OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Raúl del Pozo desvela que el PP devolverá la publicidad a TVE para vengarse de Telecinco y Antena 3

Fernando Sánchez Dragó hace campaña por Aguirre, "la mejor cabeza política del Reino", y asegura que ya cuenta con su voto

Prada se pregunta qué recuperación económica puede haber con sueldos inferiores a mil euros

Este 29 de diciembre de 2014, es un día de sorpresas. La primera es que El País dedica una página y tres firmas a elogiar al dibujante Máximo, fallecido ayer. Uno no compende que si Máximo era tan genial (como el Genial Mingote) El País de Juan Luis Cebrián, entonces dirigido por Javier Moreno (¿dónde está?) le despidiese en 2007. La segunda es que otro caído de la redacción de El País, el periodista de investigación Francisco Mercado, reaparece en el digital Vozpopuli.com.

Y la tercera, la ausencia de uno de los ‘Pepito Grillo’ de la prensa española: Jesús Cacho. Éste, como Jiménez Losantos, debe de estar de vacaciones en las Chimbambas, porque no ha publicado su habitual columna semanal. Como dije después del mensaje de Nochebuena del Rey, me da la impresión de que Cacho y Losantos, aunque se han pasado a la prensa digital, no saben en qué consiste ésta. Sin embargo, Casimiro García-Abadillo ha publicado su sábana dominical.

Sin embargo, hay periodistas ‘de raza’ (perdóneme el tópico, querido lector, ya que nos encontramos en «estas entrañables fechas») que no se toman vacaciones. Como Raúl del Pozo, que deja la literatura y la recolección de citas para escrbir un artículo noticioso: ‘Gobierno contra televisiones’. Primero, unas consideraciones sobre la ruptura de la alianza entre el PSOE y PRISA.

Algunos socialistas piensan que el ataque de José Luis Rodríguez Zapatero al Grupo Prisa, con La Sexta y Público, no fue el principio de la decadencia del grupo mediático, sino el haraquiri del PSOE. Desde la derecha y la izquierda se considera a Zapatero, muchas veces injustamente, el rigor de todas las desdichas.

Es verdad que los medios que antes apoyaban a Ferraz se han pasado a Podemos y que los socialistas se han quedado sin aquel demoledor apoyo mediático. «La gente que ve La Sexta o Cuatro antes era nuestra; ahora apoyan descaradamente a Pablo Iglesias», me dice un dirigente que en su día se enfrentó a Zapatero por su política de comunicación.

Y a continuación, el cabreo del PP con Telecinco y Atresmedia, por sacar mañana, tarde y noche al líder de Podemos.

Si la socialdemocracia se siente defraudada por la televisión, la derecha se siente sableada, estafada. Enfrente, las dos grandes cadenas -Antena 3 y Telecinco- se sienten coaccionadas. «Estos cabrones de Antena 3 nos están tomando el pelo y los otros siempre han estado en contra de nosotros». A los de Telecinco los multan cada semana y amenazan a todos con devolver la publicidad a RTVE.

«El Gobierno se siente cada vez más acorralado por La Sexta y Las Mañanas de Cuatro. El PP nunca ha tenido ni puta idea de comunicación y ahora las televisiones privadas están apoyando a Podemos que, si gana, se apropiará de las cadenas», me dice un dirigente de la ‘era Aznar’.

La reacción del PP va a consistir en devolver la publicidad a RTVE, pero mediante una ley, cuya tramitación se alargará… por lo que yo no entiendo qué quiere hacer el Gobierno, si meter en cintura a Vasile y Lara o cabrearles todavía más.

El Gobierno no sabe qué hacer para evitar que sus supuestos aliados sigan apoyando al enemigo. Están pensando en devolver la publicidad a Prado del Rey. Lo podían hacer por decreto y lo van a tramitar como proyecto de ley. O sea, que el trámite durará hasta las calendas griegas. Las televisiones temen arruinarse si les quitan canales, les multan o reparten la publicidad. Los políticos contestan diciendo que se han forrado y se siguen forrando y los ejecutivos ganan cinco veces el sueldo de un diputado. Los de la tele sospechan que a este Gobierno, de un liberalismo raro, no le preocupan los niños que no votan, sino los votantes en edad de votar, para los que se acercan las horas de la venganza.

