EL FUMADOR / REPASANDO COLUMNAS

Gistau: «Madrid se ha convertido en una capital venida a menos, sucia, maloliente al calor, derrotada»

Alfonso Ussía lanza la candidatura del duque de Huéscar, Carlos Stuart, al trono de Escocia para burla de los separatistas catalanes

Sólo columnistas sexagenarios como Casado, Valenzuela y Ferrer apoyan a la alcaldesa

Una de las oraciones de los periodistas es que Dios bendiga a las personalidades que dimiten o fallecen por la mañana o a primera hora de la tarde, dando tiempo a levantar las páginas, a preparar reportajes y a pedir columnas y declaraciones. Ana Botella hizo ese último favor a la canallesca, que se ha cebado con ella como los malos picadores con los toros débiles.

Ahora resulta que tooooodo el mundo sabía que la esposa de José María Aznar iba a renunciar a presentarse a las elecciones municipales de mayo próximo, pero nadie lo había contado con detalle. Lo que nos importa es que la mayoría de las columnas se dedican a doña Ana, y con casi unanimidad la despiden con alegría.

Escojo como primer bocado del día la columna de Santiago González (El Mundo), en la que da galletas a Cintora y al funcionario Monedero.

En la tertulia fascinante que Cintora, ese chico de sonrisa incomprensible, dirige por las mañanas en Cuatro, y que responde a la lógica Podemos y otras rarezas, ayer le tocaba representar a los primeros a Juan Carlos Monedero (…). El ideólogo de la fuerza política emergente explicó que gracias a ellos había abdicado el Rey y había dimitido Rubalcaba. Lástima de prisa. Si hubiera esperado un par de horas podría haber sumado a sus éxitos el abandono de Ana Botella, éste especialmente justificado, ya que es él quien se postuila a la Alcaldía de la capital «si Madrid quiere a otro profesor como alcalde». Y luego dicen que casta son los otros.

Y concluye, chestertoniano, con una paradoja:

Ana Botella renuncia a un cargo para el que nunca fue elegida, oh, paradoja, en el partido que defiende la elección directa de alcaldes.

MANUEL JABOIS: «NUNCA TUVO NADA QUE DECIR»

Manuel Jabois (El Mundo) también acude a la ironía y recuerda los primeros pasos de Botella en el circo mediático, en el telediario de Luis Mariñas en Telecinco.

Ana Botella tenía una virtud que podía haberla convertido en un animal político en España: nunca tuvo nada que decir.

Sus aportaciones eran frases de discursos a veces ya pronunciados por Aznar, como si fuese la encargada del diferido en femenino, y lejos del atril se le pedían declaraciones caseras que solventaba con cualquier detalle diabólico, como que los niños, hartos de ver al padre en la tele, cambiaban de canal cuando salía. Ni entonces ni ahora tuvo nada que decir, ni dijo nada por el camino, ni se le escuchó más frase que alguno de esos despropósitos de señora de derechas alarmada por cómo avanza el mundo. Tal es así que después de aquella campaña Mariñas la llevó a los informativos de colaboradora y lo que hacía era comentar una foto, la primera, concretamente, del estanque del Retiro con su lluvia y su paraguas.

Pese a las expectativas no llegó a ejercer de extensión sentimental de Aznar ni de extensión administrativa de Gallardón ni de extensión ideológica de Dios.

David Gistau (ABC) es el único que habla de la suciedad de las calles de Madrid

Abocada a ser el más descosido de los patos cojos hasta la primavera, como si el ayuntamiento fuera la única casa encantada de la ciudad en la que es posible certificar la presencia de un fantasma, Ana Botella desiste justo cuando a su alrededor Madrid se ha convertido en una capital venida a menos, sucia, maloliente al calor, derrotada, en cuyos árboles encuentra una imagen explícita de su desmoronamiento. Han sido un desastre, estos tres años inaugurados por el gesto insensible de la escapada a Cascais mientras Madrid estaba conmocionada por las muertes del Arena y que luego derivaron al número de humor involuntario con la «relaxing cup» de la desastrosa candidatura olímpica: aquella ocasión de Buenos Aires en que terminamos de descubrir que el ego de Madrid extendía cheques que su talla en época de crisis no podía pagar.

Demasiados fracasos tanto de gestión prosaica como de ideal ciudadano que la alcaldesa se limitaba a despejar a córner alegando que las críticas procedían de la eterna conspiración antiaznarista, como si incluso a ella le costara considerarse un ente autónomo y no un «spinoff» de otro argumento. Como cuando a Kramer le dieron su propia serie.

En su enemiga a Aznar, Marcello (Republica.com) encuentra en el anuncio de Botella otra bofetada del ex presidente del Gobierno al sucesor que él eligió.

