Raúl del Pozo asegura que Monedero aprueba el pacto de Podemos con el PSOE para echar al PP
¡Qué día más tonto este 4 de junio 2015! Hay muy poca chicha que destaque entre las columnas de los periódicos. ¿Será que el calor ha atontado a los columnistas?, ¿o el puente?, ¿o será simplemente el miedo a acabar como Salvador Sostres, que ha perdido la cabeza por ser demasiado original?
Todo es política, pero de la mala, de la peor de la Transición, con las Pilar Urbano y los Pablo Sebastián corriendo de un almuerzo a una cena con políticos para luego contarlo en los papeles. Cotilleos, correveidiles, pellizquitos de monja… En 2015, los columnistas se quejan de que los políticos no cuentan con ellos, mientras se reúnen en secretito.
Aunque a Jaime González (ABC) se le nota enfadado por la exclusión de los periodistas, tiene razón cuando subraya la diferencia entre los discursos de los políticos y sus actos.
Se les llena la boca de transparencia, pero practican con delectación el ocultamiento, lo que evidencia que entre veteranos y emergentes no hay grandes diferencias formales. ¿Qué necesidad había de mantener en secreto el lugar y la hora de los respectivos encuentros? ¿Qué absurdo concepto de la discreción ha llevado a unos y a otros a preservar su intimidad como si fueran «celebrities» tumbadas a la bartola en la cubierta de un barco? Son representantes públicos que tienen la obligación -no es algo optativo- de dar la cara y explicarnos -al detalle- de qué han hablado, entre otras cosas porque las reuniones que han mantenido estos días nos afectan en tanto que tienen que ver con nuestros votos.
Se empeñan en dibujar la democracia como si fuera una casa de ventanas abiertas, pero lo primero que hacen es apagar la luz y correr las cortinas. Nos siguen tratando como si fuéramos convidados de piedra o actores secundarios. Se meten en tu casa. Revisan lo que ingresas, lo que gastas. Te controlan de cerca o a distancia. Lo que corres, lo que bebes, lo que fumas. Seguimos siendo súbditos con derecho a voto. Gracias, muchas gracias.
ALBIAC: LOS «NO CORRUPTOS» NO EXISTEN
Casimiro García-Abadillo (El Mundo) ha sentado plaza como columnista en el Batallón de la Guardia de La Moncloa. La culpa de todo lo que ocurre en Madrid es de Esperanza Aguirre.
El dilema de Rivera: arriesgarse a pactar con un PP que no controla Cifuentes, o permitir un Gobierno de la izquierda populista.
La bicefalia de Madrid (Cifuentes/Aguirre) se ha convertido en el principal escollo para el pacto con PP/Ciudadanos. Mientras se encallan las negociaciones, la presidenta del PP prepara un congreso extraordinario que asentaría las bases de su poder. En Génova ni se plantean la creación de una gestora, que abriría una guerra fratricida en el corazón del PP.
En el cuartel general popular se preguntan hasta dónde ceder en los pactos con C’s. Según sus cálculos, el partido de Rivera les robó 600.000 votos el 24-M y no se quiere ahondar en la sensación del votante de centro-derecha de que da igual votar PP que votar C’s.
Por parte del PSOE, la estrategia consiste en mantener el «empate técnico» con el PP de aquí a las generales. El miedo a la fagocitación por parte de Podemos se combate con una declaración de principios que expone un líder socialista: «Donde gobierne el PSOE, aunque sea con apoyos de Podemos, habrá estabilidad y no se harán locuras».
Arcadi Espada destroza el decálogo anticorrupción que Ciudadanos impone al PP por arrogante e inútil:
La incompatibilidad entre la imputación y el cargo público es una de las dos medidas más populares del decálogo, y la más injusta, porque supone la quiebra de la presunción de inocencia. La otra famosa es la obligación de que todos los partidos convoquen primarias para elegir a sus candidatos. La propuesta no esconde una cierta arrogancia, pero la intriga fundamental es saber qué relación tienen las primarias con la corrupción, o más bien con su ausencia.
Las ocho medidas restantes presentan una perturbadora característica. Y es que casi todas ellas han sido ya incluidas en la legislación vigente. Para ser estrictos, tan solo queda al margen la responsabilidad patrimonial subsidiaria de los partidos en casos de corrupción de sus cargos públicos.
