al PSOE y a su sindicato ‘hermano’? Pues si espera mucho tiempo igual ocurre, pero no en esta ocasión. Ni una palabra de ERE y similares. Su crítica al partido de Rubalcaba es esta:

En cuanto al PSOE, principal partido de la oposición, ni dando caña como muchos le piden ni dando pruebas meritorias de cooperación reflexiva, parecen tener sus penas remedio.

Tal vez esto se deba a que, por mucho que algunos pretendan hacer como que no ocurre, muchos ciudadanos saben que entre los socialistas hay al menos tantos corruptos como entre los populares y que la memoria de Zapatero y su nefasta gestión sigue estando muy viva.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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