OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Lucía Méndez: «Esperanza Aguirre no quiere ser alcaldesa, sino seguir tocándole las narices a Rajoy»

Antonio Burgos se huele que la Junta quiere de la catedral de Córdoba "la taquilla" que deja el millón de turistas anual

Raúl del Pozo teme que Rosa Díez abandone UPYD y tome el camino al asilo

Último día del año y, la verdad, cuesta encontrar columnistas que no hagan memoria de 2014 ni jueguen a adivinos.

¿Recuerda, amigo lector, la tabarra que nos dieron numerosos columnistas con la renuncia de Mariano Rajoy a presentarse por cuarta vez a las elecciones y con una rebelión en el PP contra su presidente? Ambos rumores se han desvanecido de la misma manera que se presentaron en las columnas.

Bueno, pues Lucía Méndez (El Mundo) asegura que la rebelión interna en el partido del Gobierno es imposible, porque el PP es un guante hecho a la medida de Rajoy.

Después de tres años de mandato, Mariano Rajoy ha decepcionado a muchos españoles. Todos los sondeos de opinión coinciden en que la confianza ciudadana en el presidente del Gobierno está bajo mínimos. Tiene la peor nota que nunca tuvo un jefe del Ejecutivo. Paradójicamente -o quizá no tanto- su descenso en la estima y el afecto político de los españoles no le ha restado ni un ápice de su absoluto poder interno en el PP. Al contrario. Lo conserva intacto. Su capacidad de decisión sobre todo lo que se mueve en el partido sería la envidia del mismísimo Aznar.

De hecho, el partido que gobierna no ha designado ni a uno solo de los candidatos de las municipales y autonómicas que se celebrarán dentro de cinco meses por la sencilla razón de que Rajoy no ha querido. Y a todo el mundo le parece lo normal. El PP se ha acostumbrado a Rajoy como a un guante. No sé yo qué van a hacer cuando les falte, que todo acaba llegando.

Además, esta biógrafa de Rajoy le propina un lanzazo a Esperanza Aguirre:

La presidenta del PP de Madrid no quiere ser alcaldesa -dimitió de presidenta de la Comunidad porque le dio la gana-, lo que pretende es seguir tocándole las narices a Rajoy mientras sea presidente del partido.

RAJOY, «AUTÓCRATA», PERO DEPORTISTA

Pablo Sebastián (Republica.com) coincide con Méndez en subrayar el poder de Rajoy, al que califica de autócrata.

En cuanto a su anunciada recuperación económica de 2015 el presidente Rajoy juega con el fuego de la impaciencia general y contra el reloj de las elecciones que cabalga en su contra y sin parar. Y ahí se lo juegan todo Rajoy y el Partido Popular, donde la corrupción sigue estando muy presente, y donde no hay el menor atisbo de democratización ni de transparencia, porque allí solo manda el ‘dedo mágico’ de Rajoy y nadie más. El año 2015 será, pues, el año definitivo del autócrata Rajoy, hombre de mármol inmóvil y cerrado a toda transformación en profundidad de la Constitución.

Y concluye con un repaso a los demás líderes políticos nacionales.

Y ahí va a chocar Mariano Rajoy con Pablo Iglesias más que con el PSOE de Pedro Sánchez y Susana Díaz – están los dos a la greña-, y no digamos con la UPyD de Rosa Díez que ha perdido el tren del final del bipartidismo por su soberbia y ambición personal y su falta de pacto con Ciudadanos

David Gistau (ABC) pone una ración de humor con la obsesión de los políticos de que se les vea haciendo deporte, como si todavía circulase ese lema de ‘Contamos contigo’. Comienza con Rajoy y acaba con Sánchez.

Durante un periodo estival reciente, un adulador oficial de Rajoy publicó un artículo maravilloso, a lo Woodward & Bernstein, sobre el admirable estado de forma del presidente. Cómo, en los repechos de la subida a un monasterio, iba el hombre con gran determinación, ajeno al cansancio como en una imagen alegórica de sus prestaciones como estadista, y dejaba atrás a sus acompañantes, que quedaban «con la lengua fuera». Homérico. Viril. Como Putin montando un oso con el torso desnudo, pero en Pontevedra.

