Sostres desvela la pregunta aguada que planteará Mas
¡Qué coincidencia se produce hoy, 23 de junio de 2014, entre dos de los príncipes del columnismo español! Daría la impresión de que se hubieran puesto de acuerdo para darse la razón.
Federico Jiménez Losantos publica en El Mundo una columna en que se queja de que el nuevo Rey pueda estar secuestrado por PRISA y su socio de Barcelona, el grupo Godó. Y, como si no quisiera dejarle mal, Juan Luis Cebrián publica una extensa tribuna donde le canta las cuarenta al Rey y al Gobierno por no haber pronunciado el discurso que quería. Para no perder la costumbre, el académico de la Española escribe con faltas de ortografía.
Empiezo con la de Losantos, que es la mejor escrita. En ella sugiere al nuevo Rey que rompa con la «acorazada PRISAGUARDIA», que lo tiene sitiado.
En mi opinión, hay tres aspectos siniestros que caracterizan el panorama mediático español, incluidas las noticias y opiniones sobre la Corona. En primer lugar, un desequilibrio ideológico total, que puede comprobarse enumerando las tertulias televisivas de signo liberal o conservador en las cadenas públicas o privadas. En segundo lugar, un sectarismo nacido de ese desequilibrio y que desde hace más de 20 años nos lleva a padecer un adoctrinamiento en clave chistosa, aunque maldita la gracia que tiene, a cargo de un biotipo, casi una especie, de graciosete, generalmente catalán y nacionalista a fuer de progre
Y en tercer lugar, un monopolio, el del acceso a la Corona, que explica el ataque feroz de la acorazada PRISAGUARDIA -Cebrián y Godó siempre defienden juntos sus privilegios- contra el discurso del Rey, por no obedecer «lo que se le pidió», es decir, ese discurso grotescamente tetralingüe redactado por el lobby catalanista que con su Roca en Madrid y su Tibidabo o Vostedabo en Barcelona viene marcando la política nacional -antinacional- de la Corona desde hace décadas.
Sin cambiar ese panorama mediático, incluido el trato de La Zarzuela, no sé si habrá mucha transparencia, pero pocos la percibirán
En su tribuna, Cebrián le da la razón a Losantos, pues echa una broca de padre y muy señor mío a Felipe VI y al Gobierno por el discurso de la proclamación. Y eso que el nuevo Rey había cumplido los deseos de Cebrián expresados en El País los días anteriores: acto austero, sin lujos y sin misa católica.
Hay que decir para empezar que Cebrián, pese a ser académico debe de manejar muy poco el Diccionario y la Wikipedia. En una novela escribió clítoris con x al final; hace unos años calificó la Reconquista de «insidiosa»; y hoy omite la hache del apellido del político francés del siglo XIX Adolphe Thiers, al que por dos veces llama Tiers. El francófilo Gabriel Albiac le suspendería por su error.
Cebrián dice que es republicano, pero escribe unas loas al poder y la autoridad de los reyes que rivalizan con las de José María Pemán y Francisco Marhuenda. ¿Y cuál tiene que ser el objeto de la preocupación del Rey? Cumplir los deseos de Artur Mas.
La abdicación del Rey ha sido una respuesta tan lúcida como arriesgada a quienes demandaban cambios, pero no resultará suficiente si no viene acompañada de otras medidas. Quizá el Gobierno siga creyendo que todo se solucionará si promete bajar los impuestos y disminuye la prima de riesgo porque alguien se atreva a decir, remedando la pancarta electoral de Bill Clinton, que la respuesta «es la economía, estúpido». Pero en los tiempos que se avecinan se trata sobre todo de la política.
Muchos estarán de acuerdo en que estamos en vísperas de un grave desorden en el funcionamiento de la máquina política si no se ataja a tiempo, y se orienta con lucidez, la deriva independentista en Cataluña. A este respecto, de nada valen los lugares comunes sobre la unidad y diversidad de España. Estamos ante un problema institucional que demanda respuestas institucionales. Exactamente lo que expresó Artur Mas tras la proclamación del Rey cuando dijo esperar alguna iniciativa de este al respecto, y por lo que ha sido, al margen cualquier otra consideración, injustamente criticado. Ojalá el príncipe de Girona se muestre sensible a la sugerencia. Y demuestre la utilidad de un rey que no gobierna, pero reina.
