Antonio Gala ensalza una Al-Ándalus de tebeo, de palacios y sultanes
¡Cómo han cambiado las tornas! Como en una película de Errol Flynn. El villano pasa de sentirse triunfante a ser detenido por la policía o la caballería en unos minutos. Ahora me explico.
El País de Juan Luis Cebrián se ha olvidado de Alfredo Pérez Rubalcaba. No le dedica viñetas, ni columnas, ni editoriales. Porque se ha convertido en el diario gubernamental, o sea, el diario del PP. Y donde Rubalcaba debe buscar elogios y palmadas es la prensa anti-socialista. Este 24 de abril de 2014 se publican dos columnas que le harán crecer el pelo de satisfacción. Pablo Sebastián y Raúl del Pozo le presentan como un hombre muy inteligente y, además, como un estadista, al que Rajoy necesita.
Marcello (Republica.com) le ve de consejero en el Banco Santander.
Rubalcaba, en vez de parecer un ‘rojo’ irreductible y peligroso, se muestra en los grandes salones empresariales y financieros como un ‘estadista’ sensato y responsable, un social liberal, monárquico y tradicional, lo que lo convierte en uno de los políticos preferidos de las élites.
Todo ello nos conduce a pensar que cuando Rubalcaba salga del primer plano de la política -si es que alguna vez se va- los amos del IBEX -que le han hecho luz de gas a Zapatero- se lo van a rifar o disputar para que amenice sus Consejos de Administración y de paso interceda por la Compañía en la que se integre, ante los podres públicos y asimilados.
Por poner un ejemplo, si Rubalcaba pierde las elecciones de la UE y convoca primarias y aparece otro secretario general, en el plazo de unos meses yo lo vería sentado en los Consejos del Banco de Santander, Prisa y ACS. En el Santander porque Botín siempre le gana por la manos a sus competidores y hemos dicho que a don Alfredo se lo van a rifar. Además, ¿no está allí Isabel Tocino, con menos currículum que Rubalcaba? En ACS porque es amigo de Florentino y un hincha del Real Madrid y en Prisa por razones obvias.
Bueno, bueno, hay ex políticos que están en tres consejos de administración a la vez. Miquel Roca es uno de ellos.
Raúl del Pozo (El Mundo) cuenta que en el PP están encantados con él.
Los del PP (…) ven de pronto a Alfredo Pérez Rubalcaba, tercer león de las Cortes, como un hombre de Estado. Antes les parecía una mezcla de refinado Maquiavelo y de maligno Satanás; ahora lo consideran un hombre imprescindible para salvar la unidad.
Uno que sabe todo lo que pasa en Génova lo ve así: «No es ni nacionalista ni republicano. Es fundamental que siga, los demás serían un desastre. Ha enderezado al Partido Socialista, alejándolo de las veleidades nacionalistas, recuperando el patriotismo de los dirigentes históricos del PSOE».
tiene siete vidas políticas y zarpa de terciopelo, como los gatos.
El PP, reaccionario para un socialista de pro
¿De verdad «ha enderezado» al PSOE? Leo en Republica.com una columna del excelentemente bien retribuido Juan Fernando López Aguilar, ex ministro de ZP, y compruebo que los socialistas más cultos, no los Eduardo Madina, siguen con sus taras. Empieza muy bien, refutando el plan separatista de Artur Mas, sin nombrarlo.
una secesión unilateral del Estado miembro de la UE conduciría a su ex fragmento a la condición de «tercero» eventualmente sujeto a las reglas de adhesión, a la negociación de sus 36 protocolos, y, tras su completamiento satisfactorio, a nueva incorporación al Derecho Europeo tras superar la unanimidad (es decir, el veto) de todos y cada uno de los socios de la UE, (art. 49 TUE)
A continuación, caen chuzos de punta sobre el PP.
El inmovilismo del PP solo puede ser enjuiciado a estas alturas como netamente reaccionario. Por refractario a los cambios cada vez más presentidos como simplemente inevitables por una amplia mayoría de la sociedad española.
Y sigue la propuesta de federalizar España.
