OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Gabriel Albiac: «Corán y jeringuilla en mano, barrios enteros en Francia están fuera de control»

Arcadi Espada recuerda que Zapatero rechazó la publicación de las caricaturas de Mahoma "desde un punto de vista moral y político"

Rafael Poch (La Vanguardia) asegura que los asesinos son de "ultraderecha" como la OAS que quería matar a De Gaulle

Este 8 de enero de 2015 no hay duda de cuál es el tema principal de la mayoría de los columnistas que escriben en la prensa española.

Yo sólo tengo que decir que disiento de quienes afirman que la matanza perpetrada por los yihadistas en la redacción de Charlie Hebdo es un ataque a la libertad de expresión. En mi modesta opinión, se trata de un atentado contra la Europa laica, la República francesa y el Cristianismo, siquiera como elemento cultural. Y, la verdad, me alegro coincidir en esta apreciación con algunos columnistas.

Divido las columnas en tres grandes grupos: los de «ya lo dije», los de «sí, pero» y los de «he encontrado al cerebro de la banda». Me explico: «ya dije yo que el islamismo es un peligro»; «sí los yihadistas matan por Alá, pero la mayoría de los musulmanes son pacíficos»; y «os voy a contar quién es el verdadero responsable del atentado».

Y no quiero dejar de citar a las glorias del columnismo que mandaron sus textos ayer o anteayer o la víspera de irse de viaje. Antonio Gala escribe sobre la decandencia del arte; Luis María Anson sobre Rajoy y Arriola; Jorge Martínez Reverte sobre el nuevo ministro de Justicia; Alfonso Ussía sobre los duques de Alba consortes; César Vidal sobre su admiración por Italia; Josep Ramoneda sobre el bipartidismo y lo bueno que fue Felipe; Francesc-Marc Álvaro sobre Podemos; etcétera. Caballeros, en nombre de sus lectores, les pido un poco de respeto por ellos. Que existe Internet, que pueden mandar sus columnitas por correo electrónico.

En fin, pasemos a lo mollar.

Hermann Tertsch (ABC), de quien se han reído por sus opiniones los mayores idiotas con micrófono o cuenta de Twitter, titula su columna ‘Miedo’.

No es un capítulo de guerra entre civilizaciones la matanza de ayer en París. Sino un ataque de los bárbaros contra la civilización. Lo más preciado en la civilización son la vida y la palabra. Y a matarlas a ambas llegaron a la redacción de «Charlie Hebdo».

En la manera más brutal de recordar que nos quieren dominar, de reclamar su derecho sobre nuestras vidas, de decir que debemos callar porque ellos lo mandan. Han castigado al desobediente. Al que publicó las caricaturas de Alá en valiente solidaridad con un diario danés, «Jyllands Posten».

Decir que el islam no combate al criminal islamismo no es islamofobia. Sino refleja un hecho incontestable. Nuestro problema no es una religión que da derecho al creyente, incluso impone el deber, de ejercer una supremacía sobre los demás. Y que no parece admitir reforma. Tampoco que bajo su hegemonía solo existen estados dictatoriales y fallidos.

Nuestro problema es que aceptamos su lógica también en nuestras sociedades. Y no nos decimos la verdad. Por miedo. Ni pensamos en mañana. Por miedo. La civilización renuncia, por miedo, a la verdad y la palabra. Y sin ellas estamos inermes y estamos perdidos.

Gabriel Albiac (ABC), que se excede al calificar a los asesinados de «mejores ingenios de su generación», en cambio acierta al escribir que esto se veía venir.

La libertad ciudadana lleva ya décadas amenazada en Francia. Por un islam que niega legitimidad a las leyes de la República y que aspira sólo a aplicar, también en Francia, la sharía, esa estupenda ley de Alá que esclaviza a las mujeres y otorga potestad -cuando no obligación- de asesinar a todo aquel que se resista al mensaje del Profeta.

