David Gistau asegura que vio a Jorge Moragas aplaudir el discurso de Rubalcaba
Con qué satisfacción se debió acostar la mayoría de los columnistas de la prensa de Madrid después del debate en el Congreso. Como los soldados del Ejército Rojo después de la rendición del VI Ejército alemán en Stalingrado. La alegría es tan contagiosa que la soja del desayuno me sabe a magdalena de chocolate.
Abro la selección de columnas con una frase patética de Pilar Ferrer (La Razón), para ponernos de bueno humor. Esto dice sobre el parlamento de Rajoy.
Un discurso magnífico, entre Cicerón y Castelar.
Después de leer semejante comparación estoy a punto de meterme en la cama y esperar al día siguiente, porque sé que no voy a encontrar nada más retumbante, pero me contengo pensando en mis lectores.
Al lado de Ferrer, Francisco Marhuenda (La Razón) casi parece frío. Recomienda la colaboración entre el PP y el PSOE frente a los separatistas.
Los diputados que defendieron la consulta quieren la independencia y la ruptura de España. Es bueno hablar con claridad. Es cierto que se deben mejorar los mecanismos de cooperación así como el modelo de financiación, pero otra cosa muy distinta es subvertir el ordenamiento constitucional. Los independentistas no quieren dialogar, sino imponer un escenario irreversible. Rajoy y Rubalcaba tienen que mantener esta unidad, porque es fundamental para parar el proceso de ruptura.
A Gistau (ABC) también le llama la coincidencia entre Rajoy y Rubalcaba, que llevó a Jorge Moragas a aplaudir a éste.
En lo esencial, pese a las digresiones federalistas, el discurso de Rubalcaba se pareció tanto que, por tres veces, el líder socialista recibió aplausos de diputados populares. Hasta a Moragas, jefe de gabinete en Moncloa, se le escapó una ovación automática que reprimió sonriendo como si se hubiera dado cuenta de que hablaba el jefe de otro
Y Artur Mas en su casita, como cuando la Diada
Santiago González (El Mundo) cree que la embajada catalana ha tenido un recibimiento demasiado generoso, sobre todo cuando el que ha montado el follón se ha quedado en Barcelona.
No sé yo si es muy procedente que el presidente del Gobierno y el jefe de la oposición se tomen tan en serio la asonada catalana como para bajar ellos al Hemiciclo (…) Mas ha vuelto a repetir su hazaña de la Diada de 2012: convocar la manifestación y luego él quedarse en casa, a verlo por la tele.
José Antonio Zarzalejos (La Vanguardia) anuncia que Rajoy se moverá, pero cuando él quiera.
Quienes intenten una lectura lineal, simple y despectiva del discurso de Rajoy se confunden. Muchos analistas lo hemos minusvalorado, pero los hechos cantan: él ya sabe que Cataluña es -con la crisis económica en fase de salida- su gran desafío. Se moverá, pero ni ante el auditorio parlamentario, ni cuando se le marque el ritmo desde fuera de la Moncloa. Entender esta idiosincrasia presidencial, es necesario para comprender su discurso catalán.
Salvador Sostres (El Mundo) abunda en la misma idea: la negociación entre CiU y Madrid está en marcha o a punto.
Ayer terminó la ensoñación de que España se suicidara por voluntad propia para que la COnvèrgencia pudiera continuar viviendo de fiesta en fiesta sin asumir ningún desgaste, ni siquiera el de presentarse a las elecciones con la independencia en el programa, cosa que nunca -¡nunca!- ha hecho ahsta el momento.
También podría ser que, como siempre, al final no pasara nada. Hoy emperzarán a negociar y Convèrgencia está asustada.
Graciano Palomo (La Razón) aplaude a rabiar desde su escaño:
Rajoy, en la seguridad de que cuenta con el 95% de la ciudadanía sosteniendo su pulso contra las pretensiones anti-históricas, quiso dar confianza a esa inmensidad del pueblo que espera de él determinación y para borrar de un tajo sí, pero sin aspavientos hueros, los sueños equinocciales de tal mal recuerdo por estos lares. Diálogo, sí. Pero para las cosas, ¡oiga!, que interesan realmente a los catalanes. Lo demás son gaitas sordas y castellets en el aire. Su bancada sacó el apoyo incontestable en estas circunstancias especiales para aupar a su comandante en jefe. Ayer más presidente que nunca.
