OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Camacho repite al PP que la economía ya no importa, que la gente quiere cabezas

Edurne Uriarte riñe a la derecha en ABC por alejarse de Mariano Rajoy, que tanto ha hecho por el progreso y la paz de los españoles

Sostres: si Jordi Pujol donase un 20% de lo que ha robado, los telemaratones de TV3 no serían necesarios

Este 16 de diciembre de 2014 El País hace que se me caiga la taza de café en el regazo. Si a Antonio Caño le zumban los oídos, que sepa que es por esto.

La causa del estropicio se encuentra en la sección de Opinión del periódico: una tribuna de Juan José Ibarretxe, ex presidente del Gobierno vasco, reclamando la autodeterminación del País Vasco (supongo que con Navarra) y de Cataluña, más una defensa de la negativa de las regiones ricas a ceder dinero a las regiones pobres.

Reconozco que no había leído tan opuesto a la línea editorial del periódico llamado progresista en sus páginas de Opinión desde una tribuna publicada al dictador militar comunista polaco general Wojciech Jaruzelski.

Más abajo comentaré la tribuna de Ibarretxe, alias ‘El Solidario’, pero ahora sigo con la columna ridícula del día, premio que se gana la escrita por Edurne Uriarte (ABC), un canto a Mariano Rajoy, como el hombre tranquilo que ha salvado a los españoles de una época de tinieblas. El título de semejante joya, que sin duda se colgará en los tablones de La Moncloa es ‘Si faltara Rajoy’.

Rajoy, como Aznar, es un presidente serio y poco expresivo que comunica mal, pero logra muchos resultados. En el otro extremo de Zapatero, un presidente simpático y con dotes de comunicación que llevó al país al desastre. Poco escarmentados con el estilo de liderazgo de Zapatero, ahora algunos votantes de la derecha minusvaloran los resultados pero sobrevaloran la comunicación de tales resultados.

Según la catedrática vasca, Rajoy ha resistido «el acoso de la izquierda» en los medios de comunicación… Ya, ¿y el dinero dado a El País?

Después de tres años de Gobierno, el liderazgo de Rajoy ha logrado evitar lo que era un colapso inminente de España, ha situado a nuestro país entre las economías que más y mejor se están recuperando en Europa y ha ganado la confianza y la credibilidad internacional. Además, Rajoy ha consolidado al PP como la única gran garantía para la defensa de la unidad de España frente a un PSOE confuso y dubitativo. Y ha aguantado de una manera realmente admirable el acoso de la izquierda en la calle y en los medios de comunicación.

La colaboradora de la FAES asegura que la derecha no está enfadada por los incumplimientos de Rajoy, sino porque está abducida por un ambiente izquierdista.

Como escribía recientemente Luis Ventoso, «decir lo que viene a continuación es el colmo de la incorrección política», pero yo también creo que Rajoy está siendo un buen presidente («Anatema») Y me pregunto si el enfado de la derecha, ese malestar que está en las encuestas y en las conversaciones privadas, tiene que ver con algunos de sus incumplimientos -los impuestos o la ley del aborto-, con los errores -Bolinaga-, o más bien con ese clima social que domina como nadie la izquierda. Como nadie y como siempre. Son mayoría en los medios de comunicación y aún más en las redes sociales. Y lo explotan a la perfección.

El resultado es un país fascinado por un extremista como Pablo Iglesias a quien ríen las gracias incluso algunos analistas de la derecha y un país enfadado con el líder que ha sacado a España de la debacle y ha vuelto a colocarla en la senda del progreso y de la estabilidad. Así está la derecha sociológica.

El progresista Antonio Casado (ElConfidencial.com) pasa de apoyar al PSOE a apoyar al PP. Régimen se le llama a esto.

No quisiera descalificar el optimismo de Rajoy. Lo necesitamos como el pan de cada día, como el aire que exigimos trece veces por minuto (Celaya, en la memoria). Al presidente le pagan para eso, es parte de su tarea. Qué menos que agarrarse como un clavo ardiendo al dinero barato, la bajada del precio del petróleo, la devaluación del euro y el alivio fiscal de las familias, para presumir en Europa de estar creando empleo e ir primeros en crecimiento.

Comprenderá, amigo lector, que haya vacilado en seguir con este repaso de columnas y haya pensado en volverme a la cama.

PABLO SEBASTIÁN PIDE QUE SORAYA SE HAGA CON TODO EL PODER

Menos mal que en el ABC hay columnas que no mojan con la baba que generan como la de Uriarte. Por ejemplo, la de Ignacio Camacho, que trata de explicar a Rajoy que el bienestar económico ya no es panacea ni bálsamo para los españoles.

