García-Abadillo asegura que en Moncloa temen que Aznar regrese como Sarkozy a apoderarse del PP
Escribo este repaso de columnas como escribía John Steinbeck desde el frente de batalla en la Segunda Guerra Mundial: con el casco en la cabeza y en la trinchera. Sin encender siquiera el cigarrillo para no dar pistas a la artillería sobre dónde me encuentro.
Entre la bolsa, que abrirá en un rato, y las columnas que leo toda precaución es poca. El tema que acollona, amigo lector, ya lo sabe usted: el corralito en Grecia.
Para animarle un poco, empiezo por la columna ridícula del día, que la firma Julio Llamazares (El País). Su conclusión es que a Grecia no hay que cerrarle el grifo del dinero porque todavía no hemos saldado la deuda que tenemos con Aristóteles, Platón, Pericles…
¿Alguien en el Parlamento de Bruselas, o en el Banco Central Europeo, o en cualquiera de los Gobiernos de los países que integran Europa, se ha parado a pensar un momento en la deuda que los europeos tenemos con Grecia desde tiempo inmemorial y sin saldar?
Dejando a un lado la mitología, origen y fundamento de la religión cristiana, ¿alguien puede imaginar la filosofía europea actual sin Platón y Aristóteles, nuestra literatura sin Homero y Píndaro, nuestro teatro sin Aristófanes, Sófocles y Esquilo, nuestras matemáticas y geometría sin Pitágoras, nuestra historia sin Heródoto y Tucídides, nuestro pensamiento político sin Pericles, nuestro arte y nuestra arquitectura sin la existencia hace siglos en Grecia de gente como Mirón, Fidias, Praxíteles, Apolodoro o Lisipo? Ya sé que suena muy antiguo, pero sin la existencia de la Griega clásica y de la cultura que nos legó Europa no sería como es por más que esto les importe un rábano a los burócratas europeos, que lo único que quieren es cobrar.
DOMÍNGUEZ ADVIERTE DE QUE SI CAE GRECIA, LUEGO IRÍA ESPAÑA
Fernando Sánchez Dragó (El Mundo) recurre a argumentos propios de jubilado alemán: fuera con los que ponen en peligro mi pensión. Y añade otros contra los historiadores de pacotilla que invocan la Grecia clásica.
Exit… Sigan la flecha y lárguense ya los griegos noramala del sitio donde nunca debieron entrar. ¡A pedir limosna en Sierra Morena, a holgazanear en una tumbona del Pireo y a falsear cuentas en la cárcel! Y si no se van motu proprio, lo que demostraría que les queda, al menos, un asomo de dignidad, echémoslos nosotros. ¡Basta ya de melindres bruselinos, de compadreos con la Merkel y de pasos atrás de plutócratas convencidos de que sin Grecia se iría el euro al carajo! No caerá, por ahora, esa breva.
Hace ya mucho que Grecia dejó de ser la Hélade. Tan brusca metamorfosis se produjo cuando la Constantinopla romana se convirtió en la Estambul otomana. Dicen que somos lo que comemos, y en la Grecia de hoy se come lo mismo que en Turquía. Algunos maestrillos ciruelos, acogiéndose a la coartada historicista, arguyen que en Atenas se inventó la democracia y que sería ingratitud expulsar a Grecia de su seno. Mentira. (…) Votaba el 10% de la población. Los sabios de Grecia se habrían llevado las manos a la cabeza si alguien se hubiese atrevido a proponer el dislate del sufragio universal. Y ahora, encima, un referéndum. ¡Menuda cara!
Dejemos la gastronomía y la filosofía, y pasemos a las cifras. José García Domínguez (Libertaddigital.com) se pregunta si hay deseos por parte de las instituciones comunitarias de echar del poder a Syriza.
Cualquier niño de cinco años lo puede entender: si el PIB de un país se hunde, crece en el acto el porcentaje de ese mismo PIB que representan las pensiones, lo cual no implica que aumente ni un céntimo su cuantía. La desinformación, no obstante, cala. Repárese en que apenas el 9% de los parados accede a alguna prestación por desempleo y se terminará de comprender la importancia capital de las pensiones de los viejos a fin de evitar una revuelta del pan en Grecia. Para el Eurogrupo, sin embargo, ese asunto, el de las pensiones, supone un casus belli: están dispuestos a jugarse a la ruleta rusa el futuro del euro antes de ceder. Cualquiera diría que su verdadero objetivo es desplazar del poder a Syriza, no salvar el euro.
