OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Acebes cantará ‘La Traviata’ ante el juez porque no está hecho de la misma pasta que Rato

Ignacio Camacho dice que el pequeño Nicolás desnuda la pedantería y superficialidad de la elite española

Isabel San Sebastián pone voz a la indignación de la clase media con el PP

Reconozco que he estado a punto de pasárseme la que considero una de las principales noticias del 23 de octubre de 2014. Sirva como atenuante que la columnista que nos la presenta, Mayte Alcaraz (ABC), la coloca en un paréntesis, como si no le diese importancia. Y yo creo que la tiene.

La subdirectora de ABC escribe sobre la bicoca que era el consejo de admnistración de Caja Madrid y cómo todos (PP, PSOE, IU, CEIM, UGT, CCOO…) querían sentarse en él. Y de manera inesperada deja caer que el consejo de Telemadrid también era muy goloso. Lea, querido lector, con atención. 

Caja Madrid era la joya de la corona por la que suspiraban alcaldes, presidentes, concejales, sindicalistas, empresarios y dirigentes de la izquierda. Por la entidad madrileña desenvainaron las facas los más altos responsables autóctonos: las peleas para quitar a Blesa y colocar a Rato salpicaron de sangre las más finas moquetas del poder. Los zapatos italianos que las pisaban se empleaban con denuedo en poner zancadillas a los compañeros de partido para que no untaran en esa salsa tan sabrosa. En la mesa camilla del poder se repartían asientos en el Consejo de la Caja (y en el de Telemadrid) para callar bocas y llenar neveras de políticos afines, periodistas de cámara y compinches de escaño.

Curioso que cuando se han destapado los sucios comportamientos de Rato, Blesa y otros consejeros, los dirigentes locales de PP, PSOE e IU no hayan dado un paso al frente, por mucho que se debieran a sus «mayores». Aquellos que consintieron, algunos por omisión, pero otros por comisión, lo que allí sucedía. Todos ellos silban y miran al tendido, y fundamentalmente al de Moncloa, por ver si cae alguna pieza que distraiga portadas y tertulias. Y, de paso, tape sus vergüenzas.

Por último, Alcaraz da una lista de jefes políticos, algunos ya finiquitados, que ponían a sus peones en Caja Madrid.

Conviene no olvidar quién mandaba en las sedes madrileñas de PP, PSOE e IU en aquellos años de impunidad y regalos de Loewe: Joaquín Leguina, Alberto Ruiz-Gallardón, Esperanza Aguirre, Cristina Almeida, Miguel Sebastián, Trinidad Jiménez, Rafael Simancas… Una larga nómina a la que, aunque fuera de refilón, alguna alarma debió saltar. Si no se le aplicó sordina antes, claro.

BÁRCENAS, RATO Y ACEBES. ¿QUIÉN CANTARÁ ANTES?

Sobre la financiación ilegal del PP, José Oneto (Republica.com) cree que Ángel Acebes no está hecho de la misma pasta que Luis Bárcenas o Rodrigo Rato.

Rajoy este miércoles, incluía a Acebes en ese apartado de aquellos que deja de referirse a ellos por su nombre y apellidos, y pasan a formar parte del grupo de «personas a la que usted se refiere», cuando asediado por los periodistas le preguntaban «si sigue confiando en Acebes».

Confirma la tesis la nota hecha pública por el PP en la que deliberadamente se ignora a Acebes que ya ha pasado al grupo de «esa persona», y sin embargo, se pone el acento en que «el partido no tiene otra contabilidad que la presentada y auditada por el Tribunal de Cuentas. Si hubiera otra contabilidad, desde luego no es del Partido Popular». De Acebes nada, como si no existiera. Ha entrado en la categoría de «esa persona». Lo malo es que «esa persona», el día que apareció, en la primera página de El Mundo como el responsable de que la auditora Deloitte firmase las cuentas de Caja Madrid se desmayó, cayó al suelo y hubo que hospitalizarle. Asistía como invitado a la boda de un hijo de Mayor Oreja.

Ahora, no parece que pueda aguantar mucho.

