A pesar de que la infanta sigue protagonizando buena parte de los espacios de opinión de la prensa de papel española, el 9 de enero de 2014 comienza a ceder terreno frente a otras cuestiones. Una de ellas es, por supuesto, el nacionalismo catalán. Llama la atención que en los diarios de Barcelona se va desinflando la euforia independentista y cada vez son menos los textos donde se mantiene el tono que caracterizó el año anterior. Y desde la Ciudad Condal nos llega una sorpresa importante, en forma de una defensa de Rajoy por parte de uno de las firmas de la prensa barcelonesa. Y eso mientras que otro importante periodista de la capital catalana elogia al ministro de Asuntos Exteriores. Tras hacer sonar una vez más nuestra armónica de afilador, dejamos constancia de todo ello,
En el auto proclamado diario de ‘la Catalunya real’, Joan Tapia ejerce de abogado defensor del Gobierno ante las encuestas publicadas por El Mundo. Su columna en El Periódico Esto no se hunde:
El martes, con un osado paralelismo entre la mala forma del Rey en su discurso de la Pascua Militar y la pretendida indiferencia del Gobierno ante «la secesión de Catalunya y la reunión de asesinos etarras», ‘El Mundo’ titulaba: «España titubeante». Y hay agoreros -no solo de izquierdas- que predicen el fin del mundo. Pero, ¡paradoja!, el mismo martes y pese a la imputación de la Infanta, el Ibex 35 superaba los 10.000 puntos, un rebote del 71% respecto al mínimo histórico de julio del 2012 (primer año de Rajoy) aunque todavía lejos del máximo de los 15.500 de finales del 2007. Y la prima de riesgo se consolida debajo de los 200 puntos básicos. Parece que hemos salido de la zona de peligro, de tener que pedir un rescate total (aunque tras haber recurrido a la caridad europea para salvar la banca).
Joan Tapia.
Continúa ofreciendo todo tipo de datos referidos a la evolución del paro, y plantea:
¿Se va a empezar a crear empleo neto como predice el Gobierno? Lo cierto es que Guindos acertó al decir que en el 2013 iríamos de menos a más.
Estamos mejor que hace un año.
Tras elogiar la política económica de la última etapa de Zapatero y la de Rajoy, vuelve a referirse a las encuestas de El Mundo y dice:
Pero pese a todos los Casandra que dicen que España titubea, la realidad es que el país -el empresario que sigue, los trabajadores que pactan rebajas salariales (no solo en el automóvil) para exportar y mantener empleo- aguanta. Con’‘seny’. España camina aunque a trompicones y desorientada.
Cierto es que no llega a ser un artículo que pudiera firmar Marhuenda, pero se parece bastante a una defensa de la gestión del registrador de la propiedad que creíamos metido gobernante.
Pasamos al diario del conde de Godó y Grande de España que cada vez recula más en su apuesta por el independentismo. El actual director de La Vanguardia, Màrius Carol, elogia al García-Margallo en un artículo titulado Asuntos Interiores, referido a su intervención en Barcelona la jornada anterior.
No era la primera vez que apostaba por la negociación, la discreción y el diálogo para solucionar la cuestión catalana. Por si alguien tenía alguna duda sobre su discurso, reconoció que el modelo de financiación de Catalunya ha quedado obsoleto e invocó a Salvador Espriu y los puentes de diálogo. De la economía a la lírica. Puso su mejor cara cuando Muriel Casals, presidenta de Òmnium Cultural, le recordó que algo así había dicho un año antes, pero desde entonces el Gobierno de España no sólo no había hecho los deberes, sino que se había llevado los lápices.
Concluye:
Margallo aguantó su jornada sin flojear, a pesar de que empezó el año con mal pie, por culpa de un hoyo en el camino, en Xàbia. Se hizo un esguince en el pie y se rompió cuatro dientes. Lleva unos provisionales, pero no necesitó enseñarlos. Es lo que tienen los pactistas.
Y pensar que no hace tanto desde ese mismo periódico los columnistas tan sólo escribían de Margallo para criticarle cada vez que decía algo referido a Cataluña. Y no es que dijera cosas muy diferentes a las que sostiene en este arranque de 2014.
A la política del gobierno de Artur Mas se refiere César Vidal en su artículo de La Razón, titulado Mi amiga la farmacéutica. Cuenta la situación en la que se encuentra una boticaria catalana con la que comparte amistad, que se ve arruinada debido a que la Generalitat no le paga por los medicamentos que. Concluye:
A estas alturas resulta obvio que [el nacionalismo catalán] prefiere cerrar quirófanos, dejar de pagar las a farmacias o suprimir el dinero de las residencias de ancianos antes de disminuir el inmenso número de pesebres creado en décadas de despotismo. La solución legal sería intervenir sus cuentas y acabar ya con infinidad de situaciones semejantes a las de mi amiga. No me hago ilusiones. Así seguirá todo mientras a más y más gente se le hincha una parte del cuerpo que, gracias a Dios, no se ve afectada en ella.