A Rajoy le dijeron por activa y por pasiva, dentro y fuera del partido, que su obsesiva concentración en la economía le ha provocado un claro déficit de gestión política. Que el Gobierno no comunicaba con la sociedad. Que estaba demasiado replegado. Que debía conectar con la calle. Así que tras los varapalos de las encuestas decidió hacer caso de las súplicas de los suyos, asustados ante la expectativa de perder las elecciones, y salir ante la opinión pública a recuperar pulso político. Dicho y hecho: lleva dos semanas vendiendo… la recuperación económica.

Sucede que en asuntos de bolsillo el optimismo no funciona a base de mantras. La gente no va a admitir que tiene más dinero y más trabajo sólo porque lo oigan en la tele. La recuperación, visible en los parámetros macro, no fluye aún con el caudal necesario en la economía cotidiana. Mejoran las rentas estables, las que sólo sufrieron recortes y devaluación durante los años de ajuste, pero siguen en quiebra las capas sociales que se descolgaron en la etapa más destructiva de la recesión.

Concluye el periodista andaluz que, por mucho que les sorprenda a los empiringotados abogados del Estado que ocupan el Gobierno, la gente ya no piensa sólo con el bolsillo.

El desgaste del PP tiene dos causas y ambas son políticas. Una, que sus sectores naturales de apoyo, las clases medias, se sienten empobrecidas y muy dolidas por haber soportado el grueso del coste de la crisis. Y dos, que la devastación socioeconómica ha provocado un colapso institucional agravado por una plaga de deshonestidad pública que abre insoportables agravios comparativos. El resultado es que la economía ha dejado de ser el factor de decisión electoral para gran parte de la población porque está demasiado irritada. Quiere que alguien pague los estragos. Y sin un tratamiento político de regeneración va a hacer falta una mejoría muy fluida y muy potente para que olvide esta necesidad expiatoria.

Antonio Lucas (El Mundo) dice lo mismo, con más literatura y menos concepto.

La crisis no es Historia, sino que la está haciendo. Y convierte a cada ciudadano en un hombre/enigma, incapaz de calcular su futuro laboral, económico o social más allá de Navidad.

Cuando el chiringuito termine de desmoronársele a Rajoy (por las municipales y en Madrid) veremos en qué acaba este tremendismo léxico de hacer con palabras huecas el salto de la rana. Decir que la crisis pasó aunque queden flotando sus secuelas (que son la crisis misma) es como anunciar que Dios ha muerto (Nietzsche) y entonces ampliar el horario de misa. Qué pasote de tocomocho.

Pero quizás estemos hablando de alguien que ya es pasado… Marcello, el perrito juguetón de Pablo Sebastián (Republica.com) pide que Soraya Sáenz de Santamaría tome el control del PP, en lugar de ‘la Cospe’.

Y bueno sería que Soraya se ocupe también de la dirección del Partido Popular antes de que lo destroce Cospedal, que acaba de declarar que «la corrupción es patrimonio de todos» (sic). Para que, de paso, Soraya ponga un poco de orden en el PP de Madrid -donde todos los dirigentes están a tiros contra todos- y en los de Valencia, Andalucía y Cataluña, que son las cuatro patas que hoy día mal soportan el peso electoral del PP.

Soraya, ‘la niña de Rajoy’, se nos ha hecho mayor y va a por todas. Y no se descarta que un día de estos y si el PP se da un batacazo descomunal en los comicios municipales y autonómicos de la primavera próxima, que Soraya se convierta en la candidata oficial del PP a la presidencia del Gobierno en las elecciones generales de finales de 2015 o primeros de 2016. Sobre todo si el nogal de la economía que con ímpetu optimista sacude Rajoy no acaba de llenar de nueces los bolsillos de los españoles.

Esa posibilidad de Soraya candidata 2015 ya ha circulado por los medios de comunicación, vuela en los corrillos y entre dirigentes del PP y goza de simpatías en la cúpula del poder político y empresarial del país. E incluso para que fuera redonda podría contar con un golpe de mano espectacular si Rajoy, harto de coles y con la derrota de la primavera en las espaldas, se va -como se fueron en junio y julio Rubalcaba y el Rey Juan Carlos- y ofrece a Soraya la presidencia del Gobierno para el último semestre de legislatura.

Sin embargo, Cayetano González (Libertaddigital.com) está convencido de que la fe ciega en Soraya muestra la degradación del PP, porque ésta podría ser vicepresidenta con cualquier partido… salvo, y no es seguro, Podemos.

