María José Navarro imagina los pensamientos de la princesa Leonor: "Me he visto en las fotos y tengo los dientes como Bob Esponja"
Al día siguiente de la proclamación de Felipe VI como Rey de España hemos tenido que guardar un rato nuestra amónica de afilador en el bolsillo para poder calarnos un casco con linterna y agarrar con firmeza el resto del equipo necesario para practicar espeleología. Hemos tenido que penetrar en lo más profundo de los espacios de opinión de la prensa de papel del 20 de junio de 2014 para resultar algo originales y buscar artículos que, teniendo cierto interés, no se centren en el relevo en la Jefatura del Estado.
Como resulta imposible encontrar en todos los periódicos algún artículo que no verse sobre el nuevo monarca o sobre su proclamación o su familia, entre estos últimos hemos optado por fijarnos en aquellos que resulten algo originales y se salgan de la tónica general de elogio o, si entran, tengan algo diferente. Eso sí, sin meternos en ciertos tostones como el de Cayo Lara en El País (el periódico de PRISA quiere dar un toque diferencial incluyendo, además de un sinfín de textos cortesanos algunos críticos).
Una vez encontrado y seleccionado el material con el que vamos a trabajar, sacamos del bolsillo en el que estaba guardada nuestra armónica de afilador y, tras hacerla sonar, nos ponemos manos a la obra.
Empezamos en un diario que ya hemos comentado, El País, donde hemos logrado localizar dos artículos con cierto interés que se salen del tema monárquico. Uno de ellos es el clásico ladrillo político, esta vez de la mano de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que dedica a su partido un largo texto titulado No es ese el problema. Dice algo que habrá hecho las delicias del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante:
Se puede afirmar que de todos los partidos o coaliciones que han obtenido escaño en las Elecciones Europeas, el único perdedor de verdad ha sido el PSOE; el PP también perdió millones de votos, pero quedó como el partido más votado y eso amortigua su fracaso.
Añade:
Y resulta curioso que el único perdedor sea el partido que anunció la elección de sus candidatos por el procedimiento de primarias. Ni en España ni en muchas federaciones, la metodología para elegir ha añadido nada a los contenidos que son los que mueven a los ciudadanos a confiar o no en un proyecto político.
El problema, para él, es otro:
Ni la letra ni la música gustan a los electores de esa opción política y electoral. El de ahora es el típico lenguaje charlatán, ‘loril’, que trata de repetir lo que marcan veinte asesores que lo único que tienen en su currículum es la experiencia en asesoramiento. Su especialidad, buscar excusas. Y lo peor de vivir buscando excusas es que siempre se encuentran. Asesoran para hacer una política superficial, para el maquillaje de cifras, para pronunciar palabras sin sustancia, para ordenar, al supuesto rebaño de ovejas que para ellos es un partido, ‘twittear’ y ‘retwuittear’ sin ton ni son las idioteces que se les ocurren desde el supuesto ‘ala oeste de la Casa Blanca’.
No sabemos en quién estaría pensando el ex presidente extremeño al escribir el texto. Pero a este humilde lector de columnas le da la impresión de que se está refiriendo tanto a Zapatero como al candidato Eduardo Media. Es una mera impresión, insistimos.
Y los asuntos referido al PSOE centran también la columna de la contraportada de El País, a cargo de Juan José Millás. Titula Un robo.
Inquirámosle, por ejemplo, a Madina qué necesita este pobre país. Un ‘shock’ de modernidad, dice él, que nos coloque en el sitio que nos merecemos. No aclara si ese ‘shock’ se llevaría a cabo desde el pensamiento del siglo XIX, del XX o del XXI. Tampoco puntualiza qué nos merecemos nosotros que no se merezcan los portugueses o los griegos. Total, total, un blablablá.
Carga contra el principal rival del que ahora se hace llamar simplemente ‘Edu’, como ese niño de los anuncios navideños de Airtel que al principio hacía tanta gracia y que terminó siendo odioso tras varios años seguidos repitiendo de forma machacona «Hola, soy Edu. Feliz Navidad».
