LA CLAVE DEL DÍA

Zarzalejos augura que Mariano Rajoy puede dejar al PP como ZP al PSOE: sumido en su más grave crisis histórica

Para Hermann Tertsch la 'gran coalición' entre el PP y el PSOE será "un gran fracaso" porque no hay lealtad al sistema político

Ruiz Quintano se topa con el Estado policial democrático al hacer una foto con su teléfono a unos policías

El hojeo (que no ojeo) de la prensa de este 9 de diciembre de 2014 aumenta mis bostezos, que no detienen los mejores amigos del periodista, que son el tabaco y el café.

Parece que los columnistas se fueron de puente el viernes y algunos quieren alargarlo con unas columnas que tan soporíferas como previsibles. Luis María Anson (El Mundo) vuelve a repetirnos su único argumento a favor de la reforma de la Constitución: «el 70% de la nueva generación se muestra indiferente al sistema, el 30% indignada, casi el 100% asqueada».

Rosa Montero (El País) llora por el caso de un anciano impedido que vive en un séptimo piso sin ascensor (Rosa, por favor, dile a Caño que mande a un redactor de la sección de Sociedad a visitar al buen señor, en vez de gimotear). Ramón Pérez-Maura (ABC) defiende al Rey (al actual, al anterior, al que venga…) por reunirse con Artur Mas, porque el monarca siempre busca el bien de España y de los españoles. Miquel Roca (La Vanguardia) asegura que ni él ni los catalanistas son desleales a la Constitución, sino que lo son todos los demás, los ‘regresivos’.

¿Seguro que no estamos en el día de la marmota?

Sólo una columna y una tribuna sacuden mi taza de café. La columna la escribe Pablo Sebastián (Republica.com) y es un comentario a la entrevista del viernes a Pablo Iglesias en el Canal 24 Horas de TVE. Sebastián se pone del lado de los ugetistas y los tuiteros al pedir la cabellera de Sergio Martín.

El deterioro democrático, moral e institucional del país no parece tener límites. Alcanza a todos los estamentos y llega a niveles de repugnancia nunca vistos. Así se ha apreciado durante la entrevista que el presunto periodista y publicista del PP Sergio Martín le hizo el pasado viernes al secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, durante el programa ‘24 Horas’ de la segunda cadena de TVE.

Una encerrona, de seis del PP contra uno, sin la presencia de periodistas independientes ni progresistas, en la que Sergio Martín llegó a la infamia de decir a Pablo Iglesias que estaba de ‘enhorabuena’ por la excarcelación de etarras como consecuencia de la reciente resolución de la Sala Segunda de la Audiencia Nacional.

La encerrona de La 2 a Iglesias y la infame actitud de Sergio Martín, les ha salido a los confabulados bastante mal porque, a su pesar, han acabado ayudando a Podemos al ofrecer semejante espectáculo de manipulación. A la vez que le han quitado la careta al programa y a su entrevistador. Lo del pasado viernes en La 2 ha sido una golfería más, de las que dan alas a Podemos y algo que debería tener consecuencias en RTVE.

Sé que soy un bicho raro. Por ejemplo, fumo y no lo escondo, a diferencia de hipocritillas como Zapatero. Y también estoy convencido de que un periodista debe tocar las narices a los poderosos, incluidos los secretarios generales de los partidos políticos. Porque Pablo Iglesias es el secretario general de Podemos, no El Enviado. Vamos a ver, si las preguntas hostiles las hace Ana Pastor a Esperanza Aguirre, los progres se derriten de gusto, pero si se las hace Martín al Incorruptible, los progres y algunos no tan progres aseguran que es una persecución.

Paso a la tribuna que me ha hecho derramar el café, pero de la risa. La escribe Baltasar Garzón (El País), el ex juez condenado por violar los derechos fundamentales de presos y abogados. El título, ‘Impunes y corruptos’, me hizo acoger la esperanza que se trataba de un relato autobiográfico, pero no.

La impunidad ha reinado durante demasiados años en este país. No se atajó en su momento; la Transición miró hacia otro lado, como en muchos otros aspectos, y la cultura de la corrupción se afianzó de manera «normal» a todos los niveles.

Las decisiones de combatir la corrupción duran en España el tiempo exacto para olvidarlas y seguir haciendo lo mismo. Mientras, la profunda desigualdad que la corrupción genera entre los ciudadanos y en el propio sistema productivo ni se tiene en cuenta.

