Casimiro García-Abadillo ha heredado de Pedrojota Ramírez el defecto de interpretar la realidad de manera diferente al del resto de los humanos, como cuando ambos se empeñan en creer que sus páginas dominicales son las más leídas de su periódico y conmueven a los políticos con sus citas y argumentos.
El principal editorial de El Mundo de este 6 de octubre de 2014, está dedicado al reto separatista catalán, con motivo del 80 aniversario de la sublevación del entonces presidente de la Generalitat, Lluìs Companys, contra el gobierno de centro-derecha. Dentro de ese editorial, se afirma que el partido socio de Convergència, Unió Democrática, ha roto con Artur Mas y le ha dejado solo, únicamente porque se ha negado a respaldar oficialmente el referéndum. La misma tesis que emana de La Moncloa: Josep Antoni Duran Lleida al final lo solucionará todo.
Por el contrario, en su editorial titulado ‘La tercera vía es la ambigüedad’, ABC lo tiene muy claro: la postura oficial de Unió es fruto de su tradicional y «calculada ambigüedad», y la única salida creíble es romper la alianza con Convergència. También advierte de que el Gobierno no debe caer en la tentación de conceder ninguna ventaja ni premio a los democristianos.
EL MUNDO
Unió escenificó ayer la fractura que existe en CiU al decidir no secundar a Convergència en la campaña en favor de la consulta. El planteamiento de Unió, que dio libertad a sus militantes para apoyar o no la independencia, es coherente y pone a Mas en una situación interna complicada.
ABC
Ni siquiera en un momento decisivo para el desafío soberanista, Unión Democrática de Cataluña es capaz de superar esa calculada ambigüedad que caracteriza su actuación política. El partido que dirige Durán i Lleida apoya la consulta ilegal, aunque deja a sus militantes su propio «derecho a decidir», lo cual es sencillamente absurdo, puesto que ningún votante está obligado a seguir instrucciones de nadie. Se trata una vez más de nadar y guardar la ropa, siempre más cerca de la postura de Artur Mas y sus socios radicales, pero dejando la puerta entreabierta por si acaso se puede conseguir alguna ventaja en el Parlamento de Madrid. Para quienes confían de buena fe en las mal llamadas «terceras vías», esta posición ambigua de los democristianos catalanes debería servir de advertencia.
Ahora, los radicales se han impuesto definitivamente y la única posibilidad de hacerles frente sería que Unión Democrática rompiera su coalición con la actual Convergencia de Artur Mas y expresara sin rodeos una posición contraria a la consulta ilegal. Mientras el Gobierno de la Generalitat continúa adelante con su desafío, incluso desobedeciendo de forma patente las resoluciones del Tribunal Constitucional, UDC intenta seguir a lo suyo, navegando a favor de todas las corrientes y mostrando una tibieza que no conduce a ninguna parte.