John Müller afirma que la pérdida de población impide la salida de la crisis
Las ruedas de prensa sin preguntas se están extendiendo como una peste. También lo ha hecho Sandro Rosell: anunció su dimisión de la presidencia del Barça sin explicarla y sin admitir preguntas. Los periodistas, mansos como corderitos, siguen acudiendo a estos actos.
A la dimisión, sorprendente cuando siguen en sus puestos Ana Mato, Cándido Méndez o Artur Mas, le dedican sus columnas algunas de las principales plumas de la prensa española, indicio de que en el caso Neymar hay mucho más que comisiones. ¡Cómo se nota que ya hemos enterrado a Manu Leguineche!
Ignacio Camacho (ABC) señala la impunidad de los clubes de fútbol ante la ley y Hacienda:
Durante años el mundo del fútbol ha vivido en un ámbito de impunidad que empieza a desmoronarse. Amparados en la fuerza pasional de los sentimientos tribales, los clubes se venían considerando al margen de las reglas societarias comunes sin que hubiese poder capaz de someterlos a escrutinio. Acumulaban deudas, acordeonaban presupuestos, dilapidaban caudales y se movían en un laberinto apantallado de simulaciones e ingeniería fiscal. El resultado de ese manejo opaco ha sido una burbuja que está a punto de reventar bajo la presión de su propio crecimiento. Y los dirigentes del viejo orden, por lo general hombres de la construcción, la banca y otros negocios en desplome, están en el punto de mira del recelo ciudadano. Como los políticos y los banqueros. El desfile judicial ha comenzado.
Toni Bolaño (La Razón) intuye que esta temporada puede ser un fracaso para el Barça:
La precariedad y la incertidumbre se han instalado en ese Barça que se ponía muy ufano en el minuto 17.14. Y todavía queda la segunda vuelta de la Liga, la Copa y la «Champions». La espada de Damocles pende sobre la cabeza en forma de juez Ruz. Si hay delito habrá que pagar mucho dinero. Tanto que hasta se pone en juego la remodelación del Camp Nou. La pregunta es ¿por qué dimite Rosell? ¿por qué ha pasado de querer declarar a la dimisión?
En una columna interesantísima que Pedrojota ha desterrado a las páginas de deportes, Salvador Sostres (El Mundo) detalla un incidente entre Rosell y Joan Laporta del que fue testigo, en el que el primero le insistía en un fichaje con comisión y el segundo se negó. Además, escribe:
La unidad del equipo podría desintegrarse, dudo que con esta Junta Directiva Messi y su padre tengan ningunas ganas de quedarse en el Barça, e igualmente decepcionados y desmotivados tienen que sentirse los demás pilares del conjunto.
Otros columnistas apuntan sin vacilar a la corrupción de la burguesía y los nacionalistas catalanes.
Sabino Méndez (La Razón):
Rosell ha querido obviar (…) que la desbocada propaganda nacionalistas en Cataluña respondía a un problema profundo de amplica corripción en varios estartos de esa sociedad.
Pablo Sebastián (Republica.com):
si la investigación del juez Ruz acaba imputando a Rosell, y confirmando la corrupción en torno al caso Neymar -y a no olvidar el delito fiscal que se investiga en torno a Messi-, todo esto se sumará a los escándalos de corrupción de la familia Pujol, al escándalo del Palau donde está afectada CiU, los líos de Unió, etcétera, lo que une independentismo y corrupción, y da pábulo a quienes afirman que uno de los objetivos de la secesión consiste en lograr que una Justicia, exclusivamente catalana, acabe por tapar la corrupción de los primeros dirigentes del país.
David Gistau (ABC), que alterna la crónica deportiva con la crónica parlamentaria, se deja de lucubraciones y se burla de los culés:
El caso Neymar, con la dimisión de Rosell incluida, debería propiciar una época de reposo para las buenas gentes que profesan la devoción barcelonista. No es fácil atender las servidumbres del «más que un club».
¿De qué podrán descansar los barcelonistas, devueltos a una dimensión terrenal a la que afectan las debilidades de la condición humana? De ser el equipo del pueblo. El del fútbol de izquierdas. El de la emanación canterana de una concepción de la pureza social jamás contaminada por esa voracidad capitalista de Madrid que fue condenada por un obispo y hasta por Martino (¿Qué dirá ahora el obispo, en su homilía? ¿Y qué dirá Martino, tan acuciado por los principios, de esa «falta de respeto al mundo» que son las escuelitas rurales o los museos de Antropología que podrían haberse creado con los millones distraídos?). Sobre todo, los barcelonistas podrán descansar de la eterna vigilancia del otro para salvarle el alma.
