Aznar se olvida de sus querellas con Rajoy por servir a la "estabilidad", según Sebastián
Es duro ser político profesional. Si te quedas en uno de los grandes partidos se te acusa de buscar sólo la poltrona y si te vas y fundas otro te riñen por no unirte a los demás disidentes, sean o no de tus ideas.
Este 12 de mayo de 2014 los columnistas también hacen campaña. Los hay para todos los gustos: partidarios de Vox, partidarios del PP y hasta partidarios de Rubalcaba.
Federico Jiménez Losantos (El Mundo) traslada su enfado con la casta y con los partidos establecidos a los nuevos, a UPYD, a Ciudadanos y a Vox.
En los programas electorales y en el discurso político de Rosa Díez, Albert Rivera y Vidal-Quadras, las diferencias son mínimas. (…) Sin embargo, la casta política regeneracionista, lo que atendiendo a sus posibilidades en las urnas podemos llamar la castita, ha demostrado un sectarismo, una endogamia, una patología partitocrática en nada diferente a la que observamos y criticamos en la Casta, con mayúscula, es decir, el PSOE y el PP, en IU, CiU y el PNV
Si contra este estado de cosas, tres partidos (…) que han nacido para salvar a la nación española de la corrupción y la disolución no pueden ponerse de acuerdo en una candidatura única para defender a España en Bruselas, ¿quién confiará en ellos? UPyD siempre ha rechazado a Ciudadanos, sin motivo político serio; ahora, Ciudadanos rechaza a Vox, con menos motivo aún. Que no se extrañen si los ciudadanos no se fían de ellos, porque ellos sólo se fían de sí mismos. El resultado previsible será el triunfo de la mezquindad.
Vamos, pensarán Alejo Vidal-Quadras, Javier Nart y Juan Carlos Girauta, que no sólo te puedes quedar sin escaño, sino que encima te cae una bronca de Federico.
Fernando Sánchez Dragó (El Mundo), que antes había declarado su admiración por dos mujeres, Esperanza Aguirre y Rosa Díez, ahora pide el voto para Vox, aunque reconoce que él no va a votar su lista porque no está en España.
Tiempo habrá para regresar, rabicorto, al redil del PP si éste deja de ser de izquierdas y vuelve a ser de derechas. Todas las personas -personas- citadas me parecen de fiar. ¡Si dispusiese de un surtido de papeletas! ¿Que no me las dan? ¡Pues ea! ¡Ahí va mi voz, sin voto, para Vox! Y si no sacan ningún diputado, como las encuestas sugieren, da igual, pues tampoco existe Bruselas, capital de la Nada.
José Oneto (Republica.com) se pasma de la inanidad de la campaña de Arias Cañete y Valenciano.
no deja de sorprender que ninguno de los más importantes candidatos, tengan el mínimo interés en explicar las consecuencias que para la vida cotidiana de la ciudadanía, tienen unas elecciones que van a condicionar todo el entorno político, económico y social del país, así como el futuro de las nuevas generaciones.
Pablo Sebastián ha pergeñado una columna más interesante (Republica.com) que las anteriores. Su tema es el cambio de comportamiento de Aznar
¿Por qué recula Aznar? En primer lugar porque ha entrado en el ‘circuito’ de la cuestión de Estado sobre la ‘estabilidad nacional’ que domina la vida española, ante los riesgos de desestabilización institucional que emanan del paro, la corrupción, la crisis del bipartidismo y el desafío catalán.
Pero Aznar ha reculado también para que Rajoy no castigue a Ana Botella y la permita seguir optando a la alcaldía de Madrid en 2015, y puede que también presionado por los poderes fácticos -donde Rajoy se mueve con soltura- que pagan las importantes asesorías y sillones de los Consejos donde se sienta Aznar, dentro y fuera de España, donde no entendía la rebelión de Aznar contra el gobierno conservador del PP.
Y añade una defensa de Alejo Vidal-Quadras.
Por último, Aznar también quiso distancias con Vox, y sobre todo contra Alejo Vidal Cuadras del que dice en privado, con maldad, que solo busca es el sillón del Parlamento europeo (una minucia comparada con el patio de poltronas del que disfruta Aznar). Atrás se quedan en Vox José Antonio Ortega Lara y otros que creyeron las críticas de Aznar a Rajoy.
