OPINIÓN / Afilando columnas

Almudena Grandes: «Resulta notable a degradación intelectual y moral a la que están llegando los detractores de Pablo Iglesias»

Isabel San Sebastián: "Exijo líderes, no gerentes de empresa, productos de laboratorio, estrellas mediáticas ni sacamuelas"

Por fin terminó el Mundial de Brasil. Con todo el respeto a Gistau, Jabois, Hughes y otros grandes columnistas que disfrutan escribiendo sobre el fútbol, para algunos a los que dicho deporte no nos causa especial emoción es una buena noticia que haya terminado el campeonato. Pero incluso así, no podemos evitar hacer alguna reflexión sobre la final entre Argentina y Alemania. Cualquiera que se conectara a Twitter nada más marcar gol les germanos pudo observar una cosa interesante, muchísimos españoles se dedicaron a celebrar en la red social el tanto del país europeo.

Hemos estado sometidos durante los últimos años a una profunda propaganda anti-alemana por parte de determinados partidos políticos y buena parte de la prensa española. En El País se llegó a retratar, en un dibujo, a la nación con capital en Berlín como un perro, en concreto un pastor alemán, con cara de malas pulgas agarrando su bandera con la boca. Y eso no fue lo peor que apareció en los medios de comunicación. Y, sin embargo, a la hora de la verdad, las simpatías de gran parte de los españoles se estuvieron con Alemania en vez de con una argentina con la que compartimos idioma y gran parte de cuya población tiene ascendencia, a veces muy cercana en nuestro país. No deja de resultar curioso, aunque tratar de desentrañar el por qué de esta aparente incoherencia hispana daría para muchas páginas de análisis político y sociológico.

Dicho esto, hacemos sonar una vez más nuestra armónica de afilador y nos lanzamos a comentar lo más interesante de los espacios de opinión del 14 de julio de 2014, que en buena medida están dedicados a comentar la elección de Pedro Sánchez como sustituí de Rubalcaba como secretario general del PSOE.

Empezamos por El País, en cuya contraportada Almudena Grandes no escribe sobre el PSOE sino sobre las críticas a los trotsko-bolivarianos españoles liderados por Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero. Titula Populismo. A la columnista no le gusta que desde la derecha se critique a Podemos, y menos aún a su líder:

Incluso asumiendo la ínfima calidad de nuestra clase política, lo que resulta verdaderamente notable es la degradación intelectual y moral a la que están llegando los detractores de Pablo Iglesias.

Ahora se dedica a dar lecciones sobre «degradación intelectual y moral» la misma que imaginaba en 2008 —México— la violación de una monja y se permitía bromear:

¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y -¡mmm!- sudorosos? En 1974, al morir en su cama, recordaría con placer inefable aquel intenso desprecio, fuente de la suprema perfección.

Pero volvamos a la columna de esta hornada, que concluye:

Y eso sin contar con la falta de respeto que supone tratar a más de un millón de votantes como si fueran tontos. Ya veremos qué pasa cuando sean tres o cuatro. O cinco.

Grandes repite el mantra que ha impuesto la cúpula de Podemos, con el altavoz de determinados periodistas de la izquierda, de que criticar a Iglesias o a su partido es insultar y faltar el respeto a sus votantes. ¿Tenemos que entender entonces que dirigir las críticas a Rajoy es faltarle el respeto a los casi 11 millones de votantes que tuvo el PP en las elecciones? Según su lógica, debería considerarse así. Según este humilde lector de columnas, no. Criticar a un político, o incluso insultarle, no es dirigir insultos o desprecio a sus votantes, por mucho que uno considere que optaron por apoyar una opción electoral equivocada.

Claro, tal vez sea mejor proclamar en voz alta, como ella hizo en 2007, lo que le gustaría hacer con aquellos que dicen cosas que no le gustan:

Fusilaría cada mañana a dos o tres voces que me sacan de quicio.

Pues bueno, el régimen bolivariano de Venezuela, al que asesoraron Monedero y, en menor medida, Pablo Iglesias por el momento no fusila, pero sí asesina a opositores que tienen el valor de manifestarse contra el Gobierno de Maduro. Y ya van varias decenas de muertos a manos de las fuerzas represivas del Socialismo del Siglo XXI venezolano.

Si la señora Grandes considera que nos hemos degradado moral e intelectualmente nos da igual. No nos parece que el suyo sea precisamente un gran termómetro ético.

Cambiamos ahora de diario y nos asomamos a ABC, donde Isabel San Sebastián escribe sobre Políticos, sin concretar más.

A España le sobran políticos y le faltan principios, ideas, valentía y coherencia, llamados a ser, por ese orden, el abecé del oficio.

Tras criticar el comportamiento general de los políticos españoles, lanza un aviso para no caer en los cantos de sirena de los populismos. Dice:

Las libertades políticas, los derechos que desprecian hoy, a la ligera, quienes tienen la suerte de ignorar lo que supone una dictadura, constituyen un patrimonio por el que vale la pena luchar. Porque todos los liberticidas que conoció el siglo pasado, todos, a derecha e izquierda, empezaron su andadura como los salvapatrias actuales, denunciando los excesos de una «casta» corrupta que prometían liquidar para instaurar el paraíso en la tierra. Y todos, sin excepción, desencadenaron infiernos de muerte, opresión y pobreza.