Barrios enteros, en las periferias urbanas francesas, están fuera de control legal. Ni entra allí la policía ni se observa otra norma que la que los ulemas dictan. Redes paramilitares, entreveradas de islam y narcotráfico, dictan allí la ley y lo que llaman orden. Corán y jeringuilla en mano.

Y José García Domínguez (Libertaddigital.com), igual de pesimista que Albiac, teme que los islamistas tienen cerca la victoria.

Lo que no consiguiera Solimán el Magnífico tras plantarse ante las murallas de Viena con sus seiscientos mil jenízaros está a punto de lograrlo la medrosa estulticia intelectual y moral de esta Europa multiculti que tiembla de pánico cada vez que el iracundo dios de los beduinos reclama otro vasallaje.

A fin de cuentas, esos doce cadáveres que ahora mismo aloja una morgue de París encarnan la prueba del fracaso de su utopía. Pero no de la del islamismo militante, sino de la de un Occidente que se quiere creer a sí mismo laico y laicista.

Y en la almendra doctrinal de esa superstición gratuita habita el error de creer que los hombres mejoran a medida que se expande el saber científico y el conocimiento técnico. (…) Una fantasía tan infantil como nuestros bobos devotos del multiculturalismo, esos que, con los doce cadáveres de París aún calientes, ya vuelven a ejercer como abogados de oficio del Profeta.

En ‘Crimen y castigo’, Arcadi Espada (El Mundo) trata de avergonzar a Zapatero, el paladín de la Alianza de las Civilizaciones, que seguimos pagando por voluntad de Rajoy.

El expresidente se mostró conmovido por la matanza de Charlie Hebdo. Siempre es un buen momento para mostrar solidaridad. Pero a mí, debo confesarles, las palabras del expresidente me supieron a poco. No hubiera sobrado, todo lo contrario, que hubiera dicho algo parecido a aquello que escribió en el año 2006, en un artículo firmado al alimón con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan y publicado en el International Herald Tribune, y que mi lector Antonio Donaire tiene a bien recordarme en esta tarde de odio, en que han matado a Wolinski, aquel tierno y desvergonzado Wolinski de las francesitas desnudas y del amour tout le temps. Este párrafo de Zapatero, tan mesurado, qué bien habría ido: «La libertad de expresión es una de las piedras angulares de nuestros sistemas democráticos y nunca vamos a renunciar a ella. Ahora bien, no existen derechos sin responsabilidad y sin respeto por las sensibilidades diferentes. La publicación de estas caricaturas puede ser perfectamente legal, pero no es indiferente y, por tanto, debería ser rechazada desde un punto de vista moral y político».

Ahora bien, dice. Moral y político, dice. Nada distinto, por cierto, de lo que añadió el Consejo del Culto Musulmán de París después de condenar el atentado que destruyó en el año 2011 la redacción de Charlie Hebdo: «Sin embargo, los musulmanes consideran una ofensa hacer una caricatura del profeta». Espero que ahora el Consejo no haga como Zapatero y mantenga su línea. Sería decepcionante que la corrección política y la mesura se acobardaran por doce muertos.

LOS MONOTEÍSMOS SON MUY MALOS… ¿Y LOS PAGANOS?

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) se teme que la autocensura se imponga en la prensa.

Unos asesinos sarracenos han allanado en París una revista satírica para dar muerte a sus caricaturistas. En París, pues, han disparado contra el pianista, algo que, según creencia general, sólo sucedía en las películas del Oeste.

Hay que ser muy cursi para despachar la matanza de París como «ataque en Francia contra la libertad de expresión». Si fuera así, la respuesta sería tan sencilla como levantar la mano y decir: «Todos somos «Charlie Hebdo»». Pero algo nos dice que, con la matanza de París, todo nuestro caricaturismo andante se va a ceñir… a papas y señores.

Y Ramón Pérez Maura (ABC) subraya que el atentado es una muestra de cristianofobia.

