OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Raúl del Pozo, extasiado ante Pedro Sánchez: «Es la izquierda sin sectarismos»

El nuevo secretario general del partido socialista hace brillar los ojos de emoción de los viejos columnistas que añoran al PSOE

Raúl del Pozo, extasiado ante Pedro Sánchez: "Es la izquierda sin sectarismos"
Raúl del Pozo. PD

García Domínguez asegura que Pablo Iglesias sabe más economía que Sánchez

Las primarias del PSOE me han devuelto casi 15 años de juventud. He recordado el congreso en el que fue elegido el desconocido -pese a haber sido 14 años seguidos diputado silente- José Luis Rodríguez Zapatero. En un periodo de crisis, los socialistas han escogido a un guapito desconocido «comprometido en la defensa de los más débiles», o sea, en llevarles al poder nacional para repartirse los cargos.

Si yo he sentido que perdía 15 años, no le digo, amigo lector, la alegría de los columnistas de izquierdas, que sentían que rejuvenecían, adelgazaban y les crecía el pelo de la cabeza. Hoy, 14 de julio de 2014, alguno que otro casi levita.

Raúl del Pozo titula su columna en El Mundo ‘Ganó el guaperas’, donde muestra su admiración por Sánchez.

Sánchez es la izquierda sin sectarismo, la socialdemocracia tranquila, pero renovada, que no quiere armar follón, sino gobernar. Ha pasado en dos meses de ser desconocido a ser competitivo. Además de su paso por Caja Madrid, tenían preparado un ‘dossier sobre su suegro en Galicia’. Madina ha contado con los restos del aparato, un cementerio de chapas. Los que pensaban que estas primarias serían un referéndum consultivo, se van a llevar un chasco.

En ‘Sánchez, al rescate del PSOE’, Antonio Casado (ElConfidencial.com) propone una diarquía entre Sánchez y Susana Díaz.

Lo lógico es que Sánchez gobierne el PSOE en coalición con la presidenta de la Junta de Andalucía y secretaria general de la federación más poderosa del partido.

Personalmente se declaró «enemigo de la desigualdad, la injusticia y la corrupción» y, ya en pleno subidón, anunció que había empezado la cuenta atrás para Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.

Palabras que entre las bases socialistas sonaron anoche a música celestial. Pero Sánchez va a necesitar algo más que palabras para conseguir que el PSOE vuelva a consolidarse como pilar izquierdo de la centralidad del sistema. Y no lo va a tener fácil.

Toni Bolaño, director de comunicación de la Generalitat catalana del Tripartito, sostiene que al PP le convenía Eduardo Madina.

El nuevo secretario general deberá marcar su impronta en el Congreso y en sus primeros movimientos políticos como, por ejemplo, el tipo de oposición que se hará en la cámara baja y el margen de acuerdos con el Gobierno. El PP, cabe recordarlo, se hubiera encontrado más cómodo con Madina porque se alejaba del centro. Sánchez es el centro que se une a la izquierda.

Por eso, todas las miradas se centrarán en qué postura tomará el PSOE para volver a liderar la izquierda española. «No somos ni Podemos ni Izquierda Unida», dijo el candidato durante la campaña alejándose de veleidades izquierdistas de sus oponentes que siempre irónicamente se refería al fundador del PSOE como «el Pablo Iglesias bueno». Su primer gesto, pedir a los eurodiputados socialistas españoles el voto contra Jean Claude Juncker. Elena Valenciano tendrá que acatar la primera orden de su secretario general.

Pablo Sebastián (Republica.com) cree que Sánchez cancela el viejo PSOE, el que existe desde Suresnes.

Se quedan muy atrás en el PSOE los tiempos de Felipe González, Joaquín Almunia, José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, porque el PSOE ya tiene nuevo líder y secretario general. Es el madrileño Pedro Sánchez, quien resultó claro vencedor frente a un Madina, al que se vieron en la campaña gestos de mal perdedor. Un Pedro Sánchez que se enfrenta al desafío y la responsabilidad de tener que recuperar los signos de identidad del PSOE como partido español antes que federal -lo que despreció Zapatero- y el liderazgo de la izquierda y, al día de hoy, también de la oposición, en este tiempo de final del régimen de la transición y de llegada de una nueva etapa en España, como demuestra el reciente relevo en la jefatura del Estado en beneficio del rey Felipe VI.