Y Cebrián concluye su tribuna con otro error, en esta ocasión de protocolo: el Principado de Gerona corresponde al heredero de la Corona, junto con el Principado de Asturias y el de Viana. Como Felipe ya es rey, ese principado corresponde a su hija Leonor.
¿O es que Cebrián quiere dar lecciones de derecho constitucional y de historia de España a la pobre niña?
En La Vanguardia, Francesc-Marc Àlvaro, que parece el sobrino pequeño de Pilar Rahola, aporta la pieza que falta a la tribuna de Cebrián para probar la existencia de esa ‘PRISAGUARDIA’.
Hace poco, el cronista (¿quién?) más inmovilista de la reacción inmovilista y del Ibex 35 no tenía ninguna manía en hacer -a través de un digital- explícitas amenazas al principal financiero de Cataluña (¿quién?) por -según él- ser demasaido balndo con el soberanismo.
ahora la estrategia pasa por atemorizar a los notables catalanes que tienen la esperanza de frenar el ‘adéu Espanya’ con algún tipo de acuerdo que hable de dinero y cultura (sic).
¿Tanto le cuesta a Àlvaro dar los nombres o es que no tiene permiso del señor conde de Godó?
¿QUÉ HIZO RAJOY EL 11-S? NADA
La rebelión de la Generalitat catalana fue uno de los temas más discutidos en la recepción real. Así lo cuenta Isabel San Sebastián.
La recepción celebrada el pasado día diecinueve en el Palacio Real, tras la proclamación del Rey Felipe VI, era, a este respecto, un clamor unánime de preocupación compartida. Unos a otros nos formulábamos la misma pregunta, con idéntica necesidad de luz: ¿qué va a pasar en Cataluña? Empresarios, periodistas, gentes del mundo de la cultura, políticos del PP con rangos tan elevados como el de miembro del Gabinete o presidente autonómico nos interrogábamos entre nosotros, sin hallar otra respuesta que la conocida: Nadie lo sabe. (…) Nadie entendía la parálisis gubernamental.
Y para explicar la inacción del Gobierno, la columnista de ABC cuenta la siguiente anécdota sobre lo que hizo Rajoy el 11-S:
Un avión comercial se estrella contra una de las Torres Gemelas de Nueva York, mientras José María Aznar se encuentra volando, a bordo de un aparato de la Fuerza Aérea, en viaje oficial. En Madrid, un ministro (…) telefonea, alarmado, a Mariano Rajoy, a la sazón vicepresidente del Gobierno, en funciones de jefe del Ejecutivo dada la ausencia de Aznar. -Mariano, tenemos que informar al presidente. -No; ya sabes cuánto le molesta a él que se le llame a ese teléfono, que además se oye fatal. -¿Qué hacemos entonces? -Esperar a ver qué pasa. La anécdota, resumida a fin de extractar lo esencial de su significado, es tan real como la brutal masacre que la ocasionó. Tan fiel reflejo de lo ocurrido ese dramático 11-S-2001 en el Palacio de la Moncloa como reveladora de la personalidad de Mariano Rajoy, «el hombre que metía los problemas en un cajón».
Sin embargo, este hombre que mete los problemas en un cajón es un genio para Salvador Sostres (El Mundo).
El abismo se ha ido acercando sin que el presidente Rajoy, que ha sido muy criticado por sus silencios, ofreciera nada ni pareciera inmutarse. Los histéricos, de un lado, llegaban al funeral de España antes que el cadáver. Los ingenuos, del otro, celebraban la victoria de un partido que todavía no se había jugado.
Pero Rajoy sabía lo que hacía y Mas ha caído en su propia trampa. Urgido por los empresarios catalanes y por su propio vértigo, ha acabado proponiendo él mismo una salida al conflicto, lo que no es otra cosa que una manera encubierta de rendirse: ahora ha dicho a sus emisarios que le transmitan al presidente que, a cambio de poder celebrar la consulta, estaría dispuesto a cambiar la pregunta por otra que no sea tan claramente inconstitucional.
