OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Sostres señala a los que asedian las casas de los políticos: «Prefiero la democracia a tres tiros en el pecho»

Marhuenda defiende el derecho del PP a gobernar solo y asegura que ni el plan separatista catalán exige una coalición con el PSOE

Portada de ABC con la muerte de Isabel Carrasco.
Portada de ABC con la muerte de Isabel Carrasco.

Antonio Lucas sigue leyendo a González-Ruano aunque haya orden de olvidarle

El asesinato de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco, ocupa todas las portadas, pero pocos columnistas se ocupan del crimen, incluso en Internet. Sin duda a más de uno le pilló la noticia con la columna ya enviada, y no iba a escribir otra, o camino de la tertulia en la que se gana duramente la vida.

Entre los pocos que lo hacen destaca Salvador Sostres (El Mundo), que atribuye el tiroteo de Carrasco a un largo período de fomento del desprecio de los políticos realizado sobre todo por la extrema izquierda.

Si es legítimo ir a buscar a los políticos a sus casas; si se considera libertad de expresión asediarles, a ellos y a sus familias, porque no estás de acuerdo con sus decisiones, ¿qué podría detenerte a la hora de dar el siguiente paso?

Si Ada Colau pudo, en el Congreso y sin que nada le ocurriera, llamar «criminal» al representante de la Asociación Española de Banca, es fácil imaginar que el siguiente paso sea dejarse de adjetivos y pasar a los hechos.

Hay una España que todavía bucea en la tiniebla, y mientras les reímos las gracias porque nos parecen los pobretones, las víctimas y los modernos, teje implacable la muerte su madeja.

Pablo Sebastián (Republica.com) no es tan tajante en la condena del asesinato como Sostres:

La crisis económica ha producido en este país suicidios, casos de desesperación, insultos y agresiones a los políticos y banqueros, muchos de ellos ahora procesados. Pero nunca nos habíamos enfrentado a un caso como éste en el que una madre y una hija han decidido a asesinar a sangre fría a la persona que despidió a la joven, el aparente móvil del crimen del que se desconocen todos los detalles.

Es verdad que muchos de los gobernantes y representantes de este país no están hoy a la altura de las circunstancias, dado el calado y los efectos destructivos de la crisis que sufren los ciudadanos y la indignación y la repulsa que provocan los muchos escándalos de la corrupción. Pero nada de eso justifica o permite demonizar a la gran mayoría de los políticos y mucho menos hacerlos objeto de agresiones y no digamos de disparos mortales como acaba de ocurrir en León.

Ignacio Camacho (ABC) encuentra una expresión afortunada: yihad antipolítica:

Hasta en el seno de algunos movimientos antisistema se debate ya sin tapujos sobre una « violencia necesaria » como respuesta a los abusos del poder. En medio de esta crecida de tensión demagógica, agresividad injuriosa y encono combustible no era aventurado presentir un salto cualitativo en el que la ofuscación armase alguna mano perturbada.

¿SE LE FUE LA LENGUA A FELIPE GONZÁLEZ?

La gran coalición propuesta por Felipe González es el otro tema que acapara varias de las columnas más interesantes.

Marcello (Republica.com) acusa a González de levantar la liebre y de obligar, por bocazas, a Rubalcaba a desmentirla, cuando la está preparando.

El que ha puesto el dedo en la llaga de las pocas diferencias entre PSOE y PP ha sido Felipe González, que ha declarado su apoyo a una gran coalición PP-PSOE -sobre todo si se confirma el final del bipartidismo-, lo que ha dejado a los socialistas boquiabiertos y obligado a Rubalcaba a decir lo contrario de lo que piensa. Es decir a negar la gran coalición cuando, a buen seguro que él es el primero que puede estar a favor porque se vería sentado dentro del gobierno de Rajoy, como ya hemos dicho en estas páginas.

Pero González se fue de la lengua, y ahora falta por ver si la moderadora del debate se va a atrever a poner sobre la mesa esta patata caliente.

José García Domínguez (Libertaddigital.com) la considera inevitable debido a la falta de virtudes políticas entre los dirigentes que se benefician del deterioro de los grandes partidos, entre los que destaca a Rosa Díez.

la irrenunciable vocación populista de Rosa Díez, nuestra Beppe Grillo doméstica, una demagoga de libro incapaz de renunciar al aplauso fácil de la calle por asumir responsabilidad alguna de Estado. Desengañémonos, ni con Díez ni con Cayo se puede ir a otro sitio que no sea el huerto. Lo suyo es el salto de la rana, el numerito efectista ante las cámaras de televisión. Gobernar, en cambio, es oficio para el que ni valen, ni saben, ni mucho menos quieren ejercer. No va a quedar más remedio, o la gran coalición o el caos. Al tiempo.

Hermann Tertsch (ABC) duda de que en la izquierda haya políticos con cerebro para gobernar con el PP:

Si las encuestas se cumplen, los dos grandes partidos estarán satisfechos. Aunque pierdan juntos más de veinte puntos de representación respecto a las anteriores europeas. El Gobierno se sentirá reafirmado y gestionará su poder central sin novedad, sin inquietud y sin ideas, mientras pierde ayuntamientos y comunidades autónomas ante unas alianzas de ensaladas de letras que generarán pánico en Europa. Si esa es la evolución previsible no extraña que se hable de una gran coalición que nos salve de un Gobierno frentepopulista que hundiría a España en abismos que Europa no estaría dispuesta a soportar.