Es verdad que Rajoy no ha movido un dedo por Botella y que la alcaldesa, acosada por Aguirre y por Cifuentes, y ninguneada por su partido que le restregaba las encuestas a placer, se ha dado, algo es algo, el pequeño lujo de dar un pequeño portazo y decir adiós mientras Rajoy le pedía que vistiera el santo hasta que él tuviera decidida el nombre de su sucesor o sucesora, lo que no ha debido gustar a don Mariano y lo que le habrá aconsejado José María Aznar a su santa esposa con razón diciéndole eso de ¡ni un minuto más!

CURRI VALENZUELA CULPA AL EQUIPO «MEDIOCRE» HEREDADO

Entre los defensores de Ana Botella encontramos a Curri Valenzuela, Pilar Ferrer y Antonio Casado. Es llamativo que la alcaldesa sólo encuentre apoyo entre sexagenarios con la hipoteca pagada. Si estos columnistas son representativos del votante al que Botella llegaba está claro que su nicho electoral era un nicho funerario.

Valenezuela (ABC) me sorprende presentando a una mujer rodeada de hombres ineptos y dominantes para disculpar su fracaso.

Se encontró un equipo más que mediocre no seleccionado por ella, un PP madrileño convulsionado por la marcha a medias de Esperanza Aguirre como presidenta de la Comunidad, pero no del partido, y una imagen deteriorada no por sí misma, sino por el espejo en el que se reflejaba la imagen de su marido, enfrentado, por más señas, a su sucesor en la presidencia del PP y del Gobierno. Ana Botella Serrano, veterana militante popular, funcionaria del Estado con experiencia, conocedora de los vericuetos de la política con « p » pequeña y de los entresijos de la política de Estado podría haber llegado a ser una alcaldesa querida por los madrileños pese a sus errores.

Con la herencia a la que se enfrentó, lo tuvo casi imposible. Al final tiró la toalla, tras meses de consultarlo con su marido. No deja de ser una paradoja que quien la aupó para ser alcaldesa sea quien le aconsejara al final «Ana, déjalo».

Pero, Curri, querida, ¿no era Botella, como concejal, parte de ese «equipo más que mediocre»?

Ferrer (La Razón) titula su columna ‘Bajo una lupa excesiva’.

Nadie duda de que Ana Botella ha sido examinada con lupa excesiva desde su llegada a la casa de La Villa, observada y envidiada por ser la esposa de José María Aznar. «Se la ha vigilado y exigido más que a nadie. Alberto siempre fue de rositas y a ella le tocaron todas las espinas», sentencia un veterano dirigente madrileño.

«Alberto tenía bula y a Ana le tocó la penitencia», reconocen en el seno del PP madrileño. No obstante, su salida era un secreto a voces en las últimas semanas, ante los malos augurios de su candidatura electoral. Sin embargo, todos coinciden en que Ana Botella ha sido una trabajadora incansable, dedicada por completo al Ayuntamiento. Y sobre todo, «una gran señora», añaden estas fuentes.

Eso de la «gran señora» está bien para la reina Sofía o Pitita Ridruejo, pero no para una política que debe pedir el voto en Vallecas y Hortaleza.

En su crónica-lametón, emerge como volcán el gran defecto de muchos periodistas devenidos en cortesanos: su cercanía a los poderosos. Tras el atentado que sufrió Aznar, Pilar Ferrer revela que fue de los íntimos que estaba junto a la habitación donde reposaba el objetivo de ETA:

En la Clínica Rúber de Madrid, estábamos unos cuantos, entre ellos Rodrigo Rato, Juan José Lucas, Carlos Argos, Mariano Rajoy y esta periodista.

¿Por qué nadie se toma en serio a Luis Herrero? Porque ha sido eurodiputado del PP.

Casado (ElConfidencial.com) reprocha que se le echen en cara a Botella los cinco muertos del Madrid Arena y los dos causados por la caída de ramas.

Quizás me esté contagiando del mal nacional denunciado por Rubalcaba sobre lo bien que despedimos en este país. Nunca fui botellista, pero me parece injusta la forma en que desde dentro de su partido se le ha ido señalando el camino de salida.

Aunque hablamos del Ayuntamiento más endeudado de España, pocos alcaldes podrán presentar resultados similares de una gestión económica, ejercicio a ejercicio. Sin embargo, no faltan analistas que explican lo poco que eso le va a cundir frente a los siete muertos que se cargan sobre sus espaldas. Algunos incluso relacionan el adiós de Ana Botella con los dos fallecidos por culpa de árboles mal podados. ¿Habrá que exigir la dimisión preventiva de Mariano Rajoy o la del ministro de Defensa, Pedro Morenés, por las siete averías registradas en los aviones oficiales durante los últimos doce meses?

