OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

El País se abre a Podemos y regala una página entera a Monedero

Carol, director de La Vanguardia, se escandaliza por el saqueo de Caja Madrid, pero se olvida de Caixa Catalunya y Caixa del Penedès

Ignacio Camacho califica a Madrid de "laboratorio de agitación social"

Esta semana, los columnistas de ABC han puesto negro sobre blanco que en Cataluña hay diez muertos por un brote de legionella. Hoy, 17 de octubre, Ignacio Camacho (ABC) también compara la batahola en Madrid y en las televisiones y demás medios de comunicación con el silencio sobre esa decena de fallecidos por una enfermedad normal.

El periodista acusa del histerismo popular en torno al ébola a las televisiones y las tertulias (en las que él participa, by the way) y se pregunta qué ocurriría si hubiese diez muertos como en Cataluña, donde la prensa presta más atención a la fiebre de los internados en el hospital Carlos III que a los entierros de los fallecidos en Sabadell.

Los virus son invisibles pero algunos resultan muy mediáticos. El ébola se ha revelado imbatible en audiencias y ése es el motivo principal de que cualquier televidente español pueda sentirse en los últimos diez días en grave peligro de muerte inmediata. El ambiente audiovisual se ha vuelto tan apocalíptico que darían ganas de ir a confesar si no fuese por miedo a salir contagiados de la iglesia.

Y afirma que Madrid se ha convertido en «un laboratorio de agitación social» contra el PP.

Si esas diez muertes se hubiesen producido en la capital estaríamos ante una crisis de Estado. Mareas blancas, denuncias penales, vociferio callejero, conmoción en Twitter y alboroto flamígero en el prime time tertuliano. Madrid es una ciudad convulsa y crispada, un laboratorio de agitación social dotado de altavoces capaces de atronar España. Y además está administrada por el PP y es la sede del Gobierno: se halla en el lado equivocado de la corrección política. Hoy se diría minada por el ébola, la zona cero de una pandemia a punto para el cordón de clausura. Ayer entré en un plató de televisión y sobre la mesa de opinión había quedado del programa anterior un traje aislante amarillo, con sus guantes azules y su escafandra; por un momento temí que fuese el nuevo uniforme obligatorio de la cuarentena.

David Gistau (ABC) constata la degradación del periodismo, sobre todo el televisivo, con la «comercialización de la tragedia», que en el caso del ébola llega a contratar a los familiares de los enfermos como tertulianos.

Admito que con esto me pongo reiterativo. Pero el oficio del periodismo me obliga cada cierto tiempo a recomendar al lector una película de Billy Wilder, titulada en España «El gran carnaval», que retrata con crudeza la comercialización de la tragedia, su conversión en divertimento popular, cuando no en atracción de una barraca de feria: el Increíble Hombre Moribundo, por ejemplo, pasen y vean.

Mientras ellos están aislados, una mujer sobre la cual ha recaído la portavocía familiar, que entra y sale del hospital, ha firmado con el programa matinal de Ana Rosa Quintana un contrato en exclusiva idéntico al que habría gestionado el reportero de Wilder. Incluye un horario específico, de 9 a 13, durante el cual la portavoz tiene prohibido emocionar a todo público televisivo que no sea el de la feria de Telecinco. Una vez que esto se supo, la productora negó la existencia del contrato. Lo negó también la portavoz, a la que Javier Limón ha pedido explicaciones. Pero ocurre que, antes de eso, la portavoz declinó solicitudes de entrevista en televisión alegando que un contrato se lo impedía hasta pasadas las 13 horas.

Más columnistas de ABC escriben sobre el ébola, Carlos Herrera y Hermann Tertsch. Concluyo con este último, que pone el dedo en la llaga ante la reacción de miedo de la sociedad española, de la que deberíamos avergonzarnos.

El ébola nunca va a ser epidemia en países desarrollados, aunque mate aun a individuos en EE.UU y Europa. Pero ya ha expuesto nuestra mayor miseria, el miedo de los afortunados. Todos andamos llenos de miedos concretos y difusos como individuos. Pero es el miedo colectivo que nos convierte en ovejas aterradas el que debiera llenarnos de vergüenza. Debiera darnos espanto ese terrible efecto del miedo que convierte a una sociedad en un inmenso rebaño de seres indignos en fuga que se desentienden del prójimo inmediato. Más aun cuando minorías en la cumbre de la infamia siempre utilizan esas estampidas de pánico para fines políticos. Por desgracia en España lo consiguen con frecuencia. Nuestro miedo nos deja así siempre a merced de los peores.