Un síntoma claro de lo mal que está el PP por dentro y por fuera es que tenga visos de verosimilitud que la actual vicepresidenta del Gobierno pueda ser la posible candidata a casi todo: a la Alcaldía de Madrid en las elecciones de mayo o a sustituir a Rajoy como cabeza de lista en las próximas elecciones generales y de esa manera tener posibilidades de presidir el tan ansiado por algunos Gobierno de gran coalición PP-PSOE, que al paso que van estos dos partidos ni será Gobierno ni, sobre todo, será gran coalición. Y eso sin contar, como dice el pequeño Nicolás, que Soraya es ya de facto presidenta del CNI, con permiso del general Sanz Roldán. Añádase a este cóctel el hecho de que es la preferida del grupo Prisa y la mezcla no puede ser más explosiva.

Soraya es el relativismo puro y duro -ella fue la principal opositora y la que torpedeó la reforma de la ley del aborto impulsada por el dimitido Gallardón-. Soraya es la vacuidad ideológica; es el ponerse continuamente de perfil, el no dar la cara ante las cuestiones espinosas o que puedan suponer un desgaste político para su augusta persona. Soraya prefiere ayudar, y de qué manera, a un grupo de comunicación como Prisa antes que a otros grupos que ideológicamente puedan estar más cercanos al PP. Soraya, lo dije en un anterior artículo y lo reitero ahora, podría ser perfectamente vicepresidenta en un Gobierno del PSOE o de los socialistas con CiU o PNV. Ella es muy transversal.

MARCO: EL PSOE NO ES UN PARTIDO INSTITUCIONAL

¿Y qué ocurre en el PSOE? Toni Bolaño nos asegura desde La Razón que no pasa nada, o casi nada, que el PSOE sube en las encuestas gracias a Sánchez. (Necesito otro café.)

Sin embargo, el ruido es más mediático que real. Numerosos dirigentes socialistas, que no han tenido reparos en confirmar su presencia en el Palacio de San Telmo, dan su apoyo público a Sánchez. Cataluña, Extremadura, Aragón, Galicia, Castilla y León, Baleares o Asturias han cerrado filas en torno al secretario general y niegan la mayor. Lo han hecho de forma pública. Algunos de ellos, que han sido citados por Díaz, han informado a Sánchez «antes y después de la reunión», como comentó un dirigente territorial a La Razón.

Los díscolos prefieren el anonimato. «El PSOE desde la llegada de Sánchez ha mejorado en las encuestas y el secretario general es un valor añadido», apunta un dirigente territorial. Sin embargo, otros parece que se quieren poner la «tirita antes que la herida» y prefieren «acusar a Sánchez de defectos por si en su comunidad o en sus ayuntamientos no son los más relevantes».

Las intrigas de estos días están provocando un efecto contrario al buscado desde Sevilla. Un cierre de filas con Sánchez

Pese al optimismo del socialista Bolaño, Fernando González Urbaneja (Republica.com) cree posible la desaparición del PSOE.

Es difícil imaginar un mapa político en España sin un socialismo fuerte, pero nada es seguro en este nuevo mundo líquido e incierto. Los socialistas españoles trabajan contra sí mismos desde unos pocos años, por eso van barrenando su suelo electoral. En Cataluña, uno de sus graneros de votos y diputados, están bajo mínimos sin perspectivas de mejora y en otras comunidades van para atrás, sin líderes reconocibles, con mucho aparato y demasiada conspiración interna.

Y José María Marco (La Razón) explica en una acertada columna que el PSOE no es un partido ‘reliable’, que diría un anglosajón, y recuerda que los socialistas ampararon a los de Podemos que ahora se los están comiendo.

El PSOE no es ni ha sido nunca el partido institucional y de gobierno que ahora tanta gente dice echar de menos. Es un partido de un pragmatismo descarnado, con muy pocos escrúpulos que no estén relacionados con el poder: el partido del 13-M, el que protegió a los indignados de la Puerta del Sol, el mismo que ha promocionado al núcleo de Podemos en la Universidad pública. Está claro que el PSOE tiene un problema serio con sus cachorros, los nuevos populistas. Que el Partido Popular lo tenga de la misma forma es muy dudoso. Conviene no equivocarse de adversario y no olvidar cómo se las gasta este.

¿CUÁNTOS CRISTIANOS SUICIDAS Y TERRORISTAS HAY?

