Urbaneja clama contra el "destructivo relato construido en El Mundo" con la mochila, la furgoneta, el ácido bórico...
En el décimo aniversario de los atentados del 11-M, encontramos una división llamativa en la prensa española: los diarios que lee la derecha (ABC y El Mundo) publican diversas columnas sobre el 11-M, centradas en el comportamiento de la izquierda en esos días, pero el periódico que lee la izquierda (El País) no permite que ninguno de sus columnistas escriba al respecto y prefiere dar sendas entrevistas a Pilar Manjón y Ángeles Pedraza.
Las entrevistas a Manjón, mucho más amplia, y a Pedraza las realiza la nueva estrella ascendente del periódico, Natalia Junquera, la jovencita a la que Cebrián está forjando en los asuntos más polémicos recogidos o creados por El País: fosas de la memoria histórica, niños robados, defensa de Baltasar Garzón, Casa Real… Ahora le toca bregarse en el 11-M. Y la chica comete la indelicadeza de usar como preguntas para Pedraza respuestas dadas por Manjón.
De los que hemos leído hoy, Hermann Tertsch (ABC) es el más crítico con los ataques a los conspiranoicos y la aceptación de la versión oficial por parte del PP. Su escepticismo sobre los autores islamistas ya causó su expulsión de El País por gentes que no soportan las dudas.
Se escribe estos días más contra la denostada «mentira de la conspiración» que sobre la verdad del 11-M. Quizás porque la primera es fácil de caricaturizar. Y porque la segunda es un material muy frágil, hasta para quienes se han erigido en sus celosos cancerberos.
¡Cuánto derroche de medios para convencernos de algo que, según dicen, no admite duda sensata! Pero sobre todo, cuánta violencia en el citado hostigamiento a quienes no tienen ninguna teoría y ya solo han mantenido una muy sobria y resignada duda. ¿Por qué se ridiculiza y difama como «conspiranoicos» a quienes mantienen ese escepticismo que por lo demás tanto se elogia como sano en los ciudadanos ante las versiones oficiales de casi todo? ¿Por qué tanta caricatura sobre ETA y los etarras si nadie habla ya de etarras?
Cuando se hablaba de etarras, hablaron todos. Porque la hipótesis después tan maldita de la autoría de ETA fue asumida por todos sin excepción como perfectamente plausible. Y quien no lo crea o recuerde que revise las portadas.
Tienen razón todos en congelar, enterrar u olvidar sus dudas. Es más cómodo y razonable. Porque hace tiempo que el Gobierno de Rajoy se sumó a la verdad oficial de Zapatero. También en esto. Navega hoy, si no en el mismo bote, en uno muy parecido. Triste es que hayan olvidado lo mal que remó el otro, lo mal que se rema, con verdades torcidas.
El éxito de los terroristas, ayudados por una izquierda revanchista
Ignacio Camacho (ABC) reprocha a los españoles, sin añadir apellidos ideológicos -aunque sabemos a quiénes se refiere-, que culpasen del atentado al Gobierno.
El error irreparable, el que lo envenenó todo, fue que por primera vez, ante un atentado, nos olvidamos de nuestra larga experiencia de sufrimiento, de dolor compartido, de firmeza, y le echamos la culpa al Gobierno.
Aquella pregunta que tronaba en las manifestaciones, quién ha sido, era la expresión de una derrota. La de la unidad antiterrorista, la del concepto mismo de resistencia, la de la nación incólume ante la infamia.
Por eso los terroristas tuvieron mucho más éxito del que imaginaban: desenjaularon los viejos demonios. Consiguieron en España lo que no habían obtenido en Nueva York ni pudieron lograr después en Londres, donde nadie tuvo dudas: Bush o Blair podían ser unos tipos mentirosos y detestables pero eran de los suyos. Y ellos, los americanos y los británicos, sabían a qué lado de la raya ponerse. Sin titubeos, sin acepciones, sin casuismos. Nosotros ni siquiera hemos podido hasta hoy celebrar homenajes conjuntos de todas las víctimas porque permitimos que se mezclara la ideología con el dolor, la política con el luto. Y nunca desde aquel día hemos mirado igual el terrorismo.