CAROL SE OLVIDA DE LA CORRUPCIÓN EN LAS CAJAS CATALANAS

El director de La Vanguardia, Màrius Carol, está indignado por las tarjetas opacas de Caja Madrid. Titula su columna ‘El día que enrojeció el oso verde’.

Caja Madrid llegó a ser la cuarta entidad financiera española, con más de siete millones de clientes. La caja se convirtió en los últimos veinte años en refugio de políticos y asimilados que no supieron controlar su gestión hasta generarse un agujero de 25.000 millones, que tuvo que tapar el FROB, que somos todos. El mirar hacia otro lado tenía premio, como las famosas tarjetas.

Caja Madrid es el ejemplo más claro de cómo una entidad es asaltada por la política. El país anda muy atento a fin de que cosas así no se repitan y para que no se vayan de rositas quienes participaron de tales desmanes. El oso verde de su logo enrojeció el día que descubrió que su presidente no sólo cazaba a su parentela, sino que disparaba contra su propio símbolo.

Vale, de acuerdo, Màrius, pero como todos estamos muy susceptibles por eso del «expoli» y del «Espanya ens roba», habría estado bien una mención, que podías haber hecho en una subordinada, al saqueo de las cajas de ahorros catalana, como los 30 millones de euros que se asignó la cúpula de la Caixa del Penedès y todo el caso de Catalunya Caixa, dirigida por el socialista catalán Narcís Serra (hasta 260.000 euros de salario anual) y cuyo saneamiento ha costado a todos los españoles más de 13.000 millones. Que no tienes más que leer la hemeroteca de tu periódico. Y así ningún españolito se cree que la cajita de su comunidad ha quedado a salvo de estas robos a mano desarmada.

Pablo Sebastián (Republica.com) escribe una columna jugosa sobre lo que no ha aparecido en el escándalo de Caja Madrid

Y aún faltan por aparecer los ‘créditos blandos’ a sus amigos empresarios, políticos y a ciertos medios de comunicación, capítulo que llegará y dará mucho que hablar.

También añade sus sospechas ante las escasas medidas solicitadas por la fiscalía, que depende el Gobierno.

Pero la ausencia de unificación de las causas abiertas y la no petición de altas fianzas para conseguir la libertad provisional, dado el alcance penal del caso, dan la impresión que la Fiscalía Anticorrupción, que depende del Gobierno, se está tomando este asunto con calma y poca contundencia. A sabiendas que tanto Blesa como Rato no tendrán problemas en aportar las fianzas de responsabilidad civil o avales que satisfagan las cifras que ahora el juzgado les acaba de exigir.

Y por último alerta de que Blesa podría estar escondiendo su mal habida fortuna.

Vamos a ver como discurren los acontecimientos, pero todo nos indica que tras la entrada y salida de Blesa de la cárcel por causa de un pésima y abusiva instrucción judicial del juez Elpidio -que ha sido suspendido por prevaricación- este expresidente de Caja Madrid podría estar poniendo a salvo su fortuna para evitar pagos, como el de los 16 millones que ahora se le han impuesto, y otros de futuras fianzas que están al llegar.

Jaime González (ABC) aprueba el «escarnio público» de los investigados por las tarjetas de marras.

Nunca en la larga historia de la corrupción española ha habido un caso que haya provocado tanta irritación social. ¿Por qué? Porque las tarjetas opacas han sido la puntilla, un rejonazo en la piel en carne viva de un país sobrepasado en su capacidad de aguante.

sus autores habrán de soportar durante mucho tiempo el peso del escarnio público, con independencia de las fianzas millonarias que les imponga la Justicia. A algunos les parecerá un castigo innecesario, pero su estigmatización no es ninguna venganza, sino una compensación moral por los daños causados. «No tuve conciencia de estar haciendo nada malo», proclaman. Por eso, por no tener conciencia, la sociedad ya les ha condenado.

El más duro es Antonio Gala, que en un críptico billete desea el destierro para Blesa y Rato. Deduzco que se refiere a ellos por el título: ‘Tarjetas opacas’.

a los no envueltos en lo que es nuestro (lo que somos nosotros y nos sentimos) desearía que no se llamasen españoles, que desaparecieran (ocupen el puesto que ocupen) y fuesen extirpados de nuestra Península. Siento asco hacia ellos. Los vomito.

