La profesión periodística se vuelca con Manu Leguineche
Reconozco que me alegran las polémicas entre los columnistas. Hay directores de periódico que tratan de vivir como si los demás periódicos no existieran… ni las radios ni las televisiones ni internet, y creen que no pueden dar noticias publicadas por la competencia. Es decir, viven en un mundo donde sus lectores son tontos y autistas. Una polémica entre columnistas significa que están haciendo el esfuerzo de comprender los argumentos del otro.
Este 23 de enero 2014 El Roto (El País) publicó una viñeta en que, delante de un precipicio, un español con la senyera preguntaba a otro español con la rojigualda «¿Y este abismo?»; el segundo español contestaba: «Lo cavamos entre tú y yo, ¿recuerdas?».
Arcadi Espada (El Mundo) le ha respondido con más texto que el segundo de sus personajes. Hasta el título está clavado: ‘Los rotos’.
La idea es de una simpleza casi ofensiva: la culpa de la situación es tanto de los catalanes como del resto de los españoles.
Y prosigue:
La falacia de que la verdad está en el punto medio de una línea es uno de los obstáculos letales del conocimiento. Pero es también, y muy a menudo, un ejemplo de ruina moral.
(…) Lo que España ha hecho por Cataluña, es decir, lo que ha hecho también por sí misma en los últimos treinta años, está dicho en pocas palabras indiscutibles: jamás en su historia los catalanes pudieron ser más catalanes -y entreguémosle otra vez la lengua al bandidaje-. Esos españoles rotos cuya almita tiembla cada vez que los nacionalistas catalanes aluden al nacionalismo español, y que en plena convulsión se aprestan a buscar nacionalistas de camisa prieta por ínfimos rincones, deberían meditar sus pinceles un momento y contestarse que el único nacionalismo español visible y operativo es el que ha dado lugar a la Constitución de 1978 y a sus amplísimas libertades territoriales.
Lo único que España no ha concedido a Cataluña es la independencia. Pero créanme: ¡sólo porque aún no se lo han preguntado!
Gabriel Albiac (ABC) también replica a El Roto sin citarle.
Lo que Mas pide que se vote no es una Constitución para Cataluña. Eso vendrá después. Lo que pide ahora es que el voto de una fracción del sujeto constituyente español (los ciudadanos censados en Cataluña) decida por sí solo abolir la Constitución de España. Eso tiene un nombre: golpe de Estado. Y ningún gobierno de la nación podría avenirse a él sin ser su cómplice.
Javier Martínez Reverte titula la suya en El País ‘Paz’ y contradice todo el discurso de la progresía (y del Gobierno del PP) sobre la derrota de ETA.
Hermoso proceso, hermosa intención. O sea, que los que han sufrido el terrorismo se tienen que arrepentir, tienen que abrazar a los que mataron a su padre y aguantar el chorreo de bondadosos mediadores que les expliquen que todo ello ha sido para alcanzar un buen fin. De forma esquemática el proceso es: yo comencé a matar para obtener una serie de ventajas políticas y ahora lo dejo; o sea, que dame las ventajas políticas. Es un razonamiento impecable.
La verdad es que debo de ser un canalla, porque yo no quiero la paz, sino la derrota, como la de los nazis en 1945. No quiero la paz, sino la libertad. Cuando oigo la palabra paz en relación con Euskadi, me meto debajo de la cama.
Dos columnas impecables las de Espada y Reverte, adecuadas para leer en el aniversario del asesinato de Gregorio Ordóñez por un pistolero de ETA que ya goza de permisos penitenciarios y pasea a su hijo en cochecito.
El Gobierno y El País dejan solo a Gallardón
Este 23 de enero de 2014 hubo sesión de control al Gobierno en el Congreso y la estrella fue el ministro Ruiz Gallardón defendiendo su reforma de la ley de aborto.
David Gistau (ABC) constata que el Gobierno ha dejado solo al antiguo golden boy del PP.
