A Raúl del Pozo le dicen que en Barcelona se teme "un descontrol ácrata en la ciudad de las bombas"
Permítame, amigo lector, que el primer cigarrillo y el primer café del día sean para celebrarme a mí mismo. El pasado día 22 escribí lo siguiente:
Los columnistas deberían organizar una cena de homenaje a Pablo Iglesias por haber entronizado en los ayuntamientos a personajes como Manuela Carmena, Ada Colau, Rita Maestre y Marisol La Roja, que les están haciendo las columnas desde las elecciones locales.
Y este 27 de julio 2015, Fernando Sánchez Dragó, que ha debido de leerme, tiene la honradez de admitir en El Mundo que los podemitas les están dando chicha a los columnistas. La suya se titula ‘Progrepolleces’.
¿Qué sería de los columnistas en agosto sin noticias en las que hincar la pluma? Ni siquiera nos queda Nessie, reducida a la condición de bulo por los aguafiestas que idolatran la puta realidad, pero los dioses de las rotativas -por más que su reconfortante estrépito también se haya apagado para siempre- nos dan un respiro.
Vienen en nuestro socorro los municipios gobernados por los podemitas y sus tontos útiles, cuya ‘nomenklatura’ es ya tan castiza (de Casta) y tan frondosa como las listas de regalos nupciales en El Corte Inglés. Llevan menos de dos meses instalados en las tumbas de la virtud del poder urbano y no hay ‘progrepollez’ en la que no hayan incurrido.
Mejorará, sin duda, en el futuro el anecdotario de sus gags, pues las tonterías, estimuladas por los cencerros de la imitación, se multiplican a la velocidad de los piojos, pero con lo que llevan hecho ya tenemos los de la canallesca (Franco y la web del Ayuntamiento de Madrid… Consignas convergentes) material de sobra con el que entretener a los lectores
Vuelven los Coros y Danzas que tanto lustre dieron al Caudillo. La izquierda, ¿era esto?
Pues sí, querido Fernando, la izquierda era esto. Las Carmena y las Colau ya se han olvidado de los miles de niños hambrientos por los que gemían durante la campaña electoral.
USSÍA RECUERDA EL JUICIO ‘POPULAR’ A MUÑOZ SECA
Por el contrario, David Gistau echa en cara a los podemitas y a los burgueses que juegan a revolucionarios que le hayan convertido en monárquico.
El otro día, un importante ejecutivo de medios, hombre Ibex de los pies a la cabeza, manifestaba su pavor a que Podemos y la horda de la unidad popular salten, en las próximas elecciones, de lo municipal a lo nacional. A este mismo ejecutivo me lo encontré durante el 15-M cuando volvía con su hijo adolescente de comulgar en Sol, liviana la conciencia como si hubiera peregrinado a la misma selva Lacandona. En aquel entonces, si tratabas de decirle qué propósitos ideológicos germinaban en Sol bajo la epidermis transversal, el ejecutivo te respondía que eras un reaccionario y agregaba la frase gloriosa que se puso de moda entonces: «Eres de los que no se están enterando de nada». Me considero vengado
Ha hecho falta un mínimo ciclo experimental de esas marcas al frente de lo institucional durante el cual a mi ejecutivo, aprensivo con todo cuanto repele inversiones internacionales, lo ha impresionado sobre todo la visión de la cabeza de un rey introducida en la cesta de la guillotina.
Si Foxá dijo que por lo que más odiaba a los comunistas era por haberlo obligado a ser falangista, empiezo a temer que mi rencor mayor a esta reminiscencia revolucionaria será por haberme obligado a ser monárquico, una vez constatado que mi propio ideal republicano, de inspiración gaullista, no ideológico, no sectario, no bélico, es imposible de adaptar a España. Y más aún en esta época en la que andan sueltos todos los Frankensteins radicales y la burguesía ha caído en tal desprestigio por culpa del resentimiento social que hasta el nuevo portavoz de UPyD, Herzog, descalifica a los rivales llamándolos burgueses. ¿Pero no ven a qué precipicio nos hemos asomado sólo porque los burgueses, incluidos los del nacionalismo burgués catalán, han dejado de actuar como burgueses para abrazarse a emociones purificadoras?
Permítame, querido lector, que recuerde a otro columnista que antes que Gistau recurrió a la divertida cita de Foxá y su aplicación a la monarquía borbónica: Enrique García-Máiquez, columnista del Diario de Cádiz, que en Twitter escribió:
Foxá no le perdonaba a los comunistas que le hubieran obligado a hacerse falangista. Y a mí los podemitas me van a hacer felipesextista, ay.