DRAGÓ ACONSEJA A AGUIRRE QUE IMITE A JIMMY CARTER

Esperanza Aguirre sigue dando titulares cuando Rajoy está de vacaciones. Hoy anuncia que deja su colaboración en las páginas de ABC, por motivos electorales. No nos ha explicado por qué dijo que se retiraba de la vida política a su familia y ahora regresa a la política.

Ahora, la colaboración que concertamos hace más de dos años para mantener una cita semanal con sus lectores llega a su fin. Empieza un año electoral muy intenso, y es perfectamente comprensible que el siempre liberal ABC prefiera no tener una colaboración fija de una persona que firma como presidenta de un partido político concreto. Sé, porque me lo han dicho los que pueden decírmelo, que siempre tendré abiertas las puertas de este que ha sido mi periódico. También eso tengo que agradecérselo en esta hora de decirles «hasta luego», «hasta siempre».

Pablo Sebastián (Republica.com), que se la tiene jurada a Aguirre desde que le despidieron de Telemadrid donde hacía el resumen de prensa del último noticiario del día, recuerda que ya ha dejado pasar su oportunidad.

Por enésima vez Aguirre recula. Tuvo a Mariano entre las cuerdas el día que se cayeron en el helicóptero pero no aprovechó la ocasión. Tampoco tras la derrota electoral de 2008, donde tenía preparado el golpe de mano, pero Javier Arenas, conspiró con los barones de provincias y lo desactivó.

Y ella, la condesa de Bombay y marquesa de mis entretelas, se achantó por enésima vez y no se atrevió a dar el salto de la tigresa sobre las espaldas de Rajoy. Años antes tuvo un desmayo y dimitió de la Comunidad y ahora que quiere volver para ocupar el sillón de Botella -a la que le hizo la vida más que imposible-, Rajoy se pone de mármol y de perfil a sabiendas que a la lideresa se le pasa el arroz -‘No es país para viejos’- entre tantos chavales que llegan a la política -los Rivera, Iglesias, Garzón, Sánchez, Tania, etc.- y, desesperada, acude al espejo mágico que le dice con desdén: «más mona es la Cifuentes».

Incluso tiene un párrafo para Aznar:

Ella, Esperanza Aguirre, se siente la heredera natural de José María Aznar, quien sigue dándose golpes en la espalda con el ‘gato de las siete colas’ en penitencia por haber elegido a Rajoy como su sucesor. Cuentan que la cena de Navidad en FAES fue una especie de aquelarre en el que solo faltó el ‘pequeño Nicolás’. Y en la que Aznar no habló porque de un tiempo a esta parte solo emite ruidos. Si alguien le dice «José María, ¿cómo ves lo de Artur Mas», Aznar responde: «Burrr». Y si le mencionan a Podemos, sube el tono y la intensidad de su desaprobación gutural: «burrúm, burrúm». Ahora bien si alguien osa mencionar, en su presencia, el nombre de Rajoy, entonces el ronroneo del expresidente parece el motor de arranque de una Harley Davison.

Sin embargo, Aguirre ya tiene un voto, el de su incondicional Fernando Sánchez Dragó, que en su columna de El Mundo no sólo declara que votará por ella, sino que explica cómo la presidenta del PP de Madrid seduce a los creadores de opinión con cenas, donde consiente, como una zarina ilustrada, que éstos le den consejos.

Si Rajoy da su aprobación a la candidatura de Esperanza Aguirre, el PP ya puede contar con un voto en Madrid: el mío. Lo siento por Carmona, del que tengo buena opinión, y por los aspirantes a la alcaldía que vayan a presentar los de Ciudadanos, los de Rosa Díez y, sobre todo, los de Vox, si los hay -otras opciones no contemplo-, pero Esperanza me parece la mejor cabeza política del Reino y siento hacia ella, desde hace mucho, lo que en las tribus de lo que aún no era Hispania se llamaba devotio iberica: un pacto de lealtad que nunca, pasara lo que pasase, con o sin banderillas al quiebro puestas a los agentes de movilidad, se podía infringir.