Quien debería rebajar un poco sus exigencias es Schz, si de verdad aspira a fabricarse un entorno de aduladores. El secretario general del PSOE, cuya evolución promocional lo sitúa en breve en «Humor Amarillo», trata de proyectar juventud vital en tiempos de corrimiento generacional, y eso es comprensible. Pero no puede colgarse de un molino eléctrico, o escalar no sé qué pared acongojante, y pretender que suba hasta ahí con él un cronista adulador encargado de contar cómo deja a los demás con la lengua fuera.

La mención al ridículo Sánchez me permite enlazar con Raúl del Pozo, que dedica su columna elogiosa del día a una política socialista salida del PSOE: Rosa Díez. Se teme que el futuro de ésta sea el asilo.

Rosa Díez fue una adelantada vasca en la expedición al imperio del bipartidismo.

En estos días de Navidad la dirigente ha dado señales de cansancio al mirar los jardines envueltos en niebla, y ha declarado que no está segura de ser candidata en las elecciones generales. La frustrada unión con Ciudadanos, de la que la culpan por su teoría de que los malos son los otros y que no hay que doblegarse ante las fracciones, los casos de disidencia y la bajada de la intención de voto en torno a su partido, pueden ser las causas de esa repentina depresión navideña.

O la verdadera causa es que ella, como muchos políticos han pasado a ser secundarios en el nuevo escenario de la provocación, el absurdo, la crueldad y el pánico, asaltado por jóvenes actores que interpretan el papel de rey, de socialismo y revolución, con un público que ya no se limita a ser voyeur.

A excepción de Mariano Rajoy, que como Julio César tiene poder sobre el calendario, aquí a los políticos los envían a la residencia de ancianos a los 60 años. Al exilio del asilo.

Y unas líneas para Artur Mas. Dolores García (La Vanguardia) repite su advertencia de ayer al presidente de la Generalitat.

En su discurso de fin de año, el president hizo ayer un llamamiento a confiar en su liderazgo. La deciisón de convocar elecciones le compete sólo a él, pero utilizar ese poder para mantener al país en vilo durante todo el año 2015 no sería provechoso.

Ese ensimismamiento de CiU con el ‘procés’, aclara, según Julián Cabrera (La Razón), la presencia de Podemos en Cataluña.

La deriva independentista en detrimento de prioridades como la Sanidad o la Educación no está resultando ajena a los ciudadanos. Hay un discurso social por el que clama gran parte del electorado y que no acaban de armar los partidos de siempre, tal vez por eso la triunfal irrupción de Pablo Iglesias hace días en Barcelona con la bandera social y no con la soberanista demuestra que tiene muchas meriendas por pisar.

¿TIENE SOLUCIÓN LA CRISIS CON LA AUSTERIDAD?

José Oneto (Republica.com) asegura que Pablo Iglesias va a viajar mucho a Grecia en las próximas semanas.

Podemos, el partido político que se ha convertido mediáticamente en la estrella ascendente en España en solo unos meses, va a servir de referencia a su homónimo griego, Syriza, en las elecciones del próximo 25 de enero que tienen que celebrarse en Grecia (…) Es más, Podemos se volcará en las elecciones griegas como si fuese un partido más a competir, en ayuda de Syriza.

José García Domínguez (Libertaddigital.com) explica con una concisión que no se encuentra en las soflamas de Pablo Iglesias el problema de la crisis griega:

aquel dinero que los necios banqueros alemanes y franceses jamás iban a recuperar de los arruinados ciudadanos griegos tendrán que devolvérselo los contribuyentes europeos, empezando por sus propios compatriotas alemanes y franceses. Si se entiende eso, se entiende todo. Si no se entiende eso, nada se entiende. ¿O acaso resta algún ingenúo que todavía presuma que los rescates fueron diseñados para rescatar de verdad a alguien?

Véase el mismo caso griego: cuanto más los rescatan, más se hunde el país en la miseria. Merced a los rescates encadenados, el PIB de Grecia ya se ha desplomado más de un 20%. Una guerra no hubiese provocado efectos demasiado distintos.

Más austeridad. Más déficit. Más desajuste fiscal. Más deuda. Y más amortización de bonos soberanos en manos del sistema financiero privado con nuevos bonos soberanos en manos del BCE. Así, hasta que toda la deuda incobrable del sistema financiero alemán sea endosada a los contribuyentes europeos. Y los ‘piigs’, en bancarrota como el primer día. Lo que vote Grecia no es ninguna amenaza. Todo lo contrario, es una esperanza.