Y he aquí la nueva pregunta que Mas estaría dispuesto a hacer:
Sería un eufemismo que suponga en el fondo el fin del llamado proceso, pero que le permita salvar la cara ante sus eventuales electores: «¿Quiere usted que la Generalitat negocie con el Gobierno que Cataluña sea un Estado?» Ideal para que los catalanes nos sintamos campeones morales -que es lo que más nos gusta- sin haber tenido que romper la porcelana.
Tan convencido está Rajoy de que Mas no tiene escapatoria, que no sabe si aceptar esta evidente rendición y facilitarle la consulta; o bien dejar que se estrelle sin piedad contra su propio envite.
Otra periodista que estuvo en la recepción, a la que debió de asistir toda la profesión menos yo, fue Pilar Cernuda (ABC) y comprobó, por si no lo sabía, que la victoria es hija de mil padres y la derrota es huérfana de todos.
Sin ningún tipo de pudor, algunos que formaban parte de la primera línea del rubalcabismo y no dudaban increpar con mejores o peores modos a quienes no veían bondad alguna, política y personal, en el todavía secretario general del PSOE, ahora le atacan sin piedad y le convierten en único responsable de todos los males del partido.
Precisamente algunos de esos dirigentes regionales y locales, que coincidieron en la recepción del Palacio Real tras la proclamación del Rey Felipe, eran los más hirientes, y menos prudentes, en sus descalificaciones a Rubalcaba. Dentro de once meses tienen elecciones municipales y autonómicas y no les llega la camisa al cuerpo
Además, nos da un anticipo editorial: una biografía de Polanco. Pero, ¿autorizada o no? Porque las autorizadas por las familias o los herederos son sosas y aburridas.
La exministra de Educación con Rodríguez Zapatero, Mercedes Cabrera, publicó tras dejar el Gobierno, una espléndida y muy documentada biografía de Juan March, que fue mucho más que un influyente y destacado banquero. No se conformó con ese trabajo de investigación, sino que lleva meses escribiendo sobre un nuevo personaje de la historia recientes: Jesús Polanco.
USSÍA SE CONTAGIA DE LA CAMPECHANÍA DE DON JUAN CARLOS
Marcello (Republica.com) juega a levantar la punta de un secreto sobre la abdicación. ¿Será verdad o no lo será? A ver si da más pistas…
En una finca de La Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme se pudo estrechar el cerco de la abdicación del rey Juan Carlos I, como consecuencia de una estrategia largamente meditada en la que el monarca, rodeado de problemas en su persona, su familia y en España, consciente de sus errores y escaso de salud, decidió, finalmente y tras el descalabro del bipartidismo en las elecciones del 25-M, abdicar en favor de su hijo Felipe. Convertido el rey Felipe VI en el cortafuegos con el que el triunvirato de los señores del más alto poder, los Templarios del Santo Grial del Régimen de la Transición, pretenden reconducir la situación del país, en medio de una asombrosa crisis económica e institucional.
Me asombra la columna de Raúl del Pozo (El Mundo). Desde el anuncio de la abdicación, don Raúl ha mezclado columnas pro-republicanas, anti-republicanas, anti-monárquicas y hasta cortesanas: que si el Rey se va de cena con ex ministros del PSOE, que si no hay que despedirle con almohadillas, que si la Policía hace republicanos al reprimir las manifestaciones, que si los Austrias eran narizotas, que si a Felipe VI no se le verá el pito como a su padre, que si se sacan pocas banderas tricolores a la calle… Recuerdo una columna suya de hace casi 13 años elogiando a una de las amantes más idiotas y corruptas de Alfonso XII: la Biondina.
Bueno, pues hoy Raúl del Pozo, que ha estado amagando con poner la patita en la Plaza del Sol republicano sienta plaza en el Regimiento del Rey, porque califica a quienes quieren demandar a Juan Carlos I de fanáticos «incorruptibles».
El aforamiento de Juan Carlos entrará en vigor el 1 de agosto, y como el Rey emérito no está para trotes -arrimar el escombro aún no es delito-, es posible que no sea emplumado.
«Cuidado con los corruptos y más cuidado aún con los incorruptibles», alerta un ciudadano libre desde el nicho del anaquel. Me cuenta que Danton o Robespierre dieron un empujón a la historia contaminando de terror el futuro.