Hace un año, como anticipé, en el transcurso de una cena de amigos a la que asistían varios periodistas y en la que Esperanza oficiaba de anfitriona, alguien que escribe con donosa pluma en este periódico dijo: «Lo que tú tienes que hacer, Espe, es lo que hizo Carter. Un buen día, sin avisar a nadie, y menos en su partido, convocó una rueda de prensa y se abrió de capa en ella declarando: ‘Me llamo Jimmy Carter y soy candidato a la presidencia de Estados Unidos’». El efecto fue fulminante. Pilló a todo el mundo a contrapié y ganó las elecciones. Los asistentes a aquella cena corroboramos: «Sí, sí, Espe. Eso es lo que tienes que hacer». Ella, sin soltar prenda, se reía. Me pregunto ahora si por fin lo ha hecho. Señor Rajoy: sea sensato.

¡Menudo consejo: imitar a Jimmy Carter! Mientras me fumo el primer cigarrillo del día, que es el último de mi paquete, me pregunto si el apoyo de Dragó no es como el apoyo de la tuna: perjudicial.

Isabel San Sebastián (ABC) quizás también vote a Aguirre si se presentase, pero su columna es más discreta que la de Dragó, ya que habla de las diferencias entre el PP de Rajoy y el PP de Madrid.

Al presidente Rajoy le gusta subrayar que «España no es Madrid», y lo cierto es que cada vez tiene más razón, especialmente en lo que atañe a su partido. El PP madrileño se ha convertido en el último reducto defensor de los principios y valores que constituyeron antaño el santo y seña de una formación capaz de convencer a la mayoría absoluta del electorado, hoy descafeinada hasta el punto de volverse irreconocible.

Ahora Madrid rompe también con la tradición «popular» de sumisión silente a los designios del dedo decisorio y vemos a Esperanza Aguirre postularse para encabezar la candidatura de su partido a las Municipales. Hay quien la tacha de arrogante, otros afirman que se humilla e incluso no faltan los convencidos de que va derecha al desastre. Yo en cambio veo a una mujer decidida a dar la batalla incluso a riesgo de estrellarse, porque las únicas batallas perdidas son las que no se combaten. Veo a una mujer con coraje dispuesta a luchar por lo que cree… Aunque fracase.

LA CLASE MEDIA, OTRA HERENCIA DE FRANCO QUE SE LIQUIDA

Le recomiendo, amigo lector, dos columnas: la de Agapito Maestre en ElImparcial.com y la de Juan Manuel de Prada en ABC.

Maestre se pregunta por la ausencia de la bandera española en el mensaje de Felipe VI.

El Rey se ha dirigido a los españoles prescindiendo del símbolo que a todos nos representa. Eso marcará un antes y un después en la actual Casa Real. Un rey sin bandera es sólo un adorno para tapar la docilidad de millones de seres humanos que no se enteran de lo que pasa. Será la clave de su reinado. Quizá sea el comienzo de un suicidio ampliamente anunciado de la monarquía española o el pacto secreto para ser un futuro rey de naciones. Quien al comienzo de su reinado renuncia consciente o inconscientemente a la insignia que representa a su nación, está abandonando la empresa para la que ha sido llamado.

El asunto es feo. ¿Por qué ocultar la bandera de España? ¿A qué grupo político pretendía agradar Felipe VI? ¿O se nos da una explicación del asunto o tendré que pensar que este Rey sólo cree en la bandera, o sea en España, como un asunto de adorno? Esto no es, sin embargo, un problema escénico, sino un rito esencial para mantener la unidad de una nación que está resquebrajándose por todas partes.

Y Prada afirma que los Gobiernos de la democracia están destruyendo el legado de Franco, la clase media, y con ello están abriendo la puerta al desorden.