Pedro Sánchez, adversario de Madina para la secretaría general, cuyo discurso se reduce a desear un PSOE fuerte y unido, un PSOE con dirección, proyecto político e ideas. ¿Qué significa todo eso? Significa más blablablá. Le pide al PSOE lo que se le pide a un objeto de consumo.
Entre la gran cantidad de elogios al nuevo Rey, de las que no nos hemos hecho eco por no contener nada original, y estos dos artículos, el diario de PRISA le habrá amargado el día a quienes se identifican con ‘el alma republicana’ del PSOE. Y le habrá alegrado la jornada a Rajoy, por cierto.
Viajamos ahora a Barcelona para acercarnos a La Vanguardia, donde se multiplican también los elogios al nuevo monarca, incluyendo un cortesano artículo del Conde de Godó titulado Bienvenido, Felipe VI. Pero lo que más nos ha llamado la atención es la columna de Pilar Rahola, una de de las portavoces oficiosas de Artur Mas en los medios de comunicación, titulada El dilema de Tremosa. Está la periodista y ex política cabreada por la entrada de Ciudadanos y UPyD en el grupo liberal del Parlamento Europeo, del que ya formaba parte Convergència.
Considerar liberales a los de Rosa Díez y a los de Rivera es un flagrante oxímoron.
En cuatro a UPyD es cierto que están lejos de ser liberales, su espacio es la socialdemocracia. En el caso de Ciudadanos es más complicado. Uno de sus dos diputados, Javier Nart, es evidentemente socialdemócrata. Pero el otro, Juan Carlos Girauta, es liberal. Además, y puestos a otorgar certificados de pureza liberal, CDC tampoco lo es. Su propia naturaleza nacionalista le hace incompatible con el liberalismo —Nacionalismo y liberalismo, incompatibles por necesidad–.
Pero vayamos a lo jugoso del texto, más allá de disquisiciones sobre el liberalismo o no de diferentes partidos.
Las dos formaciones llegan a la Cámara con muy pocos votos catalanes, dado que el saco de votos lo sacaron fundamentalmente hablando contra las aspiraciones catalanas en tierra española. Ergo, tendrán que alimentar la bestia que les ha conducido a Europa. Y la bestia quiere sangre.
Todo un ejemplo de moderación y talante democrático el de Pilar Rahola, retratando como «bestia» a un millón y medio de personas que otorgaron su voto a dos partidos que le desagradan. Triste que una persona que tan acertadamente denuncia a totalitarios de distintos signos (de ultraderecha, de extrema izquierda o islamistas) utilice una práctica tan propia de ellos como deshumanizar a quienes son percibidos como rivales o enemigos políticos.
Y tras esto, entramos en materia real (de monarquía, no de realidad, que también). Empezamos sin salir de La Vanguardia, el responsable de su redacción en Madrid, Enric Juliana, titula Corpus, con mucho elogio al nuevo rey. Eso sí, algo no le gustó:
Alrededor del Congreso todo era rojo y gualda.
Escenografía vieja para un rey nuevo. Castiza, nacionalista y alérgica a la innovación formal, la derecha madrileña -Ayuntamiento y Comunidad- quiso convertir el centro de Madrid en una cápsula alfonsina. Banderas y más banderas. Alfonsinismo para las cámaras de televisión. Con la barba que a veces se ha dejado crecer, Felipe VI habría reencarnado ayer a su tatarabuelo. Afortunadamente pronunció un discurso a cara descubierta.
Resulta curioso que haya quien pretenda que un Rey de España sea proclamado sin presencia de banderas españolas. No es alfonsinismo, ni tan siquiera casticismo o nacionalismo. A Juliana le resulta rancio que se multipliquen las enseñas rojo y gualda para recibir al nuevo monarca, pero nunca vemos que critique la multiplicación de cuatribarras, incluyendo las ‘esteradas’ en Cataluña.
Volvemos ahora a tierras de la Villa y Corte, los fastos de la jornada anterior merecen que recordemos dicha denominación, y nos asomamos en ABC. Ignacio Camacho, que en su Facebook ha publicado con natural orgullo la captura de pantalla del momento en que estrechaba la mano al Felipe VI, escribe un original artículo titulado Semántica de regeneración.