En la izquierda, los pocos políticos con cabeza para compartir un proyecto con la derecha no tienen peso. La gran coalición ha de tener unos objetivos comunes. Y éxitos alcanzables a corto y medio plazo. Si no, una gran coalición solo garantiza la incomprensión social y el auge de fuerzas antisistema. No tiene sentido una gran coalición con proyectos fracasados. Y la izquierda española no tiene más que recetas para el fracaso.

En la misma línea, José María Marco (La Razón) pone una condición imposible para ella: el patriotismo de la izquierda.

El PP podrá -y deberá- hacer todo lo que esté en su mano para facilitar los grandes pactos, incluida, si llega el caso, una gran coalición. Antes será necesario que el PSOE esté dispuesto a gobernar para España, para toda España y no sólo para los colegas de la izquierda.

LAS CONSPIRACIONES DE MARHUENDA

Sin embargo, Paco Marhuenda (La Razón) desprecia a todos los columnistas que proponen o estudian la gran coalición con la displicencia de quien se sabe cercano al poder. Su feroz columna se titula ‘La innecesaria gran coalición’ y de leña a todos.

No hay nada que haga necesaria una gran coalición entre el PP y el PSOE. Nada es nada. Otra cosa distinta son las ocurrencias de los espòntáneos que contemplan los toros desde la barrera.

No necesitamos ni salvadores ni aprendices de brujo que nos den lecciones sobre cómo se tiene que gobernar España. Ni siquiera el desafío independentista de CiU y ERC hace necesario que PP y PSOE suscriban un gobierno de unidad.

La crisis económica se aleja a buen ritmo mientras aparece ahora el fantasma de de la gran coalición promovido no se sab muy bien por quien desde la oscuridad de algún despacho o actuando como ‘lobby’.

Ya no hay conspiraciones de PP y PSOE contra los pequeños partidos, sino, también, de siniestros y oscuros ‘lobbies’ contra el indefenso Mariano Rajoy.

Esto me hace pensar que La Moncloa están cabreados con la gran coalición y han mandado a su chico periodista para que la desmienta.

Dentro de la tabarra catalana, La Vanguardia publica un artículo del teniente general Andrés Cassinello, en el que cuenta que Adolfo Suárez le mandó a Francia a reunirse con Josep Tarradellas y cómo éste nunca aceptó la separación de Cataluña.

Mientras contemplo lo que ocurre en la actualidad, se agiganta ante mí la figura de aquel coloso que acertó a unir el camino de los catalanes y el resto de los españoles que también amábamos a su tierra y a sus gentes. ¿No sirve de nada la historia vivida?

Hay que añadir que el artículo de Cassinello es el último de la sección de opinión, por detrás de la columna de la ‘doctora’ Rahola.

ROSA MONTERO SE OLVIDA DE LA REINSERCIÓN DE LOS ASESINOS

Voy a otras columnas más ligeras y menos conspiranoicas.

Muchos nos hemos quejado del silencio de las feministas, incluidas las ‘femen’, ante el secuestro por terroristas islamistas. Una de las intelectuales feministas más conocidas de España, Rosa Montero, escribe sobre ello en su columna de El País, y es tal su furia que hasta se olvida de otro de los tópicos de los progres: la reinserción del delincuente, víctima de la sociedad, del capitalismo, de la Iglesia y del franquismo.

No sólo hay que rescatar a las niñas ya, también hay que dar un castigo ejemplar a las alimañas que hacen esto y demostrar que no se puede mantener a media población en semejante nivel de abuso y sufrimiento. Me pregunto qué tara feroz, qué oscura patología arrastran algunos varones, para que ese odio delirante hacia la mujer se repita tanto a lo largo de la Historia.

Quizás esa tara se llama islam, querida Rosa. A ver si te atreves a decirlo…

Alfonso Ussía recuerda su Primera Comunión y la compara con la que hacen muchos niños hoy.

No era preciso que llegara el mes de mayo para celebrar la Primera Comunión. En mi caso, acompañado de mi hermano Jaime, la hicimos en el mes de enero, en la capilla del Colegio del Sagrado Corazón en la calle del Caballero de Gracia. Previamente nos habían preparado para comprender la importancia de nuestro paso.

Pero hoy se piden créditos en los bancos para financiar las «comuniones», y es lógica la preocupación de la Iglesia. Un pedazo de pan consagrado en el Cuerpo de Cristo no cuesta dinero. La cursilería voraz de la sociedad se ha adueñado de nuestras vidas.

Antonio Lucas (El Mundo) ha leído el libro de dos investigadores catalanes que pretenden haber descubierto los trapos sucios de César González-Ruano en París, cuando le detuvo la Gestapo, pero reconoce que sigue leyendo con deletación a este nuevo autor maldito por los mediocres.

No es un moderno ni un antiguo. Es César, mitad miseria, mitad maravilla.

Ruano fue un tipo de escrúpulo limitado que inventó una aristocracia de sí mismo y un europeísmo trilero. Igualó con la vida el pensamiento. Y el combinado que salió es el de un escritor que repujó su propio mito con una prosa de alto vuelo (sin motor): «Al salir a la calle, ya no somos más nosotros que lo que somos en los que nos ven andar. Raramente el yo no es segunda persona». Él fue máscara de sí mismo. Ruano se empobrece cuando se le aplican preventivamene razones de moral, como tantos otros. Con leerlo basta.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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