Monegal: "Además del ébola, hay otro virus más cercano del que TVE no habla: el virus de la manipulación, de la adulteración periodística"
En los espacios de opinión de la prensa de papel española la camisa blanca ha ganado por goleada a la falda tableteada a cuadros. No queremos decir que los columnistas se hayan lanzado a escribir sobre tendencias de moda o a comentar los uniformes de las colegialas. Nos referimos a que hay muchas más columnas, y más entretenidas, a comentar la gira televisiva del presunto líder político que quiere demostrar que su detergente lava más blanco que a analizar el reféndum en Escocia. Si en esta última votación el ‘No’ a la independencia ha ganado por un margen no demasiado amplio, en la ‘competición’ entre los dos citados temas ha ganado por goleada Pedro Sánchez y sus apariciones en televisión.
Por cierto, que en La Razón este asunto no merece una sola columna, igual se debe a no querer criticar que Sánchez haya aparecido en uno de los principales programas de la televisión de Lara.
Como, además, lo referido a Escocia es bastante soso, nuestro ‘Afilando columnas’ del 19 de septiembre de 2014 va a ser prácticamente un monográfico sobre Pedro Sánchez y la televisión. Eso sí, como aperitivo veremos una dura columna sobre TVE. Hacemos sonar nuestra armónica de afilador y damos cumplida cuenta de todo ello.
En el auto proclamado ‘diario de la Catalunya real’ nos encontramos con la crítica televisiva de Ferran Monegal. Se ve que últimamente había criticado mucho la manipulación política de TV3, por lo que su texto en El Periódico viene a compensar poniendo a caldo a la televisión estatal. Se titula Ébola: el de África y el de TVE. Comienza cargando contra el nuevo espacio de tarde de La 1.
No tiene el más mínimo interés el programa que le han montado a Toñi Moreno para amenizar las tardes de TVE-1 (T con T). Siguen la estructura de los magacines típicos de las mañanas, pero acentúan el batiburrillo de la ensalada. Para comenzar con nervio, Toñi metió el lunes, el día de su estreno, trozos de su reciente viaje a Sierra Leona, titulado ‘Viaje al corazón del ébola’. O sea, que después de un masaje sonrojante a Mariló Montero, de una hora de duración, una cosa hagiográfica y desmesurada, con especial dedicación a los tangas que usa Mariló («Soy adicta al tanga»), después de ese homenaje en vida, realmente ruborizante, y antes de que entrase el bloque sobre la gloriosa elección de Miss España, Toñi incrustó trozos de su viaje a Sierra Leona. Chirriante ubicación. Un tema de esta gravedad no debería colocarse como si fuera un rabanito para adornar la ensalada.
Concluye hablando de la situación general de TVE:
Además del ébola, hay otro virus más cercano del que TVE no habla: el virus de la manipulación, de la adulteración periodística, que se ha instalado en la propia TVE. El martes los trabajadores de informativos expresaron su «indignación» contra la dirección -y contra los nuevos editores-censores que han fichado este verano- que obligan a los Telediarios a desvirtuar temas como la Diada en Catalunya, o la ley del aborto. ¡Ah! Este también sería un buen tema para Toñi. Debería hacernos ahora un Viaje al corazón del virus de TVE. En este caso hasta le aceptaríamos bonitas ilustraciones musicales.
Hombre, que existe manipulación no lo vamos a negar. Es la naturaleza misma de cualquier televisión pública. Pero de ahí a compararlo con el ébola hay un largo trecho. Lo dicho, a este humilde lector de columnas le da la impresión de que Monegal quiere compensar sus críticas a TV3 cargando contra TVE. Lo que nos preguntamos es si lo hubiera hecho si el Gobierno fuera del PSOE (que sigue, por cierto, mandando mucho en la corporación pública).
Saltamos ahora a la prensa madrileña. En El País, David Trueba por fin escribe algo referido a la televisión (se supone que publica en ese periódico en calidad de crítico televisivo), aunque sea relacionado con la política. Su artículo sobre el gran asunto de la jornada se titula Papa llama (sí, ‘papa’, sin tilde). Comenta la llamada de Pedro Sánchez a ´Salvame’ y concluye:
La televisión marca su propia agenda, sería ingenuo pensar que sucede de otra forma.
En la televisión las imágenes ponen la fuerza y su asociación con ideas profundas es accidental. Lo hemos visto con los CIES. El estado de los centros de internamiento para emigrantes, limbo que atenta contra los derechos humanos, saturados de presos que no han cometido otro delito que ser extranjeros, tan solo alcanza la actualidad, y con retraso de tres años, cuando se emite un vídeo de malos tratos policiales a un detenido en la web de la Cadena Ser. La televisión es exigente y ahora ya, cada tarde, echaremos de menos que los líderes políticos comenten la boda de la semana y la separación subsiguiente. En cuanto a la política migratoria prefieren reservarse la opinión.
Lo cierto es que nos nos imaginamos a ningún político comentando un asunto tan serio como el que dice Trueba en ‘Sálvame’ o ‘El Hormiguero’. Ni ahí ni en cualquier otro programa, para ser sinceros.
En ABC, Ignacio Camacho titula Programas, programas.
Sánchez es un personaje recién creado en busca no de autor sino de público y su flamante asesora de imagen, la que lanzó a la popularidad a Albert Rivera retratándolo en pelotas, ha reinterpretado en clave posmoderna el viejo eslogan doctrinario de Anguita: programas, programas, programas. La audiencia es el actual nombre del pueblo soberano.
