Paco Marhuenda advierte de que los rojos de Grecia pueden desembarcar en España
Ayer por la noche puse un momento La Sexta y apareció Pablo Echenique, de Podemos, haciendo la compra en un supermercado acompañado de una joven periodista. Se trataba del programa que sustituye al del Wyoming.
Y yo me pregunto cuántos programas de televisión se hacen con senadores del PP o alcaldes del PSOE paseando por los pasillos del Mercadona. Luego algunos atribuyen el éxito de Podemos a las redes sociales y al análisis de las encuestas, cuando la clave reside en que están mañana, tarde y noche en determinadas cadenas de televisión y en debates donde quedan como buenos y guapos.
¿Qué no darían Albert Rivera, de Ciudadanos, o Santiago Abascal, de Vox, por tener en La Sexta y en Cuatro la quinta parte del tiempo de que disfrutan Pablo Iglesias y su panda?
Pues este 30 de diciembre de 2014 la prensa de papel, sobre todo la que lee la derecha, dedica más espacio todavía a Podemos. El motivo son las elecciones legislativas en Grecia. Me voy a poner como propósito para el año que viene guardar en el trastero unos cuantos kilos de café y tabaco, no sea que gane Podemos y lo racionen, como en Cuba.
Abro con Paco Marhuenda la sección cotidiana dedicada a Podemos, porque el director de La Razón, en una columna titulada ‘Los graves riesgos del populismo’, advierte de lo que puede pasar si llegan los rojos al poder, en Grecia o en España.
Es fácil criticar a Merkel, pero realmente lo que se pide es que se acepte que no se controle el gasto público y que una parte de Europa financie ilimitadamente a los estados que no cumplen sus compromisos. Es un tema extremadamente grave. El populismo es muy grato, como nos demuestra la historia, porque es fácil hacer promesas y proponer escenarios utópicos aprovechando la dureza de la crisis económica que se ha vivido en Grecia o en España. El discurso «podemista» basado en objetivos irrealizables suena muy bien, pero las consecuencias serían desastrosas. Una vez que se deja de pagar la deuda y se pone fin a la austeridad, que no es otra cosa que el rigor en el gasto público, se entra en una espiral que empobrece a los países porque la inversión extranjera se retira, nadie te presta dinero y los capitales nacionales se retraen.
Es absurdo pensar que el banquete griego lo financiarán los estados, como Alemania, que tienen una economía saneada. Este mismo criterio se puede aplicar a España si Podemos consiguiera llegar al poder. La cuestión es, una vez más, quién lo pagará. La conversión de estos países en los parias de la economía mundial no favorecerá a sus habitantes, sino que éstos verán cómo retrocede su bienestar y crece el paro. No somos economías aisladas y autosuficientes. La fuerza de España ha sido su estabilidad política.
Ese argumento de la «estabilidad política» me recuerda mucho al del «oasis catalán» o al premio de ‘Español del Año’ que dio el ABC de Luis María Anson al corrupto de Jordi Pujol.
José María Carrascal publica una Tercera en ABC que también me recuerda artículos envejecidos, de hace treinta o cuarenta años. El antiguo corresponsal en EEUU y Alemania elogia a los pocos electores racionales que hacen ganar las elecciones a un partido o a otro, y no a quienes se mantienen fieles a su enseña. ¿No habíamos quedado en que todos los votos no valen lo mismo?
El elector mutante, que, a diferencia del elector militante que vota siempre al mismo partido -por lo general, uno de los dos grandes-, se inclina por uno u otro según las circunstancias que reinan en el país en el momento de cada elección. Se trata de un voto racional, calculado, con la cabeza antes que con el corazón, que, por favorecer el país en su conjunto, favorece también al individuo que lo emite. Podría también decirse que cuanto más abunda el voto de este partido invisible y fluctuante, más desarrollada está la democracia.
A ojo de buen cubero, podríamos decir que cuatro quintos de los electores españoles votan por sus convicciones -que son muchas veces sus emociones, filias, fobias e incluso herencia familiar más que razones-, lo que deja en un quinto los que votan por los intereses generales, dejando estos desguarnecidos y trae los bandazos de todo tipo que padecemos. Sin contar el «voto negativo», de protesta o rabia, muy lejos de la reflexión. Un voto que puede superar al voto mutante y encaminar al país a soluciones poco sensatas, al no ser la rabia la mejor consejera.
TERTSCH: ¿QUÉ PASA SI ALEMANIA DE HARTA DE ESPAÑOLES Y GRIEGOS?
Sinceramente, me persuade más Hermann Tertsch (ABC) al escribir la Europa del norte puede hartarse de la Europa del sur. Y si ambas Europas riñen, los perdedores serán, seremos, los más pobres.