Eurico Campano (Gaceta.es) recuerda la campaña los SMS contra el PP, nada espontánea y toda preparada.
Aún no he olvidado un mensaje ( todavía no existía WhatsApp ) que recibí en las primeras horas de aquel 13 de marzo de una periodista amiga, a su vez alertada por lo que antes llamábamos ‘fuentes de la Seguridad del Estado’, avisándome de que, a partir del mediodía, se iba a desatar una masiva campaña de ‘sms’ -orquestada desde los aledaños de Ferraz- señalando al PP como responsable de una ‘gran mentira’ acerca de la autoría de los atentados, lo que era tanto como endosarles implícitamente la responsabilidad de los mismos a cuenta de una Guerra de Irak, en la que España no llegó a participar militarmente y que, como después se ha sabido, nunca tuvo nada que ver.
Y ya de paso, me gustaría algún día llegar a entender qué extraños mecanismos emocionales o neuronales mueven a esas ‘Pasionarias de estación’ a seguir odiando más a Aznar que a los asesinos de su hijo, como si su complejo social y de clase -o el odio en el que han crecido hacia quienes no piensan como ellos- les nublara hasta el corazón y los sentimientos. Lo que en una madre, es mucho decir.
Edurne Uriarte (ABC) declara su preocupación por la izquierda que ocupó las calles clamando contra el Gobierno de Aznar.
Pero me preocupa mucho más la izquierda extrema porque lo suyo no es una divergencia sobre la autoría del atentado sino una lamentable lectura ideológico-política del mismo que jamás fue rectificada.
Por la huida política que hubo alrededor del 11-M, con cientos de miles de ciudadanos movilizados por la izquierda en la inculpación del Gobierno de Aznar en el atentado. El hecho político esencial de aquella masacre es ése y no el debate sobre la autoría. Más allá de los asesinatos, lo que pasará a la historia del terrorismo es la reacción política y social. (…) Aquella decisión de rendición a la amenaza terrorista, porque no era «nuestro terrorismo» y porque éramos «culpables».
¿Qué haría esa izquierda extrema si hubiera otro atentado islamista en España? ¿U otra oleada de grandes ataques en suelo occidental que nos llevara a una nueva guerra? El terrorismo islamista sigue vivo en todo el planeta, su amenaza contra Occidente, también. Y no se sabe cómo plantea afrontarla la izquierda extrema de Rubalcaba. ¿De la misma manera que tras la masacre de 2004?
El PP también erró
Arcadi Espada (El Mundo) atiza a la izquierda, sí, pero señala también la reacción de la derecha después del 14 de marzo.
lo interesante de la matanza de Madrid es la ausencia de autor a secas. No su ausencia judicial, desde luego; sino su ausencia judicial.
Lo más nítida y miserablemente cerca, reconozcámoslo, que los españoles han estado de señalar a un autor fue la noche en que le gritaron al presidente Aznar asesino, asesino
La supuesta madurez de la sociedad española fue el resultado del estremecedor sectarismo que la divide. Entre el 11 y el 14 de marzo de hace diez años, la izquierda lanzó los cadáveres calientes de Atocha contra el gobierno. Y a partir del 14 la derecha insinuó de modo diverso y creativo que la izquierda había fabricado la matanzay que la legitimidad del presidente Zapatero se asentaba sobre 191 cadáveres.
Javier González Ferrari (La Razón) llama estúpido al Gobierno del PP, al de antes, ¿eh?, no al de ahora, aunque los muchos de los de antes están en el de ahora.
aquella tragedia fue el primer gran paso para provocar una fractura en nuestra sociedad cuyas secuelas todavía colean al dejar unas cicatrices que siguen siendo visibles a poco que uno se pare a observarlas. Un día de ignominia y tres de infamia donde las fuerzas políticas lejos de estar a la altura de las circunstancias sólo tenían en sus diferentes estrategias la idea de llegar al domingo 14 y que las urnas les fueran favorables. Aquel espectáculo de manipulación del dolor de las víctimas debería, dos lustros después, provocar en quienes participaron activamente en la gran ceremonia de la confusión, unos por estupidez y otros por falta total de escrúpulos con tal de conseguir sus objetivos, al menos un minuto de sonrojo.
