La gente pagaría con gusto si encontrase honradez, capacidad de generar noticias, amenazar al poder corrupto independientemente de quien sea
Arturo Pérez-Reverte tiene un ‘idilio‘ con Twitter los domingos por la tarde, pero llevaba un tiempo ausente.
Este domigo, 3 de agosto de 2014, volvió a atrincherarse en ‘El Bar de Lola’ y fiel a su estilo, indiferente al aforismo según el cual «perro no come carne de perro’, sacudió sin piedad a eso tan amplio, varipinto y cuestionable que se conoce como ‘periodismo español’ («Cuando la calle arde, el político se acojona; hasta entonces, pastelea»).
El prolífico y brillante escritor lanza un alegato en favor de la transformación que, en su opinión, debe sufrir la prensa española («Se diría que en España los hijos de puta siempre están blindados»).
«Reflexionando («Si hubiera más educación habría menos independentismo»). Pujol. La prensa, volcada. Y algunos, lo justo. Pero casi todos, por conveniencia, lo ignoraron deliberadamente hasta ahora».
Los periódicos se hunden por la crisis y las nuevas tecnologías. Pero sobre todo por su complicidad clamorosa y su silencio ante el poder.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) agosto 3, 2014
«Creo que sólo una prensa capaz de ser, si hace falta, brutal, despiadada, decidida, cargada de razones, podría sobrevivir hoy. No la que hay. Sobrevivirán los periódicos que logren que un lector sea incapaz de averiguar qué partido o grupo hay detrás de cada periódico. O sea, pocos».
«La gente pagaría con gusto si encontrase honradez, capacidad de generar noticias, amenazar al poder corrupto («En el juicio de los ERE habrá gambas y lonchas de jabugo») independientemente de quien sea».
No son los fascículos, chanclas, relojes o chorradas de regalo dominguero los que venden periódicos, sino riesgo, investigación y verdad.
— Arturo Pérez-Reverte (@perezreverte) agosto 3, 2014
«Con la mayor parte de la prensa, incluidas televisiones, que tenemos hoy, volverán a ganar los malos. Como suelen».
Fue una intervención algo más breve de las que acostumbra nuestro mejor novelista, pero a alguno le deben retumbar los oídos este lunes («Estamos en manos de animales analfabetos»).