Empiezo a preguntarme si los columnistas de la aristocracia de la prensa de papel buscan sus ideas en la prensa digital y en Twitter, como los aristócratas de la sangre buscaban entretenimiento en las fiestas de sus criados… David, te perdono si nos dices el nombre de ese ejecutivo.
De burgueses y anarquistas también escribe Raúl del Pozo (El Mundo). Primero asegura que los podemitas le recuerdan a los viejos anarquistas de hace un siglo, aunque los anarquistas que sobreviven han retirado la cuchara a Podemos.
Hay en todos ese aire libertario, comecuras, blasfemo de galería, del español de siempre. Tampoco se parecen nada al prudente PCE, que aceptó la Monarquía y la bandera para evitar la costumbre de la sangre. Estos indignados recuerdan más a una incruenta Federación Anarquista Ibérica (FAI) o a una pandilla de piqueteros de redes sociales que se cambian de ropa para ir a los plenos. Hacen el salto de la rana a los obispos, cuando éstos ya no embisten.
El anarquismo se desmarcó de Podemos. Anarquía quiere decir sin líderes, sin Dios, sin rey, sin amo; y en Podemos se rinde culto al jefe.
Y en esta mezcla de tópicos históricos, va de Durruti a Colau.
Es en Cataluña donde está el lío, donde pueden resucitar las grandes estrellas libertarias, incluido Buenaventura Durruti -que no era catalán, sino de León-, que puso la pistola en la sien a Ilyá precisamente por haber largado en sus crónicas contra «la idea».
Dicen que los catalanes están a punto de proclamar la independencia, como suelen decir cada 50 o 100 años. Ada Colau, la alcaldesa, declaró que no es ni comunista, ni socialdemócrata, ni anarquista. Sin embargo, los intelectuales de la asonada temen un descontrol ácrata en la ciudad de las bombas.
En la UE preocupa más ‘Sí que es Pot’ que el independentismo. Lo reconoce el ministro de Exteriores: «Una declaración de independencia no tendría recorrido». Se parará con abogados, no con generales. Con todo, los de Podemos en Cataluña pueden eclipsar a los pequeños burgueses de la secesión y mandarlos a empezar de nuevo.
Desde luego, la acertada imagen elaborada por Gistau de «la visión de la cabeza de un rey introducida en la cesta de la guillotina» inspira a varios columnistas. Isabel San Sebastián (ABC) titula la suya ‘Mucho más que un busto’.
El movimiento antidesahucio que gobierna Barcelona se declara republicano y lo demuestra, respaldado por cuantos comparten esa militancia, rehusando otorgar al Rey el lugar y el papel que le atribuyen la Constitución Española. Este caso no va de bustos ni de retratos, sino de un desafío abierto al marco jurídico vigente. El mismo que impone el pago de impuestos y tasas, el cumplimiento de las normas de tráfico o el respeto por la propiedad privada.
Si un ciudadano cualquiera deja de pagar a Hacienda, excede los límites de velocidad o roba una cartera, se enfrenta a las sanciones previstas en el código correspondiente. Si la alcaldesa de la segunda ciudad de España se fuma un puro con la Ley de leyes, incumple su juramento e incurre en la más descarnada arbitrariedad, aquí no pasa nada de nada. Le sale gratis total. Lo que significa que tenemos un problema, y de los graves.
Alfonso Ussía ha escrito una abigarrada última en La Razón, en la que mezcla la impunidad judicial de la que disfrutan los Pujol en contraste con la detención del empresario Sumarroca, con el ambiente republicano en Cataluña. Y como quien no quiere la cosa recuerda el juicio que condenó a muerte a Pedro Muñoz-Seca.
En el juicio previo al asesinato -juicio popular, es decir, con un tribunal de asesinos disfrazados de jueces-, se le preguntó a don Pedro Muñoz-Seca por la culpabilidad o inocencia de sus delitos. El principal, si era monárquico. El agravante, si era amigo de los Luca de Tena. También si era cierto que había intentado derrocar el régimen republicano, y el último, si creía en Dios. Un juicio raro. Primera respuesta: -Soy monárquico, y a mucha honra-; segunda respuesta: -He sido amigo de don Torcuato y lo soy de Juan Ignacio-; tercera respuesta: -poquita cosa tiene que ser la República para que un autor de comedias termine con ella-; cuarta respuesta: -sí-. -Pues condenado a muerte, por fascista-.
