Millá: "Nos duele que la infanta Cristina no se haya enterado todavía de quiénes somos nosotros, usted y yo"
Aunque el Gobierno de Rajoy mantenga un silencio cómplice con el Ejecutivo de Maduro, y aún a riesgo de que algún chavista enfurecido (español o no) llame indignado a Periodista Digital para quejarse de estas frases, el 14 de febrero de 2014 queremos arrancar recordando a las víctimas mortales de la represión en Venezuela.
Uno de los fallecidos es Robert Redman, que poco antes de su muerte había contado en su cuenta de Twitter las heridas sufridas por él mismo y cómo había cargado con el cuerpo de otro opositor asesinado por los chavistas.
Numerosos periodistas y políticos españoles prefieran mirar a otro lado. Como nos recuerda Maria Blanco, hay quien directamente es cómplice del criminal régimen bolivariano —Por una Venezuela libre, yo acuso–. Pero otros no guardaremos silencio.
Pero no sigamos en un tono tan solemne y pasemos a lo que interesa a los lectores de estos ‘Afilando columnas’, que no es otra cosa que los espacios de opinión de la prensa de papel española.
Les adelantamos que en esta ocasión encontramos varias cosas jugosas. Hacemos sonar, como cada día, nuestra armónica de afilador y pasamos a contárselo.
Empezamos con un gallego en el autoproclamado ‘diario de la Catalunya Real’. Antón Losada escribe en El Periódico un artículo titulado Poderoso Mariano.
Los primeros párrafos no descubre nada que no fuera del común conocimiento, a no ser que quede alguien que todavía no se ha enterado que impone su voluntad sobre su partido y el gobierno sin que nadie, o casi nadie, ose llevarle la contraria. Lo más jugoso viene en las últimas líneas:
Los empresarios ya no saben cómo suplicarle que les permita despedir más barato y pagar menos impuestos. Entre los medios de comunicación, quien no le debe algo anda a punto de pedírselo. Sindicatos y oposición están demasiado ocupados en sus cosas. Nada ni nadie se le resiste. Su problema empieza a ser aquel de Julio César: carecer de alguien cerca que le recuerde todos los días que es humano.
Hombre, lo de pagar menos impuestos no se lo piden sólo los empresarios. Es el deseo de la mayor parte de los empleados del sector privado, los funcionarios y los contratados por la administración, los parados, jubilados y rentistas varios. En definitiva, de casi todos los españoles. Lo que nos ha resultado especialmente llamativos es eso de que, entre los medios, «quien no le debe algo anda a punto de pedírselo».
Eso incluye, suponemos, al propio diario en el que Losada escribe esas líneas. En líneas generales, excepciones siempre hay, razón no le falta. Y, claro, nada es gratis. Y menos los favores gubernamentales.
La relación entre medios y poder es algo que también trata Raúl del Pozo en su columna de la contraportada de El Mundo, titulada Los intocables:
Un compañero con el culo tostado dice que molesta la prosa libre. ¿Y cuándo no?, colega. Me informa de que no sólo en Cataluña, sino en la capital del Reino, se elaboran fichas para controlar las tendencias de los medios. «Ocurre -dice- lo que nunca ha ocurrido: se dan consignas a las empresas del Ibex para que hagan o no publicidad en según qué periódico».
No entiendo cómo pueden asustarse con empresas que se trastabillan; dos o tres están al borde de la quiebra. Al parecer, también se ponen nerviosos porque los periódicos on line vigilan la gran cloaca.
Si es cierto lo que le cuentan, y coincide con lo que le ha llegado a este humilde lector de columnas en diversas conversaciones, estamos ante unos hechos muy graves de los que cuales nuestro admirado columnista debería dar cuenta con pelos y señales. Ofrecer, por ejemplo, nombres y apellidos de las empresas que han retirado la publicidad de El Mundo por exigencias del Gobierno.
Porque la experiencia nos ha enseñado que mientras algunos ministerios como Economía o Hacienda no se han dejado un duro en campañas en medios digitales, sí han sido muy generosos con diarios de papel como El Mundo.
El Mundo, a diferencia de otros, sí ha recibido de ministros como Luis de Guindos (antiguo consejero de Unidad Editorial, por cierto) campañas sustanciosas como Letras del Tesoro, al igual que la cadena SER, o las inserciones sobre turismo que hace el Ayuntamiento de Madrid en el diario donde él escribe, precisamente el más crítico con Botella durante el caso Madrid Arena.