EL PAÍS SE ABRE A PODEMOS CON UNA TRIBUNA DE MONEDERO

Después de publicar durante meses tribunas y columnas contrarias a Podemos, El País de Cebrián y su narigante escudero (se lo copio a Anson) Caño entrega una página entera de la sección de opinión a Juan Carlos Monedero, que firma una tribuna junto con un tal Jesús Montero. Es una magnífica colección de tópicos izquierdistas.

Reconstruir la ilusión perdida por la política

Visión de ruptura y esperanza en una vida mejor y una política decente.

El uso intenso de nuevas tecnologías reinventa la solidaridad intergeneracional

Visión de ruptura y esperanza en una vida mejor y una política decente

Monedero y Montero reivindican el proceso asambleario de Podemos, que se resume en el oxímoron de que ellos y Pablo Iglesias, cual comandante Chávez, mandan obedeciendo al Pueblo, o sea a sus camaradas.

El proceso asambleario desplegado desde el 25-M ha contado con la participación de miles de personas, dentro y fuera de nuestras fronteras (ese nuevo «exilio» tan presente en Podemos). Reuniones presenciales, redes sociales, medios de comunicación, mítines y encuentros en plazas. Cerca de 1.000 personas, organizadas en 164 equipos, han realizado 253 propuestas. Mediante un proceso horizontal deliberativo esta creatividad propositiva ha ido alcanzando consensos y agregaciones hasta presentar, finalmente, 50 propuestas a la Asamblea Ciudadana. El voto libre y directo de las 132.000 personas inscritas decidirá la constitución ética, política y organizativa de Podemos y elegirá su dirección. Y quizás ésta sea la mejor innovación: demostrar en la práctica que sí se puede con asamblea y liderazgo, «mandar, obedeciendo».

Raúl del Pozo (El Mundo) sigue con su idilio con Podemos. Les llama hasta para pedirles opinión sobre la caída de la bolsas.

Los de Podemos, a media tarde, insisten: «Europa toca fondo. El austericidio no sólo está desembocando en nuevas mayorías políticas, sino en la destrucción del tejido industrial y en la ira irresistible de trabajadores y parados».

El portavoz me habla desde el vagón del metro. No me lo dice cuando lo llamo por teléfono, sino cinco minutos después; hay que reconocerles una demagogia más sutil. No sólo de los últimos políticos que viajan en metro escucho los fatales augurios.

Y don Raúl da un consejo a los jóvenes:

Me lleva a decir a los jóvenes: «Aprende chino y sal de este balneario sin mirar a trás».

Florencio Domínguez (La Vanguardia) reflexiona sobre el origen del sentimiento separatista en Cataluña y duda de que se deba al PP.

El Gobierno de la Generalitat transfiere entonces las responsabilidades al enemigo exterior: el culpable es Madrid, España, que obliga a aplicar las medidas contestadas y no facilita los recursos que Cataluña necesita. El mensaje prende en una sociedad que muchos años antes de la crisis ya tenía interiorizada la idea del expolio fiscal, de que Cataluña aporta mucho a España y recibe poco. Y la protesta de raíz económica se transmuta en una protesta política de inspiración soberanista que se hace presente en la calle a partir de la Diada del 2012. Se protesta contra Madrid y no contra quien ejerce el poder en Cataluña.

La irrupción de Podemos, dice, puede traer como consecuencia la mengua de las huestes separatistas.

Si esta explicación que atribuye la radicalización política a la crisis tiene fundamento, ya se verá si, cuando Podemos entre en Catalunya, una parte del apoyo soberanista se desviará hacia el populismo de la gente de Pablo Iglesias debilitando el movimiento independentista.

EL ASIENTO EN EL CONSEJO SE LO DEBEMOS ¡A ZAPATERO!

Miguel González me alegra la mañana al escribir en El País una columna sobre la elección de España por la Asamblea General de la ONU para un puesto en el Consejo de Seguridad. Esta victoria -que su periódico deslustra en un editorial- según él se debe a Zapatero. Miguel, dime dónde compras el tabaco.