Gallardón va por el Parlamento con una cuchara en la boca y en la cuchara un huevo que no se le puede romper, y nadie lo ayuda. (…) Rajoy admitió los «puntos controvertidos». Y Sáenz de Santamaría, aunque estuvo más enérgica cuando denunció la insultadora intolerancia socialdemócrata con cualquier exposición de valores distintos de los propios, se refugió en una prolija descripción de los tiempos parlamentarios con la que vino a decir que esta ley jamás saldrá a la calle como está planteada. Rendición, por tanto, de los números uno y dos del gobierno, y Gallardón haciendo equilibrios con su huevo.
Manuel Jabois (El Mundo) empieza con una frase que me ha hecho reír:
Ha pasado tanto tiempo desde la última sesión del Congreso que al llegar Rajoy, Gallardón le señaló su escaño.
Y como Gistau, se fija en la soledad en que está Gallardón:
A veces Gallardón parece que legisla para ocupar los miércoles. Sale a batirse con socialistas como un vaquero a pelear en el ‘saloon’ con una mezcla extravagante de placer y hastío. En esta ocasión, el Gobierno no ha tenido ningún problema en dejarlo solo.
Raúl del Pozo (El Mundo) elogia a los diputados por citar en la sesión la Biblia:
los diputados españoles, que volvían de las vacaciones de invierno como los aristócratas, no hablaron de Europa, sino de sus problemas domésticos y aspiraciones. (…) En el pleno, las Señorías se liaron a bibliazos. Esa es la línea correcta, porque la Biblia inspiró a Europa. Dijo Steiner que el continente se forjó en las Sagradas Escrituras, en la herencia de Atenas y Jerusalén, una relación conflictiva y sincrética
Alfredo Pérez Rubalcaba provocó a Rajoy, con el que cada vez fuma más puros, diciéndole que la mejoría de la prima de riesgo era consecuencia, no de su acierto, sino del Banco Central Europeo y de Draghi. Para reforzar su tesis, citó irónicamente el Evangelio: «Una palabra tuya bastará para sanarme». Mariano Rajoy improvisó sarcásticamente: «Si la prima sube y baja por la palabra de Draghi, en vez de venir aquí y decir que una palabra suya me sanará, debería venir y decir: ‘El que esté libre de pecado que tire la primera piedra’».
Abel Hernández, aguerrido miembro de la Guardia de la Moncloa
Sobre el aborto, El País publica una tribuna que demuestra la inmensa hipocresía de la izquierda sobre este asunto. Su autor, Rodrigo Tena, notario y dirigente de UPYD. No deja de llamarme la atención que El País esté abriendo sus páginas de opinión de UPYD con motivo de este asunto.
El que para apreciar ese daño se exija ahora dos médicos en vez de uno, y que no puedan ser de la misma clínica que va a practicar el aborto, supone simplemente más burocracia y coste, pero no más control, desde el momento en que las clínicas privadas se pueden poner perfectamente de acuerdo. Abortar será un poco más laborioso y complicado, aunque en realidad solo para los que menos recursos tienen.
Vaya, vaya. Esta semana Zapatero reconocía en El Mundo que el supuesto del daño físico o psíquico a la madre era un fraude de ley y hoy se anuncia que habrá otro: médicos prestados entre las clínicas abortistas para dictaminar el daño del embarazo para la salud de la madre.
Jaime González (ABC) trata de evitar que se desplace el eje del debate: vida y muerte.
Un mar de eufemismos baña el asunto del aborto, como si se pretendiera alterar con palabras el orden natural de las cosas. Así, los partidarios del aborto se han arrogado la condición de defensores del progreso para hacer frente a los «reaccionarios» -entre los que me encuentro- desde una impostada supremacía moral que no es más que un desplegable de colores o un póster manipulado a fuerza de invertir hasta la náusea los conceptos mismos de vida y muerte.
Pero el Gobierno tiene hoy un defensor, en La Razón, ¡dónde si no! Abel Hernández le pide a Rubalcaba que sea amable con Rajoy. con argumentos y estilo de tertulia de bar de jubilados.