LA IZQUIERDA POLÍTICA Y JUDICIAL MADRILEÑA, A POR AGUIRRE

Otros columnistas especulan con el nombre del candidato que presente el PP (bueno, Mariano Rajoy) a la alcadía.

Ignacio Camacho (ABC) sostiene, sin ninguna exageración, que el Ayuntamiento de Madrid es la clave de bóveda del PP.

Madrid se ha convertido en la principal pieza estratégica de la batalla electoral de 2015. Si el centro-derecha la pierde puede empezar a despedirse del Gobierno. La ciudad y su distrito autonómico -que depende en gran medida del peso demográfico de la primera- son también el objetivo primordial del asalto escalonado al poder que están diseñando los rupturistas de Podemos en su eficaz laboratorio político.

En ese contexto la selección de la candidatura representa para los populares una prioridad de escala mayor, decisiva para su futuro y tal vez el del país entero.

La deriva penal del incidente en la Gran Vía ha comprometido la baza de Esperanza Aguirre, que en su pragmatismo Rajoy estaba dispuesto a esgrimir pasando por encima de desencuentros y agravios. En el muy conspirativo e impaciente ambiente capitalino baila un aleatorio carrusel de nombres, un casting de Pasarela Cibeles: Cristina Cifuentes, Soraya, Margallo. El sorpresivo precedente del bonillazo andaluz sugiere la conveniencia de evitar pronósticos. El estilo impasible del presidente permite barruntar que aguantará los tiempos en medio de una guerra de nervios. Pero con las encuestas tiritando el dedo del líder no puede fallar esta vez sin poner en juego la supervivencia de su dueño.

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) afirma que la izquierda arremete contra Aguirre porque es la única que podría asegurar la victoria del PP.

Monedero, en efecto, concibe la política como un grande botellón republicano en la Puerta del Sol, donde da por sentado que, después de unas municipales, se repetirá la historia que tantas veces, con el beso de buenas noches, le han contado, pero ahora, ay, como farsa.

Al parecer, únicamente Aguirre aseguraría el triunfo, y por eso tiene en contra a los jueces de la justicia creativa y a los rehaleros mediáticos de Pablo Iglesias, el cazador de fachas (nada que ver con el venadeo del ex juez creativo Garzón: de los ojos absortos del venado «brota una luz blanca que te hace ponerte de su parte», mientras que el facha carece de luz propia).

Y recuerda que hay en el Ayuntamiento queda un superviviente:

Vale. Ana Botella se quita. Eso la honra. Pero ¿y Tono Martínez, gestor cultural del «botellato» que la mató?

Losantos (El Mundo) sigue la estela de la espléndida columna de ayer de Arcadi Espada sobre la «quiebra moral» producida en España cuando la izquierda culpó a Aznar de los muertos del 11-M, y llega a Botella y Aguirre.

Fue en la jornada de reflexión electoral, el 13-M, cuando la herida del 12-M se gangrenó. El cerco a las sedes del PP en toda España por parte de la izquierda, azuzada por el Imperio PRISA, los medios nacionalistas y muchos periodistas de izquierdas que son antes de izquierdas que periodistas, convenció a media España -Zapatero lo corroboró después- de que la otra media le negaba el derecho a gobernar.

La herida del 12-M y del 13-M -con Rajoy cercado a las 10 de la noche en Génova 13- podría haberse curado si se hubiera juzgado de verdad el 11-M, causa ética de la que tantos periodistas, el PSOE y el PP de Rajoy desertaron. Todo esto me lo ha traído a la memoria el linchamiento de Aguirre -véanse los comentarios a su chat de ayer- y la dimisión de Ana Botella ayer, despedida por El País con el titular, tarde rectificado: Siete muertes y una dimisión. La herida en el costado derecho de la Nación sigue abierta. Caín sí puede.

Para conocer lo que opinan los columnistas de El País sobre la dimisión de Botella habrá que esperar al lunes, a la columna de Almudena Grandes. Esto se llama servicio al lector y prontitud. Luego la culpa de que caiga la venta de El País se la cargarán Cebrián y Caño a que Internet es  gratis y a que Maruja Torres se ha marchado.

UN MONARCA ESPAÑOL PARA ESCOCIA

Alfonso Ussía (La Razón) vuelve a presumir de la gente tan elegante, fina y aristocrática con la que se codea. Hoy propone al duque de Huéscar, Carlos Stuart, descendiente de una rama bastarda de los Estuardo, como rey de una Escocia independiente. Pese a que la coronación causaría un patatús a Oriol Junqueras, Ussia le desaconseja a su amigo que la acepte.

Ahora eres Carlos Stuart. Nada menos que Carlos Estuardo, la única persona viviente, que en el caso de que triunfe el independentismo en Escocia, puede ocupar el trono escocés.