Sobre el atentado terrorista en Sidney no encuentro más que dos columnas en la prensa de papel de pago. Antonio Caño vuelve a sorprenderme con su criterio de volaración de las noticias en El País: en la portada la única noticia de internacional es el atentado terrorista en Australia, pero las dos primeras páginas de la sección de Internacional son sobre «el auge xenófobo» en Europa. Pero por ahora los únicos que matan en todo el mundo (Nigeria, Canadá, EEUU, Inglaterra, Irak, Egipto…) son los islamistas.

Hermann Tertsch (ABC) escribe sobre las manifestaciones anti-islámicas en Alemania, que tanto molestan en su antiguo periódico.

Un fantasma muy real recorre la política alemana en las últimas fechas y siembra el espanto entre los partidos y toda la opinión publicada. Se llama Pegida. No significa nada ese palabro que hace muy pocos meses no existía. Es el acrónimo de la asociación «Patriotische Europäer Gegen Die Islamisierung Des Abendlandes» (P.E.G.I.D.A.) cuyo largo nombre se traduce fácilmente como «Patriotas europeos contra la islamización de Occidente». Conocido el nombre de la asociación quizás extrañe menos el éxito de sus convocatorias. Hay muchísimos europeos preocupados hoy por la islamización de barrios europeos, por el fin de la vigencia de costumbres e incluso leyes europeas en el seno de comunidades cada vez más numerosas en Europa. La evolución demográfica deja claro que, para el año 2050 y en algunos casos mucho antes, habrá muchas regiones europeas con mayoría islámica.

Pegida no ha generado más miedo al islamismo ni más xenofobia de la que había en Alemania. Solo ha logrado que muchos superaran el miedo a expresar el miedo a esa presencia de cada vez más extranjeros y especialmente musulmanes en su región.

Alemania es hoy el país con más solicitudes de asilo del mundo. Hace tres años eran 19.000. Este año será diez veces esa cifra. El miedo no es fascista ni nazi. Pero genera fascistas y nazis si se desprecia a la ciudadanía que lo sufre y que se siente acosada en su patria. Europa tiene un problema. Pero ese problema no es Pegida. El problema de lejos es el brutal islamismo bélico en expansión. Y aquí es el islam politizado que crece como cuerpo extraño. Al que nadie exige -ni él ofrece- lealtad a unas democracias occidentales que son la mejor organización de convivencia jamás habida.

Ramón Pérez-Maura (ABC) se pregunta por qué no hay cristianos suicidas.

El ataque del Terrorismo Islámico en Australia fue respondido durante unas horas por las autoridades locales con la cantilena de que no eran musulmanes sino terroristas. Como si ambas cosas no pudieran conjugarse fundadas en las enseñanzas del mismo Mahoma. El hecho de que dos rehenes exhibieran en la ventana una bandera con la Shahada una declaración de fe islámica que se recita cada día en las mezquitas no parece suficiente prueba para algunos.

cuando nos dicen que actos como el que ayer costó las vidas de inocentes en Sidney no tienen nada que ver con la religión porque el Islam no es el problema, ¿por qué entre los millones de cristianos que viven en la ‘umma’ islámica nunca hemos visto un solo terrorista suicida que se inmole buscando el martirio? Y recordemos que muchos de esos cristianos -como los coptos egipcios o los caldeos de Irak- viven en condiciones infinitamente peores que la mayoría de los cristianos que les rodean.

Casualmente, coincide hoy con las anteriores columnas la defensa por Alfonso Ussía (La Razón) de la cruz en el escudo del equipo de sus sueños, el Real Madrid, pero porque culmina una corona monárquica.

Al Real Madrid le han capado algo más importante que el pitorro. Le han quitado la cruz de la Corona Real. No es la Corona Real, y por ello, es una corona inventada.

Dicen que así lo han exigido los árabes que van a financiar la remodelación del Estadio Santiago Bernabéu que también dejará de llamarse Santiago Bernabéu para compartir la memoria del gran Presidente con una alusión petrolífera. Si tanto interesa a los petrodólares entrar en el Real Madrid no es por otro motivo que por la fuerza y el prestigio que tiene el Real Madrid en el mundo. Y la fuerza tiene que demostrar su fortaleza y hacerse fuerte frente a los que quieren amputar su estética y su imagen. La Corona que han capado en el escudo del Real Madrid es consecuencia de la historia del club y además no pertenece al Real Madrid. Es la Corona de España.

Se empieza por retirar la cruz para que el Islam se regocije y se termina introduciendo en el círculo posterior, como símbolos representativos de Madrid, a un camello, una gacela y un dátil.