Y además le pone deberes.

Lo que obliga al nuevo líder socialista a plantear una política de alta incidencia reformista en favor de una democracia nueva a la española, que ha de estar marcada por el regreso de Montesquieu que Felipe González y Alfonso Guerra enterraron al principio de los años ochenta. Y también a impulsar un nueva izquierda o, si se quiere, un nuevo PSOE moderno, solidario y limpio que ha ser incompatible con la corrupción. Para lo que se deberán asumir las responsabilidades políticas de cualquier escándalo y evitando de paso la promiscuidad (las llamadas ‘puertas giratorias’) con los poderes fácticos del país

CAMACHO: ¿UN CONSEJERO DELEGADO DE SUSANA DÍAZ?

Enric Juliana (La Vanguardia) no puede disimular su enfado con la elección de Sánchez, que refuerza en su opinión el bipartidismo sobre el pacto contra los inocentes catalanes.

Ha ganado Pedro Sánchez, y la España que no está para aventuras dormirá un poco más tranquila. No hay riesgo de que el PSOE se escore demasiado a la izquierda. Se aleja el fantasma del Frente Popular, con Podemos, Izquierda Unida y, acaso, Esquerra Republicana, y se mantienen abiertas las puertas a la Gran Coalición (PP-PSOE), si la próxima legislatura así lo requiere. Se negociará, en septiembre, el cambio en el sistema de elección de los alcaldes, en favor de la minoría más votada -¿aceptará el PP la segunda vuelta entre los dos partidos mejor situados?-, no habrá fractura en el bloque constitucional, y el Partido Socialista no adoptará ninguna posición sobre Catalunya que previamente no haya sido sellada en el palacio de San Telmo de Sevilla, sede de la Junta de Andalucía.

Vuelve ‘Verano Azul’ y se revaloriza ‘Cuéntame’, que nunca ha decaído. Pedro Sánchez, camisa blanca, alto, claro y bien parecido, pertenece a ese cuadro narrativo.

Ignacio Camacho (ABC) despliega el conocimiento que tiene de la política andaluza en su columna y afirma que quien manda de verdad en el PSOE es Susana Díaz, a quien sólo ha elegido José Antonio Griñán.

Pedro Sánchez ha vencido porque ha suscitado menos dudas y porque ha contado con el apoyo abierto de la mayoría de los barones territoriales y en especial del PSOE andaluz y de su peso cuantitativo y orgánico. Y ese respaldo decisivo va a constituir la primera hipoteca de su liderazgo. Con una cuarta parte del total de los militantes y el principal bastión de poder institucional que hoy tiene el partido, la federación de Andalucía pretende sin tapujos erigirse como referencia del próximo congreso y de la nueva etapa abierta con las primarias de ayer. Unas primarias que, si Susana Díaz decidiese dar el salto a Madrid a través de la candidatura a la Presidencia del Gobierno, apenas habrían servido para elegir una especie de consejero delegado.

Díaz ha aprovechado el vacío de autoridad de la etapa rubalcabista para devolver al PSOE andaluz al papel cenital que desempeñó en tiempos de Felipe González.

¿Es que a Juliana le gustan las camisas negras que pusieron de moda los de ERC cuando mandaba Carod-Rovira?

Lucía Méndez (El Mundo) enumera las ofensas que recibió Sánchez del aparato del PSOE, volcado con Madina.

No hace siquiera dos meses, en mitad de la campaña europea, el diputado [Sánchez] se lamentaba de su destino. Él se dormía en el coche camino de Madrid, volviendo de un mitin en cualquier pueblo, mientras su compañero vasco aparecía cómodamente en los actos electorales más vistosos de la candidata, Elena Valenciano. Se había pateado las agrupaciones sin que nadie creyera que iba en serio. Me están engañando, decía, no hay igualdad de oportunidades. Rubalcaba y la dirección trabajan para Madina, se lamentaba, los demás somos un cero a la izquierda.