Martín Prieto y Anson: defensores del PP-PSOE
José Luis Martín Prieto (La Razón) me sorprende con una defensa del bipartidismo y da por sentado que Vox se estrellará.
El bipartidismo ha cuajado en prósperas sociedades anglosajonas, y en España ha encofrado la democracia ordenando aquella sopa de letras que concurrió a las primeras elecciones. Como nuestro bipartidismo es imperfecto, en ocasiones la gobernabilidad la han aportado la derecha catalana, vasca o canaria. Por ello el peligro relativo de nuestro duopolio no reside en el autobús de todos los que han descubierto tardíamente su vocación de bisagras, sino en la varicela independentista de la burguesía catalana.
Los biempensantes de VOX ni tienen recorrido ni son la derecha del PP. El problema del PSOE es que cuenta con una multiplicada extrema izquierda y que Izquierda Unida, Desunida, Plural o Pluscuamperfecta crece en intención de voto proponiendo disolver la tormenta perfecta con un comunismo de andar por casa que pretende hasta no pagar la deuda. No vienen solos: arrastran indignados, escrachantes, anarquistas y chavistas financiados por Venezuela. El PSOE tiene más difícil mantenerse en el perseguido centro. Lenin se equivocó: el izquierdismo no es la enfermedad infantil del comunismo, sino de la política.
Y Luis María Anson (ElImparcial.com) añade una defensa de Rubalcaba y del PSOE que ya he leído en sus columnas de El Mundo, pero que me deja patidifuso.
si el resultado fuera el que anticipan las encuestas no sería extraño que algunos sectores del PSOE exijan primarias inmediatas para escabechar a Rubalcaba y sustituirle por uno de los candidatos que están maniobrando en la sombra.
Lo que no sería positivo. España necesita un PSOE robusto que garantice una alter-nancia moderada en el Gobierno. Y, hoy por hoy, el hombre capaz de encabezar esa opción con eficacia es Alfredo Pérez Rubalcaba, al que quizá algunos estén tendiendo la trampa de plebiscitar las elecciones del 25-M
Prada reivindica a Mercedes Salisachs
Las mejores columnas del día las encuentro en ABC. Una razón es que no tratan de política, sino de la decadencia de Europa y del sufrimiento por la fe religiosa.
Ignacio Camacho vio Eurovisión y titula su escrito ‘Esperando a los bárbaros’. Le comprendo.
Europa ya no es aquel violín que escuchó Simenon sonando de noche entre calles mojadas, y en cuyo eco creyó encontrar el espíritu del refinamiento, la civilización, el progreso y la cultura. La melodía europea de ahora mismo, una trivial balada de cabaret, la canta un travestí barbudo disfrazado de hermafrodita, epítome posmoderno de la labilidad de un continente incapaz de encontrarse a sí mismo.
Europa, que ha perdido la conciencia de los objetivos históricos y la eficacia de sus soportes jurídicos, se enfrenta a una insurrección contra sus principios fundacionales. La energía cultural se ha desinflado y la única iniciativa social unitaria que ha triunfado en las últimas décadas es la Champions League. La apoteosis grotesca de Eurovisión no representa tanto una anécdota como el paradigma de un fracaso. La Cámara de Diputados que salga de las urnas de mayo se va a parecer a ese festival de insustancialidad estrafalaria: una parada de frikis.
Juan Manuel de Prada explica las causas del olvido de Mercedes Salisachs, recientemente fallecida.
la escritora más longeva de España nunca recibió ninguno de estos premios oficiales, ni siquiera una pedrea modesta; y no fue porque escribiera mejor o peor, ni siquiera -me atrevería a añadir- porque fuese de derechas, sino porque era muy religiosa. Y a todos los chupópteros que maman del presupuesto público jamás les tembló el pulso por excluirla, porque ser «muy religioso» en la república española de las letras es como ser leproso en época de Jesucristo.
Por ser muy religiosa, la leprosa Salisachs fue ninguneada en la república de las letras e ignorada en los premios oficiales; de tan enconado modo que sus paisanos catalanes no tuvieron sino que sumarse al veto centralista.
