Almudena Grandes: "En los domingos de antes las derrotas nos llenaban los ojos de lágrimas"
Mientras leemos los espacios de opinión de los diarios de papel al día siguiente de que el trosko-bolivarianismo español logrado cinco escaños en el Parlamento Europeo, oímos como un runrún intermitente que con cierto tono musical proclama ‘¿cómo no te voy a querer? ¿cómo no te voy a querer?’. No es que estemos emocionados con la ‘décima’ del Real Madrid, ya saben nuestros estimados lectores habituales que al afilador de columnas el fútbol no le despierta una especial pasión. Es que incluso en los medios de comunicación, en este caso Periodista Digital, hay quienes le dan más importancia al nuevo título continental madridista que al resultado de los comicios.
Eso no ocurre, sin embargo, entre los columnistas de los periódicos de papel. El 26 de mayo de 2013 prácticamente todos los artículos están dedicado a los resultados electorales de la jornada anterior. Hemos de decir que, tal vez porque la ocasión lo merece, en este caso la prensa tradicional se adapta a los tiempos y ha debido de retrasar el cierre para que a sus articulistas les de tiempo ha escribir con los datos encima de la mesa, lo que no ocurrió hasta las 11 de la noche. Alguna excepción hay, por supuesto, que en ciertos casos se escribe con meras generalidades que demuestran que el autor o la autora de turno no estaba muy por la labor de escribir al filo de la media noche.
Hacemos sonar nuestra armónica de afilador y pasamos a dejar constancia de las columnas más jugosas del día después de las elecciones.
Arrancamos en Barcelona, con uno de los representantes de la cuota no catalana de La Vanguardia. Se trata de Fernando Ónega, que considera que hemos asistido a El triunfo de la España cabreada.
Todo apasionante, ya digo. No es posible aplicar estos resultados a unas elecciones generales, pero, si lo fuese, España estaría hoy en una situación de difícil gobernación. Tendríamos una izquierda dominante en número de votos, pero muy diseminada. Veríamos al 15-M y demás protestas sociales incorporadas a las instituciones.
Concluye:
Al final, creo que no ha sido un buen día ni para Europa ni para España. Para Europa, por el crecimiento de la extrema derecha y los euroescépticos y por el castigo general a casi todos los gobiernos, lo que confirma el descontento social. Y para España, porque la política ha perdido centralidad, abre un escenario más radical y, por si faltara algo, Catalunya dio un pequeño paso, pero un paso, hacia la secesión.
Lo cierto es que los resultados no permiten hacer un análisis muy diferente del que presenta Ónega. No sabemos si Cataluña ha dado un paso hacia la independencia, pero lo cierto es que ahí sí han vencido los que buscan ese objetivo.
Tomamos el puente aéreo y nada más aterrizar en Madrid nos asomamos al diario generalista del Grupo PRISA. Si bien es cierto que tiene numerosas columnas escritas una vez hechos públicos los datos de las elecciones, la mayor parte de ellas no tienen nada digno de destacar. Así que nos quedamos con la de Almudena Grandes, que es la más entretenida a pesar de que resulta evidente que la escribió antes de que supiéramos el reparto de escaños. Quién sabe, incluso podría haberla escrito antes de que se abrieran los colegios electorales. Se titula Este lunes.
Me pregunto cómo se habrán levantado los candidatos y me los imagino a todos con buena cara, porque ni siquiera deben acordarse de las ojeras, las resacas y las lágrimas de su juventud, si es que alguna vez llegaron a derramarlas.
Concluye:
Pues bien, muchos españoles hemos ido a votar. Y muchos, tal vez la mayoría, lo hemos hecho sin ganas, sin ilusión, escogiendo entre lo malo y lo peor, convirtiendo el acto de levantarse un domingo para salir a la calle en una proeza de pura voluntad. Lo que más añoro de los domingos de antes es la intensidad de las derrotas que nos llenaban los ojos de lágrimas. Porque en la grisura del tiempo en que vivimos, ya ni el desencanto es épico.
Ni un comentario sobre la victoria pírrica del PP, la derrota contundente del PSOE contra sí mismo o el auge de Podemos. Si no estaba dispuesta a escribir después de las 11, al menos podría haberse ido por la tangente y haber tratado una cuestión que nada tuviera que ver con los comicios.
Pasamos ahora al periódico de la ‘disciPPlina’, que si bien en su portada reconoce que las elecciones tuvieron un mal resultado para el partido del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante, tiene un artículo de su director que es más optimista para Rajoy. Francisco Marhuenda titula en La Razón El PP gana las elecciones de la crisis económica.