Sánchez era un joven que quería hacer carrera en el PSOE y la dirección le envió a las televisiones del Tea Party a pegarse con los periodistas de derechas. Tenía muy buena imagen y sabía de lo que hablaba. Se llevó una decepción cuando Rubalcaba no le metió en la Ejecutiva en el Congreso de Sevilla y después cuando le incluyeron en una la lista del Congreso a las generales en un lugar en que no le garantizaba el escaño. De nuevo se sintió estafado. Pero, ¿qué tiene Madina que no tenga yo?, se preguntó. Y supo esperar su oportunidad, aunque ni siquiera él se imaginó que todos los astros se iban a alinear a su favor en un tiempo récord.Menos de un mes. Sobre todo los astros andaluces, alineados en formación disciplinada por Susana Díaz. (…) La presidenta andaluza le llevó en volandas desde su liderazgo orgánico, institucional y social.

PODEMOS, ¿CAMPAÑA DE SILENCIO O CAMPAÑA DE DIFAMACIÓN?

Contradicción entre dos columnistas sobre lo que hace el PP con Podemos.

Federico Jiménez Losantos (El Mundo) sostiene que la consigna pepera ahora es no hablar de Podemos para hacer que desaparezca, como un ogro de cuento.

La idea infantil de que tapándose los ojos desaparece lo que da miedo parece haberse impuesto en el PP para abordar el fenómeno de Podemos. Pero, bien mirado, Rajoy emite mensajes contradictorios: a los medios nos pide que se hable menos de Pablo Iglesias pero el PP no deja de hablar de Podemos. O sea, que ellos sí pueden dosificar ese voto del miedo que según el análisis de Arriola le dará la victoria a Rajoy en las generales, sobre todo si antes se ha hundido el PP en las municipales y autonómicas.

Lo malo del PP es que tiene formas de hablar técnicamente afónicas y líderes cuyo silencio resulta atronador. Si Esperanza Aguirre no hubiera dicho que en Madrid hay que dar la batalla a Podemos, muchos creerían que se ha quedado muda. Pero si Floriano habla de los chequistas coletudos, ¿quiere decir algo el PP o quiere decir que hay que callarse? No es fácil saberlo.

Por el contrario, Almudena Grandes (El País) asegura que las declaraciones de los mandamases del PP contra Podemos le dan más votos al nuevo partido.

La actitud de los dirigentes del PP contra Podemos ha superado en muy poco tiempo el nivel de ineptitud política que ha convertido a Mas en el jefe de campaña de ERC. Dejando de lado mi capacidad para ficcionar, me resulta tan inconcebible lo que estoy oyendo, lo que estoy leyendo, que he llegado a sospechar que tal vez Sáenz de Santamaría y Aguirre, entre otros, pretenden incentivar el voto a Podemos para despejar el panorama de la izquierda.

Pero incluso asumiendo la ínfima calidad de nuestra clase política, lo que resulta verdaderamente notable es la degradación intelectual y moral a la que están llegando los detractores de Pablo Iglesias. Cuando Aguirre le pidió que entregara el dinero recaudado para querellarse contra ella a las víctimas del terrorismo, batió todos los récords de populismo demagógico conocidos.

Precisamente Esperanza Aguirre escribe en ABC un artículo contra Podemos en el que convoca a refutar las ideas simples del partido de Iglesias y Monedero. Curioso, cuando ella, como presidenta de la Comunidad de Madrid, estuvo pagando los sueldos de ambos profesores de la Complutense.

Si creemos que los argumentos demagógicos, simplistas y falaces que utilizan los de Podemos se descalifican solos. Eso puede ocurrir si nos da pereza debatir con ellos porque consideramos que sus argumentos están absolutamente desprestigiados por la Historia.

Puede ser muy cansado y aburrido tener que discutir argumentos tan simples y mentirosos, pero hay que hacerlo.

Nosotros, los que amamos la libertad y sabemos de los peligros de la demagogia populista, también tenemos que demostrar que estamos llenos de esa apasionada intensidad.