Pero toda esta patulea que maneja el cotarro cultural, por muchos premios que haya quitado a Mercedes Salisachs, no pudo quitarle aquel entusiasmo sagrado que desafiaba las injurias de la edad, aquella manera que tenía de amar su oficio como la propia vida, con abnegación y júbilo, con esa felicidad monda y lironda que no pone reparos ni condiciones, que se dona y se gasta hasta el último aliento. Y tampoco podrán quitarle la única gloria verdadera, que es la gloria del cielo
Ataques a Raimon
Hablando de sectarios, los catalanistas. Antoni Puigverd clama en La Vanguardia ‘¡Que no me toquen a Raimon!’.
Ahora es Raimon el problema. (…) Lo tratan de miserable, vendido y cobarde.
He echado de menos que alguien (no sé: el presidente de la Generalitat o la propia presidenta de Òmnium), con ese tono indignado que a veces gastaba Pujol, exclamara: «Però qui s’han cregut que són, aquests!».
El secuestro y la violación de niñas cristianas en Nigeria llevan a Esperanza Aguirre (ABC) a exigir a los líderes musulmanes en España que condenen a los terroristas de Boko Haram
en nuestro país, en la España de la libertad religiosa y del Estado de Derecho, hay que exigir a todas las autoridades religiosas musulmanas que en todas las mezquitas y demás centros del islam se hagan declaraciones públicas de condena de actos como este. Para que no haya dudas.
David Trueba (El País) nos da una noticia en su columna.
Más allá de manidos tópicos, lo terrible es que el Estado sostiene un retraso de más de tres años sobre las liquidaciones que corresponden a las productoras de cine, causando estragos en pequeñas y medianas empresas. Incapaces de afrontar nuevos proyectos, solo las grandes productoras televisivas poseen colchón financiero para aguantar un ahogo de tanto tiempo y tan demoledor.
Esto sí que merece la protesta de todos los ciudadanos ante el Estado, que es nuestro, al igual que el dinero que maneja. ¿Comprenden los cineastas y los actores que si piden las cosas con educación y las explican consiguen mucho más que si exigen con modos de chulo de bar?
Y Gil Calvo cogió su fusil
El premio a la columna ridícula del día es para Enrique Gil Calvo (El País), que demuestra que se puede ser, a la vez, catedrático e ignorante. Asegura que en España no hay xenofobia, a diferencia de Francia o Inglaterra, porque los españoles nos odiamos entre nosotros. Y la causa es que nuestros antepasados no fueron a matar extranjeros.
Mi hipótesis es que si aquí no hay apenas xenofobia es porque tenemos casi toda nuestra capacidad fóbica invertida y concentrada en la endofobia. Es decir, en el temor y el odio dirigidos no contra presuntos enemigos externos (los eurócratas, los inmigrantes) sino contra nuestros enemigos íntimos: los peperos, los sociatas, los separatistas, los centralistas, etc.
La razón de este vicio adquirido es por supuesto histórica, como ya señaló Ortega. Desde hace trescientos años, cuando acabó la Guerra de Sucesión, España dejó de tomar parte en las contiendas internacionales que dividieron el territorio continental, dando lugar en cada país a una sólida identidad nacional edificada contra la de sus vecinos europeos: ingleses contra franceses, estos contra alemanes, etc. De ahí la citada xenofobia populista o ultranacionalista. Mientras que al quedarse al margen de las guerras europeas, los españoles no supieron construir su propia identidad nacional. Antes al contrario, en ausencia de animadversión contra el exterior, se dedicaron a enfrentarse en cruentas guerras civiles (desde aquella de Sucesión hasta la última del 36, pasando por las sucesivas carlistadas), para alimentar así una resentida hostilidad contra los demás componentes de la comunidad española.
¡Un progresista entristeciéndose de que España no se uniera a las carnicerías de las guerras mundiales! El pobre Gil Calvo desconoce que España participó en varias guerras internacionales contra Inglaterra en el siglo XVIII, que también combatió en guerras contra la Francia revolucionaria y napoleónica y que libró una contra los Estados Unidos, aparte de varias contra los marroquíes.
¡Dios mío, y este patán da clases en la universidad!