En «Charlie Hebdo» hemos visto muchas portadas de mofa a la Iglesia católica. No tenemos noticia de un solo atentado contra la revista de algún terrorista que diga actuar en nombre de lo que le enseñan los Evangelios. Los terroristas que ayer asesinaron a una docena de personas en la redacción de la revista dejaron claro que actuaban «para vengar al profeta». Y no parece que hablasen de Juan el Bautista.

Desde el 11-S hemos visto una sucesión de grupos terroristas islámicos. Los Talibanes afganos (recuérdese que su nombre quiere decir «estudiantes de teología») creyeron conveniente acoger a Osama bin Laden, cuya visión del islam es conocida. De su organización, Al Qaida, surgieron otras ramificaciones por África y Oriente Medio. Y contra esas ramificaciones y el núcleo original se ha desarrollado lo que empezó llamándose el Estado Islámico de Irak y el Levante y hoy llamamos, simplemente, Terrorismo Islámico.

Frente a este intento de genocidio ha surgido una denuncia de islamofobia. Y no. Lo que hay es una cristianofobia. Es a los culturalmente cristianos -en ocasiones ateos- a los que se está asesinando. Y los movimientos que han surgido en Alemania podrían derivar en islamófobos, pero, como muy bien advirtió en estas páginas Hermann Tertsch antes que nadie, «el problema no es Pegida. El problema, de lejos, es el brutal islamismo bélico en expansión. Y aquí es el islam politizado que crece como cuerpo extraño. Al que nadie exige -ni él ofrece- lealtad a unas democracias occidentales que son la mejor organización de convivencia jamás habida». El islam, que ha generado unos sistemas políticos fracasados en su inmensa mayoría, intenta imponernos ese atraso con sangre. Y muchos miran para otro lado.

Antonio Casado (ElConfidencial.com) protesta por las justificaciones o disculpas del terrorismo, sea el socialistas y nacionalista vasco de ETA o el islámico.

No se podía justificar el terrorismo de ETA -ni explicar, señor Iglesias, dicho sea de paso-, solo porque algunos vascos sintieran como algo insoportable el dolor de la patria aplastada por la bota del Estado español. Y no se puede justificar el terrorismo islámico solo porque unos cuantos chiflados crean que nos estamos burlando de su religión con las famosas caricaturas de Mahoma. También nos burlamos de la nuestra.

Pues no. No se puede justificar lo de ayer en París porque Francia esté o no esté en la coalición internacional contra el Ejército Islámico, porque trate mejor o peor a la emigración islámica, porque los asaltantes sean chiitas o sunitas, de Al Qaeda o del Ejército Islámico. Tampoco se puede explicar de ninguna manera, salvo que la explicación sirva para detener y encarcelar a estos asesinos lo antes posible, que es lo que está haciendo la policía francesa y en cuya tarea espero y deseo que haya resultados inminentes.

Rafael Jorba escribe una columna de ‘sí, pero’ en La Vanguardia, donde reparte estopa al Frente Nacional, pero en la que da una noticia sobre la capacidad de los musulmanes (o del miedo a ellos) para determinar la política de las potencias laicas europeas.

Baste recordar la política del presidente Chirac, con ocasión de la guerra de Iraq (…) Un alto responsable del Quai d’Orsay me confesó entonces en privado que entre las razones que sopesaba la diplomacia francesa para no sumarse a la guerra de Iraq había notables factores de política interior: temían una intifada en las banlieues.

MARHUENDA HACE UN EDITORIAL COMO EN TIEMPOS DE ETA

Pasemos al sector del ‘sí, pero…’, es decir, de los que quieren quedar como ecuánimes repartiendo culpas.

José Antonio Zarzalejos demuestra con su columna en ElConfidencial.com que a él le habría gustado dirigir (bueno, ser subdirector) de El País. Empieza con un párrafo de culto, como le gusta: glosando libros.