Raúl del Pozo (El Mundo) ha hablado con Juan Carlos Monedero y, aunque le puede caer el ‘piolet’ comunista, aprueba que Podemos pacte con el PSOE para regenerar España. ¿No acepto Lenin el tren que le ofreció el emperador Guillermo II?
Juan Carlos Monedero, el mayor de los tres mosqueteros de Podemos, ahora bajo la sombra del piolet, canta en la ducha Puente de los Franceses y va por Madrid en moto. Desde un apacible exilio interior, sigue el altercado político y mete baza en la partida; no quiere ir de mirón. Ayer declaró que Podemos corre el riesgo de no tener músculo suficiente para cambiar el país y ha reconocido que le faltan obreros. También comentó que, aunque la dirigencia -modismo latinoamericano- del PP y del PSOE son iguales, Podemos tiene que contar con uno de los brahmanes de la casta: «Hay que echar al PP y esto pasa por apoyar al PSOE». Apoyar a los socialistas, pero trazando líneas rojas, imponiendo plazos para que no se duerman en las moquetas: los vigilarán, los someterán a «seguimiento popular cada semana».
Gabriel Albiac (ABC) advierte a Podemos de que, pese a su pureza, tendrá que pactar con corruptos, lo que aprovecha para dar un repaso a la partitocracia.
Cataloguemos. Por orden de acceso al Estado.
-CiU. Poca cosa hay que decir. Las cuentas de los Pujol hablan a gritos. También aquella indiscreción de Maragall al dar cuenta, ante el Parlamento local, del porcentaje de mordida que estaba convenido para todos.
-PNV. Una máquina de negocios tan afinada como un cronógrafo suizo. Ni siquiera ha sido un Estado dentro del Estado. Desde la Transición hasta hoy, ha sido el único Estado que funcionó en las provincias vascas. En lo político como en lo financiero.
-PSOE. Se divide en dos: Andalucía y resto de España. En la primera, no admite comparación con nada de lo que haya podido robar nadie a lo largo de los últimos treinta y siete años: el robo ha sido allí la política. González hizo cuanto pudo para extender el modelo a toda España. Le salió mal. Gracias a eso estamos vivos. Y, si uno recuerda el GAL, sabe que no es metáfora.
-PP. Gürtel. Que arruinó la esperanza de ver surgir en España un partido conservador de convencional matriz europea. Y Valencia, degradada a triste Corte de los Milagros.
Y concluye con lógica:
Podéis optar por corromperos con los unos o con los otros. O bien por hacer la insurrección bolivariana, si aún andáis con ganas. O bien por volveros a casa y al prosaico trabajo de todo el mundo. Si es que tenéis narices para ello. Pero no contéis fábulas de alianzas con no corruptos.
Mayte Alcaraz (ABC) lo resume de otra manera: la protagonista de los pactos «será la alfombra. Y sus ácaros».
No vayan a pensar que cuando se desbroce el camino de los pactos la prioridad de alcaldes y presidentes va a ser ponerse manos a la obra para demostrar que el movimiento se demuestra andando. No, no. Colaus, Carmenas, Puigs o los Gabilondos de turno tienen orden directa de hacer poco ruido de aquí a las elecciones legislativas, donde de verdad se la juegan sus jefes, y dedicarse al dignificante trabajo de limpiar. Muy especialmente, la limpieza tiene que centrarse en un tapiz que cubre el suelo de las habitaciones de una casa, estancia o palacio: la alfombra.
Es decir, por «méritos» despreciables de los dirigentes que han sido desalojados de los gobiernos de Madrid, Valencia, Barcelona y otras ciudades y Comunidades, nadie hablará de septiembre a noviembre de lo que de verdad importa. Con muchas probabilidades de que lo hallado aparezca en las portadas y luego en los juzgados, la protagonista no será España. Será la alfombra. Y sus ácaros.
COLAU ES «PREALCALDESA LEGÍTIMA» PARA ANTONIO LUCAS
Javier Casqueiro (El País) se ocupa de los pactos en Andalucía y anuncia el desastre para el PP.