La caída accidental del último, el más débil, lleva a que todo su peso recaiga sobre el siguiente en la cordada, que a su vez terminará también él suspendido en el aire. Y así, uno tras otro, hasta que el primero acabe despeñándose junto a todos los demás, incapaz de cargar él solo con el peso muerto del grupo. Si se disparan las primas de riesgo en el Sur, nadie va a estar a salvo, ni siquiera Alemania. Y pensar que todavía hay quien cree que no pasaría nada si Grecia sale del euro. Cuánto ingenuo.
Otros columnistas prefieren insultar a Tsipras, como José María Carrascal (ABC).
¿Qué ha hecho Tsipras ante ello? Pues lo que suelen hacer los chantajistas en estas ocasiones: echar la culpa a los demás y esconderse cobardemente tras su pueblo, el mismo pueblo al que había prometido sacar del atolladero sin penas ni fatigas: convocar un referéndum para preguntarle si acepta las condiciones europeas. En vez de dar la cara y reconocer que se había equivocado, que no hay salidas milagrosas ni remedios mágicos a su situación. Es muy posible que tanto él como Varufakis crean todavía que Europa se eche atrás ante un referéndum o por lo menos les permita seguir negociando, es decir, engañando. Este tipo de individuos, después de haber mentido a los demás tanto tiempo, terminan engañándose a sí mismos.
Gabriel Albiac (ABC) achaca la culpa de todo al populismo.
El desenlace griego era previsible: bancarrota. Desde el instante en que la gran ola populista barriera a los tradicionalmente corruptos partidos turnantes, vino a sustituirlos una banda instalada en las oscuras epopeyas patrioteras de los años treinta. Funcionó, porque eso es parte de la anacronía de ese Estado fallido que, desde su escisión del imperio turco, ha sido Grecia.
Grecia lleva ahora algo más de seis meses gobernada por una banda de irresponsables listillos. Hijos de la buena sociedad, formados en universidades extranjeras y convencidos de que todo les es debido: la juventud dorada. A tal título comparecieron ante un país roto. Eran gestores de un cuidadísimo manejo publicitario de los medios. Y, a través de ellos, blindaron su simpática imagen de sabios jóvenes, modernos y compasivos. Y una población encenagada en el desbarajuste de corrupción e improductividad tragó el anzuelo. Tan desesperada estaba. Está.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) recuerda la compra de deuda pública griega que ordenó y defendió Zapatero. Comienza con una frase de carcajada:
La ola de calor sólo es el preludio de la ola de tontos útiles vestidos de lord Byron que se nos vienen encima con el corralito griego.
Que Varufakis era un farsante se veía venir cuando quiso refutar la fábula de la cigarra y la hormiga dando por hecho que la hormiga curra, y la cigarra, no. La cigarra canta, pero lo hace para morir, con lo cual ¿qué sentido tendría para ella almacenar comida como una reponedora del Dia?
Y a continuación propone mandar a Atenas a Zapatero vestido de cobrador del frac.
Es lo mismo que declaró Zapatero («nos vamos a forrar con los intereses») cuando prestó a Grecia el dinero que aquí no teníamos. Zapatero aprendió economía «en dos tardes» con Jordi Sevilla, quien, por cierto, regresa a la política de la mano de Pedro de la Preveyéndola, que ahora recuerdo que esto también venía en la doctrina de los ciclos del buen Schumpeter.
Ante el corralito griego, lo justo sería vestir a Zapatero de cobrador del frac y mandarlo a perseguir a Varufakis, ese farsante que, conocedor de su propia farsa, va de macarra por los despachos para intentar imponerse física y moralmente en Europa, donde no le faltan seguidores.
CASADO: LA CRISIS GRIEGA BENEFICIA A SÁNCHEZ Y A RAJOY
¿Y cuáles pueden ser las repercusiones en la política española?
Antonio Casado (ElConfidencial.com) se frota las manos pensando que el batacazo griego beneficia a Sánchez ¡y hasta a Rajoy!
Bien, huyamos de los paralelismos si se quiere, pero admitamos que pintan calva la ocasión de aplicarnos el cuento de lo que ocurra o deje de ocurrir en el país heleno. De cara a las elecciones generales, los españoles tendrán más elementos de juicio cuando pasen por las urnas. Rajoy y Sánchez ya han hecho sus particulares emplazamientos en plan de que criticar es fácil, pero gobernar, no. Desde el día después de las elecciones griegas, ambos esperaban encontrar en el gobierno de Tsipras las pruebas que pudieran ser utilizadas para frenar el avance de Podemos. El fin de semana ya sido un inagotable yacimiento.
Por suerte, este lunes España se ha vuelto a levantar europea, en paz, políticamente estable, con una economía que tiende a subir, un paro que tiende a bajar, depósitos bancarios garantizados, cajeros automáticos abiertos y una democracia viva. A pesar de los pesares, creo que mirarse en el espejo griego hoy nos da motivos para mejorar nuestro nivel de autoestima.