España está en manos de juicios populares. Todavía no se han atrevido a disparar, pero lo están deseando.
Juan Manuel de Prada (ABC) aprovecha la eliminación del pensador tradicionalista Juan Vázquez de Mella del callejero de Madrid para recuperar alguna de sus citas.
Ante los embates del separatismo catalán o los aspavientos iconoclastas de Podemos, volvemos a escuchar los plañidos de los que -perfectamente caracterizados por Vázquez de Mella- ponen tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias, alertándonos que España se rompe. Cuando lo cierto es que España no puede romperse, por la muy sencilla razón de que antes se ha gangrenado; y a un cuerpo gangrenado no le resta otro destino sino desmenuzarse entre vapores hediondos.
No olvide nunca el verdadero patriota que tan nocivos para España, o más aún, han sido quienes pusieron tronos a las causas como quienes ahora se enseñorean sobre las consecuencias, dispuestos a rematar la faena. Y, en este momento de oprobio, recuerde aquellas palabras de Vázquez de Mella: «El pueblo decae y muere cuando su unidad interna, moral, se rompe, y aparece una generación entera, descreída, que se considera anillo roto en la cadena de los siglos, ignorando que sin la comunidad de tradición no hay Patria; que la Patria no la forma el suelo que pisamos, ni la atmósfera que respiramos, ni el sol que nos alumbra, sino aquel patrimonio espiritual que han fabricado para nosotros las generaciones anteriores durante siglos, y que tenemos el derecho de perfeccionar, de dilatar, de engrandecer, pero no de malbaratar, no de destruir, no de hacer que llegue mermado o que no llegue a las generaciones venideras».
CASADO DA POR VENCIDO Y RETIRADO A ARTUR MAS
Y pasemos a la tabarra catalana. Me llama la atención que dos veteranos de la opinión apelen al «no pasa nada». Antonio Casado (ElConfidencial.com) asegura que Artur Mas se va a ir a su casa, sin dar más argumentos. Casi piensa lo mismo que Rajoy. ¿no?
Acostumbrado a ir de derrota en derrota -sólo triunfó en la pitada del Bernabéu-, tampoco será una tragedia para el presidente de la Generalitat, Artur Mas, el revolcón del 27-S, cuando le pasen por encima las leyes del Estado o/y los votos de quienes quieren seguir siendo catalanes y españoles. Al contrario. También para él se avecina el fin de la pesadilla. El choque con la realidad le va a deparar una verdadera liberación.
A solas debe estar contando los días que faltan para quitarse un peso de encima. Estoy convencido. Lógico. Es el líder de un partido burgués amante del orden y sediento de centralidad. No resulta creíble su teatral indolencia frente a las olas gigantes de sentido común que rompen sobre la plaza de Sant Jaume.
El otro veterano es José María Carrascal (ABC), que propone que el Estado no aplique el 155 de la Constitución contra los separatistas.
¿Qué debe hacer el Gobierno español ante tamaño reto? Para responder a esa pregunta hay que empezar formulando la opuesta: ¿qué no debe hacer el Gobierno español ante tal provocación del separatismo catalán? De entrada, reaccionar con igual contundencia. Creer que esto se arregla, como tantas otras veces, con concesiones económicas o políticas en vez de suponer un alivio, agravaría la situación.
¡Lo que daría Mas por una foto esposado entre dos guardiaciviles dando la vuelta al mundo! Le redimiría de haber convertido la Cataluña rica, moderna, dinámica, a la cabeza de España, en la Autonomía más provinciana, más endeudada, más regresiva del Estado español.
El director de La Vanguardia, Màrius Carol, pide «política, inteligencia y liderazgo» a ‘madrit’ para desanudar el embreollo catalán.
En cualquier caso, García-Margallo utilizó ayer una metáfora preocupante durante una entrevista en el diario El País. Decía el titular de Asuntos Exteriores: «Yo defendí reformar el sistema de financiación, pero no tiene sentido discutir el estatuto de la comunidad de vecinos con un señor que quiere meterle fuego al edificio». En caso de que eso fuera como sugería el ministro, y siguiendo con el tropo de dicción, quién defiende a los vecinos del peligro de incendio. Se podrá o no discutir con el presunto pirómano (sigo con el lenguaje metafórico), pero la gravedad del conflicto debería ser un estímulo para llenar la escalera de extintores.
