Al sostener que las personas no son esenciales en política, ¿se está preparando el sacrificio de Mas?
A Jordi Pujol, sus protegidos y quienes comieron de su mesa le están abandonando. No sólo Artur Mas, su heredero, y Convergència Democrática de Cataluña, el partido que él fundó, sino también uno de los pilares de la buena sociedad catalana, el periódico La Vanguardia, receptor de docenas de millones de euros en subvenciones concedidas por la Generalitat, se ha unido al bando de los que exigen la expiación pública de los delitos cometidos por Pujol.
En unas horas, La Vanguardia, como ha hecho Mas, ha pasado de tratar de disimular la corrupción de Pujol y su familia a afeárselos y reclamar que dé explicaciones.
Hoy, 30 de julio de 2014, publica un duro y largo editorial, con llamada en portada, cuyo título ya demuestra que el catalanismo llamado moderado ha decidido arrojar a Pujol a las masas enfurecidas para tratar de salvarse: ‘El derrumbe de un mito’.
En él, Màrius Carol y su editor, Javier de Godó, le afean ahora a Pujol que identificase su persona con Cataluña, como si La Vanguardia no hubiese participado en ese proceso. Y recuerdan su participación en la lucha antifranquista (en la que no participaron ni el periódico ni la familia) antes de pedir que Pujol rinda cuentas en el Parlamento autonómico catalán.
Por otra parte, cabe preguntarse si la insistencia del periódico en subrayar que los partidos y los proyectos políticos no deben basarse exclusivamente en personas no es una preparación para prescindir también de Mas.
Para muchos, hablar de Pujol era hablar de Cataluña. Tal era la simbiosis que muchos ciudadanos llegaron a establecer entre el expresident y el país. Simbiosis, idealismos, mesianismos que ahora, sabiendo lo que sabemos, pueden dar lugar a muchas interpretaciones, a marcar distancias, a renegar de todo un legado, de una trayectoria ciertamente muy dilatada.
Una trayectoria que empezó cuando el joven Pujol decide dedicar todas sus energías a luchar por el catalanismo entrando en política en los tiempos de la dura represión franquista. Es sabido que Pujol fue condenado a siete años de cárcel por los denominados fets del Palau en el año 1960. Fue, por tanto, un hombre clave en la lucha en Cataluña contra el franquismo en unos años ciertamente difíciles.
La lección que se extrae de este penoso acontecimiento es válida para CDC y para cualquier otra fuerza política: no se puede fundamentar una política o una acción de gobierno solamente en una persona, por muy carismática que esta sea. Y mucho más en los tiempos actuales, en que la ciudadanía exige transparencia absoluta en la gestión pública, cansada de casos de corrupción.
Queda por saber qué repercusión tendrá todo este escándalo en el llamado proceso soberanista. Mas dijo ayer que «se equivocaría quien creyese que el país no va adelante por esto; la hoja de ruta está consensuada y tiene muchos apoyos». Si lo acontecido puede hacer cambiar a mucha gente de manera de pensar, no tardaremos en saberlo. En cualquier caso, Pujol debería explicarse públicamente en el Parlament y, si procede, la justicia investigar y depurar todas las responsabilidades penales y administrativas.