Más discreto y comedido es Abel Hernández (La Razón).
Un fracaso sonado del Gobierno de Alexis Tsipras, con un rechazo popular a su política extraviada, haría pensar a no pocos votantes eventuales de Podemos que ése no es el buen camino. No digamos si se consuma la exclusión del euro y el aumento de la pobreza y el desamparo. Más de uno se aplica ya a estas horas en España el refrán que dice: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, echa las tuyas a remojar». Es normal que los avispados politólogos del nuevo partido den señales de inquietud y traten de culpar a los demás del fracaso de este experiemento político. El contexto europeo es el que es. Si el experimento no da resultado en Grecia, ¿por qué va a dar resultado en España, en ese mismo contexto? Los dos espejos en los que se han mirado los dirigentes de Podemos, Venezuela y Grecia, están rotos.
Pedro G. Cuartango (El Mundo) asocia a Tsipras con Pablo Iglesias, como miembros de una generación para la que la realidad es un videojuego.
El joven primer ministro forma parte de una generación, al igual que Pablo Iglesias, que confía en las recetas populistas y simplistas para resolver problemas de gran complejidad, ignorando la globalización de la economía y los condicionantes que suponen estar dentro de una unión política y monetaria.
Para ellos la realidad no existe y, por eso, están condenados a pegarse un trompazo de grandes dimensiones. Y ello sucede inevitablemente cuando llegan al poder y se dan cuenta de que sus propuestas son inviables por su altísimo coste económico que los ciudadanos o las instituciones europeas se niegan a pagar.
Federico Jiménez Losantos (El Mundo) va más lejos y mete, junto a Iglesias y Tsipras, a Chávez.
Entendámoslo: Pablo tiene ahora responsabilidades internacionales que, temporalmente, le impiden hacer lo que realmente le gusta: escrachar a sus enemigos políticos, como hizo con Rosa Díez en su Facultad junto a la escrateóloga Maestre. De hecho -siguiendo siempre a Lenin, que decía: «La mentira puede ser una herramienta revolucionaria»- Iglesias asegura que Tsipras «ha actuado como hacen los demócratas».
¿«Demócratas con agallas», como llamó al golpista Hugo Chávez, que sacó los tanques contra el Gobierno de Carlos Andrés Pérez? ¿O no había democracia en Venezuela cuando no se votaba en los manipulados plebiscitos de Chávez? ¿Era Tsipras demócrata cuando negociaba préstamos o cuando se niega a pagarlos? ¿Es democrático pedir a la gente que apoye su ruina y no que voten si debería seguir Tsipras, que dijo que no habría corralito? Podemos está a punto de inventar la democracia atómica, al estilo de Teherán.
MARHUENDA, FELIZ CON UNA ENCUESTA QUE LE DA SUBIDA AL PP
Con el anuncio del referéndum en Grecia y el cierre de los bancos, al entrevista de José María Aznar publicada por ABC ha quedado opacada, pero aun así varios columnistas escriben sobre ella.
Casimiro García-Abadillo (El Mundo) explica cuáles son las preocupaciones Rajoy y su Batallón de Guardia de La Moncloa ante Aznar.
No es casual que Aznar haya invitado a Nicolas Sarkozy para pronunciar la conferencia inaugural del Campus FAES 2015, que comienza hoy con intervenciones previas del propio ex presidente del gobierno y de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal.
Sarkozy es un político al que algunos dieron por muerto cuando perdió las elecciones frente a Hollande en 2012. (…) En noviembre de 2014, ya con Hollande en sus horas más bajas, se hizo con el poder en la UMP (Unión para un Movimiento Popular), partido que transformó el pasado mes de mayo en Los Republicanos, un nombre mucho más contundente.
Pero lo que preocupa de verdad en Moncloa no es que Aznar hable de vez en cuando, sino que algunos dirigentes populares han vuelto a ver en él la única esperanza para salvar al partido si no logra gobernar tras las elecciones generales. En resumidas cuentas, lo que preocupa en Moncloa es que Aznar se convierta en el Sarkozy español.
Gistau (ABC) es más rotundo. Que el PP no tenga garantizado el voto de Aznar es, según el periodista, «síntoma de (…) buena calidad de la militancia. Y añade un pescozón a Ciudadanos.
EL PP no tiene garantizado el voto de Aznar. De hecho, debe recuperarlo. Si no el voto, al menos una disposición mejor que el «profundo mal humor» con el que lo concede a regañadientes según la expresión atribuida a una señora votante por el propio Aznar en la entrevista de Bieito Rubido y Montserrat Lluis en ABC.
