OPINIÓN / Afilando columnas

El País publica el discurso de Rajoy ante la Unión Africana antes de que lo pronuncie

La Razón trata de desacreditar al juez Castro diciendo que es un izquierdista amante de los descapotables

En la relación entre políticos y periodistas, las filtraciones pueden ser distinto tipo y diferente volúmen. Las hay algunas que no son mayores que una pequeña gotera sin mayor importancia y otras que más bien parecen auténticas vías de agua que deberían costarle el puesto a alguien. Se ha hablado mucho sobre que la relación del Gobierno de Rajoy con El País de Antonio Caño son muy buenas, incluso es sabido que ya antes del cambio de director en el periódico de PRISA dicho diario contaba con importantes valedores en los despachos y pasillos de La Moncloa. Pero todavía debería haber límites, lo que observamos el 26 de junio de 2014 resulta excesivo.

Pero antes de entrar en materia monlovita-prisaica adelantaremos que en otros diarios vamos a encontrar diversos artículos sobre las últimas noticias relacionadas con los tribunales, en especial por lo referido a la Infanta Cristina y la ex ministra que soñaba con ver a Esperanza Aguirre colgada de la catenaria. Hacemos sonar, como cada día, nuestra armónica de afilador y pasamos a revisar lo más sabroso del día.

Al llegar a las páginas de Opinión del diario de la calle Miguel Yuste, lo primero que ha pensado el afilador de columnas ha sido ‘otra más, y mayor que el resto, si antes han sido varios ministros ahora es Mariano Rajoy el que elige El País para soltarnos un ladrillo en forma de ladrillo’. Pero la cosa era más jugosa.

El artículo del registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante tiene un título friki, como si estuviera dedicado a los fan del software libre: ‘Ubuntu’, estamos todos juntos en esto. Cuando empezamos a leerlo vemos que es un texto sobre la situación en África, y lo primero que se nos pasa por la cabeza es que alguien se lo ha escrito –dudamos mucho de que Rajoy conociera todas las cosas que dice en el texto– para quedar bien ante El País el día en el que viaja a Malabo, la capital de la antigua colonia española sometida desde hace décadas a la brutal dictadura de Teodoro Obiang, para intervenir en la cumbre de la Unión Africana. Como no queremos aburrir a nuestros apreciados lectores, les dejamos el último párrafo, donde se explica el nombre dado al texto:

El sudafricano Mark Shuttleworth es parte de esa nueva África. En 2004 desarrolló un sistema operativo basado en Linux que hoy usan más de 20 millones de ordenadores en todo el mundo. Lo bautizó con el nombre de Ubuntu, un antiguo concepto africano ligado a la colaboración, la apertura y la comunidad. Es difícil traducir el significado de ubuntu, pero Mandela lo resumió en una ocasión con una frase sencilla: estamos todos juntos en esto.

Pero eso no es lo jugoso, lo realmente interesante lo encontramos en los dos párrafos anteriores al que hemos reproducido. Copiamos las frases con las que arranca cada uno de ellos:

He venido a Malabo a decir que España apuesta por la nueva África, por la paz, la democracia y el crecimiento económico.

He venido a Malabo, en suma, porque España no puede quedarse al margen del enfrentamiento entre dos visiones de África muy distintas.

Sí, estimado lector, ha leído usted bien. Ambos empiezan con un: «He venido a Malabo…». No es un artículo, es el texto del discurso íntegro del presidente del Gobierno español ante los mandatarios africanos. ¡Y El País lo ha publicado horas antes de que sea leído por Rajoy! ¿Acaso no tienen controles en La Moncloa para evitar una filtración que más bien parece una catarata?

La duda que nos queda es si alguien se lo ha pasado desde Moncloa a Miguel Yuste o si, por el contrario, algún asesor de Rajoy tuvo la genial idea de pedir a alguien de El País que lo escribiera.

