OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Julián Cabrera se pregunta si Pablo Iglesias cree que también es machismo preguntar a Ana Mato por las actividades de su exmarido

A Ruiz Quintano el programa de Podemos le recuerda al de Falange Auténtica en 1977: desmontar el capitalismo y no a la OTAN

Camacho se pregunta qué les puede pasar bajo el régimen nacionalista a los catalanes no separatistas

¡Cómo les gustan las crisis de Gobierno a los periodistas políticos, más que a los corresponsales una guerra! Si yo fuese Mariano Rajoy o Soraya Sáenz de Santamaría les daría una cada cuatro o cinco meses para que estuvieran contentos y entretenidos.

Alfonso Alonso pasa del cargo de portavoz del grupo parlamentario del PP en el Congreso al de ministro de Sanidad y de Igualdad. La vicepresidenta, que se hizo cargo de esa cartera cuando dimitió Ana Mato, la sigue desempeñando, porque Alonso es un ‘sorayo’.

Lo más sorprendente es el entusiasmo de muchos columnistas este 3 de diciembre de 2014 con el vasco Alonso, que marcha a una cartera apenas sin competencias (salvo las de ‘ideología de género’) y a un año de las elecciones generales. Varias ‘chicas’ están entusiasmadas con él. A estas horas de la mañana, el rumor que hacen las páginas de los periódicos al pasarlas me parece el eco de los aplausos de Victoria Prego (El Mundo).

Un gran acierto. El nombramiento como ministro de Alfonso Alonso es una buena decisión, porque da impulso a un Gobierno hasta ahora dedicado casi en exclusiva a vender la muy meritoria tarea de hacer salir a España de la brutal crisis en que estaba sumida

En realidad, daría igual que Alfonso Alonso ocupara la cartera de Sanidad u otra cualquiera. Lo que importa es que es un hombre que tiene un discurso político claro y coherente y que, además, lo expresa.

Lo que esperamos del nuevo miembro del gobierno es que aporte contendio político a la acción del Ejecutivo

El nombramiento es de Mariano Rajoy y a él hay que atribuirle las intenciones que ahora mismo le estamos suponiendo. Celebremos el regreso del presidente del mundo satisfecho de lo conseguido en la economía.

PILAR FERRER INDICA QUE ES UN ‘SORAYO’ DE PIES A LA CABEZA

En ABC, Curri Valenzuela afirma que el círculo íntimo de Mariano Rajoy, al que nunca comprenderemos, se amplía, aunque eso sí con un pretoriano de Soraya, pero Alonso también se lleva bien con Cospedal.

No aprenderemos nunca a interpretar los enigmas de Mariano Rajoy. Y mira que era fácil vaticinar a quien podía designar ministro, de lo que fuera, solo con recordar cual es la figura del PP a quien más alabanzas ha dirigido en público el presidente del Gobierno recientemente.

si alguien se merece formar parte de su Ejecutivo para el año que le queda es quien ha sido su voz en el Congreso de los Diputados en las tres temporadas anteriores. Aunque nunca sabremos, dado el hermetismo del presidente, si para entonces ya le había susurrado al oído el nombre de Alonso a Soraya Sáenz de Santamaría, lo que es bastante probable.

El nuevo ministro de Sanidad forma parte de lo que en Moncloa se denomina «el núcleo duro de Soraya» y en otra parte sería considerado su guardia pretoriana: el grupo reducido de personas de las que la vicepresidenta se rodea para preparar los discursos de Rajoy en el parlamento y su propia estrategia.

El hasta ahora portavoz parlamentario participaba como tal en los «maitines» que los lunes preside María Dolores de Cospedal en Génova. Sus relaciones, dicen, son de primera.

Sólo falta un «que se besen».

Pilar Ferrer (La Razón) me sorprende haciendo periodismo y no crónica social. La periodista insiste en la identificación de Alonso con Soraya.

Lo dijo él mismo durante un desayuno informativo en un hotel madrileño: «Me siento un Sorayo puro y duro». Así definía Alfonso Alonso Aranegui su profunda lealtad y cercanía a Soraya Sáenz de Santamaría, la mujer a quien debe toda su promoción en Madrid y ahora su nuevo cargo como ministro del Gobierno de la Nación. Cuando ambos llegaron al Congreso de los Diputados, en los tiempos de oposición, el joven vasco entró a formar parte del auténtico núcleo parlamentario frente a l Ejecutivo socialista de José Luis Rodríguez Zapatero. «Soraya es la maestra y Alfonso su alumno aventajado», comentaban entonces los diputados del PP sobre la relación entre ambos.