Que el PP no tenga asegurado el voto de su fundador debería considerarse un síntoma de madurez y buena calidad de la militancia. Más, al menos, que la concesión innegociable e irreflexiva del voto que hacen, mientras agregan prebendas a su historial, comisarios profesionales como el de RTVE. El PP debería estar satisfecho por contar entre sus votantes a muchos con suficiente instinto moral como para retirar el voto si le estafan los principios. Que el PP actual es estéril se nota en que comprende esto y sólo es capaz de reaccionar traficando miserablemente en las esquinas con el miedo a la horda. En la búsqueda de un PP sin Rajoy, sin decepción y sin corrupción, el votante comete el autoengaño de detectar la derecha idealizada en Ciudadanos, y entonces trata de silenciar esa voz interior que le advierte de que no tiene ninguna garantía de que ese voto no lo use luego Rivera para investir a Schz. Esa paradoja tal vez sea la pirueta terminal del marianismo.
Isabel San Sebastián (ABC) escribe a los empresarios que maniobran o hablan en favor de una coalición PP-PSOE.
Los deseos de los grandes empresarios del país, sus más altas instituciones, una parte considerable de su «intelectualidad» sensata y otra no menor de la opinión publicada abonarían el campo para un acuerdo de Estado entre PP y PSOE, destinado a configurar un gobierno de «gran coalición» capaz de brindar la estabilidad necesaria para mantener a España en la senda del crecimiento económico, alejada de turbulencias como las que sacuden estos días a la Grecia de Alexis Tsipras.
la suma de PSOE, Podemos y el resto de la izquierda más o menos radical, más o menos separatista, conformará una alianza unida en el empeño común de arrebatar el poder al centro derecha, sea cual sea el precio exigido para lograrlo. Posiblemente esa decisión suponga un suicidio para el socialismo a medio plazo, pero la contraria únicamente aceleraría su muerte.
No habrá «gran coalición» después del otoño. Abandonen los soñadores esa esperanza. Si no se hace política antes, rápido y de la buena, habrá «frente popular».
En cambio, para Francisco Marhuenda (La Razón) todo es felicidad, porque una encuesta de NC Report que publica su periódico da la subida de la intención de voto del PP.
Es cierto que los datos son esperanzadores para el PP, porque el escenario está muy abierto, aunque con una clara tendencia de crecimiento, como se comprueba con la evolución de las últimas encuestas. Rajoy necesita un relato para explicar esta legislatura y mantener un discurso claro y coherente.
Ciudadanos parte de una posición confortable, con 2,8 millones de votos y un 11,8 por ciento, que representaría alrededor de 25 o 27 escaños. Un PP recuperado sería una mala noticia para Rivera, porque se puede quedar con la posición que tenía el CDS. La situación del PSOE es preocupante porque retrocede frente al resultado de 2011, que fue muy malo, consiguiendo 5,8 millones de votos, un 24 por ciento y entre 108 y 116 escaños. Las elecciones siempre se han ganado desde el centro y por más que se empeñen los políticos, economistas y periodistas de izquierdas, la realidad, a pesar de todas las carencias, es que estamos en un ciclo de recuperación.
PRADA COMPARA LA EUROPA DE HOY CON LA ESPAÑA DE 711
Acabemos con otros asuntos.
Sobre los atentados islamistas, Juan Manuel de Prada (ABC) asegura que Europa correrá la suerte de la España goda.
¿Alguien en su sano juicio puede creer que una sociedad desdeñosa de las leyes naturales y divinas, sin más norma que el hedonismo, corruptora de la juventud y envenenada de rencor va a derrotar a los bárbaros?
Con siete mil hombres, más los cinco mil que le aportó el traidor Julián, consiguió Tarik derruir la Hispania visigótica; con apenas setecientos prestos a cortar cabezas podría el Estado Islámico derruir esta democracia, Pedrín. Y tú lo sabes.
Y para combatir este fin necesitamos hombres como Carlos Martel, como Pelayo y Juan de Austria. No necesitamos hombrines arrugados como prepucios bañados en bromuro, blandos como cagalera de jilguero, que no hacen sino soltar pamplinas. Y que cuando los moros empiecen a rajarnos la gola harán lo mismo que hizo el traidor obispo Oppas, cuando el emir Muza entró en Toledo: entregar una lista con las cabezas que había que cortar. Podéis poner la mía en primer lugar, nenazas.
Y Jorge M. Reverte se pone del lado del buenismo en el asunto de la inmigración ilegal.
Y tenemos ya un reto que afrontar: hay una crisis humana en el Mediterráneo, y España no quiere aceptar los millares de refugiados que le tocarían, como no quiere afrontar el que aquí haya unos cuantos Guantánamos en miniatura, los CIE, donde los refugiados malviven, sin protección jurídica ni visibilidad ninguna.