Y, para concluir este asunto. No queda demasiado bien que El País presente el texto como un artículo, sin especificar en ningún lado que se trata de un discurso. Quien no tenga tanta paciencia como para soportar el aburrimiento de leerlo casi hasta el final no se dará cuenta de ello.

Pasamos ahora a ABC, donde Ignacio Camacho le dedica a Magdalena Álvarez un artículo titulado Doblá. Arranca con una dura descripción de la ex ministra, ex consejera, ex…. ex todo:

Ella es así. Arrogante, visceral, desapacible, bronquista. Incapaz de aceptar un error por fundada que esté la razón de la evidencia. Magdalena en estado puro, irrevocable de sí misma. Agarrada a su contumaz costumbre de protestar, de resistir, de negar cualquier premisa adversa. Renuente con patética obstinación incluso en la hora maldita de ceder al peso de la certeza.

Tras un largo repaso a los méritos de Álvarez en materia de abusos de poder y en cuestión de salidas de tono y chulerías varias, concluye:

Pero ella no se hizo cargo. Ha resistido una nómina más, otros 23.000 euros, hasta que esta semana le dijeron basta, hasta aquí hemos llegado. Le permitieron elegir la fecha y la explicación del mutis y ella, la incombustible, «antes partía que doblá», la indomable, ha escapado de la escena cobijada bajo el ruido mediático del caso Nóos. Casi se diría que le han fallado los reflejos: podía haber aprovechado para pedir que dimita la Infanta.

Y dado que Camacho cita el caso Nóos y a la hermana del Rey, es una buena manera de entrar en los artículos dedicados a Cristina de Borbón. También en el diario madrileño de Vocento, Isabel San Sebastián titula Justicia desigual. Dedica buena parte del texto a ofrecer argumentos a favor del aforamiento de Juan Carlos I. Nos ha llamado la atención una de ellas:

Si no existieran asociaciones especializadas en ejercer la acusación particular sin otro afán declarado que el de velar por la limpieza de la vida pública, cuyo verdadero propósito es utilizar su repercusión mediática para extorsionar a ciertos personajes con la amenaza de sonoras querellas…

Creemos saber cuál es la organización en cuestión, esa misma que antes los medios de izquierdas solían llamar «sindicato de ultraderecha». Pero nos parece que si San Sebastián hace sobre ella una acusación tan grave, debería poner algún ejemplo concreto.

Al llegar al último párrafo nos encontramos con el auténtico tema del artículo, que no es otro que hablar de la imputación de la mujer de Urdangarín:

Quienes exigen igualdad ante la Ley olvidan el hecho de que no hay igualdad posible ante el prejuicio de origen. Que esa pretensión de igualdad, entendida como sinónimo de idéntico tratamiento, es inaplicable a quien, por su condición o significación, se ha diferenciado ya del resto. De ahí que el fuero otorgado a Don Juan Carlos sea el mal menor en esta España hastiada de corrupción y abusos, que pide a gritos autos de fe. La imputación de la infanta Cristina demuestra que aquí, pese a quien pese, nadie es impune. A partir de ahí hágase lo que corresponda en Justicia, evitando linchamientos y guillotinas.

Al menos pide que se haga justicia, no se dedica a cargar contra el juez Castro por la imputación de la mujer de Urdangarín. En eso se diferencia San Sebastián de la estrategia que sigue La Razón. El diario de Marhuenda opta por atacar al togado en editoriales y artículos varios. Eso sí, las principales firmas del diario no se mojan y dejan que sean otros quienes se encarguen del trabajo sucio.

A este humilde lector de columnas le ha llamado especialmente la antención el artículo titulado Punto final del ‘justiciero’, de Lucas Haurie. En principio parece un mero retrato de la personalidad del juez Castro, en el que se dice que ha trascendido poco sobre su vida privada y se cuentan cosas como esta:

Aunque nunca ha escondido su querencia progresista, en sus autos y sentencias huye de la tentación de hacer política, lo que lo sitúa en las antípodas de compañeros suyos de carrera judicial, y en la zurdera ideológica, como Elpidio Silva o Baltasar Garzón.