Su nombramiento como ministro de Sanidad es un triunfo en toda regla de la Vicepresidenta del Gobierno, que sitúa en el cargo a uno de sus hombres de máxima confianza. Como portavoz, ha sido eficaz y trabajador, aunque algunos le reprochaban su excesiva timidez. Sin embargo, ha mantenido buena relación con el resto de los Grupos y una excelente oratoria cuando hizo falta.

Hasta Pablo Sebastián (Republica.com), al que Rajoy desobedece al no cambiar completamente al Gobierno, está entusiasmado con Alonso.

Es de lo mejor que hay en el PP y tanto Rajoy como Soraya lo tienen en alta estima, como parlamentario y buen orador y por su labor al frente del Grupo Parlamentario Popular del Congreso desde donde le ha sacado no pocas castañas del fuego al Gobierno.

Alfonso Alonso constituye una notoria aportación que habrá que seguir con especial interés porque a buen seguro que tendrá un futuro notable y ascendente tanto en el Gobierno como en el PP. Sin descartar ni un solo escalón del escalafón de los populares y ahí incluido el más alto si es que algún día llega en ese partido la esperada renovación.

Y hablando de Sanidad y de la ministra saliente, Ana Mato. ¿Se acuerdan ustedes de aquella salida de pata de banco de Pablo Iglesias cuando le espetó a una reportera que preguntarle por los posibles casos de corrupción de su pareja sentimental, Tania Sánchez, era machismo? Pues bien, no se pierdan la acertada reflexión que hace Julián Cabrera en La Razón:

La reacción de Iglesias, con independencia de que se acabe probando la adjudicación irregular de contratas por parte de Tania Sánchez a parientes o la venta poco aclarada de un piso protegido, viene a evidenciar, sumados casos como el de Errejón-Universidad de Málaga, una indicativa irritabilidad y una pueril ausencia de cintura política a la hora de dar explicaciones -aunque sean las de manual usadas por la «casta»- sobre cuestiones incómodas.

Relacionar machismo con el interés periodístico sobre un personaje político a propósito de cuestiones que deben explicarse, obliga como mínimo a dos recordatorios:

Uno, que la interfecta pertenece a una formación con la que Podemos no descarta llegar a algún tipo de acuerdo electoral y esa formación es IU. Y dos -y aquí miren por dónde, sí entra en juego la relación personal-, que la relevancia pública de una concejal de Madrid sur no sería la que es -no desmereciendo su meritoria victoria en las primarias madrileñas de IU- sin el elemento añadido junto a otros de quién es su pareja.

Y remacha con la reflexión final:

Sería bueno saber si para Iglesias era también machismo periodístico preguntar en tiempos a la hoy dimitida Ana Mato por las actividades de su ex marido Jesús Sepúlveda, entre otros muchos ejemplos. Tania y Pablo, llegados a la política caminando sobre las aguas y exudando colonia, ya deberían haber reparado en que ponerse bajo los focos no solo broncea, también achicharra y evidencia las máculas.

CASADO: EL PSOE TIENE EN LA CABEZA LA SUERTE DEL PASOK

Otro chau-chau madrileño es la gran coalición entre el PP y el PSOE frente a la horda roja de Podemos y/o los separatistas catalanes.

José Oneto (Republica.com) subraya que la dirigencia del PP ya la acepta.

Por primera vez el Partido Popular ha admitido la posibilidad de una gran coalición de gobierno con el partido socialista, frente a la negativa de Pedro Sánchez que acaba de declarar a La Nación de Buenos Aires que «terminantemente no».

Pero el gran problema es la falta de entendimiento entre Rajoy y el nuevo secretario general del PSOE Pedro Sánchez, que en su intento de alejarse del PP para evitar esa misma imagen de que los dos partidos son iguales como sostienen los dirigentes de Podemos, ha llegado a decir que él nunca pactará con el PP de la corrupción.

Antonio Casado (ElConfidencial) explica por qué el PSOE de Sánchez no está dispuesto a la gran coalición: los socialistas no tienen en la cabeza la imagen del SPD alemán (el partido que les apadrinó y financió en la Transición), sino la del PASOK griego.