¿Cómo se pueden escribir estos párrafos sectarios (en los que incluso se sustituye la palabra España por la expresión «este país») cuando Jaume Matas, Fabra y María Antonia Munar están en la cárcel; cuando están procesados Jordi Pujol, la infanta Cristina y su marido? Y un poco más adelante, la demagogia izquierdista, de la que ya hubo una muestra al atribuir a la Transición las corrupciones de ahora:

En estos tiempos de pingües beneficios de los de siempre, tarjetas black, cuentas inconfesables, viajes de relax con cargo a lo público, resulta intolerable que el presidente del Gobierno se limite a «pedir perdón» por los casos que insistentemente señalan a su partido.

¿Quiénes son «los de siempre»? ¿Los ugetistas Fernanández Villa, del que se ha olvidado todo el mundo, los socialistas andaluces de los ERE, los de Izquierda Unida y el PSC que se sentaban en los consejos de Bankia y Caixa Catalunya? ¡Qué panfleto de izquierdas! Y encima se presenta como otro incorruptible alguien que fue diputado, alto cargo de un Gobierno socialista y juez luego condenado. Vamos, que pasaba por ahí.

¡QUE VIENE LA GRAN COALICIÓN!

Si no tiene usted un argumento para la justificar la coalición entre el PP y el PSOE o un candidato para presidirla, amigo, usted no es nadie. La gran coalición es el juguete de la clase opinadora y política de España. Sin embargo, Hermann Tertsch (ABC) pone los puntos sobre las íes al respecto, y sabe de lo que habla.

Ya están lanzados tirios y troyanos, algunos hasta con buena fe, a divagar y disparatar sobre las alianzas de Gobierno tras unas elecciones que no se celebrarán antes de un año. Ya han lanzado las teorías sobre una gran coalición todos aquellos que desde hace tiempo desacreditan a los dos grandes partidos como el origen de todos los males.

Hasta en su escenario habitual, Alemania, las grandes coaliciones han tenido siempre objetivos de reforma concretos en momentos críticos. O eran única salida. Siempre con la tranquilidad de que el resto de las fuerzas parlamentarias eran fuerzas de lealtad incondicional al sistema democrático y a la Constitución. Hoy incluso en Alemania hay ya problemas al respecto, debido a la irrupción en el escenario político de fuerzas como los «poscomunistas» de Die Linke o el emergente partido antieuropeísta Alternative für Deutschland (AfD).

Unas conspiraciones de pacto de gran coalición ahora pueden estar en la mente y quizás hasta en la agenda de algunos. Serán inútiles entre partidos desarbolados, dos perdedores buscando un apaño. Aun con mayoría aritmética, no harían más que una coalición agónica desde su primer día. Y que daría paso a un frente popular en el que los moderados no tendrían nada que decir. Entonces se abriría el peor escenario, que podría acabar en lo que la Grosse Koalition siempre quiere evitar, la Grosse Katastrophe.

Que el PSOE no es el SPD, ni los españoles son alemanes. En Alemania los políticos dimiten por fusilar citas en sus tesis doctorales; en España, los profesores de una pésiam universidad dan lecciones al país entero.

Juan Carlos Girauta (Libertaddigital.com), eurodiputado de Ciudadanos, considera que es más probable la coalición entre PP y CiU, y por eso Rajoy sigue dando pasta a Artur Mas.

Salvo que suceda aquí lo inconcebible y los españoles vuelvan a conformar durante 2015 una resultante electoral bipartidista, las Cortes de la próxima legislatura van a ser un bonito mosaico. Al previsible paisaje se le ha llamado ingobernabilidad. En la cúpula del PP hay quien sueña aún con una remontada espectacular en las encuestas, que no dará para la mayoría absoluta pero sí para un pacto de gobierno. Bien, si ese sueño se hiciera realidad, cosa harto dudosa, ¿con quién piensan pactar los de Rajoy? Aquí el sueño se torna más salvaje: con unos nacionalistas que habrían sido para entonces domesticados.

Considerando que el primer tramo del sueño fuera cierto, la mera toma en consideración del segundo aconseja al PP no molestar mucho al caudillo catalán que organiza un golpe contra la Constitución, que trabaja en Cataluña por un partido único y que desafía al Estado todos los días del año. De ahí vendría la desaparición del Estado en Cataluña

A los tres años de haber formado Gobierno, Mariano Rajoy ha conseguido desencantar a sus votantes. Incluso José Antonio Zarzalejos (ElConfidencial.com), que tanto desde la dirección de ABC por defender a Esperanza Aguirre y José María Aznar, le da por amortizado en una columna titulada ‘La derecha ya tiene su Zapatero’.

Fue anunciar el sábado que se presentará a las elecciones generales para intentar repetir mandato y el domingo dos encuestas de fuste le auguran, a él a su partido, una auténtica debacle. A tenor de esos sondeos -de El País y de La Vanguardia-, Mariano Rajoy podría dejar al PP tras su paso por la presidencia esta legislatura, como Zapatero dejó al PSOE: sumido en su más grave crisis histórica.