Pero no nos engañemos, al final se convierte en un duro ataque a su persona:

Se las da de implacable con todos pero los populares llevan un cuarto de siglo en su punto de mira. El «caso Nóos» será la última gran causa de este magistrado que sólo piensa ya en disfrutar de la jubilación con su motocicleta de gran cilindrada, muy distinta al ortopédico «scooter» gigante con el que desde hace un tiempo acude a su trabajo. Porque, por izquierdista que con mayor o menor coherencia se declare, tiene gustos caros: es también un gran amante de los descapotables.

Esto nos parece un magnífico ejemplo de esa técnica perfeccionada al máximo por los encargados de la propaganda comunista durante la Guerra Fría conocida como ‘asesinato de carácter’: destrucción de la imagen de una persona a la que se tiene como enemiga.

Si los argumentos que tiene La Razón contra la imputación es que al juez Castro le gustan las motos y los descapotables es que la infanta lo tiene muy mal.

Dejamos ahora de lado los tribunales y nos asomamos a El Mundo, donde nos encontramos con dos llamativos artículos sobre otras cuestiones. Tras haber babeado con José Bono, el antaño director de periódicos se muestra extasiado con el apparátchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista. Luis María Anson lo deja claro desde el mismo artículo de su texto: Un diez para Rubalcaba.

Rubalcaba consiguió embridar a algunos potros desbocados de su partido. Logró que todos se sumaran al pacto de Estado. En medio de las contradicciones internas que zarandean al PSOE y a pesar de la decadencia electoral del partido, el líder socialista demostró una vez más que es un peso pesado de la política. La operación sucesoria se hubiera hecho en cualquier caso pero de forma precaria. Las abrumadoras mayorías de consenso se alcanzaron gracias a la habilidad de Rubalcaba, gracias a su sentido de Estado y a su compromiso con el espíritu de la Transición.

Concluye:

Algunos creen que hemos asistido al canto del cisne del espíritu de la Transición y que no volverá a repetirse el consenso. Ojalá se equivoquen los augures porque la estabilidad de España continúa residiendo en el pacto de Estado de 1978, en el espíritu de la Transición, imprescindible para la reforma constitucional que es necesario poner en marcha para conformar la España que desean las nuevas generaciones.

Luis María Anson, siempre hablando de los deseos y anhelo de las generaciones más jóvenes, pero elogiando a los políticos del pasado.

Y terminamos con el siempre provocativo Salvador Sostres, sobre la SICAV participada por Montoro, Valenciano, Meyer, Díez y otros que han pasado por el Parlamento europeo. Titula Yo también fui.

Hay que vivir como se piensa. Tu discurso tiene que parecerse a tu vida. La honestidad no es ser de izquierdas -como algunos sectarios creen- sino ser coherente. Hay que vivir de pie. Hay que reconocerse en lo que uno hace y dice. Yo fui el mejor cliente del Bulli y añoro el tiempo en que antes de ir a París pasábamos por Ginebra. Algo guardé, por si gana Podemos.

Concluye con un mensaje a Montoro:

Mi querido ministro, no creas que te reprocho que tengas una Sicav para librarte de tu zarpa, para librarte -al fin- de tu propia mezquindad. Todo lo contrario, te quiero todavía más. Soy católico y me educaron en la piedad. Pero sí que pienso que una vez conocida tu verdad, ya sólo nos queda que hagas en serio una profunda reforma fiscal o que abramos una cuenta conjunta en el Hong Kong Shanghai Bank.

Al afilador de columnas le ha indignado todo este asunto porque quienes se buscan, con ayuda de las instituciones de esa misma Unión Europea que insiste en que nos suban la presión fiscal, esos mecanismos para pagar menos impuestos son los mismos que están todo el día tratando de buscar maneras de rascar lo máximo posible de nuestras carteras para que se lo quede el Estado.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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