Es cierto que Rajoy, al igual que Merkel en Alemania, ha ganado las elecciones europeas, mientras que el resto de los líderes que están en el gobierno han perdido en las urnas. El PP sabe que tiene la oportunidad de recuperar el terreno perdido en las generales, así como en las municipales y autonómicas de 2015. Lo que tiene que hacer es ilusionar a su electorado. Por otra parte, es cierto que estamos ante un toque de atención al bipartidismo, pero hay que matizar que estamos ante unas europeas en las que el resultado no se traduce luego en las generales o en las autonómicas y municipales. Los votantes han aprovechado para mostrar su enfado tras la mayor crisis económica que ha vivido España desde la posguerra. Unos lo han hecho quedándose en casa y otros, eligiendo otras opciones que no son por las que han optado en anteriores ocasiones.
Termina Marhuenda con una inyección de optimismo que intuimos que hasta ha sorprendido en la madrileña calle Génova:
Rajoy cuenta ahora con la ventaja de la debilidad de su rival, el PSOE, y del comienzo de un ciclo de recuperación que le favorece. Era un examen muy difícil y complicado donde su única aspiración razonable era aprobar, y lo ha conseguido.
Aquí el que no se consuela es que no quiere.
Y al este humilde lector de columnas le ha llamado poderosamente uno de los dos artículos que publica en esta ocasión César Vidal en La Razón. No nos referimos al que trata sobre las elecciones europeas, sino al que tiene forma de carta abierta al Marhuenda y se titula Querido Paco, ni caso.
Sé -es sabido por todos- que desde hace demasiado tiempo te has convertido en el blanco de ataques desaforados. No me refiero a las críticas habituales, que ésas son legítimas e incluso necesarias en una sociedad abierta.
Añade:
Estoy apuntando a la manera sañuda, grosera, persistente y cruel con que se han lanzado como alanos contra ti aprovechando ese medio maravilloso denominado internet. Permíteme que te formule al respecto una sugerencia: ni caso. Los que deseen perfilar una crítica en condiciones, que pretenda llevarte a reflexionar o a mejorar tu opinión, nunca actuarán así. La injuria, la mentira, el insulto quedan reservados para envidiosos y resentidos. Porque a ti, querido Paco, te envidian.
Algo nos dice, de todos modos, que el artículo tiene al menos otro destinatario que no es el propio Marhuenda:
Desean ser ellos los citados, se pirran por ser los que estén en los medios y matarían, llegado el caso, por sucederte como director de «La Razón». Asimílalo: no te lo van a perdonar jamás.
La pregunta es, ¿quién es el que quiere sustituir a Marhuenda y que por eso le critica? No es nada corriente en César Vidal esto de dedicarse a escribir loas a sus jefes, con lo que nos da que en realidad ha afrontado el artículo pensando más en los supuestos envidiosos a los que se refiere que en el director de La Razón.
Volvemos a materia electoral, ahora en ABC. Aunque menos optimista con el PP y el hombre que se fotografió paseando por Nueva York con un puro en la mano, el jefe de Opinión del diario madrileño de Vocento va en la línea de Marhuenda. Jaime González firma Doblado, pero junco.
No hace falta ser un exégeta o un lince para concluir que Mariano Rajoy ha salido malherido, pero vivo, de los treinta meses más difíciles y angustiosos de la reciente historia de España, porque todas las crisis se conjuraron para estallar al mismo tiempo en un país que caminó por el filo de un alambre.
Concluye:
Si comparamos lo ocurrido en España con lo registrado en el resto de Europa -una apoteosis de extremismos y populismos de lo más variopinto- habrá que convenir que la sociedad patria es de una sensatez apabullante, un ejemplo a exportar. Resumiendo: en un periodo convulso como pocos, el Gobierno salva los muebles, mientras está por ver que el PSOE consiga rescatar de las llamas el logo con el puño y la rosa. Quebrado Rubalcaba, Rajoy -aunque doblado- sigue siendo un junco.
Entre Marhuenda y González van a conseguir algo que no disguta a Rajoy, que en el PP no se haga autocrítica alguna y todo se mantenga como hasta ahora.
Terminamos en esta ocasión en El Mundo, donde Pedro G. Cuartango titula Lampedusa resucita.
Muchos analistas dirán hoy que se han abierto las puertas a un cambio, pero yo no lo veo así. Lo que empieza a cobrar visos de realidad es un gobierno de coalición entre PSOE y PP para apuntalar el sistema y para que la clase política siga manteniendo sus privilegios.
Podríamos concluir que estas elecciones lo han cambiado todo para que todo siga igual porque el ascenso de las pequeñas formaciones -con un voto extraordinariamente fragmentado- sólo va a servir para que PSOE y PP se unan no ya para abordar esas reformas sino para lo contrario: apuntalar unas instituciones que se derrumban y fingir que vivimos en el mejor de los mundos posibles.
Mucho nos tememos que tiene razón.
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