Los griegos o los españoles pueden decidir que, para vengarse de la realidad, votarán a fuerzas que sabotean la lógica en libertad de la economía, de la sociedad abierta y de la UE. Y que quieren recurrir a viejos métodos de gobierno, profusamente utilizados en el siglo XX, que invariablemente generan miseria y muerte. Los suicidas por venganza no pueden pedir a los demás que enloquezcan con ellos. Ni que les financien unos delirios que acabarían en hambre y crimen. Ahí puede estar el fin de la aventura común. De consumarse el desastre, el norte buscará una salida propia. El sur se podría desperdigar en Estados más o menos fracasados, ya al margen del Primer Mundo.
Dijo ayer el caudillo de Syriza, el nuevo movimiento comunista de Grecia, que la crisis griega y su deuda serán pronto cosa del pasado. Como su amigo de Podemos en España, les dice a sus votantes que su país es inmensamente rico, y que no viven todos con opulencia y sin apenas trabajar porque les roban los potentados y los extranjeros. Ese populismo vulgar y mentiroso requiere, una vez en el poder, de mucha coacción para impedir su desmentido por los hechos.
Ojalá aquellos que creen, como muchos griegos y españoles, que no se puede estar peor de lo que hoy están, no tengan ocasión de comprobar entre lágrimas y dolor lo falsa que es esa convicción suicida.
Edurne Uriarte (ABC) encuentra la razón de la potencia de Podemos en la clase periodística y política tradicional.
El mensaje del odio de la extrema izquierda ha encontrado un terreno abonado para calar y crecer. Abonado por la misma élite política tradicional y por la periodística. Los primeros, los políticos, con un mensaje nefasto para la democracia, el de la supuesta capacidad ilimitada del Estado, de la política, para resolver todos los problemas. Como si la economía, o la sociedad, fueran campos completamente dependientes del Estado y no lo que son en realidad, espacios autónomos donde la acción de los políticos sólo puede penetrar parcialmente. Y los segundos, los periodistas e intelectuales, con el mensaje del ciudadano irresponsable.
El ciudadano como mera víctima de los políticos y de las élites, como si la democracia fuera sólo cosa del Estado. Y el ciudadano como persona limpia, íntegra y honesta, radicalmente alejada de los comportamientos corruptos y delictivos de los políticos.
Podemos pone la rabia y el odio y otros muchos ponen las facilidades.
¿Se puede considerar «facilidades» a Podemos esa columna semanal que Raúl del Pozo dedica en El Mundo a los ‘apparatchik’ de Podemos. La de hoy es para un conversación con un tal Jesús Montero, cuyo cargo no tengo en absoluto claro; según Raúl es el que «encabezará la propuesta para ser secretario municipal de Podemos» en Madrid. Toma poesía:
Estamos en el gran Café Gijón, panteón de la movida, sin un poeta ni maldito ni de la juventud creadora. Los tertulianos han cambiado el café por el plató, y la gloriosa miseria de la bohemia es ahora un restaurante con menú y guiris. Pero si queremos averiguar por dónde van a ir los acontecimientos hay que venir aquí, como antes se iba a Delfos. Intento que este personaje lúcido, escurridizo, un franciscano de la izquierda, cántabro motinero y mitinero del Foro, me explique ese criptograma de Madrid. Él me habla de una izquierda nueva para despertar la capital de la República, hilo rojo de la protesta.
SEBASTIÁN Y CASADO, SOBRE LA BUENA SUERTE DE RAJOY
Pablo Sebastián (Republica.com) nota que un desastre económico en Grecia en caso de victoria de Syriza puede alegrar a Mariano Rajoy.
La dinámica que se abriría con la rebelión griega será muy inquietante y de especial interés para España donde el Gobierno de Rajoy se mantiene en la ortodoxia del ajuste de Merkel, mientras Podemos insiste en un vuelco de la política económica y social del país y la UE. Y si Grecia se estrella, va a la quiebra y sale del euro, el modelo de Podemos en España se verá dañado por el fracaso porque los votantes españoles buscarán seguridad y estabilidad. Si al contrario Tsypras consigue que la UE negocie su relación con Atenas hacia un modelo nuevo para los países del euro más afectados (Grecia, España, Portugal, Italia e Irlanda), entonces el efecto Podemos se reforzará.
Si Sebastián cree que las elecciones en Grecia pueden beneficiar a Rajoy, Antonio Casado (ElConfidencial,com) opina que también lo hace la penetración de Podemos en Cataluña, Navarra y Vascongadas
El lehendakari y el president son conscientes de que, con el doble sartenazo al nacionalismo y la izquierda instalada, Podemos ha roto el tablero político y electoral del País Vasco y Cataluña, según los sondeos. Pasaban por ser cotos privados de caza del nacionalismo y ahora resulta que allí, como en todas partes, la razón de pertenencia recula ante la razón de subsistencia. De eso se ha valido Pablo Iglesias para pinchar la burbuja separatista. Por tanto, no sé si ese frente común contra Moncloa, forjado en un estadio San Mames a media entrada, no debería orientarse más hacia el flamante líder de los indignados, que va camino de conseguir lo que hasta ahora había sido incapaz de conseguir Mariano Rajoy.