Ignacio Camacho se sale un poco de los elogios y los aplausos, y apunta un asunto desagradable en su columna de ABC: el uso de la fuerza.
Conviene que quede claro. El Congreso no sólo denegó ayer por abrumadora mayoría el permiso para celebrar un referéndum de autodeterminación – así se llama- en Cataluña, sino que en la negativa va implícita la autorización al Gobierno para impedir la consulta. El Ejecutivo tiene ya de por sí la obligación de hacer cumplir la ley, pero ahora cuenta además con un mandato democrático respaldado por la oposición para evitar que la Generalitat organice por su cuenta una votación ilegal.
La verdad es que después de esta ramillete de elogios, alabanzas y hasta piropos a Rajoy y a Rubalcaba me da un poquito de vergüenza traer aquí a los aguafiestas.
Los ceñudos
El primero Federico Jiménez Losantos (El Mundo), víctima de ese catalanismo tan pacífico.
el Gobierno del PP, haciendo suya la jeremiada sentimentaloide que, a costa del espaol (lo demostró la párvula oradora de ERC) y de los bolsillos de los españoles impone el discurso separatista, ofreció ayer el cambio d ela Constitución Española cuando lo que no quieren los separatistas es ni España ni Constitución. Sus siervos aplaudieron mucho esa sandez de que él ama a Cataluña más que los nacionalistas.
Y Rubalcaba -otro demóstenes de guardería- a su afección sentimental le llaman federalismo. Todal: unos, sin retorno; y otros, sin remedio.
Otro es Pablo Sebastián (Republica.com).
Ibarretxe, finalmente, acató la legalidad y se tuvo que marchar, mientras Mas y sus compañeros de de viaje a ninguna parte, han anunciado que avanzarán hacia la consulta en pos de la independencia al margen de la ley y la Constitución.
Lo que deja en evidencia que el diálogo y la negociación es, en estas circunstancias imposible -como lo dijo Rosa Díez-, y que al final el Gobierno de Rajoy -y el PSOE- deberá actuar con todas las de la ley y las de la Constitución en defensa de la legalidad y de la unidad nacional. Una legalidad, por cierto, como lo recordó la representante de UPyD, que hace tiempo que no se cumple en Cataluña y qué hora es que se restablezca de una vez, antes de que las cosas vayan a mucho peor.
Pablo Molina (Libertaddigital.com) se lamenta del bajísimo nivel cultural y hasta expresivo de la delegación enviada por ese Senado romano renovado que es el parlamento catalán a tratar con los bárbaros cartagineses, que somos nosotros, y destaca su sentimentalidad.
la continua apelación a cuestiones sentimentales, como si en lugar del Parlamento de la Nación estuvieran en un consultorio de tarot de la madrugada televisiva
Del Trío Referéndum, la más pizpireta ha sido la parlamentaria de ERC Marta Rovira, que
explicó a toda España que cuando deja a su niño en el cole las conversaciones con el resto de las madres giran en torno al derecho a decidir, de manera que hasta en las guarderías catalanas el tema de conversación no son las actividades extraescolares o la última epidemia vírica, sino la autodeterminación.
Un ‘pin’ de la bandera española en la chaqueta de Madina
¿De verdad nos podemos fiar de que Rubalcaba y el PSOE permanezcan en el lado correcto? Cabe dudarlo.
Así disecciona, contento, Toni Bolaños (La Razón) el discurso del secretario general del PSOE, en el que atacó a separatistas y separadores. Los socialistas en medio.
Rubalcaba ha puesto el dedo en la llaga cuando ha recordado el origen del conflicto. Por un lado, la crisis. Por otro, la decisión del Tribunal Constitucional de modificar el Estatuto refrendado en las urnas por los catalanes, sin olvidar la campaña política y mediática del Partido Popular que incluyó la recogida de firmas contra el Estatuto de Cataluña.
Luis Ventoso (ABC) se centra en la cojera antiespañola de la izquierda.
¿Por qué hace [Rubalcaba] todo eso? Pues porque, como casi toda la izquierda, actúa como un español acomplejado de su país. Su mente no ha completado todavía la Transición y confunde a España, la nación más antigua de Europa, con un cliché de Franco.
