OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Rahola saca su crucifijo contra Rouco: «Su reinado ha sido el de la España negra»

La mejor arma contra el islamismo es, para Gabriel Albiac, el 'fracking', que nos libera del petróleo árabe

Rahola saca su crucifijo contra Rouco: "Su reinado ha sido el de la España negra"
Rouco abandona la presidencia de la CEE Agencias

La portada de ABC contiene siete veces la cabecera y se jacta de los elogios que recibe de Rajoy

Recibo el ABC (no el periódico de papel en la puerta de casa, sino la versión electrónica en la tableta) y ya tengo en la portada el pasatiempo del día: encontrar las veces que aparece la sigla ABC. Por de pronto, he contado siete. Bromas aparte, que un periódico que se supone debe controlar a los políticos y al Gobierno ponga en su portada los elogios que recibe del presidente ayuda a hacerse una mala idea de su independencia. Así se explican las caídas de las ventas.

Los columnistas de izquierdas y alguno de centro-centro-refomista-centro (pienso en Federico Quevedo) se han pasado los últimos días exigiendo a quienes discrepaban de la versión oficial del 11-M que creyesen la sentencia y que dejasen de prestar oídos a horribles asesinos. Hoy, 13 de marzo, el progrerío vuelve a tratar las leyes y las setencias como chicles.

Luis R. Aizpeolea firma una columna que busca blanquear a ETA. Ya lo hizo hace unos meses cuando intentó trasladar las sospechas del asesinato del jefe etarra Pertur de sus camaradas etarras a los servicios secretos franquistas. Ahora, en El País, propone que, ya que ha estallado la paz, el Gobierno deje de aplicar la ley con «venganza».

El presidente Rajoy tiene razón cuando dice que los ciudadanos y el Estado no debemos nada a ETA. Es ETA la que debe a los ciudadanos el reconocimiento de la tragedia que ha causado con más de 800 asesinatos en su historia. Y eso es lo que debe quedar claro en el mensaje de los presos de ETA, que aparece difuminado con el aparataje propagandístico.

Si los presos cumplen esos requisitos con claridad, la sociedad podrá pedir al presidente Rajoy que, en aras de la convivencia, muestre la grandeza y superioridad del Estado de derecho sobre los terroristas, haciendo oídos sordos a la venganza y aplicando la ley de modo adecuado al tiempo en que ha desaparecido el terrorismo. Pero para eso los presos de ETA deben dejar claro su reconocimiento del daño injusto causado a sus más de 800 muertos.

¿Cuál es la sociedad?, ¿la redacción de El País? ¿Por qué el Estado de Derecho tiene que aplicar la ley de manera diferente a los terroristas que a otros asesinos porque han dejado de matar?

Para la progresía, las víctimas del terrorismo, tanto del 11-M como de ETA, son simples objetos políticos que una vez usados se tiran.

El 11-M sacó a España del mapa mundial

Los atentados del 11-M sigue siendo el tema de abundantes columnas.

Jorge Martínez-Reverte (El País) afirma que él y quienes no fuesen indecentes sabían antes de 24 horas que los asesinos del 11-M eran islamistas:

No es cierto que se haya tardado 10 años en saber la verdad sobre los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid. La verdad más importante de aquello se conoció enseguida. Nadie con la menor dosis de decencia e información dudó a las 24 horas de que se tratara de un ataque del islamismo radical contra la ciudadanía.

Luego, un grupo de periodistas escogidos entre la basura, al servicio de políticos rencorosos y sin ningún escrúpulo, se dedicó a sembrar sospechas que sumieron al país en la confusión y, sobre todo, aseguraron a las víctimas un eterno calvario de ajuste de cuentas con la realidad.

Todos ellos tienen nombres y apellidos, y ninguno ha pedido perdón, sobre todo a las víctimas. Se llaman Federico Jiménez Losantos, Pedro J. Ramírez, Eduardo Zaplana, Ángel Acebes y más. Algunos callan ahora, otros siguen piando.

Kiko Méndez-Monasterio (Gaceta.es) se centra en que el atentado y el Gobierno socialista posterior devolvieron a España a la supeditación a Francia.

Chirac celebró el triunfo de Zapatero -también por estas fechas- como si estuviera cantando la Marsellesa en Rick’s, casi con lágrimas en los ojos. La victoria socialista devolvía al sur de Europa el previo statu quo: se acabó con el tratado de Niza, con los sueños saharauis de libertad, y con la esperanza de Aznar de que España volviera a contar en el panorama internacional, algo que a la vieja Francia le quitaba el sueño. Todo eso, y más, cambió el 14-M. Mejor dicho, el 11M, que después de doscientos muertos las patatas fritas volvieron a llamarse french fries en NY.

