Opinión / Afilando columnas

Millás carga contra el nombramiento de Sánchez como presidente de RTVE: «Es tan sensato como responsabilizar a Ana Mato de la lucha contra el ébola»

Luis Ventoso: "Arturo Pérez-Reverte ya no es un punk del año 77 provocando al 'establishment'. No ha estado a su altura"

Ruiz-Quintano: "Lo que hemos llorado por el perro «Excalibur» (con un académico de la Española pidiendo sacrificar en su lugar a la ministra) no lo lloramos por el oso del Monte de Piedad"

La crisis sanitaria desatada por el contagio del ébola por Teresa Romero tiene algunos tristes beneficiarios. Está todo el mundo tan atento a la evolución de la enferma y a los fallos que pudieron propiciar que se infectara que ya casi nadie escribe o habla sobre las tarjetas negras de Caja Madrid, las corruptelas de los Pujol, los ERE andaluces o algún caso similar. Quien sabe si esta demostración de cómo funciona la espiral de silencio puede molestar a alguno, como un Oriol Junqueras o un Artur Mas que dan la impresión de estar deseando salir siempre en los medios.

El 10 de octubre de 2014 los espacios de opinión de la prensa de papel están dedicados prácticamente en exclusiva a los diversos frentes de interés público que ha abierto el hecho de que Teresa Romero esté contagiada del ébola. Eso sí, al menos podemos agradecer que al menos no aparece demasiado el perro Excalibur.

Como cada día, hacemos sonar nuestra armónica de afilador y nos lanzamos a dejar cumplida cuenta de los más interesante del columnismo de la jornada.

Empezamos en El País, con dos columnas en las que aparecen tanto el ébola como la televisión pública de ámbito nacional. La primera de ellas correa a cargo de David Trueba, que en esta ocasión se lanza a comentar algo que tiene que ver con su papel de experto en televisión. Titula TVEbola.

Es posible que para el Gobierno español, la sustitución del presidente de RTVE sea el menor de los problemas entre los que anda sumergido. En comparación con la crisis de gestión del ébola o el desafío del catalanismo separatista, el relevo en el canal público tras la dimisión airada del anterior responsable carece del relieve dramático de otros asuntos.

El columnista pone a caldo al José Antonio Sánchez, del que todos sabemos que va a ser el próximo presidente de RTVE, por su intervención ante la comisión del Congreso que evaluó su idoneidad para ser candidato al cargo:

Que un candidato a presidir la televisión pública diga que el canal Telemadrid, del que proviene tras una anterior etapa en TVE nada memorable, es un ejemplo modélico tendría que bastar para cuestionarse la idoneidad. Pero admitamos que en una comparecencia parlamentaria sin planes ni propuestas, sin el rigor de tener que someterse a un pacto general y con un discurso de presentación de dos minutos, cualquier cosa que se diga carece de importancia.

Este humilde lector de columnas estuvo presente en la la sesión de la que habla Trueba, y lo cierto es que la comparecencia de Sánchez no le pareció ni de lejos la que se debe esperar de alguien que va a presidir RTVE. Aunque ningún medio se haya hecho eco de la intervención del candidato propuesto por UPyD, Francisco Javier Montemayor, hemos de decir que fue fue muy superior en las formas y en el fondo. Al menos tenía propuestas concretas y ofrecía un plan. Se preparó muy bien para la ocasión a pesar de saber que no tiene opciones para ocupar el cargo.

Concluye:

Cuando Rajoy habló en el Parlamento de la crisis del ébola solo acertó a señalar que nuestros servicios de salud son de toda confianza. Exactas palabras que dejan ver la falta de confianza en todo lo demás. Así también la televisión pública deberíamos delegar al gestión en lo profesional.

El problema es cómo se delega esa gestión en los profesionales. El riesgo de que la televisión pública se convierta así en la herramienta de una camarilla sindical es muy elevado.

También el el diario que antes se proclamaba ‘independiente de la mañana’ y ahora ‘global’ leemos a Juan José Millás. El columnista de la contraportada de los viernes titula Frenopático.

Colocar a José Antonio Sánchez al frente de Televisión Española es tan sensato como responsabilizar a Ana Mato de la lucha contra el ébola o encargar a Mónica Oriol la defensa de los derechos de la mujer. También como hacer ministro del vatio a José Manuel Soria, prestar una tarjeta de crédito a Rodrigo Rato o encargar a Sonia Castedo la recalificación de unos terrenos de propiedad pública.

Continúa así poniendo varios ejemplos. Eso sí, todos relacionados con el PP. ¿No hay ejemplos de sobra en otros partidos? Sobran en todas las formaciones que han tenido o tienen responsabilidades de gobierno en cualquier nivel de la administración.

Concluye:

No hay una sola institución en la que al mirarnos, como en un espejo, nos devuelva una imagen respetable. Es una cuestión de tiempo que o bien dejemos de mirarnos o bien que, a modo de mecanismo de defensa, dejemos de vernos. Y eso de no verse en el espejo es grave. Cuando le sucede a un individuo, da en cuestión de horas con sus huesos en el frenopático. Las sociedades aguantan más, pero también tienen su límite.

¿Está imaginando un próximo estallido revolucionario en España? No creemos que vaya a ocurrir.

 

 

Entramos en materia ya dedicada en exclusiva a diversos aspectos de la crisis del ébola, incluyendo las reacciones ante el sacrificio de Excalibur, al asomarnos a ABC. Luis Ventoso carga con fuerza contra muchos usuarios de Twitter, especialmente contra uno en concreto, en un artículo titulado Ciber-faltadas.