Y Gistau agradece a Rosell esta mutación en el espíritu de los culés:
al menos no será tan fatigosa la adhesión sentimental al Barça. Bastará con divertirse o aburrirse, con ganar o perder, sin dar lecciones morales a nadie, sin pretenderse depositarios de valores superiores. Con el tiempo, se le reconocerá este legado a Rosell.
¿Qué piensa la buena sociedad catalana de estas noticias sobre su niña mimada? Màrius Carol nos responde: qué vergüenza que este asunto se esté ventilando en Madrit, ¿y si hubiera una conspiración madridista? ‘La obsesión del justiciero’ anuncia desde el título el enfoque.
Cuesta entender que el socio justiciero prefiriera presentar la denuncia en la Audiencia Nacional de Madrid en vez de en los juzgados de Barcelona es raro. Jugar esta partida en el campo del rival es raro. Tanto como que el juez Ruz dudara de la demanda y el fiscal le instara a admitirla.
La división entre el PP y la familia de Gregorio Ordóñez
Una de las noticias más tristes de estos días ha sido la división entre el PP y la familia de Gregorio Ordóñez por el homenaje a este valiente con mitivo del 19º aniversario de su asesinato a manos de un pistolero de ETA que ya está libre.
Santiago González (El Mundo) pone las cosas en claro:
Ordóñez fue la primera víctima de un cambio de estrategia terrorista, reorientada contra la militancia popular y socialista. Habría sido pertinente un acuerdo del PSE y el PP vasco para honrar a los concejales de los dos partidos asesinados por la banda.
(…) Uno no tiene una ouija para saber qué posición tendría alguien que nos quitaron hace 19 años. Si comparamos las palabras que él decía con las que hoy dicen sus compañeros, no se parecen mucho. Consuelo Ordóñez hizo una visita ilustrativa a la hemeroteca. No me acabo de imaginar a Ordóñez regañando a un dirigente alavés por criticar al PNV, como ha hecho Quiroga con De Andrés. Y si es complicada la función del albacea, lo es más aún disputarle legitimidad a la familia a la hora del duelo.
Las palabras del obispo emérito de San Sebastián, Juan María Uriarte, encienden la ira de Carlos Herrera (ABC):
El clero vasco, en una inmensa mayoría de la que habría que descontar pocas y honrosas excepciones, fue piadoso con los crueles y cruel con los piadosos, ignoró a los hijos que sufrían por la acción de la goma dos y consoló a los que manejaban la ira y la pólvora. Uriarte fue uno de ellos, uno de los que haciéndose el equidistante sabía que estaba más cerca del verdugo. Uriarte fue y es de los que no ha querido que ETA pase a la historia como una organización derrotada, de los que avalan la solución «pelillos a la mar», de los que no quieren un paisaje de vencedores y vencidos. Y no le importa que se sepa.
Quedará pendiente para décadas muy lejanas la autocrítica de la Iglesia vasca antes de que reconozca que desistió de su obligación de defender a los débiles, que colaboró con muchas estructuras de la banda terrorista ocultando asesinos o chivándose a colaboradores e informadores, que alentó la intolerancia, que desobedeció las más elementales reglas del Humanismo Cristiano y que fue un factor esencial en retrasar el final de un nutrido grupo de asesinos que, por cierto, jamás actuaron contra clérigo alguno.
Y concluye con un elogio al actual obispo, Juan Ignacio Munilla, criticado no sólo por el mundo abertzale, sino por El País y Aizpeolea.
Acostumbrados como estábamos a elementos de la catadura miserable de Setién y Uriarte, Munilla parece Juan XXIII. Ahora emérito, no obstante, Uriarte anda suelto. Y no pierde oportunidad para echarle vitriolo a las heridas.
Sobre el otro nacionalismo amenazador, el catalán, escribe hoy Federico Jiménez Losantos (El Mundo): ‘La caída de Barcelona’.
Que el ayuntamiento barcelonés, con la abstención de los socialistas, ponga a disposición del plebiscito golpista diseñado por la Generalidad nada menos que el censo de la ciudad, los datos personales de sus habitantes, supuestamente protegidos por la Ley, es más que un atropello. Es como si los liberales bilbaínos hubieran rendido la ciudad a los carlistas. Y sin lucha, aburridos como comentaristas madrileños ante el interminable sitio de la Reacción.