Contemplar ahora una futura alianza con su principal adversario, ni siquiera remotamente, sería el harakiri político de Pedro Sánchez y el tiro de gracia a un partido que ya traicionó a sus votantes en mayo de 2010. Si lo hiciera por segunda vez en cinco años, cinco minutos después de rejuvenecerse, estaría firmando la bancarrota de un partido centenario que sigue siendo clave en la continuidad del sistema democrático alumbrado en 1978.

Los socialistas españoles han aprendido en cabeza ajena. Está demasiado cerca lo ocurrido con los socialistas griegos (PASOK) cuando se concertaron con la derecha para frenar a Syriza, que en España se llama Podemos. O, si se quiere, para frenar a Alexis Tsipras («La historia nos espera, no dejemos de mirarla a los ojos»), que aquí se llama Pablo Iglesias («El cielo se toma por asalto, no por consenso»).

Si alguien puede frenar en las urnas a Podemos es el PSOE.

Joaquín Prieto (El País) trata de consolar a los socialistas: están mal, pero son la clave de la política española.

En España, la situación del PSOE en el centro del tablero político en reconstitución le sitúa en una posición clave, pero difícil. Puede sufrir una sangría de electores hacia Podemos ante la evocación de un Gobierno futuro PP/PSOE, pero también se le pueden marchar simpatizantes hacia el PP si creen que el Partido Socialista pactará con Pablo Iglesias. La llave de la coalición futura probablemente se encuentra en manos del PSOE, aunque esa llave es de las que queman en la mano.

Toni Puigverd (La Vanguardia) nos da la visión de la «elite extractiva catalana»: la gran coalición revela miedo en Madrid, mientras que la lista única de Artur Mas es alegría.

Una vez más, la misma idea, planteada en Barcelona o Madrid adopta un perfil antagónico. La gran coalición catalana esconde miserias (de las que he hablado otras veces), pero propone lograr un gran objetivo. Da igual que el lector lo considere absurdo o deseable: el hecho es que se trata de un objetivo de esperanza, de ilusión, de construcción de un ideal. En cambio el pacto que propone Cospedal, además de esconder también muchas miserias, revela impotencia: es un pacto defensivo. Más que debilidad, traduce miedo.

LA FALANGE DEL JURÁSICO HA MUTADO EN EL PODEMOS ‘MODELNO’

Como yo estoy harto del «¡que vienen los rojos!», gritado por los mismos que hace unos años gritaban «¡que vienen los fachas!», «¡que vienen los militares!» o «¡que viene la derecha!», las mejores columnas sobre Podemos son las escritas con sentido del humor.

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) consigue que se me caiga el cenicero al suelo cuando, hurgando en el baúl de los recuerdos, le leo en ‘El 77’ que el programa de Podemos de 2014 es el casi idéntico al de Falange Auténtica de 1977. Lo malo es que tiene razón. ¿No hay manera de salir de este círculo que hacemos encadenados a una noria?

Ahora que el diario gubernamental alerta del viaje a la socialdemocracia del mistolobo de Pablemos, recuerdo que en el 77 todos chapoteábamos en el lodo primordial de la partidocracia. El periodismo lo llamaba «sopa de letras».

El programa más «cani» (es decir, más Podemos) lo suscribía Falange Auténtica, cuyo objetivo último era «el desmontaje del sistema capitalista y la conquista de una Patria digna y revolucionaria, regida por una república sindical y un sistema económico autogestionario». Y además: no a la Otan y no al Mercado Común, nacionalización de la banca, reforma agraria y autonomía de los pueblos de España.

El hecho de una sociedad bastante más ignorante y desigual que entonces no explica que en 2015 los españoles vayan a elegir como «centralidad del tablero» lo que en 1977 les pareció una «frikada». Salvo que el mistolobo de Pablemos sea el gato de Míster X. ¿Negro o blanco?

-¡Qué importa! Lo importante es que cace ratones.

Socialdemocracia.

Más identidades entre Podemos y Falange. El padre Llanos trató de convertir a las clases altas madrileñas pirmero al falangismo de la revolución pendiente y luego al comunismo de la revolución obrera. David Gistau (ABC) ve a Juan Carlos Monedero como un nuevo misionero, paseado por el barrio de Salamanca de la mano de Raúl del Pozo y de Carmen Lomana.

