El País se alegra de que la ceremonia sea austera y aconfesional
El periódico más influyente en toda España y el que más en Cataluña, es decir, El País y La Vanguardia, tratan de marcar las primeras horas del reinado de Felipe VI con sus consejos, que tienen en común la injerencia del nuevo monarca en el asunto político más serio que amenaza la estabilidad y la vida de los españoles: el desafío separatista catalán.
En sus editoriales, ambos periódicos se apuntan al diálogo, en vez de al cumplimiento de las leyes, y le sugieren al Rey que aplique su auctoritas para impulsarlo. Como dijo su padre al presidente del parlamento catalán en una frase desafortunada: «hablando se entiende la gente».
El País de Juan Luis Cebrián lleva sus obsesiones hasta el punto de alegrarse de que la ceremonia de proclamación sea «austera y aconfesional», como él también había sugerido en un artículo. Y La Vanguardia se atreve a dar el nombre de un consejero a Felipe VI: el que fuera funcionario de la Administración franquista, diputado de AP y tertuliano de la SER Miguel Herrero y Rodríguez de Miñón, afin a las tesis nacionalistas de debilitar el Estado en favor un ‘pacto con la Corona’.
EL PAÍS
Se echan de menos los consensos básicos necesarios para garantizar el futuro; incluso dos formaciones parlamentarias, Convergència i Unió e Izquierda Unida, han roto con el pacto constitucional en que participaron los partidos de los que ambas proceden. Sin duda la reclamación soberanista de algunas fuerzas en Cataluña pesará sobre el nuevo reinado.
A partir de ahora, don Felipe no puede sustituir a las Cortes ni al Gobierno, en donde residen los poderes políticos efectivos, pero sí utilizar sus facultades de arbitraje y moderación para facilitar un clima favorable a la vuelta al diálogo.
La decidida voluntad de la Corona para impulsar un campo de reformas no puede pasar por alto que el Rey solo cuenta con la auctoritas que sea capaz de ganarse.
El comienzo de un reinado es una gran oportunidad para cambiar el clima de pesimismo de los últimos años, para alterar los términos del debate. En vez de encastillarse cada uno en sus posiciones y ahondar en lo que divide, hay que aplicarse a reconstruir la vida económica y social, abrir los puentes y restablecer los consensos.
LA VANGUARDIA
Cataluña espera de la Corona una actitud de comprensión, respeto, reconocimiento y complicidad hacia sus singularidades culturales y lingüísticas, algo que don Felipe ya ha empezado a manifestar en los discursos que ha pronunciado durante sus frecuentes visitas a esta tierra.
No son pocos los sectores de la sociedad catalana y de la española que, como La Vanguardia, propugnan una salida dialogada a un conflicto que perjudica a todos. Una salida que un padre de la Constitución como Miguel Herrero de Miñón describió expresivamente de este modo: «Salvar la cara de Catalunya sin humillar a España». A pesar de que las posiciones están muy enconadas, sin duda una propuesta de diálogo encontraría amplio eco en la sociedad catalana. Inevitablemente, pues, las esperanzas de los sectores que persisten en la tradición pactista catalana se centran en la figura de Felipe VI.
dispone de función arbitral y moderadora. Puede sugerir, animar, aconsejar, proponer, impulsar, inspirar. No hay que subestimar la importancia de la función simbólica en la política. (…) Y puede espolear el desbloqueo de la situación política catalana.
Estamos seguros de que el nuevo rey Felipe VI está en condiciones de prolongar ese buen hacer, de actualizarlo y de dotar a nuestro pacto de convivencia de un nuevo sentido.
