OPINIÓN / Afilando columnas

Losantos da un giro radical y dice ahora que fue Rajoy quien impuso al Rey el blindaje de la Infanta

Del Pozo: "No creo que sea buena idea meter las puñetas y pulseras en la Red"

Uno o dos días antes de que arrancara la campaña de las elecciones europeas, este humilde lector de columnas charlaba por teléfono con un destacado articulista y comentaban que tenían una comida pendiente junto con varios compañeros de profesión. Aquel con el que estábamos charlando propuso dejarlo para ‘después de la final de la Champions’. Esta anécdota refleja lo que realmente interesa a los españoles. Si alguien que se gana la vida escribiendo en un periódico (y bien) tanto sobre fútbol como sobre política da más importancia en su calendario mental al partido que enfrentará en Bruselas a los dos equipos de Madrid que a los comicios para la Eurocámara, qué no pasará por la cabeza del resto de los ciudadanos.

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Sin salir del ámbito periodístico, lo que ocurre en los espacios de opinión de la prensa de papel del 19 de mayo de 2014 es una buena muestra de lo anterior. Además de las numerosas columnas que pueblan las páginas de deportes de los diferentes diarios, gran parte de los artículos de los columnistas que suelen escribir sobre política están dedicadas a glosar la victoria liguera del Atlético de Madrid. Pero eso no lo vamos a tratar aquí, entre otras cosas porque a quien esto escribe el fútbol le interesa más bien poco. Nos vamos a centrar en otros asuntos, como el giro de Jiménez Losantos en cuanto al Rey, la polémica sobre Twitter o el debate sobre el machismo mostrado por Cañete.

Hacemos sonar nuestra armónica de afilador, sin que de ella salga el himno rojiblanco, y pasamos a dejar constancia de todo ello.

Arrancamos en el periódico del conde de Godó y Grande de España que ha reculado en su apuesta por el independentismo catalán. En La Vanguardia nos topamos con una columna de Eric Sierra sobre los cafres en Twitter titulada ¡Cierren internet!. Nos quedamos con uno de los párrafos:

«¡Esto de Twitter se tiene que acabar! ¡Hay que cerrar internet!», han llegado a proclamar no pocos torquemadas desde tribunas mediáticas y políticas. Muchas de estas voces que ahora se rasgan las vestiduras por las maldades de las redes sociales mantienen activas cuentas en Twitter con más seguidores de los que nunca llegarán a reunir en un mitin. Y otros muchos pagan a ejércitos de trolls para que ataquen al enemigo utilizando prácticas tan deleznables como la de enmascararse tras perfiles falsos de ciudadanos indignados. Hay una doble moral.

Algo nos dice que tiene razón, es más tenemos motivos sobrados para sospechar que eso es así. Pero dado que Sierra decide meterse en el jardín de la denuncia clara, podía haber sido algo más valiente y dejar claro qué partidos y qué líderes pagan «ejércitos de trolls» para que ataquen «al enemigo». El problema es que posiblemente sean pocos los que no lo hacen.

Concluye:

La buena noticia es que los bárbaros son una ínfima minoría entre millones de usuarios que utilizamos correctamente estos nuevos espacios virtuales que han afianzado el derecho universal de la libertad de expresión.

Está bien que alguien lo recuerde.

Sobre este mismo tema escribe Raúl del Pozo en El Mundo. Titula Matones en la Red.

Todos tenemos algún psicópata que se pasa la vida injuriándonos, pero no creo que sea buena idea meter las puñetas y pulseras en la Red. No se debe encerrar a nadie si no pisa los límites del Código Penal.

Durante siglos estuvo en Roma la estatua de Pasquino, en cuyo cuello se colgaban folios envenenados contra los gobernantes y el Papa; a nadie se le ocurrió derribar la estatua.

Cuánta razón tiene Del Pozo. Hemos de tener cuidado de aquellos que exigen controlar la Red con mayor rigor que cualquier otro lugar de expresión, como los periódicos o las televisiones. Como concluye el columnista de El Mundo:

La Red también es una plaza universal donde se denuncian los crímenes.