En realidad, Monedero es más bien un misionero que se adentra en territorios que le son hostiles para proceder a la conversión de las almas, para las que, como ya sabemos, no hay otra salvación posible que la de Podemos.

Cualquier día Monedero dirá lo que quiero oír, y me escaparé con él como en la grupa de una moto. Ya estuvo en algún restaurante del poder con Raúl del Pozo, quien seguro que se lo pasó bomba epatando al burgués con semejante compañía. Pero lo que de verdad revela que Podemos va a por todas es la misión de proselitismo que Monedero se ha ido a completar con la reina de las socialités del barrio de Salamanca, Carmen Lomana.

Cómo me habría gustado asistir a esa conversación en la que Monedero probablemente habrá ejercido de confesor utópico para aliviar a Lomana de la culpa por los golpes que la vida no le ha dado.

Joaquín Luna (La Vanguardia) nos da una noticia en su columna ‘Podemos quiere prohibir los toros’. ¿Dónde quedó el «prohibido prohibir»?, se pregunta.

Me lo cuenta en el Dry Martini, perplejo, Paco March, el primer rojo que preside la federación de entidades taurinas de Cataluña. Me lo cuenta y pido otra copa: «Los de Podemos dicen que el único punto innegociable de su programa es la prohibición de los toros en toda España».

Yo ni sabía que el punto figuraba -y figura- en el programa de Podemos. ¿No sería más sencillo prohibir España e ilegalizar a los españoles y las españolas? Modestamente, y ya de paso, sugeriría también cambiar el curso del Ebro para bajar los humos a los de Zaragoza, cerrar las Rías Baixas y las Altas para reducir el tráfico de droga y abandonar Ceuta y Melilla, lo que nos ahorraría ese espectáculo tan feo de una valla cabrona de la que cuelgan seres humanos. Y asunto arreglado.

Hay que prohibir los toros en la Nueva España. Y el gin-tonic floreado, las tertulias plurales de TV3 y las cenas de empresa. Conviene empezar de cero y olvidarse de las tonterías de Mayo del 68 -«prohibido prohibir»- que han marcado Occidente. Como aficionado catalán, lo agradecería porque en lugar de viajar a Olivenza, Pamplona o Madrid descubriría Dax, Mont-de-Marsan o Arlés y comería queso con Juliette.

‘MADRIT’, DAME 2.200 MILLONES, TÍO

La tabarra catalana sube el volumen con la presentación del proyecto de presupuestos de la Generalitat, con un pequeño agujero de casi 2.200 millones de euros que Barcelona espera que llene ‘Madrit’.

Màrius Carol (La Vanguardia) reconoce que la suerte de los presupuestos depende de la buena voluntad de Rajoy y de la aprobación en el parlamento regional por ERC y PSC.

Los presupuestos del año próximo no cuadran. Los gastos superan en 2.200 millones a los ingresos. ¿Quién pagará esta cantidad al final? Se supone que el Gobierno de España. O eso al menos es lo que piensa -para ser más exactos, lo que dice- Mas-Colell a partir de lo que denomina deudas históricas. El titular de Economia reconoce que las finanzas catalanas continúan en una situación difícil con una financiación insuficiente, así que las cuentas presentadas reciben «un plus de contenido político». No obstante, como nadie ha consultado en Madrid la posibilidad de disponer de estos recursos adicionales, es evidente que los presupuestos tienen algo de brindis al sol.

En cualquier caso, ni ERC ni PSC están por apoyarlos, así que todo puede acabar siendo un cuento rabelaisiano en tiempos poco renacentistas.

Santiago González (El Mundo) compara en servilismo al jefe al consejero de Economía del Govern, Andreu Mas-Colell, con el ministro de Economía de Zapatero, Pedro Solbes.

Mas-Colell es otro de esos tipos cuyo pundonor personal palidece al ser comparado con su lealtad al mando. Este virtuoso del equilibrio no ha renunciado a la columna vertebral de su pensamiento económico. La heterodoxia está en los procedimientos. El hombre ha cuadrado los Presupuestos a martillazos, con ingresos virtuales que nadie le ha prometido ni, menos aún, garantizado. Le faltan 2.500 millones, pero confía en que le llegarán de España.