Obama luce ufano en su ojal un pin con la bandera de Estados Unidos. ¿ Se imagina alguien a Eduardo Madina con un pin de la bandera española en su solapa? Impensable. Mientras eso no se corrija, España será un país frágil y hemipléjico, donde el sentir de la mayoría de su población no casa con los balbuceos de su izquierda dirigente.
El discurso se lo ‘sopló’ Arriola a Rajoy
Miro ahora en el bando catalanita, que tiene un malhumor que no puede ocultar.
Francesc-Marc Àlvaro (La Vanguardia) recurre al viejo soniquete de que oponerse a las exigencias del catalanismo hace más separatistas. O sea, si nos dais lo que queremos, seguimos aquí, y si no, nos vamos.
Mariano Rajoy afirmó que no existe ninguno de los agravios que Cataluña dice sufrir. Desde ayer, hay más catalanes a favor de la independencia. No han frenado el proceso catalán, lo han fortalecido.
Si es así, tendrían que pedir un debate todos los meses, ¿no?
La ‘doctora’ Rahola necesita volver a la universidad o al colegio.
Y mientras en los países decentes se resuelven los problemas territoriales de la única manera civilizada, con las urnas, aquí bailan la yenka dle no pasarán los de la derecha y la izquierda.
¿Se refiere a EEUU, que hizo una guerra sangrienta para evitar la secesión del Sur?, ¿a Francia, que combatió por la recuperación de Alsalcia y Lorena?, ¿a Irlanda, que se alzó contra los británicos?, ¿a la India y Pakistán, que se enfrentan por Cachemira?, ¿a la Yugoslavia que se fragmentó en en varias guerras?
Como hizo ayer, Juliana lo reduce todo a un egoísta cálculo electoral de Rajoy, cuyo discurso inspiró el gurú electoral Arriola. ‘Arriola’ se titula el artículo de Juliana.
Un mensaje que busca la movilización del electorado mas fiel del Partido Popular, castigado por la crisis, irritado por el caso Bárcenas, desganado, desmovilizado, enfadado con la política y con los políticos, nebuloso en las encuestas, con ganas de abstenerse el 25 de mayo, o tentado de clavar una banderilla al oficialismo con las papeletas de UPyD y Vox. Rajoy se dirigió a ellos -no a la mayoría de la sociedad catalana- y les dijo: el garante de la estabilidad y de la soberanía nacional española soy yo.
Sólo los catalanistas obran con razones justas, puras y desinteresadas.
En este bando, entra Xavier Vidal-Foch (El País), que encuentra en la sentencia del Tribunal Constitucional algo que no ha visto nadie más.
[Rajoy] hurtó el segundo mandato de la mencionada sentencia del Constitucional.
¿Mandato? Sí. Muy claro. Un mandato para «resolver mediante el diálogo y la cooperación los problemas» territoriales. O sea, no una conversación etérea, no una tertulia, no una sucesión de monólogos, sino un diálogo orientado a «resolver» los «problemas», para lo que es requisito reconocer que hay algún problema. Eso presupone la voluntad de llegar a acuerdos. Y exige: propuestas con contenidos materiales concretos; un procedimiento claro y eficaz; un calendario explícito. A partir de ahí, «cooperación» para identificar medidas que reconstruyan la confianza. Y desde ahí una negociación con renuncias mutuas, acuerdos, periodos de ejecución.
El que más se acercó a ese mandato fue Rubalcaba con su alternativa de una reforma constitucional federal
La pluma de Urbano va a misa
Cuesta encontrar columnistas que hayan escrito sobre otro asunto. Ignacio Ruiz Quintano (ABC) regresa a a visitar a Pilar Urbano.
En aquel primer viaje papal a España, los periodistas fueron invitados a la Nunciatura, donde esperaron en fila formal a ser recibidos por Juan Pablo II. Entró el Papa, y Pilar Urbano, pluma («cálamo de veloz escriba», dice el salmista) en mano, saltándose cualquier protocolo, se arrojó al suelo al grito de: «¡Santidad, bendecidme la pluma!»
Y así quedó establecida la superstición según la cual cuanto escribía la Urbano iba a misa.
La columna ridícula del día es para Alfonso Ussía, porque escribe sobre las palabras de Jesús Eguiguren de las que llevamos hablando desde el lunes. ¡Alfonso, espabila un poco, que llegas tarde!