Para acabar con la ración de columnas sobre el Coletas del día, José García Domínguez (Libertaddigital.com) escribe una tan sorprendente en la selva de los opinadores como el célebre cisne negro. Para él, Pablo Iglesias sabe más de economía que el economista Sánchez.

Al igual que Madina, Pedro Sánchez tampoco ha comprendido que lo que afrontamos ahora mismo es un cambio de paradigma, repárese en lo que declaró la semana pasada en El País. «Hay una economía de izquierdas y una economía de derechas», sentenció. Y fue a decirlo el mismo día que el primer ministro socialista de Francia, Manuel Valls, mutilaba 50.000 millones de euros de gasto corriente en pensiones, servicios sanitarios y salarios de los trabajadores públicos

Mucho más lúcido, el hombre del saco y malo de moda, Pablo Iglesias, escribe en su último libro: «No hay solución solo desde el marco del Estado-nación. Quien diga que se puede ir a formas de organización autárquicas es un loco». Iglesias lo ha entendido: no hay una economía de izquierdas y una economía de derechas, ya no. Hay una economía del Sur y una economía del Norte. Y eso significa que, en el fondo y en la forma, da igual que la cabeza del PSOE responda por Madina, Sánchez o Tapia.

BUSTOS: VICTORIA DE ALEMANIA Y DERROTA DE GUARDIOLA

Los socialistas se jugaban su futuro, pero la inmensa mayoría de los españoles estaba pendiente de la final Alemania-Argentina. De entre las crónicas del partido, destaco la de Jorge Bustos (Zoomnews.com), titulada ‘… y siempre gana Alemania’, que une fútbol, política y humor.

Deutschland, Deutschland über alles: sois hermosos y eficientes como las metáforas de Marinetti. Enhorabuena, Angela. No por nada os odia Pablemos y os espía Obama.

Götze embolsó el balón que el pecho de Palacio no había sabido embolsar y voleó en armoniosa caída a Romero. Así es la vida: te pasas un año decepcionando a Guardiola para acabar dando a Alemania su cuarta estrella bajo la mirada fundente de tu novia. La cámara le rodeaba tras el pitido final como un laurel catódico. No creo que pudiera individualizarse la idea del triunfo en otro lugar mejor que en los carrillos enrojecidos del apolíneo Götze, de pie en el centro de Maracaná, la mirada perdida en la Historia.

Puyol, que apeó a Alemania en 2010, les pasó el testigo de la gloria. Son alemanes. Son protestantes. Hablan como bárbaros. No saben beber. Y son los mejores.

Juan Manuel de Prada (ABC) escribe sobre la caída de la demografía que amenaza a España y en su columna asocia las libertades sexuales como cortina de humo en torno a los pocos que se están enriqueciendo.

Para que el antinatalismo cuajase plenamente, era preciso romper los vínculos comunitarios y familiares que nutren a los seres humanos. Se obligó a la gente a abandonar su tierra y su religión; se inspiró en la mujer odio al hogar, mediante el veneno de la competencia entre los sexos; se escarnecieron, mediante una propaganda pervertidora, todas las virtudes ancestrales. Todos aquellos acicates antinatalistas resultaban, sin embargo, muy sórdidos; y hubo que envolverlos con un rebozo doctrinal campanudo: emancipación, libertades individuales, autonomía de la voluntad, etcétera.

Por supuesto, todas estas libertades de bragueta encumbradas a la categoría de dogmas de fe no eran sino cortinas de humo aventadas para tener a la pobre gente (¡ya nunca más proletaria!) entretenida, refocilándose en la pocilga, mientras el orden liberal (para entonces transmutado en «progresismo») se dedicaba a la única libertad que le interesaba, que no es otra sino la de amontonar dinero en unas pocas manos.

La ridiculez del día es para Rosa Belmonte, que en su columna, trasladada a la última de ABC, se pone a hablar de la momia de Lenin y suelta esta perla:

Mi mayor deseo ha sido ser un Kennedy muerto. Un Lenin muerto tampoco está mal (pero solo por lo póstumo).

 

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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