Ni Moreno ni su PP están en disposición, con 33 diputados (17 menos que en 2012), de exigir ni condicionar casi nada en el tablero andaluz. Pero el dirigente popular le ofreció negociar su apoyo en la investidura a cambio de una cosmética reforma fiscal en clave interna y de que el PSOE permitiera gobernar a la lista más votada (PP) en unas cuantas ciudades. Ni siquiera en todas. Fundamentalmente en las tres capitales más simbólicas -Sevilla, Cádiz y Córdoba- y en Jerez y Marbella.
Díaz no se mostró muy receptiva, aunque le pudo parecer más atractiva la posibilidad de evitar un Gobierno de Podemos en Cádiz, para marcar terreno con el adversario futuro en el ámbito de la izquierda, que regalar al PP la joya recuperada de Sevilla. Moreno creyó ver la luz cuando entendió que la líder andaluza se desmarcaba de los pactos antiPP de Pedro Sánchez con Podemos, pero Díaz no le ofreció ninguna esquirla de optimismo y le derivó para despacharle a otros interlocutores.
Antonio Lucas (El Mundo) mantiene su entusiasmo con Ada Colau, a la que apoda «prealcaldesa legítima», pero al menos le zumba a los nacionalismos.
Ada Colau está en una linde extraña respecto a estos asuntos añejos de la independencia y el nacionalismo, como si aún tuviera los pies fríos del puente aéreo. De un lado sostiene que echó un voto al sí en la consulta donde se preguntó de un modo garrafal si Cataluña debía ser aún parte de España. De otro, no acepta la hoja de ruta de ERC porque en Barcelona en Comú no se «firman hojas de rutas impropias». Bien está. El nacionalismo es una forma de negociar la Historia jugando a desafiar en inferioridad de condiciones para hacer al final más rentable la autocompasión.
Lo patético del asunto, lo cansado de la verbena, lo espectacular y lo regresivo es que cada paso político que se da desde Barcelona tenga que pasar por el corredor del chantaje nacionalista, que podría ser representado como la estampa de uno de esos hombres que nunca cambian de postura y por eso duermen mal. Felipe González, Aznar y Zapatero adulteraron el modelo de Estado para caerles simpáticos a los nacionalistas (de un lado y de otro), y ese bailoteo ha salido carísimo (a los de aquí y a los de allá).
El caso es que democracia y nacionalismo son conceptos enfrentados.
Màrius Carol (La Vanguardia) se frota las manos pensando en que Colau pactará al final con esa gente de confianza para la burguesía de Barcelona que son los socialistas.
Colau hace diez días que resultó ser la candidata más votada (aunque sólo obtuvo 11 concejales sobre 41) y ha sido capaz de reunirse con los subcontratados de Movistar encerrados en la sede del Mobile World Congress y horas más tarde sentarse al lado del resto de partidos (menos la CUP) a fin de apoyar las medidas para que el certamen siga cinco años más en Barcelona. Sin embargo, no ha conseguido, de momento, sumar otras fuerzas para gobernar la capital catalana. Ayer mismo le dio calabazas a ERC, que exigía su apoyo al proceso soberanista. Otra cosa sería la disposición del PSC si le hace una oferta atractiva. Le quedan diez días para tejer alianzas y para destejer temores. Poco tiempo para tanta tela.
Enric Juliana (La Vanguardia) sigue con la Wikipedia le haga las columnas. Ahora nos explica qué es el Frente Amplio uruguayo y anuncia que es el modelo que va implantar Podemos en España.
Podemos se dirige hacia al Frente Amplio. El éxito de las listas cívicas de izquierda en Barcelona, Madrid, Zaragoza, A Coruña y Santiago, más el gran resultado de la coalición Compromís en Valencia, están decantando el debate interno en el partido del círculo violeta en favor de una amplia plataforma de la nueva izquierda en las próximas elecciones generales. Podemos y Asociados.
(Frente Amplio, agregación de fuerzas de izquierda -socialistas, comunistas, marxistas con otras filiaciones, liberales progresistas…- creada en 1971 en Uruguay frente a los dos partidos tradicionales del país, el Blanco y el Colorado, que ha obtenido importantes éxitos electorales en los últimos años. Al Frente Amplio pertenecen el presidente saliente de Uruguay, José Mujica, uno de los referentes sentimentales de la nueva izquierda española, y el presidente entrante, Tabaré Vázquez).