El asunto, al que no se ha prestado demasiada atención política y mediática, probablemente por la pausa propia de estas fechas, nos depara una interesante derivada. Supone una singular aportación del partido de los indignados a la causa de la estabilidad política, invocada por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy en su rueda de prensa de la semana pasada.
Desde el periódico adicto (a este régimen y al que venga) La Vanguardia advierten a Artur Mas de que se ande con cuidado, porque si convoca elecciones anticipadas, el gran vencedor puede ser Podemos. Así lo plantea Dolores García:
En un mes habrá elecciones en Grecia y los líderes de Podemos irán a Atenas para «aprender» de sus colegas victoriosos de Syriza y compartir sus laureles si aciertan los sondeos. Sería un empujón de cara a las municipales de mayo, pero Pablo Iglesias ha optado por no competir en esa liza y reservarse para las generales. Sin embargo, si finalmente Artur Mas convocara elecciones a la vuelta del periodo navideño, Catalunya podría ser el primer territorio donde se dejara sentir el efecto Syriza.
Resucita el miedo a una Cataluña roja, que se desvaneció en 1980 tras la victoria de la CiU de Jordi Pujol en las elecciones autonómicas.
¿Y a alguien le importa el PSOE? El único que le dedica una columna es Ignacio Camacho (ABC), para hablar de la última bobería de Pedro Sánchez.
Agobiado por el protagonismo mediático de Podemos, el líder socialista quiere publicitarse antes como marca que como producto. No tiene aún mercancía que vender y ha contratado a equipos y agencias para que le vendan a él mismo, colocándolo en los programas de televisión como si fuese un artículo de emplacement. Lo mismo sale en «Sálvame» que se descuelga en una tirolina con un aventurero de moda; cualquier día lo vemos concursando en «Pasapalabra» o encerrado en la casa del «Gran Hermano».
Pablo Iglesias, cuya abrumadora teleexposición pretende contrarrestar, le lleva una ventaja inconmensurable: él sí vende ideas. Demagógicas, oportunistas, simples, capaces de arruinar el país si las aplica, pero ideas. Su participación televisiva es profundamente política e ideológica; tiene un proyecto de poder, un discurso reconocible y una estrategia de liderazgo, y eso se comunica en espacios de debate, no colgado de un molinillo eólico.
Zapatero logró triunfar con una sonrisa porque la enfrentaba al ceño fruncido de Aznar; no tenía que competir con la seducción populista de un tribuno que ha sabido encontrar un mercado.
¿Acabará teniendo Rajoy más suerte que su paisano Franco? Porque con una oposición formada, por un lado, por momias como La Pasionaria y Carrillo y, por otro lado, por señoritos como los cortesanos del conde de Barcelona a ver quién se iba a salir del régimen.
¿SÓLO NOS QUEDA LA CREENCIA DE QUE ESPAÑA ES ETERNA?
En el espacio abandonado en El Mundo por Federico Jiménez Losantos durante estas Navidades, Salvador Sostres publica una columna donde cuenta el desencanto que le ha causado comprobar que todos los izquierdistas son sectarios y que no soportan la verdad sobre sus camaradas.
Me bajo en Atocha y me encuentro a mi querido y viejo amigo Serrat y cuando voy a abrazarle me recibe con toda su frialdad y me reprocha el obituario que escribí sobre Joan Barril.
Lo que murió en el rostro gélido de Serrat hace un par de semanas no fue sólo su amistad sino mi pequeña y absurda esperanza de que los grandes sentimientos, como las grandes canciones, puedan florecer más allá de la pulsión sectaria.
Con Barril me sucedió lo mismo, él fue mi primer gran disgusto. Le conocí cuando yo todavía era de izquierdas, pero al írseme disolviendo el coágulo en el cerebro, un día me dijo que aunque siempre me llevaría en el corazón no tenía más remedio que echarme del programa de radio que juntos habíamos creado y que él acabó convirtiendo, como todo en su vida, en vulgar moneda de cambio para continuar cobrando del poder de turno, en aquel caso socialista. Luego vinieron otros poderes, y evidentemente otros turnos.
Yo creía que Serrat, de mundo más abierto y economía más holgada, podría llevar con más clase la discrepancia.
Pero aunque hasta en Serrat sea abismal el sectarismo de la izquierda, si cree que dejaré por ello de quererle y venerarle como el primer día
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) se consuela pensando que España es indestructible.