Al presidente sólo le queda un recurso que, si llega a utilizarlo, resultaría ofensivo: el recurso del miedo. Miedo a la supuesta ultraizquierda, miedo al poszapaterismo, miedo a la ruptura de la unidad nacional. Miedo al miedo inveterado de la derecha española que, sin embargo, esta vez parece haberse liberado -ahí están las encuestas- del secuestro de un discurso que anuncia siempre temores e incertidumbres. Todo lo que la derecha aspira a no ser, ni en lo gestor ni en lo ideológico, lo representa, precisamente, Mariano Rajoy, que pretende con previsible éxito emular a Zapatero.

En cambio, no hay ninguna sorpresa en que Miguel Ángel Aguilar (El País) sacuda a Rajoy.

el inquilino de La Moncloa ya tiene interiorizado que la derrota de las legislativas debe prepararse con ahínco en las municipales y autonómicas. A eso y a bloquear otras reformas se aplica incansable.

Sin embargo, Javier González Ferrari (La Razón) se pronuncia por la gran coalición, hasta el punto de proponer que se ayude a Sánchez frente a sus enemigos internos.

El PP es el adversario del PSOE, pero no su enemigo como lleva predicando Pedro Sánchez desde que se hizo cargo de la secretaría general del PSOE. El enemigo lo tiene a su izquierda y en su propio partido donde hay demasiada gente empeñada en radicalizar el discurso creyendo que con ello se puede frenar el avance de Podemos. Es un error del que tampoco parece librarse Rajoy y quienes le aseguran que cuanto más crezca Pablo Iglesias más votos terminarán cayendo del lado de los populares. A un año de unas elecciones generales el objetivo de salvar al soldado Sánchez de sus verdaderos enemigos, y por lo tanto de sí mismo, debería ser algo prioritario.

¿QUIÉN MIENTE MÁS?, ¿NICOLÁS O LAS INSTITUCIONES?

Desde esta modesta crónica de columnas, nos atrevemos a sugerir al PP que ponga como candidato al Gobierno en esa super-coalición al Pequeño Nicolás. La nueva aparición del personaje sigue asombrando a los columnistas.

Fernando Ónega (La Vanguardia) constata que la mejor defensa del muchacho es el descrédito de las instituciones.

A mí me parece una censura feroz al sistema institucional. Que se esté poniendo al mismo nivel de confianza a un embaucador que a todo un Gobierno o a todo un sistema ofrece varios ingredientes para reflexionar. Quiero señalar concretamente dos. Uno, la ínfima eficacia de convicción de todas las personas de la estructura gubernamental que han hecho declaraciones: han sido tan fáciles, por no decir inconsistentes, que resultaron estériles. El segundo, los organismos públicos que han publicado comunicados de desmentido: han sido tan obvios que no resisten una réplica del farsante. Cuando él dice «Claro, como ellos no han mentido nunca…», resulta inevitable darle la razón. Increíble. ¡La credibilidad de todo un sistema puesta a prueba y sometida a comparación con un farsante! Esa sí que es la crisis institucional.

José Oneto (Republica.com) expone algunas meteduras de pata del Gobierno.

A la espera de una nueva intervención el próximo sábado en esta entrega por capítulos, no se entiende que el abogado del estado se haya querellado contra el tal Nicolás, y a instancias del Centro Nacional de Inteligencia, por injurias cuando las investigaciones del Juzgado de Instrucción numero 2 de Madrid es por supuestos delitos de estafa, falsedad documental y usurpación de funciones, según los datos proporcionados por los policías que le detuvieron. ¿Se ha producido, en efecto, una usurpación de funciones? Después de todo el escándalo, ¿estamos sólo ante un delito de injurias, como si estuviésemos en un caso de defensa del honor, que tanto proliferan ahora en la prensa del corazón y en los programas de entretenimiento de la Televisión?

El caso del Pequeño Nicolás, que es el caso de un gran impostor, merece más, mucho más, que simples desmentidos… Y, a la vista de los acotamientos, algunos ceses o dimisiones…

Cristina Losada (Libertaddigital.com) asegura que la credibilidad de Nicolás se debe a que vivimos en un sistema en el que lo más importante para alcanzar poder, fama y dinero son las relaciones, la imagen.

cómo fue posible que un empresario importante, digamos, pudiera creer que un niñato tenía línea directa, pongamos, con el Rey de España. La respuesta parece evidente: resultó verosímil porque lo era.

Era verosímil porque en España las relaciones personales siguen siendo el elemento esencial para desenvolverse y una buena agenda vale su peso en oro.