Arturo Pérez-Reverte ya no es un punk del año 77 provocando al «establishment». Es un señor mayor -el próximo mes cumplirá 63 años-, perfectamente integrado en nuestra burguesía intelectual. Académico desde hace once años, se trata de una persona inteligente, culta y educada, con un merecido prestigio como periodista y escritor.

Tras elogiar la trayectoria profesional y literaria de Pérez-Reverte, añade:

El señor Reverte no ha estado a su altura. Kant resulta muy abstruso para las limitadas fuerzas mentales de uno, pero su imperativo categórico es fácil de entender: «Obra como si tus acciones debieran convertirse en ley universal». Imaginemos que el escritor se lo aplicase. ¿Le haría gracia que Ana Mato le dedicase el siguiente tuit?: «Propongo salvar las novelas de Jorge Javier y sacrificar a Pérez-Reverte». Por supuesto que ardería en justa indignación, o dicho en revertiano, se (…) en sus muelas.

Dice que: «Ni el Gobierno ni el Ministerio de Sanidad parecen el lugar adecuado para Ana Mato». Eso sí, concluye:

Pero la crítica tiene que construirse desde el respeto personal, con argumentos y la normal educación. Aunque lleve más tiempo y no se logren los baños de masas que regala un buen disparate en Twitter.

Al afilador de columnas, ya lo ha expresado así en otra ocasión, le parece que desear la muerte de un ser humano (da igual que sea la nefasta ministra Mato o cualquier otra persona) mientras uno se indigna por el sacrificio de un perro demuestra tener trastocada la normal escala de valores morales.

En la contraportada del diario madrileño de Vocento, Ignacio Ruiz-Quintano firma Landete. Habla del veterinario Badiola, que fue el «veterinario encargado de la lidia mediática de las vacas locas».

-La lidia hiere mi sensibilidad – suspiraba Badiola.

Hombre, y la de Girón de Velasco, el león de Fuengirola, que consideraba a los toreros como gente indeseable:

-Los veo como a los del circo y no tomo partido por ninguno, como tampoco tomo partido por el cirquero que levanta cien kilos con un dedo.

Lo que, a pesar de su ciencia veterinaria, nunca pudo demostrar Badiola es la superioridad de su sensibilidad al lado de las de Lorca y Cocteau, que no son los generales Millán Astray y Jacques Massu.

A eso añade:

Mas la industria de la sensibilidad nos tiene arrasados en lágrimas que nos impiden ver el claro del bosque. Lo que hemos llorado por el perro «Excalibur» (con un académico de la Española pidiendo sacrificar en su lugar a la ministra) no lo lloramos por el oso del Monte de Piedad, sacrificado por las mismas (y los mismos).

Razón no le falta al columnista burgalés, que con sus textos demuestra que de la capital que luce orgullosa el lema de ‘Cabeza de Castilla’ pueden salir muestras de gran talento siglos después de construirse su magnífica capital.

En La Razón, Cristina López Schlinchting sale en defensa de la enferma ante quienes quieren responsabilizarle a ella de su situación. Titula No ha sido Teresa Romero.

En este día triste, la pregunta no es si Teresa Romero hizo algo mal, sino por qué falló el sistema de control de su posible error. Me dicen los médicos que quitarse y ponerse el traje de seguridad sanitaria es difícil. ¿Por qué nadie supervisó los movimientos de la auxiliar?

Concluye:

Aquí hay una responsabilidad de salud pública. La cadena de mando fue laxa, la tutela de los protagonistas, insuficiente, Sin gritos, sin escándalos políticos, es inevitable pedir una investigación, identificación de responsabilidades de gestión y consecuencias políticas. Dimisiones, vamos.

Puesto que exige dimisiones, no estaría de más que dejara claro quienes cree que deberían dimitir: ¿La ministra? ¿El consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid? ¿Algún responsable del hospital? ¿Todos ellos?

Y dado que ya hemos citado al consejero madrileño de Sanidad, pasemos a un artículo que le dedica Manuel Jabois en El Mundo. Se titula Una vida resuelta.

Hay una delación en esta frase del consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid: «Si tuviera que dimitir, dimitiría. Yo soy médico, tengo la vida resuelta».

Dice Jabois:

El consejero habla del dinero. Que puede irse de la política, porque dinero ya tiene. Si no lo tuviese debería seguir abroncando a los pacientes por inútiles y poco estudiados, dependiendo del protocolo que se hubiesen saltado. Hay una delación que es la naturalidad con que relaciona la política y la fortuna, como si la abundancia de lo segundo convirtiese lo primero en irrelevante. También hay una conclusión dada por él mismo, y es que en política él ya no pinta nada. Lo ha ganado todo, como Iker Casillas.

Resulta muy interesante su reflexión final, hablando de que hubo una corriente de empatía que hizo que se trajera a los misioneros enfermos a España y que hubiera empleados de la sanidad pública que se presentaran voluntarios para atenderlos. Añade a forma de conclusión:

Esa empatía es un asunto público de la moral, y la política es un asunto de gestión pública. La corriente se ha roto por donde menos debía. Al que enferma tratando de salvar a alguien los últimos que le menosprecian son su médico y su gobernante. Teniendo en cuenta que son los dos oficios del consejero Rodríguez, se desconoce qué tanto de su vida tiene resuelto.

Razón no le falta al columnista gallego.

 

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Autor

Antonio Chinchetru

Licenciado en Periodismo y tiene la acreditación de suficiencia investigadora (actual DEA) en Sociología y Opinión Pública

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