Lo suelta, de repente, mi carnicero, que es el vivo retrato de Clapet, el de « Delicatessen » , mientras acomete a un pernil de cerdo con una hachuela de cocina: -España se nos va de las manos. Y me veo tranquilizando a la cola: a España no la van a romper cuatro horteras, si no han podido con ella monarquías y repúblicas, Napoleón y cuatro guerras civiles, los curas zotes y todos los covachuelistas de universidad.
Otra cosa es la mala vida que nos vayan a dar esos horteras que hacen de la política española lo que los antiguos cronistas llamaban un gabinete de prestidigitador, único sitio donde a nadie admira que de un huevo cocido salgan tres pañuelos de seda, o de la nación más vieja, diecisiete Estados de pega, con su banderín en el coche oficial.
¿Y por qué se avergüenzan de España? Yo no conozco a nadie que diga: «Si me toca la lotería, marcho a vivir a Alemania».
¿Es éste el último refugio que tenemos: agarrarnos a la idea de que España es más fuerte que quienes quieren destrozarla?
El académico de la Historia Luis García Moreno explica en una tribuna en La Razón hechos sobre el mito de la convivencia pacífica en la Córdoba musulmana.
Todo cambió cuando en el verano del 711 un ejército musulmán la conquistó. En menos de un lustro Córdoba se convirtió en sede de los emires de Al-Andalus. A la ciudad, conquistada por la fuerza, se le impusieron condiciones duras. La autoridad islámica expropió la catedral, un edificio muy amplio y ricamente decorado, para usarla como mezquita. Ni la Iglesia ni la populosa cristiandad cordobesas la cedieran con gusto. Pero conocían muy bien las quemas y saqueos de iglesias y monasterios por el invasor musulmán en otros territorios, y en la misma Córdoba.
ANSON CARGA, DE NUEVO, CONTRA EL JUEZ CASTRO
Y concluyo con un repaso de columnistas de la Transición que no se jubilan ni a tiros.
Miguel Ángel Aguilar nos da su fórmula para la vía cubana a la democracia o al socialismo democrático o al capital-comunismo chino o a lo que sea: un golpe militar.
Un buen amigo propuso en los noventa que España multiplicara los cursos y los intercambios con los oficiales cubanos de modo que observaran la función de los uniformados en las democracias. La oportunidad caducó. Pero las FF.AA., formadas en la estricta fidelidad al castrismo, pueden ser las que tomen la iniciativa de la democratización.
Algunos todavía se estremecen de placer cuando piensan en la Revolución de los Claveles. ¡Qué pesados y qué pasados!
Rosa Montero me sorprende con su conversión a la reencarnación en una columna titulada ‘El karma’. ¡Tanto pensamiento, tanta racionalidad y tanto laicismo para vivir en un permanente círculo! ¿O es que no quiere escribir la palabra infierno? He aquí lo que ella desea para quienes permiten los desahucios.
Pero a mí me gustaría pedir a los directos responsables, a los banqueros y a los políticos, que su buen propósito para 2015 sea poner fin a esta infamia; me gustaría recordarles que arrojar a ancianos y enfermos y niños a la intemperie y dejarles esclavizados a la deuda es algo muy feo y muy guarro. Aunque se digan a sí mismos mil excusas, arrastran todo ese dolor en sus conciencias y deben de tener el karma fatal. En su próxima reencarnación serán la bola de estiércol del escarabajo. Se lo merecen.
Con su billete en ElImparcial.com, Luis María Anson se gana el premio a la columna ridícula del día. Sigue con su campaña contra el juez Castro por el atrevimiento de haber procesado a la infanta Cristina. Hoy no sólo le atribuye que haya prevaricado para preparar su bufete, sino, además, para conseguir que el Rey le mencionase en su discurso de Nochebuena.
Al juez Castro lo que de verdad le importa en el asunto Nóos es aparecer en los medios de comunicación, crearse un nombre, convertirse en estrella y, cercana su jubilación, montar un bufete que le proporcione pingües beneficios económicos. Aspira a ser Garzón. Un Garzón de Palma pero un Garzón después de todo. Ha buscado frenéticamente la notoriedad. Y ha conseguido sus propósitos, al margen del rigor en la justicia, tal y como afirmó en su día el prestigioso fiscal Horrach.
La pretensión de Castro en su fobia contra la Infanta Cristina era provocar al Rey para que Felipe VI se refiriera al caso en su discurso de Navidad, que fue contemplado por cerca de 10 millones de personas. Castro anunció su decisión de llevar a juicio a Doña Cristina unos días antes del discurso, alentando el vocerío de los medios de comunicación, con el objetivo descarado de que el Rey se viera obligado a hacer una referencia.