El Mundo no puede quejarse del trato que le ha dado el poder. ¿Cuánto dinero puso Jaume Matas para lanzar y mantener la edición balear de El Mundo?
¿Cuánto les soltó el después condenado Carlos Fabra desde las generosas arcas de la Diputación de Castellon para su edición local? ¿Y qué decir del gran amigo de Pedrojota, Eduardo Zaplana, magnánimo patrocinador de la edición de Alicante? Todas ellas, por cierto, rotundos fracasos periodistacio y editoriales.
Raúl del Pozo debería haber sido más concreto a la hora de trasladar al público tan dura acusación. Debería haber pedido a su fuente nombres concretos de empresas y de medios castigados con este método, y después haberlos incluidos en su artículo. Periodista Digital es, por ejemplo, un diario online que en numerosas ocasiones ha sido muy crítico con el Ejecutivo, y no por eso culpamos a Rajoy de no recibir campañas que sí engrosan los bolsillo de los amos del papel.
En otro momento, y hablando de la grabación de la declaración de la infanta, dice:
Mientras haya periódicos y televisiones libres, les va a ser imposible prohibir las grabaciones ocultas. Ahora se puede llevar la microcámara en un diente o en la punta del pijo. El fiscal jefe de Baleares dice que la grabación de la Infanta es impresentable, como si aún viviéramos en el viejo mundo. Las sabandijas leguleyas han puesto en la picota el vídeo y han aprovechado el escándalo para darle a la carraca contra la prensa libre.
Me dice un jurista serio que el juicio oral puede ser público, pero la fase de instrucción debiera ser secreta. Pero, Señoría, ¿no era la Justicia libre, gratuita y pública? ¿Desde cuándo se respeta el secreto de sumario?
También en el diario de Unidad Editorial, Federico Jiménez Losantos habla de la situación política en Navarra y titula El PSOE vuelve a Perpiñán:
Pero lo peor no es que los socialistas prefieran aliarse con la ETA antes que con el PP, hacer la Segunda Transición y echar a la derecha del poder con un férreo cordón sanitario. Es la línea de Zapatero y Rubalcaba, de González y Cebrián y, por supuesto, de Susana Díaz, la omaíta que ha de echar a Rajoy. Lo terrible es que el PP le está diciendo a Rubalcaba que impida la moción de censura a UPN, cuando Rajoy está haciendo la política de Rubalcaba con respecto a la ETA, que en esto coincide con la de Urkullu, visitador nocturno de La Moncloa. ¿Y en qué se diferencia lo que dice Maroto, del sector sorayo-alonsista-oyarzabalino sobre el «futuro compartido con Bildu» y lo de Madina o Soraya Rodríguez? En que el PSOE no ha esperado al futuro. Su presente está ya con la ETA. Y no sólo en Navarra.
Sobre el mismo tema, pero con una orientación muy diferente, escribe José María Marco en La Razón. Titula Oportunidad en Navarra y se centra en las opciones del Partido Socialista:
[El PSOE] No podrá aclarar que está a favor de la transparencia si se alía con lo más oscuro de la política española, ni podrá demostrar su responsabilidad nacional si opta por aliarse con los filoterroristas. Tampoco podrá aducir que se toma en serio su propia propuesta de descentralización si se une a quienes siempre han estado dispuestos a sabotearla, porque no reconocen más horizonte que la independencia. Así que estamos ante una combinación perfecta para que algún socialista demuestre su talla de político o política nacional, de Estado.
Nos tememos que a estas alturas esto último es mucho pedir. En el PSOE y en cualquiera de los grandes partidos.
Pasamos ahora a El País, en cuya contraportada Juan José Millás escribe sobre la infanta Cristina con el título de Su alterza real:
Lo peor de la infanta Cristina no es que haya olvidado que era dueña de una S.L. tóxica, lo peor es que no se acuerda de quién es ella y, sobre todo, de quiénes somos nosotros. A ver, nosotros somos los que pagamos, por ejemplo, los recibos de los escoltas que en el descanso de las comparecencias le van a comprar un bocadillo. Nosotros la hemos llevado a los mejores colegios y nos hemos ocupado de que su infancia transcurriera en un entorno seguro e idílico: a dos pasos del centro Madrid, como el que dice, pero en medio de la naturaleza.
Tras varios ejemplos más, concluye:
No nos importa mucho, en fin, que no se acuerde de las clases de flamenco o de salsa pagadas con dinero público: bagatelas, comparadas con lo que llevamos invertido en su formación. Pero nos duele que no se haya enterado todavía de quiénes somos nosotros, usted y yo, que no tenga ni idea de con quién habla cuando se dirige al juez que nos representa y que está intentando reparar las ofensas de que hemos sido víctimas por parte de su alteza real.