No fue por la guerra de Irak
La doctora Pilar Rahola (La Vanguardia) copia sin citar el libro de Fernando Reinares, tan en boga estos días que sostiene que la decisión de cometer el atentado se tomó en 2001:
Por supuesto el PP no tenía ninguna culpa -ni tan sólo a pesar de su política internacional- de un atentado que se había fraguado incluso antes de Iraq y cuya autoría es exclusiva de los fanáticos que hicieron reventa unos trenes llenos de gente.
La biógrafa de Artur Mas atribuye la derrota electoral del PP y de Rajoy a que el Gobierno de entonces mintió:
[El PP] tuvo la culpa de mentir, de sacar a pasear el espantajo de ETA con la inmoral idea de barrer para casa, y lo hizo olvidando el roto trágico de aquel día, las víctimas que yacían con sus cuerpos quebrados en la retina de todos nosotros
¡Qué bien! El PP pasa de ser asesino a mentiroso.
Fernando González Urbaneja (Republica.com) va más lejos. reconoce la fractura entre los españoles y culpa de ella a El Mundo, a Pedrojota Ramírez y a Casimiro García-Abadillo.
Lo peor del 11M fue la muerte y el dolor irreparable que produjo; pero a renglón seguido hay que destacar la fractura social, la confrontación política estéril, generadora de odios que tanto daño ha hecho a los españoles. El director de El Mundo (el actual) dice que el PP fue «torpe en la gestión de la crisis» y que el PSOE «fabricó un discurso tremendamente destructivo y eficaz». Las opiniones son libres, pero el fundamento es muy discutible. ¡Cuán destructivo ha sido el relato construido en El Mundo durante años con la mochila, la metralla, la furgoneta, el ácido bórico…!
Para concluir con este asunto, una coda relacionada por la política exterior. Pablo Sebastián (Republica.com) pone a caldo al Real Instituto Elcano, flamante think tank público que no ha visto venir ninguna de las crisis internacionales de estos días y al cual se va a incorporar Aznar.
¿Y qué dice de todo esto el Real Instituto Elcano, de cara a una mejor y nueva estrategia de la política exterior de España? Nada de nada. Y entonces ¿para qué sirve -o a quién sirve- el Instituto Elcano? Pues no sirve para nada y sirve a quien ustedes imaginan. Pues que lo cierren de una vez, que hay que ahorrar hasta el último céntimo en pos de la convergencia fiscal con la UE, porque de los despilfarros de la política ¡ya está bien!
Para Rosa Montero todos somos malos
Rosa Montero (El País) nos da una muestra perfecta de lo que es la política internacional para un progre henchido de pacifismo como ella: ninguna causa es justa. En el conflicto de Ucrania Putin es malo, porque es el invasor y el agresor, pero también es malo Obama, que se opone (aunque poco) a las amenazas del primero.
Las bravatas de Putin y los gruñidos de respuesta de Obama, dos grandes gorilas macho que se aporrean el pecho, me han recordado la crisis de los misiles de 1962, cuando los rusos metieron cabezas nucleares en Cuba y durante 14 días estuvo a punto de estallar una guerra atómica.
Luego estos progres se permiten examinar a de antifranquismo a todo el mundo. Si Franco y Carrillos eran dos grandes gorilas macho, ¿por qué los monitos de la selva debían tomar partido?, ¿por la libertad?, ¿la de los españoles vale más que la de los ucranianos? Y entre Hitler y Churchill, ¿cuál habría sido el gorila macho al que habría apoyado Rosita la progresita?, ¿o habría optado por la vía suiza?
Otra prograda en el mismo periódico se la leo a David Trueba. Este trata de convencernos de que la inmigración es necesaria porque sino la economía no crece. Idea que, aparte de ser cierta, es de economísats y políticos fachas, desde Ramiro Ledesma Ramos a Mussolini.
No existe ningún caso de país que crezca económicamente con una población decreciente. Es algo que afecta al potencial a largo plazo del país. Y, sin embargo, nadie tiene un plan mejor que gastarse dinero en subir la valla de Melilla.
Y digo yo, en vez de traer inmigrantes, ¿no sería mejor dar dinero a las mujeres que quieren ser madres y restringir el horror del aborto?