En alguna ocasión, mi querido Ramón Pérez-Maura ha recordado la respuesta que Franco dio al general Vernon Walters, enviado por el presidente Nixon, cuando éste solicitaba una garantía de que la situación española permanecería estable tras la muerte del dictador. Franco afirmó entonces: «Yo voy a dejar algo que no encontré al asumir el Gobierno hace cuarenta años: la clase media española». La creación de la clase media fue, sin duda alguna, el mayor logro económico y político del franquismo, conseguido además mediante una legislación garantista que protegía al trabajador hasta límites que hoy (después de tantas reformas laborales concebidas para quebrantar su posición) nos parecen utópicos; esto es un hecho que a casi nadie le gusta reconocer, pero hecho cierto a fin de cuentas, tal vez la mejor «herencia recibida» por los gobiernos de izquierdas o derechas que se han sucedido desde entonces y un colchón de seguridad contra el ascenso galopante del paro que unos y otros han auspiciado.

hemos llegado a una situación en la que casi la mitad de los asalariados españoles ganan sueldos que no alcanzan los mil euros; si a esta mitad de los asalariados con sueldos de supervivencia sumamos esa cuarta parte de la población activa que se mantiene en el paro, convendremos que el panorama es desolador. Y que la presunta recuperación de nuestra economía se está logrando a costa de destruir la clase media.

El jurista Francisco Rubio Llorente, que ha apoyado los pactos España-Cataluña y la reinterpretación de la Constitución Española para adaptarla al inconstitucional Estatuto catalán, ahora se preocupa en La Vanguardia por el auge de los nacionalismos en Europa. Su meditación parte del desastre de la Gran Guerra.

El triunfo del principio de las nacionalidades exacerbó el nacionalismo, que en Alemania se convirtió en racismo, y tuvimos de nuevo la guerra y ahora también el Holocausto. Pero ya que no por el amor o el respeto mutuo, parecía que, tras la experiencia del horror, los europeos nos veríamos al fin obligados a unirnos por el espanto. De ahí nacieron las Comunidades transformadas después en Unión.

Ahora, de nuevo, como cuando se escribió ‘La marcha Radetzky’, el fervor nacionalista amenaza fragmentar algunos de los estados y romper la Unión.

Este regreso al nacionalismo puede ser celebrado, aceptado con resignación, o combatido. A mi juicio, sobran las razones tanto pragmáticas como éticas que impulsan a combatirlo, pero allá cada cual.

ALMUDENA GRANDES CREE QUE EN 2015 GANARÁ POR FIN LA GUERRA

Y, cómo no, sección Podemos.

Ignacio Camacho (ABC) hace coincidir la desaparición de numerosas personalidades de comienzos de la Transición con la irrupción de Podemos para concluir que estamos ante un cambio de paradigma político.

Si para los historiadores existe el consenso de que el siglo XX empezó en Europa en 1914, cuando la Gran Guerra liquidó el decadente orden de los imperios y el esplendor ficticio de la Belle Époque, habrá que ir conviniendo que en España el siglo XXI ha arrancado en este 2014 que termina. La crisis económica incubada durante el último lustro ha estallado durante el año en una catarsis política y social que apunta notas si no de fin de régimen sí de cambio de ciclo. La abdicación de don Juan Carlos otorgó visibilidad simbólica a esa sensación de tránsito y, del Rey abajo, ha desencadenado un vértigo de renovación generacional en las élites españolas. Bien por el imperativo ineluctable de la biología, por cansancio o por desgaste, el desplome del dominó de la nomenclatura dirigente proporciona la confusa percepción de que una etapa está finalizando sin que termine de germinar la siguiente.

Ése es el estado de indefinición que retrata las grandes crisis históricas: el momento de vacío en que una época declina entre escombros de sí misma sin acabar de sustanciarse en otra nueva. Está por ver si se trata de indicios terminales de un trayecto vencido o tan sólo de un natural proceso de decantación evolutiva. Pero el año se cierra con la impresión de un giro sobre el eje de la peripecia colectiva española. Nada está escrito aún ni queda otra certeza que la de los epitafios.

Como ya han dicho otros antes que él, Fernando González Urbaneja (Republica.com) asegura que Podemos va a seguir en la ambigüedad, porque es lo que le beneficia.

Los de Podemos no van a concretar sus propuestas más allá de que han venido para cambiar lo que hay y para desalojar del poder a los que lo han ejercido durante las últimas décadas. Saben que su baza es el rechazo de los otros, mucho más que el atractivo de sus propuestas, que merecerán atención el día y la hora en la que lleguen a gobernar, si es que eso ocurre. Para los partidos que han gobernado la confrontación con Podemos es incómoda y asimétrica; desdeñarles no sirve y atacarles les potencia.

Y en la derecha tradicional, en el Partido Popular, lo que al principio les parecía que la nueva marca dividía al adversario, ahora les parece que también puede aislarles y alejarles del poder, lo cual complica la estrategia.