En cambio hay una propuesta que quiere reconstituir federalmente España, y en la que su identidad nacional y pueblos pueden seguir conviviendo. La federalización de la Constitución -con una revisión profunda de los pactos del 78- es la tarea y el tema impostergable de nuestro tiempo; para decirlo con Ortega. Y somos varias las generaciones que debemos involucrarnos a fondo en su prosecución y su éxito. Nos va en ello la razón de ser de España y, como consecuencia, la de su propio papel en el reflotamiento del federalismo en Europa.
El Día de Sant Jordi
Ya que estamos con la murga catalana, recojo lo que dicen dos columnas sobre el día de San Jorge.
Abel Hernández (La Razón) critica el mensaje de Artur Mas por falso.
con sus constantes manifestaciones públicas, lo que parece que pretende es fomentar la «espiral del silencio» de los discrepantes para que estos se plieguen a la línea dominante; es decir, la utilización de la opinión pública, según la teoría de Elisabeth NoelleNeumann, como una forma, peligrosamente antidemocrática, de opresión social. Así se construye la opinión dominante del llamado «derecho a decidir», de la consulta y, si se puede, de esa locura de la secesión. Los que no están de acuerdo, se exponen a quedar aislados por negarse a seguir la corriente avasallante. El temor al aislamiento y al desprecio social conduce, según esta teoría comprobada, al silencio de los discrepantes.
Y Salvador Sostres (El Mundo) despotrica del día de marras por haberse convertido en un ritual de masas groseras.
Sant Jordi es el día por excelencia en que Cataluña se siente moralmente superior; la envidia del mundo civilizado. La discreta galantería de regalar una rosa, convertida en la ostentación pequeño burguesa de hacer, una vez más, lo que todo el mundo hace: esa horterada. Y un país de iletrados presume de regalarse libros.
Hay una miseria que un día llegó y de la que ya nunca más vamos a librarnos. ¡Qué gran destrucción ha causado la democracia!
Yo es que veo gente en la calle, y sueño tanques y más tanques.
Más libros. Como la última de El País está seca, deduzco que hoy no escriben las chicas progres Rosa Montero y Leila Guerreiro. Jorge Martínez Reverte aprovecha la muerte de Gabriel García Márquez para recordar cómo la figura de Fidel Castro enfrentó a los escritores hispanoamericanos de entonces.
El caso Padilla dividió desde 1971 a toda la intelectualidad occidental. Muchos seguidores de aquellas luminarias optaron enardecidos por un escritor u otro en función de su postura hacia el castrismo. Leer a Cabrera Infante fue, durante mucho tiempo, un síntoma de rendición al imperialismo. Y no digamos a Vargas Llosa, al que se le han regalado todo tipo de insultos por su continua defensa de la libertad como un bien inalienable.
Con Mario Vargas afortunadamente vivo, y con las cenizas de Gabo recién distribuidas entre sus dos patrias, es un buen momento para apreciar lo baldío de la pelea. Todos ellos son grandes, muy grandes. A todos ellos se les puede leer con un deleite que nos aparta de la pelea externa al arte.
De la televisión a la política
Ignacio Camacho muestra su desencanto ante la elección de los candidatos hecha por los partidos llamados a renovar la política española. Todos ellos tiene en común que son tertulianos bregados.
Para combatir el denostado bipartidismo, que tiene grietas pero aún no se halla en estado de desplome, la desarticulada sociedad civil española postula una democracia de tertulianos. La eclosión de candidatos de plasma es la versión posmoderna y en prime time del viejo arbitrismo español. Las europeas de mayo van a ser las elecciones más catódicas de nuestra historia: una pléyade de telepredicadores enfrentada a la nomenclatura convencional de los partidos de Estado. Populismo de TDT contra el aparato de las viejas maquinarias de poder.
Los prometedores Ciudadanos de Albert Rivera, la escisión pepera de Vox o los radicales bolivarianos de Podemos han elegido como cabezas de cartel a telegénicos y fajadores propagandistas curtidos en la esgrima del teledebate.
Estas ideas pueden completarse con los hechos expuestos por Lluis Foix (La Vanguardia).
¿Por qué los diputados británicos y franceses tienen el coraje de ir en contra de su partido cuando gobierna? Por una razón bien sencilla. Su depedencia no está en las máquinas partidistas, sino que se encuentra en sus electores. Saben que, si votan en contra de lo que los electroales puedan pensar, su escaño se encuentra en riesgo.
