La Vanguardia por fin editorializa sobre la corrupción y hasta menciona a los Pujol
Todos los periódicos publican sendos editoriales sobre la corrupción. Incluso La Vanguardia. La declaración de Rajoy es la excusa que permite al periódico catalán publicar su primer editorial sobre los últimos casos de corrupción, en los que menciona, sin adjetivar, » la confesión del expresident Jordi Pujol sobre su fortuna no declarada en el extranjero, un caso asociado por cierto al de las actividades económicas de varios de sus hijos».
El punto común entre todos es que avisan de que si los partidos políticos mayoritarios no reaccionan, el sistema político podría hundirse. La Razón advierte del posible triunfo de «la antipolítica» al estilo italiano y La Vanguardia teme la sustitución de los partidos tradicionales «por indeseables populismos», entre los que no sabemos si incluye a la CUP, ahora aliada de Artur Mas.
ABC se dirige directamente a Mariano Rajoy y le reprocha que se haya centrado en la gestión económica, dejando a un lado la corrupción y el separatismo. Además, reclama al presidente del Gobierno que elija ya caras nuevas para la candidatura de Madrid (aunque el periódico no explica si se refiere a la Comunidad o al Ayuntamiento de la capital).
Cuando Mariano Rajoy comenzó a gobernar, España estaba al borde del colapso económico, debido a la crisis global, agravada aquí por la impericia culposa del gabinete de Zapatero.
Pero lo urgente llevó al Gobierno a descuidar lo importante. No se ha hecho política de altura e intensidad suficiente ante los otros dos frentes que acuciaban a España, el territorial y la corrupción. Ante el pulso independentista, la firmeza ha llegado, aunque tarde, como denunciamos en su día. Y ante la corrupción en su propio seno, el PP ha ido arrastrando los pies. Se ha demorado la expulsión de los implicados en escándalos, o se ha envuelto en celofán, y ha faltado un discurso enérgico.
Es hora de hacer algunos relevos y dejar paso a nuevos actores, empezando por la situación en Madrid, donde no se puede esperar ya más a presentar como candidato a una figura de prestigio, que pueda acometer la necesaria cirugía y recuperar la ilusión de los votantes.
Si no llega la reacción seria y sentida que exigimos, al PP solo le quedarán dos horizontes: o relevar a su cúpula actual o resignarse a que la sociedad condene en las urnas su carencia de reflejos y principios.