Podemos es un fenómeno nuevo, complejo, sugestivo, que puede desvanecerse en cuanto empiecen a torear de verdad, pero van a condicionar todas las estrategias electorales del 2015.

Javier Pérez Royo (El País) coloca el primer hito para Podemos en la manifestación que el partido de Pablo Iglesias ha convocado para el 31 de enero.

La convocatoria lanzada a la ciudadanía de todo el Estado (sic) para que salga a la calle en Madrid el 31 de enero, va a marcar políticamente no solo el comienzo de este año electoral, sino posiblemente todo el año. Podemos está poniendo de manifiesto que es el único partido que se siente en condiciones de hacer en solitario una convocatoria de esta naturaleza. Ningún partido se considera legitimado para hacer un llamamiento al país, como el que ellos han hecho. Atreverse a ofrecer en solitario a toda la sociedad española sin distinción un cauce de expresión para que manifieste su voluntad de hacer frente a una situación de emergencia tan prolongada como la que estamos atravesando, no se ha atrevido a hacerlo ningún partido nunca. La convocatoria del día 31 de enero es la primera de esta naturaleza en la historia de España. No es poca cosa para un partido recién nacido. Veremos.

Almudena Grandes (El País) se emociona con la posibilidad de ganar la guerra civil el año que viene.

Para quienes aspiramos a que la Transición termine de una vez, a que la democracia española se normalice de forma definitiva para que empiece un tiempo verdaderamente nuevo, es el año decisivo. Probablemente, ninguna de estas expectativas llegará a verse cumplida por completo, pero parece aún más probable que 2016 empezará en una España distinta a la que hemos conocido en los últimos 40, incluso 80 años. Ojalá tan grandes esperanzas abran la puerta de un futuro mejor. Ojalá las grandes expectativas no soporten nada más que pequeñas decepciones. Ojalá sean ustedes más felices en 2015 que en 2014. Feliz Año Nuevo.

A ÁLVARO LE INDIGNA LA QUERELLA CONTRA MAS, NO LA SUBIDA DEL IRPF

Pedro González Cuartango (El Mundo) me conmueve con su columna en la que ajusta cuentas con Abraham y con Soren Kierkegaard, con motivo del episodio que cuenta la Biblia del sacrificio de su hijo Isaac.

La fe que mueve a Abraham es la misma que invocan los fanáticos que justifican sus asesinatos por convicciones religiosas, lo que en última instancia les lleva a creer que matando a una persona le hacen un favor. Eso pensaba Abraham, que se justificaba con la creencia de que su hijo era un elegido de Dios que iría al Paraíso.

También Hitler exterminó a seis millones de judíos mediante una coartada ideológica y Stalin mató de hambre a diez millones de personas en Ucrania porque pretendidamente se negaban a colaborar en la socialización de sus explotaciones agrarias.

Los tiranos siempre pueden escudarse en la razón de Estado, pero Abraham no debía haberse plegado a un mandato injusto, precisamente por su sentido de la ética

Yo nunca habría matado a mi hijo, aunque el castigo fuera la eternidad en el infierno.

La columna ridícula del día se la doy, de nuevo, a Francesc-Marc Álvaro, que nos cuenta cómo fue a un juzgado a inculparse por la votación ilegal del 9-N.

El sábado por la mañana, la tira de personas de la comarca del Garraf fuimos al juzgado de guardia de Vilanova i la Geltrú para autoinculparnos por haber tomado parte en el 9-N. (…) Haciendo cola para solidarizarnos con el presidente de Cataluña, la vicepresidenta del Govern y la consellera de Ensenyament, contra los cuales la Fiscalía ha presentado una querella criminal, íbamos comentando el panorama.

Sinceramente, no comprendo este afán del columnista de La Vanguardia de solidarizarse con unos políticos que hacen que los pobre spaguen más impuestos que en ‘la meseta’. Como publicó su periódico en portada el día anterior, a las rentas bajas los Gobiernitos catalán (CiU) y andaluz (PSOE-IU) le suben el IRPF. Será que Álvaro es de los pocos periodistas españoles que no se encuentra entre esas rentas bajas. Enhorabuena.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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