Y sin salir del diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo nos encontramos con la más sorprendente columna del día. Su autor es Federico Jiménez Losantos y se titula La ‘conjura antimonarquica’.

Hay que leer con cuidado el último libro de Inda y Urreiztieta del que daba cuenta ayer la Crónica de EL MUNDO. Porque lo publicado ayer de ‘La Intocable’, sobre la Infanta Cristina, continuación del gran libro de 2012 Urdangarin. Un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos obliga a reflexionar sobre el papel que en la corrupción de las instituciones del Estado ha jugado el Rey, pero acaso más sobre el papel que en la corrupción de la Monarquía y su descrédito están jugando las instituciones del Estado.

Es en punto cuando nos imaginamos que va a denunciar que el Rey presionó para salvar a su hija de la acción de la Justicia, como ha venido defendiendo Losantos hasta la fecha. Pero no, da un giro de 180 grados.

En noviembre y diciembre [de 2011], el Rey y, sobre todo, el Príncipe, estaban clarísimamente por la legalidad y la ejemplaridad en el que entonces era aún el caso Urdangarin. Es verdad que entre Nochebuena y la Pascua militar de 2012 se producen una serie de presiones dentro de la familia, en especial de la Reina, que asume la defensa de los pájaros de Nóos-Aizoon y se exhibe con ellos en la portada de ¡Hola!, tal vez en venganza y, en todo caso, en contra del Rey. Sin embargo, Rajoy y el flamante Gobierno del PP, recién ungidos en las urnas por mayoría absoluta, podían haber volcado el pulso dentro de la Familia Real en favor de la legalidad y no de una impunidad sellada en las cloacas del Estado. Ese Rajoy -tan distinto del Cánovas que impidió que los Borbones echaran a perder la Restauración- es la clave de la supuesta «conjura antimonárquica» que tanto abruma hoy a la Corona. Y sobre la que todos deberíamos meditar.

¿Qué ha pasado para que el periodista turolense cambie su discurso de forma tan radical? ¿Le ha convencido lo que ha leído del libro de Inda y Urreiztieta (que también parecen haber dado un giro igual de grande)? ¿Estamos ante una adaptación a la nueva línea editorial de El Mundo ante la Casa Real? ¿Hay algo más detrás? No sabemos qué ha ocurrido, pero, en todo caso, al afilador de columnas le llama poderosamente la atención este cambio de Losantos.

Veamos lo que defendía con anterioridad Jiménez Losantos. Sirva como ejemplo su intervención en El Gato al Agua de Intereconomía el 20 de junio de 2013. Entonces dijo, sin dejar espacio a matices: «El Rey, Rajoy y Gallardón pretenden que no se toque a la Infanta». Algo menos de un año después saca de esta ‘protectora trinidad’ a Juan Carlos I.

No está de más recordar lo que contaban Inda y Urreiztieta en ‘Urdangarín, un conseguidor en la corte del rey Juan Carlos’ (Esfera de los Libros, 2012), que choca frontalmente con lo que ahora cuentan en ‘La intocable’. Es la versión que Losantos ha defendido hasta ahora, según la cual fue el Rey el que ordenó desvincular a la Infanta del caso Nóos y que, además, él había organizado en el pasado un encuentro en Zarzuela entre Urdangarín, Rita Barberá y Francisco Camps para facilitar los negocios de su yerno —El rey a Urdangarín: «Saca a mi hija de este lío, desvincúlala de todo y di que ella no sabía nada de lo que hacías»–.

Saltamos ahora a territorio monárquico, con lo que este asunto desaparece de nuestra vista. En ABC, Juan Manuel de Prada escribe Machismos, a raíz de la polémica por las declaraciones de Cañete tras su debate con Elena Valenciano. Nos ha llamado especialmente la atención un párrafo concreto:

Durante mucho tiempo, las mujeres despreciaron la política y el bebercio como sacaperras para embaucar a seres vulgares que son, pero llegó el momento en que sintieron envidia de esa vulgaridad de la que habían sido exoneradas por el buen Dios, y se pusieron a empinar el codo y a gritar como posesas en los mítines. Y, desde entonces, empezaron a prosperar en la política, porque no hay oficio en el mundo para el que sea tan útil ese «agudo sentido del presente» del que hablaba Schopenhauer.