¿Se rasgará por Acebes el saco del dinero del PP?

En el mismo periódico, Fernando González Urbaneja especula con que la clave está en Luis Bárcenas.

El PP salió bien librado del caso Naseiro por cuestiones procesales; tanto que no tomó nota de lo que no se debe hacer. Quizá se confiaron o quizá es que simplemente son incompetentes e imprudentes. Lo cierto es que el caso Correa-Gürtel no va bien para el PP, que siente como no baja la altura de la inundación y tampoco escampa. El riesgo de ahogamiento es real, aunque no todo está concluido. Un dirigente del partido de primer nivel, Ángel Acebes, tendrá que declarar el martes y animar al juez para que desista de hurgar en la caja B, convencerle de que era de Bárcenas, pero no del partido. la ayuda de Bárcenas es cada vez más urgente y determinante para el PP.

Otro escándalo, aunque éste, de momento, más propio de una película de Torrente. Ignacio Camacho (ABC) afirma que el ‘chou’ montado por el pequeño Nicolás desnuda la pedantería y superficialidad de la elite española.

El problema que plantea el sugestivo caso del pequeño Nicolás tiene que ver con la deconstrucción de nuestras élites, con el modo en que la superficialidad se ha convertido en valor prioritario de la clase dirigente. Un ambiente donde se puede medrar presentando una colección de fotos con celebridades como currículum. Un biotopo en el que un número de teléfono abre puertas principales y salta colas de protocolo y en el que la influencia puede establecerse mediante la simple exhibición de lazos triviales y de relaciones equívocas.

Sorprende, sí, su precocidad. Ésa era su nota diferencial y la causa de su caída: le faltó paciencia o le sobró arrogancia. Con un poco más de cuajo, tacto y tiempo habría podido hacer carrera. Hay por ahí engolados nicolases bien maduros que a base de abrazar farolas y rentabilizar contactos han acabado presidiendo cajas.

¿Qué le puede pasar al PP con Caja Madrid, las subidas de impuestos, el aborto…? Isabel San Sebastián (ABC) expresa el malestar que sacude a la clase media.

El sablazo fiscal a la venta de la vivienda familiar, convertida en un auténtico expolio, era lo que faltaba para el pleno al quince. Si el PSOE hubiese trazado un plan diabólico destinado a dejar a su rival sin votantes, no habría podido hacerlo mejor. Los de Rajoy están demostrando una habilidad prodigiosa para defraudar las expectativas de su propio electorado, actuar en contra de sus intereses (los del partido, pero sobre todo los de los colectivos sociales y profesionales que le auparon hasta el poder) y traicionar su palabra.

Las cloacas de España revientan, incapaces de tragar más porquería. Los paganos de esta orgía obscena, la sufrida clase media, harta de consignas y huérfana de ejemplo, está a punto de estallar. Le dio una mayoría absoluta al PP para que defendiera sus intereses y, con ellos, los de la Nación; no una patente de corso para que se cebara en ella.

CUÁNTOS DE MAYORES QUIEREN SER COMO BEN BRADLEE

Raúl del Pozo (El Mundo) canta al periódico y a los periodistas que publicaron el escándalo Watergate y cree ver en la prensa un San Jorge contra los abusos del dragón del Estado (o del Ibex-35).

Aún no lo sabían, ni nosotros tampoco, pero alumbraron desde la cloaca la mayor histria de nuestra generación. Desde entonces, un periodista ha dejado de ser un tipo pringoso que siempre dice: «A mí, lubina». Ya no es el escriba arrodillado en las piernas del emperador, sino una voz que les recuersa a los políticos que el poder está muy cerca del despeñadero y van cabalgando sobre un tigre.

Hubo una garganta profunda y dos repoerteros herócios. Los del Post no le tenían miedo a nada ni a nadie.

Walt Disney con poesía de Rubén Darío.

Màrius Carol me causa la primera carcajada de la jornada con su elogio a Bradlee.