Isabel San Sebastián (ABC) duda de que los españoles hayan aprendido del 11-M

Aquellos 11, 12 y 13 de marzo de 2004 fueron días de infamia y abyección. Días cuyos acontecimientos demostraron el grado infinito de corrupción moral que puede llegar a provocar el terror; la vileza que habita en algunas personas y colectivos dispuestos a servirse de lo que sea con tal de alcanzar sus objetivos.

Quisiera creer que hemos aprendido la lección, pero la verdad es que no lo creo. Basta observar a nuestros dirigentes para concluir que, si se produjera de nuevo un atentado como aquel, volveríamos a presenciar similares conductas. España está resquebrajada y eso la hace vulnerable. Ahí radica el principal peligro.

¿Y si los árabes pierden el petróleo?

Gabriel Albiac (ABC) insiste en que el petróleo árabe financia el terrorismo yihadista y da la clave para librarse de él.

Sin él, ni el 11 de septiembre neoyorquino, ni las siniestras matanzas de Bali, Madrid o Londres ni los incontables genocidios religiosos en África, la mayor parte de las veces pasados bajo silencio, hubieran podido ser siquiera imaginables. El crudo de Arabia Saudí y de los Emiratos hacía hiperrealista un venerable mantra del terror, viejo de hace ya un siglo: compraremos a los burgueses la cuerda de la cual colgará su cuello.

Trece años después del 11-S, los Estados Unidos han pasado a ser autosuficientes en combustible. Y están a punto de convertirse en exportadores de gas. Alá no debe de andar – y eso se entiende- demasiado contento. No es Satán quien se le enfrenta; es la técnica infernal del ‘fracking’.

Europa, como siempre a remolque de todas las innovaciones productivas en el último siglo, tiene las peores cartas en esta partida. Si se envuelve aún en el zarrapastroso manto ecologista para negarse a sí misma lo que viene, es que en eso que viene no ve ya para sí lugar alguno. Prolongará su agonía, con los gastos imposibles del crudo árabe y el gas ruso.

Todo está hoy técnicamente dado para cerrar la negra etapa que puso la economía mundial en manos de un puñado de déspotas de derecho divino. Seguro que alguien habrá – porque Alá es grande y listo- para oponerse al ‘fracking’.

¿Por qué entonces tantos canarios, con su presidente regional, Paulino Rivero a la cabeza, y tantos cántabros se oponen a las prospecciones petrolíferas y al fracking?, ¿sólo por ignorancia?

El sucesor de Rouco

No sé cuántos católicos hay en España. Si miramos el número de los que marcan la casilla del IRPF, más que los militantes de todos los partidos políticos. Y si nos fijamos en los columnistas que dan su opinión sobre el relevo en la presidencia de la Conferencia Episcopal Española concluiremos que incluso hay más clericales que católicos.

José Oneto (Republica.com) no sólo se adhiere a lo que piensa El País del cardenal Rouco, sino que interpreta el pensamiento del Papa Francisco.

Decir, a estas alturas, que la autoría de los atentados del 11M se debe «a personas con obscuros objetivos de poder», y presentar ante sus hermanos en el Episcopado, una imagen de España rota, dominada por el relativismo moral en el discurso dominante, no deja de ser chocante para alguien que se va, después de una etapa marcada por el sectarismo y por obsesiones muy particulares. Un discurso dominante pobre, según él, al que hay que combatir como hay que combatir el aborto, la reproducción humana artificial, o la regulación del final de la vida. Todo un programa político que, en su momento, incluyó críticas a la propia Constitución, y que tiene muy poco que ver con las prioridades del nuevo Papa Francisco que cumple estos días su primer aniversario al frente de la Iglesia Católica.

Pilar Rahola (La Vanguardia) le reprocha a Rouco que haya defendido la unidad de España. ¡El mismo reproche que hacía Jordi Pujol a Juan Pablo II!

Su reinado ha sido el de la España negra, aquella que siempre temió las ideas que venían del norte, encerrada en su círculo inquisidor. Lo último que ha dicho ha sido lo de la unidad de España y bla, bla, bla, porque todo el mundo sabe que uno de los mandamientos del catecismo dice: «Blindarás la unidad de España por encima de todas las cosas».

Y al final el cliché:

¿Acabarán los días de esas Iglesia española -por cierto, tan distinta a la catalán- reaccionaria y contrarreformista eternamente instalada en la jerarquía del poder?