Al ritmo que vamos, quién sabe si algún día llegamos a ver un artículo en un tono similar en El Periódico o La Vanguardia.
Arcadi Espada.
Pasamos ahora a El Mundo, donde Arcadi España se refiere a la situación de Cataluña con el título de Fractura y social:
La llamada fractura social es un añejo concepto catalán. Fue muy invocada por los nacionalistas, y especialmente por los nacionalcomunistas, durante el franquismo. En aquel momento les parecía prioritario que la clase obrera mantuviera la unidad frente al común enemigo explotador. El concepto nació perfectamente embarazado de su falacia.
Recuerda que el concepto ha vuelto a aparecer, y que diversas personas han alertado del riesgo de la fractura social por el separatismo:
El último ha sido el ministro del Interior, que ha recibido esta respuesta del presidente Mas: si hay familias fracturadas por el soberanismo es que ya no eran ni familias, ha venido a decir. Su desdén es explicable. No hay un solo separatista en sus cabales que a partir de la instauración de la autonomía se haya sentido extranjero en Cataluña, un lugar físico y moral que encarna los sueños más audaces trazados por el nacionalismo desde el principio de su historia. Los únicos que han corrido el riesgo de extranjería en Cataluña han sido los renuentes a admitir que el nacionalismo vertebrara la vida social.
Terminamos en ABC, con dos artículos dedicados a la imputación de la infanta Cristina. Ignacio Camacho mantiene un tono analítico y correcto en Pleitos tengas:
Los españoles sólo creemos en la justicia cuando nos da la razón, bien sea en los pleitos propios o en los prejuicios sobre los ajenos. De ahí que cierta opinión hemipléjica santifique o demonice a algunos jueces según actúen respecto a sus actores políticos favoritos, al margen de que arrollen o no las reglas del derecho procesal. El ejemplo de Garzón, instructor de naturaleza prejuiciosa, ha creado ruidosa escuela de epígonos bizarros cuya autoadjudicada misión justiciera suele acabar embarrancada en sumarios demasiados ambiciosos para sus capacidades.
Añade:
En el asunto Nóos, o Aizon, o Urdangarín, se ha abierto ya una brecha irreversible entre los que creen que a la Infanta no se le imputaba por ser hija del Rey y quienes están convencidos de que se le imputa por serlo. En ese bucle sin salida, contaminado de recelo, se ha perdido cualquier posibilidad de consenso social y se ha envenenado la propia juridicidad del sumario. A eso es menester sumar el hábito de estigmatizar la imputación como una culpa anticipada, por mucho que el juez Castro, que es plenamente consciente del efecto mediático de sus decisiones, se esfuerce en aclarar que sólo pretende formular un trámite de interrogatorio.
Concluye:
De todos modos dará igual porque el veredicto popular ya está evacuado y atravesado en un debate por elevación sobre la monarquía, que en ningún supuesto quedará indemne de este desdichado episodio. Los manejos de Urdangarín -que son el fondo esencial del caso, no la eventual participación tangencial de la Infanta en ellos- se han convertido en el inesperado ariete de una ofensiva tricolor contra la cúpula del Estado. Desde el 23-F no sufría la Corona un embate igual y esta vez no lo puede resolver con un gesto de autoridad democrática. Si hay una maldición que reza «pleitos tengas y los ganes» no hace falta decir lo que significa perderlos.
Jaime González.
Muy diferente en el tono del jefe de opinión del diario madrileño de Vocento. En Amadís de Gaula, Jaime González se lanza a la yugular del juez Castro comparando su auto con una novela de caballería:
Ahora que los autos judiciales parecen el Amadís de Gaula -leyendo el último libro de caballería del juez Castro me han venido a la cabeza las andanzas del rey Perión y la princesa Elisena de Bretaña- me pregunto si no sería conveniente introducir la literatura medieval fantástica en el temario de las oposiciones a la judicatura, porque en el voluminoso relato de su señoría faltan el caballero Gandales, la hechicera Urganda y el terrible monstruo Endriago.
Concluye:
Lo curioso es que el fisco, tras revisar las cuentas de la Infanta, no ve indicios de delito, de manera que el Amadís de Gaula del juez Castro termina como empezó: fabulando, noble oficio. Lo malo es que como la Audiencia Provincial de Palma de Mallorca le recuerde al magistrado que un auto judicial no es exactamente un libro de caballería, muchos dirán que la Justicia ha censurado una obra maestra de la literatura medieval fantástica. Y entonces ya verán cómo aparecen en escena la hechicera Urganda y el terrible monstruo Endriago gritando: «¡Abdicación, abdicación!».
Si algunos, en el juicio de la opinión pública y de la publicada, ya han dictado sentencia condenatoria contra la hija del Rey, otros la declaran inocente y condenan sin remisión al juez que ha osado poner en limpia su pureza.
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