Pero ¿por qué, en estas circunstancias de despedida, es tan cicatero y atribuye a Draghi todo el mérito de la salida de España de la crisis sólo para quitárselo y hacer de menos al presidente constitucional de España? A Rubalcaba, «el Químico», siempre le ha faltado grandeza. Y a propósito de oposición, ¿cuándo va a dar explicaciones Cayo Lara al Parlamento y a los españoles del papelón de Izquierda Unida en Cataluña?
Abel Hernández, otro miembro de la Guardia de Moncloa.
Zapatero, ¿liberal?
John Müller (El Mundo) explica la paradoja de que los años del nefasto Zapatero aparezcan como los de mayor libertad económica en España:
España ha retrocedido tres puestos en el ranking mundial de libertad económica que realiza The Heritage Foundation -uno de los ‘think tank’ más influyentes de EEUU- y The Wall Street Journal. Hemos pasado de la 46ª posición a la 49ª, cediendo ocho décimas. (…) Si prescindimos de 1995, cuando se inició el estudio, el indicador abarca los ocho años de gobierno de Aznar, los de Zapatero y dos del de Rajoy. Y de su análisis resulta que el periodo del ex presidente socialista es aquel en que España ha disfrutado de más libertad económica.
Pero si bien Zapatero exhibe el mejor promedio en cuanto a libertades económicas, no fue él quien las trajo a España, sino su predecesor, José María Aznar. El ex presidente popular cogió el país en la posición 67ª y lo entregó en la 29ª.
La columna paradójica del día la hallamos en la sección de economía de El País. Su autor es Lluìs Bassets y la dirige al ministro de Economía alemán: ‘Schäuble, no nos amenaces’:
Es verdad que en contrapartida Alemania ha aportado mucha solidaridad: un 27% de la ayudas de los fondos de rescate, y un 18,9% de los apoyos del BCE. Pero menos que Italia y España juntas (un 29,8% y un 20,7%). Los demás tampoco nos chupamos el dedo.
¡Qué curioso! Cuando los ‘españolistas’ hacemos estas cuentas. (Sí, Cataluña es la primera región en recpeción de turistas, pero la superan la segunda y la tercera juntas), se nos llama de todo.
Despedida de la profesión a Manu Leguineche
No deja de ser triste que a los periodistas sólo les una la muerte de un compañero, pero no vamos a ocultar que el guerracivilismo difundido hace años por Zapatero y sus muchachos (en el partido, en el gobierno y en la prensa) ha envenenado a toda la sociedad. En esta ocasión, el fallecimiento de Leguineche, un compañero que se ha marchado dejando un excelente recuerdo, es el motivo que hace que todos los periódicos y algunas de las mejores firmas se ocupen con generosidad de él.
Alfonso Ussía (La Razón):
Nació roble y se marchó álamo. Un álamo quebrado por una enfermedad degenerativa. «No vengas a verme porque no quiero que me recuerdes así». Dios te abrace y te bendiga, Manu Leguineche, amigo del alma, norte de la dignidad, hacedor del último señorío del periodismo en España. Agur Jaunak.
Juan Cruz (El País):
Escribir ayuda a ordenar la melancolía, le dije. Y él me explicó: «Y a ordenar el mundo… A mi me ha servido para conocerme mejor, conocer el mundo para conocerte a ti mismo. Y ahora, pasado el tiempo, lo que me cuenta cómo soy es el mundo que veo al lado, este pequeño mundo al que he regresado como si quisiera, otra vez, estar más cerca de mí».
Ignacio Camacho (ABC):
En los años setenta los jóvenes aspirantes a periodista soñábamos con ser como Manu Leguineche: reporteros de trinchera, viajeros cosmopolitas, cronistas de sombrero panamá y blog en los escenarios convulsos del planeta. Como a la mayoría nos faltaban huevos para ponernos el mundo de montera hemos acabado de bulto en las tertulias o escribiendo artículos sobre Rajoy y Rubalcaba. Degenerando, que decía aquel banderillero que llegó a gobernador civil.