¿Cómo soportarían los catalanes independentistas que el Rey de Escocia fuera el descendiente del general de Felipe V, Duque de Berwick, héroe en Madrid y en Almansa y ocupante en cabeza de la ciudad de Barcelona?

Estás a tiempo, querido Carlos. Recupera el Martínez. La que te puede caer es muy gorda, y además, de manera inesperada. Carlos de Inglaterra lleva cincuenta años esperando a ser Rey, y tú, que no quieres serlo, puedes arrebatarle la Corona de Escocia. El mundo está loco, Carlos.

Siguiendo con la matraca catalana, Raúl del Pozo (El Mundo) clama contra los políticos catalanes, a los que llama ‘Señoritos de meirda’ en el titular de su columna. No me queda claro si se refiere a los políticos de izquierdas, a los nacionalistas burgueses, a todos los nacionalistas…

Aquellos pijos-burgueses de izquierdas degeneraron en nacionalistas, se apoderaron de Cataluña y dieron forma a los gobiernos de España. Le dijo Pla a Tarradellas: «Estos políticos no valen nada». Son los que retrata Marsé en Últimas tardes con Teresa: «Con el tiempo, unos quedaron como farsantes, otros como víctimas. Otros como niños, ninguno como inteligente. Todos como lo que eran: señoritos de mierda». Ni siquiera son masones, y menos libertadores, porque Cataluña nunca fue una colonia. Pujol no se parece nada a Túpac Amaru, ni ninguno de los que encabezan la Diada, ni a los libertadores: Bolívar San Martín, Belgrano, José Martí O’Higgins, Sucre… A aquellos los cantaron los poetas: «El rayo que en Junín rompe y ahuyenta / a la hispana muchedumbre». «Huye el español despavorido / o pide paz rendido».

Creían que los derechos no se mendigan, sino que se arrancan. En las ciudades americanas hay colosales estatuas que los recuerdan y son días de fiesta. Estos son cobradores del 3% sin IVA, señoritos de mierda.

José Oneto (Republica.com) nos trae la advertencia del economista Paul Krugman (colaborador de El País, desde recomendó a los españoles el modelo económico argentino) a los escoceses.

Si una simple encuesta el lunes hundió las bolsas europeas, hizo subir la prima de riesgo, y devaluó la libra esterlina frente al dólar y al euro, los resultados de un referéndum en el Reino Unidos a favor de la secesión, pueden ser demoledores. Tan demoledores que el Premio Nobel Paul Krugman acaba de vaticinar que puede provocar una situación parecida a la de España «Tengo un mensaje para los escoceses», escribe en el New York Times: Tened miedo, mucho miedo. Podéis pensar que Escocia puede convertirse en otro Canadá, pero no, mucho más probable es que terminéis convertidos en otra España, y además sin sol».

LECCIÓN DE LEY ELECTORAL A NACHO ESCOLAR

José García Domínguez (Libertaddigital.com), que ha sido profesor, trata de refutar uno de los topicos más coriáceos de la vida pública española: el efecto en la economía de la mala formación educativa de los españoles.

Nuevo curso, viejos tópicos. Es sabido, la mitad de los españoles adultos, los que se encuentran ahora mismo entre los 24 y los 64 años de edad, no ha terminado ni el Bachillerato ni su equivalente en la FP. Imposible entender, por ejemplo, el nivel del llamado periodismo audiovisual que aquí se consume sin acusar recibo ese dato desolador.

Por contraintuitivo que suene, no existe prueba alguna de que con más educación aumente la prosperidad material de un país.

Véase Taiwán, uno de los tan renombrados tigres asiáticos. En 1960 únicamente la mitad de su población sabía leer y escribir. Y no parece que le haya ido peor que a Argentina, desde siempre país con altísimas tasas de graduados universitarios. ¿O la manifiesta incompetencia matemática del norteamericano de a pie ha provocado que Kazajstán, Armenia y otros patatales con mucho mayor nivel aritmético hayan superado a su país? Ah, los mitos.

Escojo como columna ridícula la de Nacho Escolar (Eldiario.es) por el tema que trata, aunque se publicase en las últimas horas de ayer. Ésta es la frase inicial:

Ana Botella se despide como llegó: por la puerta de atrás, sin pasar por las urnas.

A Escolar, que va dando lecciones de historia con su incultura y de democracia con su soberbia, hay que explicarle que Ana Botella se ha presentado a tres elecciones, tres, ya que su nombre iba en la papeleta del PP en las elecciones municipales de 2003, 2007 y 2011. El sistema electoral español es así: el elector vota a una lista de nombres, completa; en esa lista por tres veces estaba el nombre de Ana Botella Serrano y en las dos últimas en segundo lugar.

Propongo a Cintora que fiche a Escolar para hacer tertulia con Monedero.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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