Cuánto han cambiado las cosas en el periodismo español con respecto a la Casa Real. Unos años antes, no muchos, hubiera sido imposible que un periódico publicara un artículo como este. Sin duda, en este terreno hemos mejorado. Hay mayor libertad de expresión en todo lo referido al Rey y su familia.
Terminamos nuestro repaso diario a los espacios de opinión con dos artículos de ABC. Carlos Herrera dedica Tentanción peligrosa a tratar de convencer al respetable de que lo mejor para el España y el PSOE es que al frente de este partido continúe el apparátchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista:
Pocas cosas le convienen más a esta España desencajada y convulsa que la permanencia de Pérez Rubalcaba al frente del PSOE. No se trata de una adulación espontánea y gratuita: se trata de una inyección interesada. A pesar de todos los pesares, APB es la mejor garantía de estabilidad de la que puede gozar este solejar con albarradas.
Tras dedicar un montón de espacio a glosar los motivos por los que el protagonista del fallido Milagro de Pe Punto debe continuar siendo secretario general del PSOE, nos desvela cuál cree que debería ser el futuro político de España:
Habrá que aparcar todo aquello que separa a los dos partidos omnipresentes, que son muchas cosas, pero nos podremos permitir el lujo de garantizar una serenidad escénica imprescindible para el crecimiento y la confianza, o para la confianza y el crecimiento, que es el orden correcto. Podemos estar ante un panorama inusitado pero apasionante: la demostración de que, de verdad, los españoles somos capaces de entendernos y de construir las bases de nuevos periodos de nuestra historia. Y dar una lección inusitada desde el sur de Europa.
Un futuro gobierno de coalición [del PP y el PSOE], que es de lo que hablo y lo que reclamo siempre que las urnas lo dictaminen, solo es contemplable con Rubalcaba al frente del entramado socialista. No se antoja fácil con otros elementos más o menos volátiles al frente de la izquierda española. Para ello tiene que ganar las europeas. Y tiene que evitar la tentación Navarra, tan sugerente como peligrosa.
Pocas veces como esta se ve la coincidencia de intereses, no necesariamente económicos, y deseos entre los grandes partidos y muchos periodistas. La idea del Ejecutivo de coalición entre las formaciones de Rajoy y Rubalcaba viene sonando hace tiempo. En privado, y el afilador de columnas puede dar fe de ello, no es raro escuchar a diputados y altos cargos de ambos partidos defender esta opción. Dicen que es por la estabilidad del país, por supuesto, no para seguir repartiéndose el poder y las prebendas entre ellos. Claro que algunas opciones posibles son todavía peores, como una coalición entre un PSOE controlado por una Susana Díaz o un Eduardo Medina con Izquierda Unida y todo tipo de pequeñas formaciones de izquierdas y nacionalistas.
Y si Herrera habla del PSOE, Ignacio Camacho dedica Feligreses al ‘cedazo’ de Rajoy imponiendo a Moreno Bonilla al frente del PP andaluz:
Nueve mil avales reunió de golpe Moreno al día siguiente de su nombramiento. Los mismos que habría obtenido el chófer de Zoido o el concejal de Festejos de Adra de haber sido señalados por el dedazo marianista. Un espectáculo de flechazos a primera vista en vísperas de San Valentín, una ola de turbolealtades y entusiasmo sobrevenido entre gentes que apenas conocían al nominado. Tal vez porque a la mayoría le daba igual quién fuese y estaba dispuesta a respaldar, como una feligresía, a cualquier enviado por el monclovita. Los partidos funcionan así, como iglesias, pero la sociedad ya va por otro lado.
Concluye:
Bien es cierto que en la acera de enfrente sucedió lo mismo con Susana Díaz, otra bebé-probeta forjada al calor de la burbuja del aparato. Pero ese espejo de opacidad es magro consuelo para una sociedad cada vez más distanciada de estos usos de la vieja política de cabildeo cuyos profesionales permanecen arraigados en un modelo patricial esclerótico y cada vez más cuestionado, sin darse cuenta de hasta qué punto los tiempos están cambiando. Y de qué manera.
Y una vez más queda claro que entre los partidos y los ciudadanos se abre un abismo que no deja de crecer. O reaccionan a tiempo y empiezan a cambiar o los populismos de todo signo se convertirán en una peligrosa realidad que no parará de crecer.
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