¿Sabrá la pobre mujer que la Cataluña interior se sublevó en 1827 para reclamar a Fernando VII la reposición de la Inqusición? ¿Y cómo puede explicar que la Iglesia de Rouco estuviera instalada en el poder con su fracaso en frenar la ingeniería social de Zapatero?

Abel Hernández (La Razón) es uno de esos católicos clericales que tanto disgustos causan a los simplemente católicos. Elogia al obispo Blázquez porque se mimetizó con el nacionalismo vascos del que nace ETA y que ha arruinado la fe en esa región. Bravo, Abel, bravo. Menuda tarjeta de presentación le has escrito al monseñor.

Castellano de Ávila, buen teólogo, heredero espiritual de los místicos castellanos, un hombre moderado y dialogante, inspira cierta confianza para esta difícil misión en los tiempos que corren. En su breve etapa anterior al frente del Episcopado, constreñido por la poderosa sombra del cardenal de Madrid, llegó a entenderse en silencio hasta con Rodríguez Zapatero, mientras Rouco sacaba los ciriales y las pancartas a la calle. En Palencia sustituyó con éxito, lo que parecía imposible, al carismático Nicolás Castellano, que lo dejó todo y se fue de misionero a Bolivia. Y en Bilbao, el «tal Blázquez», expresión despectiva con el que lo recibió Javier Arzalluz, se trocó al final en «nuestro Blázkez» hasta para el clero nacionalista. Así que este obispo es una garantía.

¿Garantía de qué?, ¿de que sabe pactar con los poderes políticos?

La mejor columna, para mí, la de José Luis Martín Prieto (La Razón), titulada ‘La imprescindible voz de los obispos’.

A la postre nuestros problemas se asientan en políticos de escasa calidad, nepotismo, corrupción, corruptelas, pérdida de valores, egoísmo existencial. La moralidad perdida está en la Iglesia, con sus muchos defectos (algunos criminales) y en ella se puede encontrar esa esperanza desde el ateísmo al orientalismo. Falta Cristo, como están ausentes Zaratrustra o Confucio, sí, pero que desde el nihilismo con representación parlamentaria se pretenda equiparar catolicismo con judaísmo o islamismo en un Estado forzadamente pluriconfesional es una de esas ocurrencias propias de la desaparecida alianza de civilizaciones que tantos millones y neuronas nos costó. El legado de Rouco es la asignatura de la moral.

A su altura está la de José García Domínguez (Libertad Digital) que parte de la polémica entre Pelagio (el hombre es intrínsecamente bueno) y San Agustín (el hombre es malo) para dividir a los economistas y políticos, ya socialistas, ya liberales, sean Marx, Mises, o Hayek, en creyentes fanáticos en la soberanía absoluta del hombre, o bien, como Montesquieu, Tocqueville o Hobbes, en escépticos y desconfiados. Para meditarla.

¡Han encontrado a la sociedad civil catalana!

Para acabar, tabarra catalana.

Salvador Sostres (El Mundo) sigue quemando incienso ante la estatua de Rajoy.

Los republicanos no acaban de superar el complejo de inferioridad del paria que se deja deslumbrar por la quincalla pequeño-burguesa; y son los primeros -y tal vez los únicos- que creen que sólo Mas puede conducirles a la independencia, cuando en realidad les está vendiendo a cambio de su mordida; como ya hizo en 2006, yendo a La Moncloa a recortar el Estatut con Zapatero a cambio de la incumplida promesa del PSOE de hacerle presidente de la Generalitat.

Convergència no es un partido para resolver problemas sino una trama para cocerlos a fuego lento y sacarles el máximo provecho. Mas sin España sería un mindundi incluido en cualquier ERE.

El único que se ha dado cuenta es Rajoy y por eso no va a ceder hasta verle arrastrarse por

Y la columna risible del día es para Màrius Carol. El director de La Vanguardia se extasía ante la inmensa sociedad civil catalana… donde no hay asociación sin subvención.

La consellera de Benestar Social y Família destacó que colabora con 2.800 entidades solidarias. La gran suerte de este país es que dispone de un tejido social extraordinario que dedica tiempo, esfuerzos y dinero a que la sociedad no se rompa por sus costuras.

Este texto buenista me ayuda a sobrellevar la pena por el obituario anticipado que escribe Alfonso Ussía de su amigo ñigo Moreno de Arteaga, marqués de Laserna,

prototipo de la lealtad sin fisuras. Lealtad a España y al Rey

La primera copa del día será a la salud del señor marqués, como en esa montería que relató hace unas semanas Ramón Pérez-Maura, donde se dieron vivas al Rey y a España, que no fueron jaleados por los guardias civiles presentes.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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