Tras los lógicos elogios al discurso de Felipe VI, un último párrafo de ambiente sobre la recepción:
Predominaba entre la apretada concurrencia una atmósfera moral de ligero optimismo, de tenue esperanza, como si la emotiva despedida de la víspera y el impulso regeneracionista del discurso hubiesen disipado las dudas ante la improvisada precipitación del proceso abdicatorio. Los palos unánimes iban para los descorteses brazos cruzados de Urkullu y Mas, que prodigaba en los corrillos una compensadora amabilidad de cartón piedra. «La amenaza de este reinado se llama Cataluña», me susurró un prócer de las finanzas, «la economía despega y sobre España está lloviendo dinero». Al salir a la Plaza de Armería, atravesando una pléyade de asistentes que se hacían selfies en la escalera de Sabatini, extendí la mano al cielo luminoso de la capital. Pero no me cayó ni un euro.
Al afilador de columnas le ha gustado especialmente esta última frase. Seguramente es verdad que ha comenzado la recuperación, pero de ahí a decir que «está lloviendo dinero» va un largo trecho.
Ignacio Ruiz-Quintano nos ofrece otra dosis de originalidad. Lo hace en una columna titulada Bandos:
¿España, cuya justificación es la Monarquía, o la Monarquía, cuya justificación es España?
El monarquismo es demófilo antes que demócrata.
Se equivocan los asesores monárquicos al agitar en los medios un monarquismo pijo, cuando toda la fuerza del monarquismo español está en su raíz popular: la España grande la hizo la boina, no el loden, que son distintos bandos. Es el pueblo el que ama el ceremonial, porque, llegado el caso, es el que conoce la diferencia de casarse en El Vaticano o en un juzgado municipal.
Interesante toque de atención que da Ruiz-Quintano a los asesores monárquicos y también a los medios más defensores de la monarquía, incluyendo el propio ABC. Lo cierto es que eso que él llama ‘monarquismo pijo’ no es el mejor cimiento para mantener la institución.
Saltamos ahora a La Razón, periódico que nos sabemos si quiere hacer méritos ante la Casa Real o ante el Gobierno. La lista de ministros que escriben en el periódico de la ‘disciPPlina’ es muy larga. Y los cierto es que ninguno de los miembros del Ejecutivo ofrece una sola idea que suene distinta al puro peloteo regio. Y lo mismo puede decirse de la mayor parte de los columnistas no políticos que firman en esta jornada. El punto original nos lo ofrece María José Navarro, que bajo el título de Yo, Leonor fantasea con los pensamientos que podían cruzar por la mente de la niña que ya es Princesa de Asturias.
Aunque en algunos casos los pensamientos imaginados son demasiado maduros para una chica de la edad de Leonor de Borbón, otros son realmente graciosos:
Por cierto, que me he visto en las fotos y tengo los dientes como Bob Esponja. Como se dé cuenta Altibajos me pone un aparato como una alambrada de gorda.
Eso me pasa por ir a dar un beso al abuelo y placarle. Qué culetazo. Oyes, otra cosa no, pero la cadera nueva es buena. Me voy, que tengo hora para subirme la ceja. Tendré que empezar ya con los retoques, ¿no?
Y concluimos en El Mundo, con un largo artículo de Raúl del Pozo. Si a Enric Juliana le desagrada que hubiera tantas banderas, lo que molesta al hombre que enviaba los mensajes del ‘Señor de las Peinetas’ es que se vieran muchos uniformes. Lo dice en Felipe VI, de pie.
No me gusta que hayan militarizado el día de la proclamación. Había un policía o un guardia civil cada cuatros metros. Cristina Cifuentes me dijo que la seguridad no ha sido coactiva, sino disuasoria. El acto ha sido escueto para dar a la gente sensación de austeridad. Yo creo que hubo miedo a la calle, a los saltos de los republicanos.
A nosotros no nos parece que se haya «militarizado» el día de la proclamación. Para empezar, el Rey es el capitán general de los Tres Ejércitos. Para continuar, en cualquier país del mundo son las Fuerzas Armadas las encargadas de rendir honores en las grandes ocasiones. Y tampoco tiene nada de excepcional que haya un policía (que en España desde hace muchos años no tienen carácter castrense) o un guardia civil cada cuatro metros. Se llama dispositivo de seguridad.
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