Por lo demás, el ministro afirma que en la UE preocupa más Podemos que Catalunya. En cualquier caso, ambas cuestiones, para que no arda la casa, necesitan de política, inteligencia y liderazgo. Y no vamos sobrados de nada, ni siquiera de tiempo.
A mí me cuesta creer en la sinceridad de la propuesta de Carol cuando publica las columnas de Pilar Rahola y de Francesc-Marc Álvaro, que son una invocación al odio y la mentira. Hoy Álvaro glosa un libro de Ernesto Giménez Caballero de 1942, ‘Amor a Cataluña’, para mantener a sus paisanos alerta.
Giménez Caballero utiliza unas palabras de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de Falange, para explicarse: «Nosotros amamos a Cataluña por española y porque amamos a Cataluña la queremos más española cada vez». Está clarísimo. ¿Qué dirigente político español no suscribiría hoy esta bonita y constitucional frase?
Más que la hora del miedo vivimos la hora del amor. Habrá amenazas, claro, pero brillarán más las grandes declaraciones de amor encendido a Cataluña. Hasta el 27-S, irán pasando por Barcelona, cada día, mujeres y hombres de primera línea que nos harán saber lo mucho que nos quieren.
MULLER SE PREGUNTA QUIÉN PAGA EL IRPF EN ESPAÑA
Para Joaquín Prieto (El País) la debilidad del PSOE, su falta de principios y de ideología, es su gran ventaja: puede pactar con cualquier partido, como ya ha demostrado, aunque según la encuesta de ayer del periódico progresista obtenga un resultado aún peor que el de Rubalcaba en 2011.
Su ventaja estratégica está clara. En un país ideológicamente más bien de centroizquierda, el PSOE representa la mejor opción teórica para negociar acuerdos y consensos. Muy pronto se le va a exigir al líder socialista que concrete con quién va a pactar: con el PP, como parece preferir la vieja guardia, a diferencia de la mayoría de los simpatizantes del socialismo; con Ciudadanos, como caso típico de un Gobierno de centroizquierda; o con Podemos, cuyo radicalismo no ha sido obstáculo para compartir poder autonómico y municipal con el PSOE.
Según Fernando Rayón (La Razón), Zapatero, el del Pacto del Tinell, ahora se arrepiente de haber tendido un ‘cordón sanitario’ en torno al PP.
me gustaron las reflexiones de ayer de Zapatero. Ahora se da cuenta de que no es bueno aislar al PP, o de haber apoyado el derecho a decidir. ¡Lo que nos hubiéramos ahorrado de haberlo pensado antes! Pero nunca es tarde para rectificar… si le cuenta a Pedro Sánchez el error que cometió y, por ende, el que el secretario general del PSOE quiere perpetuar.
Y como los errores no son exclusivos del PSOE, me cuentan que Jorge Moragas, nuevo secretario general del PP in pectore, está dispuesto a reconocer los suyos y a hacer cambios. Cambios en Cataluña, y cambios en el futuro partido. Espero que acierte, pero sobre todo, que los haga pronto.
Sobre el otro gran partido español, el PP, escribe lo siguiente Antonio Burgos (ABC):
El doble rasero que domina la opinión pública española ha permitido al PSOE salir casi indemne -en Andalucía indemne del todo- del escándalo de los ERE, el de mayor escala de todos los conocidos, pero envuelve al partido del centroderecha con el halo de una organización corrupta hasta los tuétanos y además permisiva con el agio. La torpeza con que manejó el caso Bárcenas tiene mucho que ver en esta imagen degradada.
John Muller escribe en El Mundo sobre uno de esos asuntos capitales que en España ceden ante el griterío de campanario: quiénes pagan el IRPF.
El sistema descansa en las rentas medias que se obtienen por nóminas. Ya lo atestiguaba así en enero de 1998 el ex presidente Aznar, cuando defendía su reforma tributaria de entonces afirmando que los que la acusaban de retrógrada se equivocaban porque en el sistema alumbrado por la democracia, los ricos no pagaban. «Según el IRPF, en España no hay ricos», dijo Aznar.
Hoy, la deriva tributaria que ha tomado el país le vuelve a dar la razón a Aznar. El número de los más ricos en el IRPF, con datos de 2013, se ha reducido al 43% de los que había en 2007, antes del estallido de la crisis. En el tramo inferior, apenas queda un tercio de los declarantes. Hay que bajar hasta las rentas medias para detectar una expansión de las bases.