IBARRETXE REGRESA EN EL PAÍS PARA PEDIR INDEPENDENCIA Y DINERO

La tabarra catalana nos descubre hoy a Juan José Ibarretxe, el hombre al que el PNV tiró al tacho de la basura, aunque después de haber obtenido la mayor victoria electoral. En una tribuna titulada ‘La dependencia’ en El País, Ibarretxe defiende el derecho de autodeterminación para que los nacionalistas se queden con todo el dinero que se genera en sus regiones ¡con el argumento de la solidaridad!

Tradicionalmente, se justifica la necesidad de tomar las decisiones en Madrid para garantizar la solidaridad territorial. Pero la realidad es que los recursos generados por el Estado no se han invertido en crear un modelo socialmente sostenible. Además de las tasas de paro y pobreza, España es ya el segundo país más desigual de la Unión Europea y no creo que se pueda achacar esta realidad al concierto económico vasco.

Es inaceptable que se ondee la bandera de la solidaridad para justificar la indisoluble unidad de la patria cuando los recursos generados por el Estado se reparten a través de tarjetas black. Queremos poder decidir nuestro futuro y no ser dependientes para construir un país mejor, más solidario.

En un contexto de cambio histórico tan importante como el que se vive a nivel global, Euskadi y Cataluña no pueden ni quieren ser dependientes del Estado español. Deseamos construir nuestro propio modelo de desarrollo humano sostenible y sólo puede hacerse desde el respeto al derecho a decidir de nuestra ciudadanía.

Qué pena que Ibarretxe no cite ni los escándalos de corrupción del PNV y las Haciendas forales ni el uso que algunos hacen de esa renta de inserción de la que tan orgulloso está, como el marroquí que murió como ‘yihadista’ en Siria mientras la cobraba.

Muchos columnistas, como hoy Antonio Lucas, sostienen que Rajoy vive en una burbuja al no querer ver la pobreza que hay en España. ¿Qué se podría decir entonces de la oligarquía catalana, que recurre a Jordi Pujol y Marta Ferrusola para pedir dinero en un maratón ‘solidario’ en TV3? Salvador Sostres de ríe de ello en El Mundo.

Habría que empezar diciendo que TV3, tan preocupada por recaudar el dinero de los demás, es salvajamente deficitaria. Y que bastaría un poco de ahorro en los corresponsales judeofóbicos y antiamericanos, o dejar de sobrepagar a productoras amigas, o reducir a la mitad los programas que redundan sobre tonterías, para reunir mucho más dinero que el que nos reclaman a los demás. Este tipo de hipocresías son las que acaban configurando el debate público catalán.

Si los Pujol donaran un 20% de lo que han amasado por ser presidente su patriarca, ‘La Marató’ tendría más fondos de los que recaudaría durante por lo menos 100 años.

Los independentistas de buena fe no conseguirán nada hasta que no se den cuenta de que son sus ídolos quienes les secuestran y roban, y no España.

Por último, Miquel Roca (La Vanguardia) emplaza a ERC a aprobar en el Parlamento regional catalán los presupuestos de Artur Mas. Eso sí, sin nombrar a nadie, que el señalar es muy feo.

Aquí, sin nuevo presupuesto no hay posibilidades de nuevos ingresos y el incremento deseado de la deuda social se quedaría sin ningún soporte que lo hiciera eficaz y creíble. ¿En qué perjudica la aprobación de unos presupuestos al proceso que la mayoría parlamentaria ha definido? Se habla y se busca la unidad pero ¿no nos vemos capaces de dar respuesta unitaria a las necesidades de la gente? La prórroga debilita el apoyo social del proceso; unos nuevos presupuestos marcan cómo se podrá construir la entente del futuro. Aprobar o dejar aprobar, esta es la cuestión.

Pero qué pedante, ¿verdad? «Aprobar o dejar aprobar, esta es la cuestión.»

Bueno, ¿está enfadado con los demás? Pues no excite, porque gran parte de lo que ocurre es culpa suya. Así se lo dice Rosa Montero (El País) a sus lectores.

Somos unos hipócritas: utilizamos a los intermediarios para que apliquen un trato inhumano a nuestros trabajadores sin que nos enteremos. Son los capataces de los galeotes. Y el empleo público se nutre de eso. Gracias a esta nueva esclavitud, los demás nos podemos permitir comprar en Zara.

O sea, que Rajoy no es el culpable, sino todos. Una magnífica teoría que seguro gusta mucho en Moncloa. Como la memez de las «estructuras de pecado» pergeñadas por la teología católica, disculpa perfecta para el pecador. Si las estructuras son pecaminosas, los hombres que están dentro de ellas, ¿son pecadores por voluntad propia?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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