Concluye:

Exijo líderes que den la cara, crean en algo y lo digan. Líderes que se atrevan a debatir sin trampas con sus rivales, con periodistas independientes y con los ciudadanos que quieran pedirles cuentas. Líderes sin miedo ni complejos, convencidos de lo que predican. Líderes, no gerentes de empresa, productos de laboratorio, estrellas mediáticas ni sacamuelas.

El afilador de columnas no le va a quitar la razón a la columnista de ABC, pero nos parece que pide un imposible. Por desgracias. Eso sí, los partidos tradicionales deberían reflexionar sobre lo que han hecho para facilitar el ascenso del populismo de ultraizquierda, que no es menos malo que el de una ultraderecha que por suerte no termina de cuajar en España.

Seguimos en el diario madrileño de Vocento, donde Ignacio Camacho es uno de los que comenta los resultados en las elecciones internas socialistas. Titula El consejero delegado.

Con una cuarta parte del total de los militantes y el principal bastión de poder institucional que hoy tiene el partido, la federación de Andalucía pretende sin tapujos erigirse como referencia del próximo congreso y de la nueva etapa abierta con las primarias de ayer. Unas primarias que, si Susana Díaz decidiese dar el salto a Madrid a través de la candidatura a la Presidencia del Gobierno, apenas habrían servido para elegir una especie de consejero delegado.

Concluye:

El socialismo español está inventando sobre la marcha y en plena crisis un modelo nuevo, con todo por decidir y poco tiempo para ejecutarlo. El flamante líder tiene ahora una legitimidad directa que en teoría avala su independencia. En las próximas semanas se verá si está en condiciones de desplegarla.

Nos da que a Sánchez le gustaría ser, efectivamente, como un consejero delegado. En según qué empresas ese cargo es un auténtico equivalente al CEO británico y es quien tiene el auténtico poder (pensemos, por ejemplo en Cebrián en PRISA). Pero suponemos que en este caso Ignacio Camacho está pensando en ese otro tipo de consejeros delegados que se limitan a ser marionetas del presidente o de algún poderoso accionista que sin estar oficialmente en la cúpula es quien manda de verdad. Y esa sería Susana Díaz.

En El Mundo, Santiago González dedica a este mismo asunto un artículo titulado Voto directo. Se muestra crítico con la propia convocatoria de primarias pasa sustituir al apparátchik que creyó que siendo secretario general se convertiría en un líder socialista:

Considerados los candidatos de uno a uno o de tres en tres, no se adivina qué pueden aportar que no tuviera Rubalcaba. Entre los problemas que tiene su partido en esta hora, el del líder no era el más urgente. Para etapas de crisis como éstas se inventaron las gestoras.

Concluye con una elección interesante:

Una incógnita es, si descubiertas las ventajas de la elección directa, el PSOE abogará por implantarla en las elecciones municipales, para que los alcaldes sean elegidos por el voto directo de sus conciudadanos, como si fueran los secretarios generales de sus pueblos.

Algo nos dice que en el PSOE no va a aceptar la elección directa de los alcaldes, puesto que su única opción para aumentar el número de gobiernos municipales a su poder es lanzarse a pactos a varias bandas para desbancar el PP. Claro que también dudamos mucho de que el registrador de la propiedad que creíamos metido a gobernante hubiera apostado por ese método si no fuera por que es la única forma que tiene de mantener buena parte del poder local en España. A este humilde lector de columnas, con independencia de a quién beneficie o perjudique (que es algo que puede cambiar de aquí a cuatro años), le parece una buena idea.

También en el diario ahora dirigido por Casimiro García-Abadillo, Raúl del Pozo sentencia que Ganó el guaperas.

Había un viento de cabreo que no lo cambia ni Dios. Sánchez es la izquierda sin sectarismo, la socialdemocracia tranquila, pero renovada, que no quiere armar follón, sino gobernar. Ha pasado en dos meses de ser desconocido a ser competitivo. Además de su paso por Caja Madrid, tenían preparado un «dossier sobre su suegro en Galicia». Madina ha contado con los restos del aparato, un cementerio de chapas. Los que pensaban que estas primarias serían un referéndum consultivo, se van a llevar un chasco.

Da un poco de miedo eso de que «Sánchez es la izquierda sin sectarismo, la socialdemocracia tranquila». Al principio se dijeron cosas muy parecidas de Zapatero, del que además se considera heredero el recién elegido secretario general del PSOE, y de después salió como salió, con sus «soy rojo de solemnidad» y su política de crispación. Ojalá tenga razón Del Pozo, pero el riesgo de que se equivoque es muy elevado.

Terminamos en el periódico de la ‘disciPPlina’. Javier González Ferrari escribe en La Razón sobre la propuesta del Partido Popular de que se elija a los alcaldes mediante voto directo. Lo hace en una columna titulada Urnas y despachos.

La propuesta realizada por el PP para reformar la ley electoral y que sean alcaldes los cabeza de la lista más votada es tan razonable como tardía.

Concluye:

Ahora, cuando estamos a punto de entrar en la recta final de la legislatura y a diez meses de los comicios municipales y autonómicos, al PP le han entrado las prisas que, casi nunca, son buenas consejeras. A estas alturas ni el PSOE ni nadie le va a comprar a Rajoy esta propuesta que de haberse realizado en los primeros compases de la legislatura quizá hubiera salido adelante sin grandes complicaciones. Casi tres años sin apenas hacer política, salvo en materia económica, es una losa muy difícil de levantar.

Nos parece muy optimista por parte de González Ferrari considerar que el PP ha hecho política en materia económica durante tres años. En todo caso se ha limitado a buscar maneras de exprimir cada día más el bolsillo de los contribuyentes.

 

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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