Bradlee ha muerto a los 93 años. Su vida ha sido un ejemplo de la defensa del periodismo de calidad. Sus memorias, tituladas La vida de un periodista, son el mejor manual para ejercer el oficio, al tiempo que resultan un retrato de Estados Unidos en la segunda mitad del siglo XX. Su defensa de la noticia fue su único norte y el día que descubrió que había publicado como un ‘scoop’ la falsa historia de un niño heroinómano -que le valió a Janet Cooke el Pulitzer- presentó su dimisión a la propietaria (que no se la aceptó) y ordenó al defensor del lector una investigación interna para depurar responsabilidades. A él nunca se le oyó decir: «Que la verdad no te estropee una buena noticia».

Cuando un director de periódico alaba a otro es que sabe que jamás llegará a la suela de sus zapatos. Y Carol, estoy convencido, envidia a Bradlee, porque, mientras que éste se jugó el tipo por sus redactores, él dirige un periódico cuyos ejemplares (en catalán) se regalan en los trenes catalanes, que el domingo pasado publicó cuatro páginas del mandamás del que dependen las subvenciones que recibe su editor y que tiene como columnista estrella a Pilar Rahola Martínez.

Cristina Losada (Libertaddigital.com) está menos dada a la palmada y recuerda que la prensa es parte del poder.

Uno de aquellos jóvenes reporteros, Bob Woodward, declararía mucho después: «Decir que la prensa echó a Nixon es una gilipollez». Pero esa gilipollez sigue vivita y coleando. En gran medida, ¡ay!, por falta de información y en otra por el afán de emulación, que es el deseo de colgar en casa, como trofeo y máxima señal de poder, la cabeza de un presidente.

En realidad, como apuntaba Woodward, el descubrimiento del espionaje al Partido Demócrata se convirtió en la debacle de Nixon gracias a los demócratas, que tenían el control del Congreso. Contra la creencia de que la prensa «hizo frente al poder» ella solita, fue otro poder político, como suele ocurrir, el que dio recorrido a una historia inicialmente de poca monta que el Post lanzó por razones bien prosaicas. La prensa no juega fuera del campo del poder, salvo que se reduzca el poder al gobierno de turno: está jugando en ese campo. Un campo en el que hay por cierto más jugadores que los partidos y sus facciones.

ÓNEGA ADMITE QUE LA VOTACIÓN REFORZARÁ A ARTUR MAS

Por una vez, le doy la razón al antiguo jefe de prensa de la Guardia de Franco, Fernando Ónega (La Vanguardia), cuando escribe que la seudo-consulta del 9 de noviembre está muy bien montada por los nacionalistas.

Que se hayan apuntado más de treint amil voluntarios cuando faltan dos de semanas para el gran día indica que hay mucha gente dispuesta a que la experiencia sea un clamor. (…) Hay hambre de votar y de incitar a la votación. (…) El soberanismo saldrá reforzado o, por lo menos, con la moral desbordada para continuar su camino.

Y la opinión internacional, que no tiene por qué entrar en sutilezas jurídicas, obtendrá la conclusión de que Cataluña ha dado un gran paso, y a lo peor decisivo, hacia la secesión. Mientras, el lado español no hace nada.

Arcadi Espada (El Mundo) se pregunta si el Gobierno de Rajoy intervendrá contra Mas.

Durante muchos meses el presidente Rajoy ha especulado, como cualquiera, sobre la gran pregunta: «¿Sacará Mas las urnas a la calle?». Ya tiene la respuesta. habrá urnas y las sacará la Generalidad. Sí, será un acto rudo, sucio, confuso, trilero. Pero eso tiene poca importancia. La clave es que será una burla de la ley que violentará la democracia española. Me temo que el Gobierno del Estado no está en condiciones de permitirlo.

Como escribe en El País, Patxo Unzueta quiere templar gaitas.

Se ha convertido en un lugar común entre políticos nacionalistas catalanes advertir que una vez dado el paso hacia el soberanismo, no puede haber vuelta atrás. Y que, como dijo el sábado pasado Oriol Junqueras, «los tiempos se han acelerado y el autonomismo no tiene presente ni futuro». No el centralismo sino el autonomismo, que tras haber hecho posible el más extenso autogobierno catalán de la historia moderna pasa a ser considerado el enemigo principal. La ambigüedad ha muerto, proclaman los conversos.