Ahora se ha fijado el ojo público en las formas de selección perversas que rigen en la política, en los partidos, particularmente, como si fueran una rara desviación de la norma meritocrática. Pues no: son un caso más, uno de muchos. Tantos y tan normalizados que pasan desapercibidos. Sólo en un medio ambiente en el que el valor determinante es estar bien relacionado pudo el joven Nicolás ser el rey del mambo.

ALFONSO USSÍA DEFIENDE A MARC MÁRQUEZ

Dejo con alivio la política para tratar otros asuntos más interesantes.

Los fumadores sabemos bien que vivimos bajo un Estado que, con la excusa de la salud, reprime la libertad de los ciudadanos. Ignacio Ruiz Quintano (ABC) se ha topado con ese Estado hace poco.

Salgo con el perro a dar mi constitucional al sol de España, que tanta falta nos hace. Unos guardias civiles tratan de rescatar a un gato subido a un árbol, misión que en América se encomienda a Supermán. Fotografío al gato y un guardia me pide la documentación y anota los datos. «Por si sale en algún medio». Me identifico como periodista y es peor: «Entonces sabrá que está prohibido fotografiar a agentes de la autoridad». El guardia cumple con su deber, escrito en algún reglamento, aunque por anécdotas así los progres elevaban el franquismo a la categoría de Estado policial.

Pero esa represión sólo se ceba en unos y no en otros, como bien saben los ‘hunos’ de Políticas de la Complutense, donde se montan escraches a todo el que no rece a san Hugo Chávez.

Dos días antes, en la Universidad Ceu San Pablo, unos animalistas interrumpieron la conferencia taurina de una catedrática de Historia, y en el tumulto provocaron la caída (con «fractura proximal de húmero») de un sexagenario, pero algún reglamento ( no escrito) impide la publicidad del suceso con la fanfarria mediática empleada en la noticia de unos ultras gritando en la librería Blanquerna que Cataluña es España.

Alfonso Ussía (La Razón) sale en defensa de Marc Márquez, que se muda a Andorra para pagar menos impuestos.

Si el sistema impositivo español no fuera tan agotador para los contribuyentes, el motociclista y campeón del mundo Marc Márquez no cambiaría su domicilio fiscal estableciéndolo en Andorra. No elogio la ejemplaridad, sino la lógica. La comparación es apabullante. En España-cuatro puntos más en Cataluña para financiar las tropelías independentistas- Marc Márquez, que ha ganado millones jugándose la vida a trescientos kilómetros por hora sobre una moto, pagaría más del 50% de sus ingresos. En España no pagan los que tienen, sino los que trabajan, como si trabajar mereciera un castigo. 

No gano lo mismo que Marc Márquez porque mis riesgos son otros y la prensa escrita nada tiene que ver con el motociclismo. Pero he alcanzado ya la mitad del artículo, aproximadamente. Todo lo que he escrito hasta la línea que está a la vista del lector, es para la Hacienda de Montoro. Con mis palabras también se financian los partidos políticos, y mucho me temo que dos o tres de ellas las terminen cobrando Arriola o Pablo Iglesias.

Y ponemos el punto final con la columna de Raúl del Pozo (El Mundo). Si ayer dio la exclusiva de que Pablo Iglesias llevó a la entrevista de TVE a un autobús de piqueteros, hoy cae en el tópico de la izquierda supuestamente ilustrada de añorar que Napoleón, ese benefactor de la humanidad que arrasó Europa a sangre y fuego, no liberase a los españoles de los frailes y les educase y les lavase.

Yo no me creo a Napoleón, pero un día espero verlo con su capote gris, subido en su caballo blanco. Vivo en Chamartín de la Rosa, a 200 metros de donde durmió, y me lo imagino llegando a este barrio, también el de Antonio López, último pintor de cámara. El emperador se incautó -en diciembre de 1808- del Palacio de los Duques del Infantado y no mostró ningún interés por llegar a Madrid, donde el pueblo se había sublevado siete meses antes. No quiso pisar Madrid, donde, según él, una chusma de aldeanos dirigida por una chusma de frailes se había enfrentado al ejército de las luces.

Paseo muchos días por delante del Palacio de los Duques de Pastrana, hoy propiedad de la ONCE, al final de la Avenida de La Habana. Pienso si aquella opinión sobre los españoles se ha desvanecido. Dicen que no: la vulgaridad y la incultura nos aplasta. Incluso ahora, que hemos dejado de ser nuevos ricos. Nos describen como gritones, intolerantes, sectarios. Los nórdicos piensan aún que somos uno de los países peor educados de Europa.

 

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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