Los políticos son rehenes de sus partidos. Yo no sé quién es mi diputado.
Celos en el mundo del cine comprometido por Ocho apellidos vascos
Para reírse, recomiendo la columna de José María Carrascal, que cuando está en Nueva York escribe mejores textos que cuando pretende solucionar el encaje constitucional de Cataluña en el Estado español. En la de hoy, describe un timo hecho a los ‘amantes’ del arte moderno.
Posiblemente hayan oído de ella, al estar envueltos dos españoles, detenidos en Sevilla, aunque en libertad bajo fianza. Se trata de los hermanos José Carlos y Jesús Ángel Bergantiños Díaz, acusados por la Fiscalía de Manhattan de montar un esquema para falsificar y vender cuadros de los más famosos pintores contemporáneos norteamericanos, por un monto total de 30 millones de dólares, con la complicidad de una marchante, Glafira Rosales, a través de la más antigua y prestigiosa galería neoyorquina, Knoedler. El cuarto personaje de la cuadrilla era un pintor chino, Pei-Shen Qian, que había venido a Nueva York a estudiar arte y se ganaba la vida vendiendo sus cuadros en la calle.
A mí, lo que más me ha dado que pensar, aunque en modo alguno me haya sorprendido, es la facilidad con que puede falsificarse el arte moderno. Intenten ustedes imitar una obra de Velázquez, de Rembrandt, incluso de Renoir o de Corot, y se darán cuenta de lo difícil que es. Pero ya han visto lo fácil que resulta colar a galerías, críticos, expertos y salas de subasta un falso Pollock o un Rothko, como lo sería aquel cuadro de la obra teatral que sólo contenía pintura blanca. Incluso sin pintura. Lo que pone en cuarentena no ya el mercado del arte moderno, sino el arte moderno mismo.
David Trueba me parece celoso debido al último párrafo de su columna dedicado a alabar, no a Rubalcaba, sino a dos películas españolas, Anochece en la India y Edificio España, que no tienen el éxito de Ocho apellidos vascos.
Ni Chema Rodríguez ni Víctor Moreno, los directores de ambas películas, tienen la respuesta que ustedes y yo estamos esperando. Pero al menos utilizan la paciencia para mostrar los signos. Las películas sobre degradación no regocijan al público que acude a verlas. Tampoco lo pretenden. Se quedan ahí en el aire como un insecto zumbón y molesto. Pero ambas historias pueden presumir de contar en qué consiste hoy llevar ocho apellidos españoles.
El odio de Antonio Gala a la España cristiana
El premio a la columna ridícula se lo vuelve a llevar Alfonso Ussía (La Razón). Asegura que la estatua del almirante Nelson en Londres tembló de miedo
algo o mucho tuvo que ver la entrevista que un conocido periodista de «Channel 4» le hizo a nuestro elegante y natural cantante Enrique Iglesias. Se habló de todo, y le llegó el turno al próximo Mundial de fútbol en Brasil.
Pregunta el entrevistador: «¿Cree que España repetirá triunfo en el Mundial de Brasil?». Responde el chispeante trovador, también conocido como «El Ruiseñor de Miami»: «Es difícil. Pero he prometido que si España gana, me desnudaré completamente en la Plaza de Trafalgar de Londres».
Antonio Gala (El Mundo) recibe el premio a la columna mentirosa. En su billete sobre la catedral de Córdoba, tiene espacio suficiente para atizar a sus bestias negras: la Iglesia católica, Aznar y Gallardón. Y también para reivindicar a su amado islam en unas frases de sintaxis mutilada.
No se trata de una Parroquia Mayor; se trata del apogeo, como Medina Azahara fue, del califato cordobés. Con la Bética como capital en Córdoba asimismo, lo mejor que hemos tenido en España.
Otro que se olvida que los musulmanes entraron a sangre y fuego en España, que arrasaron ciudades como Mérida y que destruyeron obras de arte y templos como la basílica visigoda sobre la que se construyó la mezquita. Esa Medina Azahara que añora fue víctima del fanatismo de los almohades. ¡Tener que enseñar historia a un señor tan mayor!