También en el País Vasco, en octubre de 1997, se dio por enterrado el Estatuto de Gernika por quienes propugnaban romper el pacto del PNV con los socialistas para sustituirlo por un acuerdo soberanista con Herri Batasuna. Lo hizo el entonces máximo dirigente del sindicato nacionalista ELA, un poder fáctico capaz de condicionar al Gobierno de Vitoria más que cualquier partido. Como ahora en Cataluña la Asamblea Nacional Catalana, que se considera con derecho a dictar instrucciones al presidente de la Generalitat.

La advertencia sobre el irreversible giro soberanista estuvo a punto de verificarse a través del Pacto de Lizarra, pero no prosperó y hoy el Estatuto sigue vigente, y el lehendakari Urkullu condiciona cualquier iniciativa de ampliación del autogobierno al consenso transversal de la plural sociedad vasca; y a que se plantee como reforma de ese Estatuto y no como ruptura del mismo o de la Constitución.

¿A ALGUIEN LE IMPORTA EL ENVÍO DE TROPAS A IRAK?

En una entretenida crónica parlamentaria, Jorge Bustos (Zoomnews.com) describe su asombro ante la aprobación por el Congreso del envío de 300 militares a Irak, sin más protestas que las memeces habituales de Izquierda Unida.

Al observador formado en la bullanga antibelicista de 2003 no deja de resultarle curioso que el envío de 300 soldados españoles a Irak -en principio la moción lo tenía todo para perder pelos en la gatera indignada del trending topic: soldados, españoles, Irak- genere tamaña indiferencia en sus señorías, en los propios reporteros y en la opinión pública hecha carne en las tertulias, donde a cambio la pitanza la ponían nombres de lo más doméstico como Acebes, Rato, Montoro, Wert o Duran. Cada uno por lo suyo.

El portavoz socialista, Diego López Garrido, ni siquiera necesitó enfatizar las diferencias con la guerra de Bush para prestar su apoyo, bien que encareció las virtudes de la diplomacia más allá de la respuesta puramente militar, y tal. Ver a un secretario de Estado de Zapatero -por mucho que te hayas afeitado el bigote mexicano seguimos reconociéndote, Diego- prestando su responsable apoyo a una operación militar en Irak no deja de sugerir meditaciones hondas sobre la fugacidad de los afanes terrenos y el inexorable imperio de Cronos. El portavoz de CiU también anunció voto favorable, mientras su jefe Duran brujuleaba entre los escaños, chateaba ensimismado y luego acudía al escaño de Montoro a enseñarle la pantalla o recibía en su sillón la visita de Irene Lozano (el desenlace de estas maniobras próximamente: a partir del 9 de noviembre). Fue la propia Lozano la que portavoceó la posición de su grupo, alineándose con el Gobierno pese a que «no somos gente especialmente belicosa». No lo dirá por su jefa.

Dio la nota el orador de IU, que incurrió en las contradicciones previstas en la izquierda posmoderna, donde abunda el pensamiento propalestino y el tren de vida proisraelí. Dijo que votaría en contra porque España necesita una política exterior propia y no una genuflexa ante Estados Unidos, y porque el conflicto iraquí y sirio se arregla cortándoles a los terroristas el grifo financiero y no desplazando soldados. Le faltó pedir el envío de profesores de la Complu en lugar de artificieros.

Dentro de poco escucharemos a los progres frases como ésta, que me ha llegado por Tuiter: «¿Hay guerra en Irak? ¡Pero qué cosas me dice! ¿Y dónde está Irak?»

La columna ridícula del día se la lleva Antonio Gala, que escribe esto en su billete sobre Oriol Junqueras:

Un hombre gordo y moderado por tanto.

Observe lector la relación de causalidad que establece don Antonio: la gordura crea moderación. Supongo entonces que el tocinete Kim Jong-un es un pedazo de pan… o de tarta de nata.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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