Concluye:
Urgido por el déficit de conocimiento, Sánchez recolecta espectadores (y espectadoras, diría él, con toda propiedad en este caso) antes que votantes e irrumpe para ello en mitad de turbulentas discusiones sobre amores de silicona; el presentador, con ironía vitriólica, acabó invitándolo a someterse al polígrafo. Puede crear tendencia y arrastrar a las élites dirigentes por los platós en una competencia de audímetros: «hormigueros» de marionetas, estrategias de taburete. Democracia catódica: casta, demagogos y viceversa. Si la audacia tiene éxito, el sucesor de Rubalcaba tal vez aparezca cualquier noche en «Tu cara me suena». Disfrazado, claro está, de Felipe González.
En realidad, la asesora en cuestión que cita Camacho hizo un buen trabajo con Albert Rivera y un entonces naciente Ciudadanos. Habrá que ver si en esta ocasión acierta con la estrategia, pero sin disfrazar a Sánchez de González, por favor.
También en el diario madrileño de Vocento, David Gistau titula Sálvame PSOE un artículo que arranca dejando claro que no le parece mal que el secretario general de los socialistas llamara a Sálvame:
Un líder político no se degrada por llamar al teléfono de aludidos de un programa del corazón, como un adúltero o una folclórica de guata, ni por hablar con Jorge Javier Vázquez (el JorgeJa de Hughes), ese domador en un circo de almas que influye en más gente que cualquier articulista citador de Heródoto.
Eso sí, le parece que cometió un error en el mensaje:
Cómo será de desesperante para Pedro Sánchez la pérdida de un voto que, con tal de conservar el de JorgeJa, demostró que es capaz de improvisar convicciones y de renegar de lo que le pidan. ¡Por un solo voto!, qué no hará por un millón. Y por renegar sobre la marcha no me refiero en este caso al Toro de la Vega, que es un linchamiento con coartada cultural. Sino a la misma tauromaquia, «A mí no va a verme usted en una plaza», de la que se desmarcó para gustar a JorgeJa con la misma convicción que deberá emplear en defenderla en cuanto José Tomás diga públicamente que ya no piensa votar al PSOE -suponiendo que lo haya hecho- y en el móvil de Sánchez vuelva a sonar la alarma de voto en peligro. A ver si es que Sánchez es de los que creen que a los toros sólo van infames de derechas, y que no tiene nada que perder ahí.
Llama la atención que Gistau sea de los pocos en fijarse en lo que dijo Sánchez y no sólo en donde lo dijo. La estrategia de comunicación no sólo ha de fijarse en los canales, también en los contenidos. Y por cierto, lo dice alguien que no es aficionado a los toros, acierta el columnista cuando recuerda que no sólo hay taurinos de derechas.
También resulta ingeniosa la columna de Manuel Jabois en El Mundo, titulada Nace un aludido.
Podría decirse que Sánchez no sólo se sintió aludido y comprobó que lo era, sino que además marcó el número en el instante preciso; unos segundos más tarde o unos segundos antes y su condición de aludido hubiera pasado automáticamente al asunto Chabelita, provocando el sofoco de la ortodoxia del felipismo. «No sigas Mila, que a propósito de este ligue de Alberto Isla tenemos una llamada del secretario general del Partido Socialista Obrero Español. ¿La conoces, Pedro?». Se han asumido riesgos, de momento más que en el Congreso, y también con más fortuna. Es de agradecer.
Comenta además:
No me parece a mí que vaya a devaluarse un político por llamar a un sitio y hacer campaña, y desde luego mejor hacerla donde esté un Matamoros que donde un Revilla, extremista del dígame qué quiere escuchar, señora. A Sánchez le espera trabajo para darse a conocer y ha empezado por donde todos se conocen. Hay un porcentaje de población ensimismada para el que es «el guapo» y ahora va a ser el «guapo que llamó a Sálvame» y dentro de un año será «el guapo que llamó a Sálvame y quiere ser presidente del Gobierno», como si fuese Cicciolina.
Encontramos, para terminar, a una articulista que no le parece bien que Sánchez acuda y llame a según que programas de televisión. Se trata de Victoria Prego, que titula Un gesto, un mohín.
Lo que hizo Pedro Sánchez fue una gracia que le dejó como «un tío enrollado» y que no debería ser el comienzo de una estrategia pensada porque en ese caso tendría que peregrinar por los platós de todas las televisiones haciendo lo que hizo este miércoles: no sólo encestar un balón, haciendo que rememora sus tiempos de jugador de baloncesto u opinar contra la fiesta de Tordesillas donde, por cierto, habrá perdido con su comentario tantos votos como crea haber ganado con su golpe de efecto. Tendrá también que ir a cocinar o a participar en una casa cerrada donde los concursantes se besan y se odian a partes iguales, o a los debates donde unos se gritan a otros y ofrecen un espectáculo de gran aceptación popular.
Concluye:
Su participación en un programa de la tarde ha beneficiado sólo al propio programa, que hará bien en amortizar su éxito hasta la extenuación.
Y tras tanto texto sobre el asunto, el afilador de columnas no puede evitar dar su opinión al respecto. No le parece mal que vaya a ‘El hormiguero’ o llame a ‘Sálvame’, pero sí debería ir a otros programas y cadenas que le ha invitado y que él pueda considerar ‘territorio hostil’. En eso coincidimos con nuestro redactor jefe —Luis Balcarce: «No entiendo que Pedro Sánchez llame a ‘Sálvame’ y no venga, en cambio, a 13TV»–.
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