En cambio, el nacionalismo catalán es para Enric Juliana el monotema de sus artículos en La Vanguardia. En la de hoy, da la bienvenida al debate de datos que anuncia el Gobierno, pero al final tampoco le gusta. Este hombre vive siempre molesto consigo mismo y con los demás.
¿El Gobierno expondrá sus datos mirando a los ojos de los catalanes, o hará una demostración de poder, de rodillo aritmético, para movilizar a su electorado más tradicional -el zócalo duro-, con vistas a unas eleciones europeas que se presentan inciertas?
Y escribe lo de «zócalo duro» después de quejarse de que la Cope y 13TV se dedican a «atizar el fuego contra los catalanes».
A menor población, menor riqueza y menores pensiones
A continuación, una serie de pensamientos destacados.
José María Marco (La Razón) se lamenta de que la salida filosófica propuesta por la izquierda a los conflictos separatistas: el cosmopolitismo y la anulación de las patrias.
Como la izquierda española no parece todavía preparada para expresar cariño y lealtad a su país, este alejamiento del nacionalismo catalán lleva aparejado a una crítica simultánea del supuesto nacionalismo español, como si este tuviera la misma vigencia que el primero y como si para rechazar el Estado nacional catalán hubiera que negar también el español. Resulta absurdo, pero en esas estamos. Seguimos ahondando en la tradicional propuesta postnacional socialista, que dejaría atrás tanto a la nación catalana como a la nación española, en busca de no se sabe muy bien qué cosmopolitismo radical inexistente, inviable y probablemente nefasto. El cosmopolitismo es bueno, sin duda, como lo es el patriotismo.
John Müller (El Mundo) trata en su columna un asunto del casi nadie quiere hablar en España, y que podemos vincular con los más de 100.000 abortos anuales que se cometen en España: ‘El suicidio demográfico’.
El fenómeno de la pérdida de población en España no es baladí. El INE anuncia en la nota de prensa de ayer que la EPA de abril se calculará sobre una nueva base poblacional. La bonanza económica y su atractivo para los extranjeros era el único factor que contrarrestaba el invierno demográfico que desde hace lustros asuela la península.
La rebaja salarial deprime la demanda y la actividad, y reduce las cotizaciones sociales. La Seguridad Social entra en pérdidas por sus menores ingresos y los déficit continuos obligan, tarde o temprano, a recortar las prestaciones, como ya ha ocurrido. La economía crece menos y las personas pierden la esperanza de buscar trabajo
Hermann Tertsch (ABC) insiste en que la libertad de Miguel Blesa se debe en gran parte al juez Elpidio.
Y es que el señor Blesa tuvo la inmensa suerte de toparse con el juez Elpidio Silva, que, con su tontiloquismo, por lo menos le ha quitado de encima un par de sumarios de casos, raros, raros, raros. Porque si nuestros ilustres imputados son una casta extraordinaria más propia de regímenes caribeños que de democracias europeas, nuestros jueces han demostrado también ser una casta a la altura.
(…) Se nos había pasado el susto de saber que Baltasar Garzón había tenido poder sobre nuestra libertad y hacienda. Ahora ha sido Elpidio. Pero queda claro que, sin un damnificado como Blesa y un abogado como el suyo, este juez seguiría en su cargo ejerciendo como lo que es, un auténtico peligro público
Los cotilleos del topillo de la Currilla
Curri Valenzuela aparece en ABC y lo hace, como de costumbre, para convertirse en felpudo del Gobierno. Estoy de su topilllo hasta las narices. La exclusiva que nos trae son los sms (Curri nos explica lo que son) que manda Rajoy a sus ministros en sustitución de las palmadas:
Rajoy, siempre parco en palabras, no suele prodigarse en elogios personales a los miembros de su Gabinete pero, según ha descubierto el topillo, les suele felicitar por sms -mensaje telefónico por escrito- cuando concluyen intervenciones públicas destacadas.
Tan arraigada está la costumbre que al término de una rueda de prensa para presentar una ley, o después de un debate parlamentario difícil, o ante el ataque despiadado de un medio de comunicación… los ministros consultan de vez en cuando sus iphones para ver si les llega el correspondiente mensaje presidencial. ¿Y si no les llega?, pregunto al topillo: «Se ponen un poco de los nervios -me contesta-, pero siempre les queda el recurso de pensar que Rajoy no se ha enterado de lo bien que uno ha estado».
Espero que los telediarios abran con esta exclusiva de la buena de Curri.
Y otra notición: Juan José Millás El País) ha escrito una columna sobre el PP y Mariano Rajoy sin insultar a nadie, ni a Aznar.