Ignacio Ruiz Quintano recuerda en ABC que la corrupción en Grecia (y en cualquier pueblo) no es de ahora.

Se nos dice que la ruina de Grecia es la corrupción, pero de Fidias ya se decía que, para embellecer la estatua de Minerva, había robado oro público en connivencia con Pericles (¡el del siglo de Pericles!), que para sacudirse la acusación inició la guerra del Peloponeso, que acabaría con la república.

CAMACHO RECUERDA QUE NO ESTAMOS COMO EN SOMALIA

Ignacio Camacho y Francesc de Carreras tratan de retirar vapor a la máquina social con hechos, pero a quién le persuade la realidad cuando la fantasía es mucho más entretenida y reconfortante.

Camacho asegura que un amplio sector de la sociedad ha caído ya en el histerismo.

Es posible incluso que la alarma ciudadana haya alcanzado niveles desenfocados respecto al verdadero estado de cosas; el sistema de servicios funciona razonablemente bien tras los recortes y la putrefacción de ciertas élites no refleja males estructurales tan agudos como los que ha creído ver la opinión pública. Pero los estados de ánimo sociales no siempre responden a facultades objetivas. La corrupción ha desbordado las aguas del descontento hasta precipitarse en un torrente de indignación ciudadana que tapa con su crecida el hecho cierto de la inversión del ciclo negativo.

Aunque, añade el periodista, parte de responsabilidad tiene el PP al haberse centrado sólo en la economía.

La concentración del esfuerzo principal en la economía ha desatendido la necesidad de una depuración moral del ámbito político y el país ha llegado a un peligroso punto de agitación emocional en que prioriza su frustración y su rabia, carne de cañón para el oportunista tráfico de esperanzas de los populismos.

En El País, Carreras destaca que los jueces están cumpliendo con su deber al procesar y condenar a corruptos. (Otra cosa es lo que están haciendo con los etarras.)

Muchas veces no hace falta reformar la Constitución, ni siquiera las leyes, para que las instituciones políticas funcionen mejor. Basta, simplemente, con que los titulares de cargos públicos actúen con la competencia y eficacia necesarias para llevar a cabo sus funciones.

Desde un sector muy extendido de la opinión pública se ha estado dando por sentado que los jueces y magistrados estaban politizados y, cuando convenía, eran un mero instrumento de los partidos políticos. Que en los medios de comunicación se asignase a los jueces su condición de conservadores o progresistas para explicar la razón de sus resoluciones todavía contribuía más a la sospecha.

Pues bien, en recientes casos políticamente muy comprometidos la Justicia está dando ejemplo de independencia. Ahí la separación de poderes parece funcionar.

¿Han cambiado las leyes? No: los jueces han resistido a las presiones y están cumpliendo con su deber. Este país no funciona tan mal como dicen algunos.

Carreras menciona la Constitución, que es el tema de la tribuna de Joaquín Leguina en El Mundo. Este socialista arremete contra el proceso «constituyente» que quieren abrir Podemos, sectores enloquecidos del PSOE y los separatistas.

Antes de seguir escribiendo sobre sus «reformas» conviene recordar que la Constitución del 1978 fue -y es- la primera y única Constitución española aprobada por un amplio consenso en las Cortes y en las urnas. Los españoles conseguimos con ella, durante la Transición, un acuerdo fundamental que nos hizo, al fin, libres e iguales, aparte, claro está, de firmar la paz entre nosotros. Un acuerdo tácito este último que los comunistas de entonces llamaron reconciliación nacional. Esa reconciliación tuvo «su mármol y su día», su expresión más cabal en la Ley de Amnistía que los antifranquistas sobrevenidos califican hoy de traición. Una injuria más.

En otras palabras, si se quiere tocar la parte donde se define el Estado y están escritos nuestros derechos, el «reformador» tendrá que contar con el voto de los españoles en referéndum y conviene saber que somos muchos quienes no estamos dispuestos a ceder sin más. Vamos a defender nuestros derechos con uñas y dientes.

¡Qué pena que no hablase así cuando fue diputado en el Congreso y votó a favor de la investidura de Zapatero y del Estatuto catalán!

¿LA NOCHE DE LOS TONTOS O LA NOCHE DEL MATASUEGRAS?