El esfuerzo fiscal de los que son ricos en bienes de capital, pero no en rentas, así como de las rentas bajas o de los autónomos o profesionales y empresarios en estimación directa es proporcionalmente más difuso o escaso.
Y sobre los debates de campanario, escribe Ignacio Ruiz Quintano (ABC), en concreto sobre la negativa del alcalde de Santiago a entrar a la catedral en el día del Apóstol.
Votantes hay que todavía protestan contra la mala educación de Martiño (no acudir a la catedral): un alcalde representa a todos, dicen, sin caer en la cuenta de que, en nuestro sistema proporcional de listas de partido, Martiño sólo representa al tío que le puso en esa lista. El resto es… carácter.
La Ilustración escocesa dio a Hume y la Ilustración española da a Martiño, que, como buen regionalista, ha conseguido sustituir con un problema casero los grandes problemas de nuestro siglo.
Martiño no entra a la catedral, seguramente por haber leído «La vida sexual del clero», de Pepe Rodríguez, pero yo sé de un curso de estudiantes de Historia del Arte de la Complutense que fueron a Roma y en nombre del laicismo se negaron a pisar el Vaticano, como, por el mismo motivo, se habían negado a estudiar el Renacimiento en clase: con una entrevista de las de Serraller (Pacocalvo) a un famoso o un artículo de fondo de Borja-Villel citando (mal) a Gramsci iban que chutaban.
EL PESADO DE PEDRO CUARTANGO LLORA Y LLORA
Y acabemos con muertes y onanismos.
César Vidal pide en su billete de La Razón una calle para Saza:
Que alguien que aprendió centenares de papeles a lo largo de su existencia haya fallecido con la memoria desmoronándose me encoge el alma porque parece una de esas burlas especialmente crueles con que nos topamos más de una vez a lo largo de la vida. Y, por cierto, ya que hablamos de memoria no estaría mal que un ayuntamiento que anda enredando con las calles como si no tuviera cosa mejor que hacer pensara en dedicarle una a «Saza», que tan dichosos nos hizo tantas veces sin pedirnos más allá de una benévola sonrisa.
Julio Llamazares (El País) reivindica a los actores llamados secundarios en España.
La muerte de Saza (José Sazatornil) me sirve de excusa para hablar de esos actores tan importantes para el teatro y el cine como desatendidos habitualmente por éstos. Actores de reparto, se les dice, como si entre todos ellos tuvieran que repartirse el poco dinero y la limitada gloria que les corresponde. Y, sin embargo, ¿qué sería del cine y el teatro sin ellos, quién sostendría y arroparía a los protagonistas para que fueran los principales de la función?
El cine norteamericano les ha reconocido su valor hace ya tiempo. En el nuestro todavía falta que alguien se dé cuenta de que en la escena, como en la vida real, los actores secundarios son casi siempre los principales y al revés.
Ya que Sánchez Dragó parece leerme, me malicio que también lo debe de hacer Pedro Cuartango (El Mundo), al que no le averguenza que le reproche que, columna tras columna, nos siga contando su vida.
Hace un par de años, cuando una noche circulaba de Burgos a Madrid en mi automóvil, me quede dormido al volante. No sé cuándo tiempo duró la pérdida de conciencia, puede que sólo unos segundos, pero al abrir los ojos los faros de mi coche estaban a menos de cinco metros de un camión. Paré en una estación de servicio y volqué una botella de agua sobre mi cabeza. Nunca había estado tan cerca de la muerte.
Quizá también lo estuve cuando, una tarde de verano, una corriente me arrastró mientras nadaba en el Ebro. (…) Creo que tenía 10 años.
Por favor, Pedro, que nos importa tu biografía, que episodios como estos que cuentas los tenemos todos en la memoria. Pasa a recoger el premio a la columna ridícula del día.
Almudena Grandes (El País) se despide hasta septiembre con una columna en la que da consejos a sus lectores.
Cuando se vayan de vacaciones, desconecten sus ordenadores, el router, la impresora, y antes de cerrar la puerta, desconéctense también a ustedes mismos. Recuerden aquella época en la que vivíamos desconectados y no nos pasaba nada. Como no había móviles, apenas hablábamos con nuestra familia, pero no nos queríamos menos. (…). Desconéctense ustedes y sean muy felices este verano.
Pero si ya hay Wifi en todas partes, querida Almudena… Es un derecho fundamental.