Abel Hernández (La Razón) me da la sorpresa de proponer a Rajoy que recupere a Alberto Ruiz-Gallardón para sustituir el «modelo Aguirre».
dimitió con gallardía cuando su reforma de la ley del aborto, comprometida por el partido en campaña, se guardó a última hora en el cajón por equivocado oportunismo electoral. En Alberto Ruiz-Gallardón triunfaron la ética y la dignidad política. Y se fue a su casa en silencio, cargando con la falsa imagen de reaccionario, impuesta machaconamente por la progresía menos inteligente, la que no ve tres encima de un burro. Ahora ha caído con estrépito el «modelo Aguirre» y muchos han vuelto los ojos al «modelo Gallardón». Es natural. Y sería natural que Rajoy pretendiera recuperarlo, si es que se deja, para la renovación que se pretende. En algunos medios lo dan por seguro. Parece que estaría dispuesto a instalarse en la calle Génova si le llamaran. El descanso le habrá sentado bien. Se trata de un político de garantía, en plenitud, con mucha cuerda por delante, que merece una segunda oportunidad. En este caso es mucho más que la movilización de los reservistas.
Otro veterano de la Transición, Fernando Ónega, que es de la quinta de Manuela Carmena, se gana el premio a la columna ridícula del día por escribir esta de tono falangista en La Vanguardia.
En Barcelona, según se cuenta con fruición conservadora, los empresarios están inquietos por algunos proyectos de la señora Colau. En Madrid los ricos también andan inquietos por la ideología de la señora Carmena. Me aseguran que hay colas en las notarías para poner pisos a nombre de los hijos por si a los rojos se les ocurre instaurar un impuesto de sucesiones como el cobrado por los rojos de Andalucía. La clase alta de los poderosos se ha puesto en modo prevención. La clase media de los esforzados se ha puesto en modo conservador.
LLAMAZARES, EPÍTOME DE LA PROGRESÍA: NADA LE IMPORTA
La pitada al himno y al rey por parte de los separatistas vascos y catalanes se mantiene en la prensa. Luis Ventoso (ABC) lamenta que Mariano Rajoy no haya hecho nada desde que se produjo la ofensa.
¿Hablamos de un gesto alocado e imposible? En la final de la Copa de Francia de 2002 jugó un equipo corso, el Bastia, y su hinchada nacionalista silbó cuando sonó «La Marsellesa». Chirac, indignado, abandonó el palco veinte minutos. En 2008, en un FranciaTúnez, parte de la afición tunecina y algunos franceses hijos de inmigrantes magrebíes repitieron la ofensa. Todos los partidos franceses expresaron su repulsa sin fisuras. Por la mañana, el presidente Sarkozy tomó medidas. Reunió a su ministra de Cultura, al de Interior y al presidente de la Federación de fútbol. La solución fue sencilla: si se pita al himno nacional el partido queda suspendido. Hasta hoy.
Eso es hacer política. Lo otro, rezar a ver si escampa.
Alfonso Ussía (La Razón) también recuerda el episodio francés y lamenta que el Rey no cuente con el respaldo del Ejecutivo.
Chirac llegó, siendo el Presidente de la República Francesa al palco de honor del estadio del Parque de los Príncipes. Sonó en su honor «La Marsellesa». Pitaron algunos argelinos. Y Chirac, abandonó el palco de honor del estadio del Parque de los Príncipes sin dar explicaciones a nadie. Seguidamente, redactó una ley que posteriormente aprobaría Sarkozy, de acuerdo a la cual, toda vejación, falta de respeto o humillación a los símbolos e himno de la República Francesa, obligaba a suspender el evento deportivo y demorarlo a otra jornada sin público ni televisión en directo. Ante todo y sobre todo, el respeto a la nación.
Por desgracia, el Rey no tiene potestad para hacer lo mismo. Está obligado a respetar «la libertad de expresión». Carece del apoyo del Ejecutivo
«Somos muy tolerantes». «No, sois gilipollas». El que lo afirma es descendiente de un revolucionario que tomó La Bastilla.
La columna de Julio Llamazares (El País) representa el desapego de la progresía a todo sentimiento nacional y explica la situación comatosa de España.