A continuación recomienda a Cañete que, dado que haga lo que haga le van a tachar de machista, que no sea condescendiente y se muestre fustigador. Concluye:

Machista te van a llamar igualmente; pero siempre queda más digno ser machista con espolones que machista capón y cagapoquito.

Con defensas como ésta, el candidato del PP no necesita ataques de su enemigo. Claro que este tipo de argumentos no resulta nada sorprendente en alguien como Juan Manuel de Prada.

Sobre el mismo asunto, pero con una postura muy diferente, escribe también en el diario madrileño de Vocento Isabel San Sebastián. Titula Personas.

Esgrimir el victimismo «de género», como hacen con excesiva frecuencia las señoras del puño y la rosa ante las críticas a sus actuaciones erróneas, resulta tan pernicioso para la causa de la igualdad como imputar a las mujeres una presunta aproximación a la realidad condicionada por su sexo. ¿Hasta cuándo se agitarán esos fantasmas como espantajos electorales? ¿En qué momento se pondrán nuestros líderes patrios a dar ejemplo, tratándose naturalmente como pares? Utilizar la condición femenina como escudo y envolverse en ella convirtiéndola en seña de identidad ideológica es tan machista como denigrarla apelando a una supuesta inferioridad intelectual. De puertas afuera de la intimidad los genitales son una circunstancia irrelevante. Punto.

Lo cierto es que Cañete se ha metido por sí solo en un jardín del que es difícil salir. De todos modos, algo le dice al afilador de columnas que al final la machista metedura de pata del ex ministro de Agricultura no va a tener un gran efecto sobre los resultados electorales. Otra cosa distinta es que al PSOE le encante explotar un victimismo feminista a la carta, ¿o acaso no sigue teniendo como presidente del PSE a un condenado por maltratar a su mujer?

Terminamos en La Razón, diario que pone toda la carne en el asador para hacer campaña por el PP. La sonrisa más blanca de los informativos de 13TV vuelve a ofrecernos una de sus muestras de optimismo en todo lo que atañe al partido y el Ejecutivo del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante. Alfonso Merlos titula El ruido y la música. Se refiere a la encuesta que publica el diario en el que escribe, y que da por claro vencedor en las elecciones al Partido Popular.

¡Ná de ná! Los ciudadanos saben dónde está el ruido y dónde las nueces. Y el simple humo que el PSOE se ha fumado esta semana es muy complicado que termine por cortarle la respiración a quienes tenían las ideas claras.

Concluye:

Más allá de la tele, y de la metedura de pata de determinados gurús audiovisuales, el personal tiene los pies en el suelo. No quiere volver a la pesadilla de lo que significa el poder socialista. Todos lo hemos sufrido con pésimas consecuencias, algunas por desgracia irreparables. Y hay que seguir mirando al frente. ¡Ése es el futuro! ¡Ése es el realismo! ¡Ésa es la esperanza! Lejos del separatismo, de las barrabasadas antisistema.

Cerca de la fortaleza, la moderación, el patriotismo y el sentido común. ¿No?

Lo dicho, Alfonso Merlos es todo optimismo.

Y terminamos con el artículo diario que nos ofrece Francisco Marhuenda con motivo de la campaña electoral. En esta ocasión titula La tendencia.

Esta consulta es la última oportunidad de Rubalcaba para perpetuarse en el poder. Un voto por delante del PP le serviría para presentarse a las primarias, aunque le veo capaz de mantenerse al frente de la secretaría general pase lo que pase. En las filas socialistas tampoco emerge un candidato con fuerza electoral y el panorama es desolador. A Rajoy le conviene un buen resultado, en contra de algunas interpretaciones excéntricas que he escuchado en alguna tertulia, porque así puede afrontar el final de la legislatura con una cierta tranquilidad.

La interpretaciones excéntricas se explican, tal vez, en la lamentable campaña que está haciendo el PP. Claro que eso es marca de la casa desde que ese partido está presidido por Mariano Rajoy.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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