Un referéndum con urnas de cartón tenía que llevar a presupuestos virtuales. Si esto fuera una ocurrencia de Homs, el pobre, habría que arroparlo con un manto de piedad, pero oír a Mas-Colell que la responsabilidad de aprobar sus presupuestos es de España le hace a uno perder la fe en la dignidad humana. Recordarán al conducator catalán extendiendo los brazos como Moisés, versión Charlton Heston, sobre el Mar Rojo. La voluntat d’un poble, decía el cartel, y ahora hasta Mas-Colell confía en el maná, que cae del cielo.

Para concluir este apartado, traigo la columna de Ignacio Camacho (ABC) sobre la campaña de boicoteo decretada por el nacionalismo -ese incomprendido- contra Freixenet, debido al anuncio para Navidades.

Su gesto inequívoco tiene la grandeza de provenir de la propia Cataluña, jugándose el repudio del régimen nacionalista y su enorme aparato de influencia y de poder que no ha dudado en señalarlo sugiriendo un boicot tan miserable como el que todo el sector del cava sufrió en España durante la crisis estatutaria. Si eso lo hacen contra uno de los suyos, un miembro destacado del ‘establishment’, un relevante catalán de pata negra, qué no podrán hacer si llega el caso contra los ciudadanos anónimos que se opongan al designio excluyente de convertirlos en extranjeros en su propia tierra.

Bueno, la solución la tienen los propios catalanes votando a partidos opuestos al separatismo, ¿no? ¿O es que también lo vamos a hacer los demás?

ANTONIO CASADO LE COGE EL SECADOR DEL PELO A CARMEN RIGALT

Hay días en que me cuesta encontrar la pieza a la que darle el premio de columna ridícula, pero hoy lo que me cuesta es dicidirme entre tres candidatos.

José María Carrascal (ABC) demuestra que los políticos y pensadores (ejem) de la derecha española son la izquierda de dentro de diez años. El octogenario periodista se pone a llorar por la destrucción del planeta, cuando sólo la caída del precio del petróleo debería hacerle meditar sobre lo incorrecto de los pronósticos agoreros de los ecologistas, porque asta ayer éstos afirmaban que el petróleo subía porque se estaba acabando.

Como sigamos expulsando gases a la atmósfera que originen un recalentamiento de dos grados, el nivel de los océanos subirá hasta inundar las zonas costeras, donde vive la mayor parte de la población mundial. Pero recortar las emisiones solo podrá hacerse con un acuerdo global, pues si cada país mira solo para sí mismo, no iremos a ninguna parte, a no ser que nos hayamos buscado otro planeta donde vivir, cosa de la que no hay muchas perspectivas.

La señora doña Carmen Rigalt (yo siempre trato de usted a las señoras que son mucho mayores que yo) parece que quiere ocupar en la prensa de papel el hueco que dejó en El País hasta que la echaron Maruja Torres. ¡Doña Carmen, que usted vale mucho más que la verdulera de Barcelona, bueno que cualquiera de las dos, la Torres y la Rahola!

Hubo un tiempo en que de cada tres artículos que escribía, por lo menos uno iba sobre tíos. O sea, sobre hombres en general, pues no hay nada más universal que un hombre en particular. Uno recién salido de la ducha y secándose los huevos con el secador de pelo de su chica.

Después de leer este comienzo, sólo puedo exclamar: ¡Antonio Casado, deja de cogerle el secador del pelo a tu mujer, que luego te saca en sus columnas!

Como buen progre, Antonio Gala (El Mundo) se queja de lo mal que está el mundo y de lo poco que duerme… por culpa de los políticos. Vaya, por la madre Tierra.

El mal gobierno, ya irremediable, de que nos cubren los políticos, me está amargando la poquísima vida que me queda. El consuelo de dejar de sufrirlos me hace dulce la muerte. (…) ¿Es que los españoles merecemos ser gobernados por quienes nos gobiernan? ¿Quién los designó, si hasta entre ellos se detestan, y permanecen juntos para defenderse, dándose unos a otros las espaldas?

Tantos años dando la matraca con la democracia y la libertad, y ahora Gala se pregunta quién elige a los políticos. Pues los que votan, caramba, los que votan. Porque alguien ha metido papeletas en las urnas con los nombres de Rajoy, Mas, Zapatero, Díaz… No, a Susana Díaz no la ha eligido nadie, sólo Griñán.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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