Tomás Alcoverro (La Vanguardia):
En el mundo tan individualista y egocéntrico de los corresponsales de prensa, Manu fue unánimemente sentido como el jefe de nuestra tribu. Su bonhomía, su prestigio profesional, su calidad de escritor en periódicos -había sido compañero de Paco Umbral, con el que comenzó su aventura en El Norte de Castilla de Miguel Delibes- le rodearon de una inusitada aureola. (…) Manu, la tribu te ha querido como no ha querido nunca a nadie.
Alfonso Rojo (PeriodistaDigital.com):
Les voy a ser sincero. Yo me desteté como reportero sin tener ni pajolera idea de quién era o qué hacía Kapuscinski. Cuando empecé a ir a las guerras y vi por primera vez de cerca el resto espantoso de la muerte, mi modelo era Leguineche.
José Oneto (Republica.com):
Vivía en el pueblo de Brihuega en Guadalajara, donde encontró su tierra prometida, su paraíso perdido, en esa «Casa de los Gramáticos» a donde se retiró por sus achaques, en donde vivía pegado a la actualidad de la radio, como única fuente de información, y en donde todavía, a pesar de su decadencia física, recibía a los amigos con una copa de vino en la mano, a la espera de esas noticias que no oía en la radio y que no le llegaban por ningún otro medio.
Javier Reverte (ABC)
en Rumanía, buscábamos en los Cárpatos el refugio del dictador Ceacescu para filmarlo. Era una mañana de brillante sol y montes nevados. No había nada de tráfico y, de cuando en cuando, los ciervos saltaban a la carretera con riesgo de chocarse con nosotros. Y en una explanada cubierta de nieve divisamos varias mesas y bancos rústicos destinados a meriendas de domingueros. Manu dijo: «¿Y por qué no echamos un mus? » . Y allí, con botellas de vodka y latas de caviar enterrados en la nieve, jugamos una partida memorable. Luego, seguimos camino y rodamos la residencia veraniega del déspota derrocado.
Pablo Sebastián (Republica.com) pasa de la muerte de Leguineche a la agonía del periodismo:
Se acabaron, ya hace tiempo, los buenos reporteros que iban por el monte solos y ahora toca esperar un tiempo mejor a la vista de la ruina generalizada que inunda los grandes grupos de Comunicación. Los endeudados hasta la cejas que al servicio del poder están, como se aprecia en el diario El País, convertido en sumiso servidor del Gobierno del PP. ¡Ay si Jesús de Polanco y del Gran Poder levantara la cabeza y viera las ruinosas andanzas de Cebrián! Son tiempos malos que pasarán. Al final el buen periodismo, por escaso que sea, siempre sobrevivirá a los profesionales del poder.
Columnas prescindibles
José Luis Martín Prieto nos cuenta por enésima vez las mismas anécdotas, como hace Jaime Peñafiel. Al menos Luis María Anson tiene más imaginación cuando se inventa anécdotas del rey que nunca fue, el llamdao Juan III.
En un desayuno en la Embajada española en Uruguay desdeñó por infantil a Julio Feo, el jefe de su gabinete, que no entendía un chiste local, y a renglón seguido puso a parir panteras a Eduardo Sotillos, su secretario de Estado de Comunicación, instándole a aprender algo en el Cono Sur.
Y Pilar Rahola Martínez, que sigue insultando que da gusto (supongo que a ella y a sus lectores de La Vanguardia) y considerando que los catalanes son más finos y educados que el resto de los españoles.
no es de extrañar que Rajoy tenga un plan para los catalanes sin… los catalanes. Es la mentalidad del blanco que llega a tierras apaches y usa su derecho de conquista. En esta España donde la idea del respeto a los otros no ha cuajado como identidad, incluso la democracia puede tener visos despóticos. El problema es que además de despóticos, nunca son ilustrados. Muy al contrario, es la España de la Contrarreforma la que gobierna, y gobierna contra la ilustración.
A ver si ahora la ex diputada española nos va a enseñar que los catalanes en el siglo XVIII eran protestantes reprimidos por curas andaluces o vascos.