Antonio Burgos (ABC) me sorprende con un enfoque peculiar a la campaña del PSOE y de Izquierda Unida contra la catedral de Córdoba: la pasta. También me sorprende que los obispos andaluces, de los que dependen las cofradías, que son una fuerza no desdeñable, hayan dejado solo al obispo de Córdoba, monseñor Demetrio Fernández.

¿Y saben qué le interesa más a la Junta de la Catedral de Córdoba? ¿La superposición de culturas, los capiteles corintios taraceados de avispero omeya? Frío, frío. ¿La torre de Hernán Ruiz en el Patio de los Naranjos, acaso? Frío, frío. ¿El coro católico central sobre del antiguo espacio musulmán de oración? Más frío todavía. Dése por vencido y no pregunte más. Lo que de verdad le interesa a la Junta de la Catedral de Córdoba no es el arte, al arte que le vayan dando; ni la conservación del monumento, la Unesco a tomar por saco; le interesa la taquilla turística, por la que este año van pasar más de un millón de visitantes. Y eso es un dinero. La Junta dice que quiere «cogestionar» la Catedral de Córdoba. Por lo visto ahora a meter la mano en la caja de recaudación del turismo se le llama «cogestionar».

No es que pidan el oro y el moro. Piden el oro. Y si será humilde el obispo de Córdoba que se ha puesto a dialogar con los anticlericales y demagógicos comunistas que controlan la Consejería de Turismo, que dicen que «la Mezquita es del pueblo», y no le ha pedido, a cambio, la cogestión del Palacio de San Telmo, que también es del pueblo contribuyente de la X en la casilla de la Iglesia.

Me alegra toparme con dos columnas que ponen a caldo la Nochevieja como culmen de la diversión obligatoria.

Alfonso Ussía (La Razón) titula la suya ‘La noche de los tontos’:

Lo mejor de Nochevieja es amanecer sin resaca, con la cabeza en su sitio y la vergüenza ajena medida y limitada.

Prueba de la extralimitación fabricada de la noche del 31 de diciembre, es la ausencia de melancolía que produce. Nochebuena tiene el sentido religioso del Nacimiento, y los villancicos aceran la nostalgia y los amores que nos dejaron los seres queridos. Lo mismo sucede con la maravilla, el prodigio de los niños cuando se abren las puertas y se topan con los juguetes de los Reyes Magos. Ni las horribles cabalgatas de Reyes han conseguido acabar con la ilusión de los niños. En la penúltima de Madrid, precedía Bob Esponja al Rey

A la noche de los tontos sucede la mañana de los sensibles. El concierto de Viena ayuda. Ese concierto nos recuerda a centenares de millones de personas que pertenecemos a una civilización desarrollada y admirable. Es un concierto, pero también una afirmación social.

Para disfrutarlo, hay que pasar dignamente, lo más dignamente posible, el puente de la noche de los tontos. Casi todos somos tontos esa noche. «Todavía no, que esas campanadas son las de los cuartos…¡Ahora sí!». Y pumba, pumba y pumba, uva que va, uva que viene, uva que pasa, uva que asfixia.

El título de la columna que firma Joaquín Luna (La Vanguardia) es ‘La noche del matasuegras’.

Yo creo que Dios inventó la Nochevieja para homenajear a los noctámbulos, que hoy estamos de luto, malhumorados y esperando al concierto de los valses de Viena.

Gracias a la Nochevieja, la humanidad se ve obligada a trasnochar y divertirse esta noche, conforme a un ritual. Primero, una cena de ricos (…). Después, las uvas, bajo pena de no sé cuántas desgracias si no deglutes las doce (…) y luego, el arranque de la juerga con un partido entre sandungueros y nostálgicos.

Gracias a la Nochevieja, el mundo trasnocha poco, convencido de que si esa es la noche más divertida del año… ¡cómo serán las otras!

No sólo Jiménez Losantos ha abandonado su columna en El Mundo; también lo ha hecho Arcadi Espada. Hoy el hueco lo llena Pedro Simón, que es mejor como cronista de sociedad que como opinador. ¡Qué metáforas, qué tropos, qué ingenio!

Si la vida es una droga, me dice un amigo, en 2015 toca cambiar de camello.

No es hora de cerrar los ojos, sino de cerrar los puños.

Que alguien le tapara la boca al FMI, que acaba de dar un golpe de Estado preventivo en Grecia.

Pensamientos finos, sí señor, y pacíficos.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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