La polvareda que se ha formado por la pitada al himno español (al que para mi gusto le sobra la música, ya digo) en la final de Copa del Rey de fútbol por parte de los espectadores, catalanes y vascos en su mayoría, hay que entenderla desde ese mal gusto, que explica tanto la nula educación de aquéllos como las reacciones de los españolistas, que se han visto ofendidos en su honor por la pitada, algunos tanto como para pedir, no ya sanciones penales o deportivas contra los protagonistas, sino el bombardeo mismo de Barcelona. Yo les comprendo, pues he llegado a desear lo mismo, sólo que al revés, cuando en campos de fútbol de Madrid, donde vivo, he escuchado a miles de personas cantar el ¡Que viva España! de Manolo Escobar fuera de sí cuando los jugadores del Barcelona o de los equipos vascos saltaban al campo saludándolos protocolariamente para continuar después con eslóganes dirigidos a éstos del estilo de «¡Puta Cataluña!» o «¡No son españoles, son hijos de puta!». Quizá lo decían, vaya usted a saber, porque de los 11 jugadores siete eran extranjeros, no porque los cuatro fueran catalanes.
a mí me dan miedo tanto los que se emocionan al escuchar un himno como los que lo abuchean.
¿Incluirá en esos que se emocionan al escuchar un himno a los franceses?
OBLIGATORICO CIRCULAR CON CASCO, PERO NO VACUNADO
Ignacio Camacho (ABC) se ocupa de los padres que se niegan a vacunar a sus hijos.
Entre los efectos más desquiciados del desparrame en que se ha convertido el Estado autonómico figura de manera destacada la dispersión del calendario y la cobertura de las vacunas, que cada comunidad establece a su antojo (…). Como además en la mayor parte de Europa se considera voluntaria la vacunación aunque sean obligatorios el cinturón de seguridad en los coches y el casco de las motos, el movimiento anti-vacunal crece al amparo de esta confusa trama administrativa y de mezcolanzas prejuiciosas que van desde el naturismo libertario hasta la prédica ideológica contra el sombrío poder de las multinacionales de farmacia. El resultado de esta contradicción regulatoria es que no se puede conducir un automóvil de cierta antigüedad sin pasar la ITV, pero cualquier ciudadano es libre de circular por la calle portando virus infectocontagiosos de fácil prevención sanitaria.
El episodio de Olot (…) ha hecho rebrotar un debate que en España encabezan ciertas estrafalarias lumbreras mediáticas como esa monja Forcades convertida por la televisión en perejil sectario de cualquier salsa.
Lo malo es que los avances bioquímicos aún no han sido capaces de inventar una vacuna contra la abismal estupidez humana. Va para largo.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) reflexiona sobre la fiscalidad como equivalente a la policía secreta de las dictaduras.
La partidocracia tiene el fisco como los regímenes totalitarios tenían la Policía secreta. Ahí están el acogotamiento público de Rato o esas ocurrencias de la nueva castita, el diputado podemita López, que derrama en Twitter su leche de tigre:
-El dinero se gana en una lucha. Se os fuerza democráticamente a pagar. Os vamos a hundir y a freír a impuestos.
López no es más que un «hooligan» del recaudador, el fisco, y además, bruto (o comunista, que suele ser lo mismo), pues empieza a construir su chiringuito ideológico por el tejado: «Os vamos a hundir y a freír a impuestos». Hombre, López, lo lógico es que la fritanga preceda al hundimiento, porque si vas primero al gustito, o sea, al hundimiento, corres el riesgo de quedarte sin fritanga.
Ahora que el papa liberal Juan Ramón Rallo ha incendiado las redes sociales con una columna en la que defiende la legitimidad de los vientres de alquiler por la libertad de los pactos entre adultos, Jorge Reverte entra enuno de los asuntos preferidos de los liberales: la legalización de la prostitución.
España está llena de bares de carretera con neones que anuncian las maravillas que los hombres solos pueden encontrar. Mujeres rubias del este o morenas de Brasil. Todas libres, todas guarras. Todas un sueño. Y todos los que se aprestan a consumir semejante mercancía, gente desprovista de la menor decencia.
No entiendo que se pueda debatir mucho sobre esto. Hay decenas de miles de putas en España que son víctimas de las redes delincuenciales. No sé si hay alguna que venda su cuerpo en libertad fuera del matrimonio, que ahí sí las hay. Hay que debatir cómo se golpea con más fuerza a los traficantes de personas. Y el caso de las putas es el más llamativo.
Una cosa tiene que quedar clara: no hay putas libres.