Los sans-culottes no tienen ni calzones, el dazibao que el presidente Mao lanzó en la Universidad de Pekín llamando a bombardear el cuartel general, está escrito en infinitos afiches, muros y carteles. No hay guardia roja, sino incorruptibles mezclados con psicópatas y provocadores.
Alfonso Ussía parece contagiado de la campechanía de don Juan Carlos. Escribe en La Razón un elogio desmesurado de Rafael Spottorno, jefe de la Casa del Rey, cuyo cese se adivina cercano:
Rafael ha sido el Jefe de la Casa de un Rey que ha sufrido cuatro importantes y graves operaciones que mermaron físicamente a Don Juan Carlos, que aún mantiene su lucha para deshacerse en unos meses de las muletas y del dolor. Y a pesar de todo, Rafael Spottorno jamás ha perdido los nervios, ni la paciencia, ni la buena educación ni el saber estar en sitio tan difícil. No descansará del todo, porque el nuevo Jefe de la Casa del Rey – sin duda el también leal Jaime Alfonsín-, aprovechará su experiencia para llevar con buen fin y tacto la enorme tarea que se le avecina. Y el propio Rey Felipe VI, lo tendrá siempre a mano.
Y lo concluye así:
Despido con gratitud ciudadana a Rafael Spottorno, que deja un recuerdo de competencia, trabajo, eficacia y señorío de muy complicada superación. Se puede decir en el lenguaje castizo, y sin temor al error, que has sido, Rafa, un Jefe de la Casa del Rey cojonudo.
Y, aunque repite tres veces la palabra espléndida, tengo que dar la razón a Almudena Grandes (El País) al criticar la abdicación como una estrategia para renovar el actual sistema político.
La teoría es espléndida. Empezar de cero implica entusiasmo, generosidad, compasión, empatía, confianza y fe en el futuro. El hecho de estrenar cualquier cosa, desde unos pendientes de mercadillo hasta un traje de etiqueta, posee un indudable componente festivo.
La teoría es espléndida, pero al formularla no se previó la resistencia de los materiales, su oposición al desgaste provocado por la erosión del tiempo.
La espléndida teoría de 1978 ha agotado su potencial. Cualquier intento de renovación de las instituciones debería pasar forzosamente por el reconocimiento de los errores cometidos.
SEGÚN MERLOS, EL PP ES LO MEJOR PARA ESPAÑA
El Mundo publica la columna sonrojante del día, que es la tribuna del embajador de EEUU en España, James Costos, cuyos dos méritos para desempeñar la embajada de su país son su condición de gay y el haber recaudado fondos para la campaña de Obama. El artículo dice mucho de Costos y de Obama: para ellos la protección a los cristianos árabes o la libertad de todos los árabes son asuntos menores, al lado del activismo homosexual. Por otro lado, el embajador reconoce que recibe constantemente a los homosexuales españoles. ¿Reciben el mismo trato, por ejemplo, los familiares de José Couso?
Mi nominación, junto con la de otros cuatro embajadores abiertamente gays, decía al mundo que Estados Unidos está comprometido con la defensa de la plena igualdad para lesbianas, gays, transexuales y bi-sexuales (LGTB).
Defender los derechos humanos de las personas LGTB en todo el planeta constituye una parte fundamental de la política exterior de Estados Unidos y un asunto en el que somos aliados de socios que quieren hacer lo mismo.
Desde que llegué a España en septiembre del año pasado, me he reunido en distintas ocasiones con miembros de la comunidad LGTB. Ellos me han trasladado su preocupación, por ejemplo, por el acoso que aún existe en los colegios, los delitos de odio (¿cuáles?) y la desigualdad en el lugar de trabajo.
La columna pelota del día es la de Alfonso Merlos (La Razón). Es tal su entusiasmo por el Gobierno que a su lado Sostres parece de Ciudadanos.
El partido que mejor nos podía haber gobernado esta legislatura y que ha enderezado el rumbo torcido del país -impuesto durante demasiado tiempo por los socialistas- tiene todo el derecho a diseñar un plan con sus correspondientes líneas tácticas y operativas. Para ganar. Porque su continuidad en la mayoría de ayuntamientos y autonomías sería lo mejor que le podría ocurrir a España.
Qué entusiasmo. Ni Pedro Calvo Hernando cuando defendía a Zapatero y a Felipe.