Puestos a buscar padres a esta iniciativa, el primero es el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Y no sólo porque fue él quien en 2005 presentó la candidatura española al órgano decisorio de la ONU. Es cierto que entonces aún no se había presentado Turquía y parecía que España y Nueva Zelanda se repartirían amistosamente los dos puestos del bloque occidental en el bienio 2015-16.

El mayor acierto de Margallo fue tomar el testigo y asumir un objetivo cuando menos incierto, con un alto riesgo de fracaso. Más allá de la retórica, la política exterior se presentaba así como una verdadera política de Estado, en la que cada Gobierno toma el testigo de su antecesor y no se dedica a deshacer lo que este ha hecho, solo porque no coincida con su color político.

Ah, Miguel, ¿te refieres a la retirada de la tropas españolas de Irak, donde estaban bajo amparo de la ONU por Zapatero y la aceptación de la pérdida de influencia de España en la UE obtenida en la Conferencia de Niza?

No solo eso. Con un presupuesto mermado por el ajuste y sin dinero para comprar voluntades, el Gobierno del PP no tuvo empacho en capitalizar las iniciativas de la etapa de Zapatero: de la Alianza de Civilizaciones al Fondo del Agua o las políticas de igualdad de género. La apuesta por el multilateralismo, caricaturizada en otros tiempos como buenismo.

Al final, el periodista de El País enumera una lista de asuntos de política exterior que llegarán al Consejo de Seguridad:

Ahora bien, sentarse en el más importante foro de la gobernanza global tiene sus inconvenientes. España ya no podrá mantener la indefinición ante cuestiones espinosas y quedar bien con todos. Tendrá que mojarse en asuntos como el conflicto de Oriente Próximo, Ucrania, Irán o la lucha contra el yihadismo.

Pero no incluye la descolonización del Sáhara Occidental. ¿Por qué será?

José María Carrascal (ABC), que fue testigo de algunas victorias españolas en la ONU, como la declaración de Gibraltar como colonia a entregar a España, se alegra del triunfo, aunque reconoce que en el Consejo sólo mandan los Cinco.

Fui de los que dije que no valía la pena dar tal batalla y correr tantos riesgos para una siento en el Consejo de Seguridad, que aunque es el único organismo de la ONU con poderes ejecutivos, es decir, sus resoluciones son de obligado cumplimiento, la mayoría de ellas no se cumplen y los que allí mandan son los cinco miembros permanentes, los únicos con derecho a veto, mientras los diez restantes son una especie de comparsa. Aún así, nobleza obliga y hay que reconocer que los esfuerzos realizados por nuestra diplomacia han dado su fruto y ganado una batalla. Después de bastantes derrotas, como la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos, sienta bien.

DAVID TRUEBA ALABA A SORAYA SÁNEZ DE SANTAMARÍA

Durante los años de gobierno de Aznar, El País daba palos al presidente y abrazos a Alberto Ruiz Gallardón (al que llegó a proponer en 1996 como jefe de Gobierno) y a Rato. El cineasta, guionista y novelista David Trueba traslada esos amores a Soraya Sáenz de Santamaría. En una columna sobre RTVE, la propone como sensata y moderada frente a la caverna del PP. ¡La misma estrategia usada con Gallardón, hasta que a El País le dejó de interesar!

Los profesionales de la televisión pública han firmado un comunicado en el que denuncian las condiciones periodísticas bajo las que asumen su labor. Y hasta algunos integrantes de la orquesta han desafinado en los pasillos del canal como forma de protesta. Da la sensación de que Soraya Sáenz de Santamaría, la más racional y laboriosa en la cúpula del Gobierno, ha tirado la toalla permitiendo el regreso desde el pasado de gente que regula los medios con un perfil político, asociados además a los días penosos que siguieron al atentado del 11-M en Madrid.

María José Navarro (La Razón) escribe la columna ridícula del día sobre las medidas para controlar en los aeropuertos de EEUU a los sospechosos de tener el virus del ébola.

Por cierto, ¿quién va a tomar la temperatura? ¿Cómo? ¿Termómetro en la axila, en la ingle, en la boca? ¿Se podrá elegir? ¿Habrá que esperar cinco minutos? ¿No sería mejor una madre en cada salida? Pero una madre de las nuestras, esas mujeres certeras con mano térmica, de esas que te ponían los labios en la frente y te decían «tira al colegio que como sigas haciendo teatro esta noche duermes caliente pero de verdad».

¿Quién le habrá dicho a esta mujer que tiene gracia?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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