Ha querido la casualidad que ayer, día de Reyes, Éric Zemmour presentase en Bruselas -o, al menos lo intentase- su último y exitoso libro titulado El suicidio francés. (…) Zemmour considera que la clase dirigente gala está traicionando a la nación francesa diluyendo en la inmigración los rasgos de la sociedad republicana y propone modelos autoritarios para resolver esta situación. El libro de este periodista y escritor se está vendiendo a miles y es el prólogo de otro muy esperado de Michael Houellebecq que se titula «Sumisión» en el que se relatan los avatares por los que un musulmán llega a ser presidente de la República francesa. Hipótesis insólita.

Y concluye lamentando que la matanza va a dar votos a Marine Le Pen:

se va a producir una demonización del islamismo pacífico -aunque, insisto, con grandes dosis de ambigüedad- y un endurecimiento social hacia la recepción de flujos migratorios procedentes de países islámicos. Y por supuesto, el terrible atentado de esta mañana en Paris serviría al Frente Nacional de Le Pen para fortalecer su discurso y dar el sorpasso electoral. Sin olvidar el efecto contagio que se producirá en otros muchos países de Europa que, de seguir las tesis de Eriz Zemmour, no quieren «suicidarse». Francia ha sido siempre la nación que ha marcado las pautas y tendencias intelectuales en el Viejo Continente. Y la tragedia de ayer, temporalmente situada entre dos libros multitudinarios y apocalípticos, representa todo un punto de inflexión.

Francisco Marhuenda ha sido el único director de periódico español que ha publicado en portada una caricatura antisilámica de Charlie Hebdo, pero su columna, ‘La sinrazón del terror’, me hace colocarle en esta sección. El suyo me recuerda, siento decirlo, a los editoriales progres escritos tras los atentados de ETA: no nos callarán, no son vascos, el terror no vencerá a la democracia… No falta ni la habitual referencia a que no se negociará con los terorristas.

No estamos ante un suceso aislado, porque los malos musulmanes, unos indeseables que desprecian los derechos humanos y las libertades públicas, se envuelven en la religión para cometer todo tipo de atrocidades. Lo sucedido no tiene nada que ver con el Islam. Es una obviedad recordarlo, pero hay que insistir en ello para no confundirnos. Estamos ante criminales que desprecian la vida humana. No son más que indeseables de la peor calaña.

No es posible dialogar con ellos porque quieren la destrucción de sus enemigos.

Raúl del Pozo resume el atentado de la siguiente manera:

Los monoteístas nunca tuvieron sentido del humor.

Podría citar para refutarle que Jesucristo funda su Iglesia sobre un juego de palabras («Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia»), a Cervantes, a Chesterton, a Quevedo, a Chaucer, a san Juan Bosco, que hacía juegos de manos mientras predicaba, a san Francisco de Asís, que se desnudó para devolver a su padre los vestidos que llevaba… Pero me voy a limitar a citar las gracias de esos paganos que parecen gustarle al bueno de Raúl: el exterminio de los cartagineses y de los numantinos, la deportación de los judíos y la iluminación de los monumentos de Roma con cristianos crucificados y untados con brea.

Francesc de Carreras (El País) también se las da de experto en historia de las religiones:

El recurso fácil de atribuir las causas a una determinada religión, en este caso la musulmana, es profundamente erróneo. En nombre de todas las religiones monoteístas se han cometido, se cometen y se cometerán, crímenes tan horrendos como el de ayer.

¿Qué pasa, es que los ateos no han matado a nadie? No hay que leer el Libro negro del comunismo para conocer los crímenes del ateísmo. Los mayores genocidas de la historia de la humanidad han sido ateos (y socialistas): Mao, Stalin, Lenin, Hitler, Pol Pot…

ESCOJA SU CULPABLE: LA RELIGIÓN, BUSH, LA ULTRADERECHA…

A otro nivel, varios columnistas buscan a los verdaderos responsables. Así, Pablo Sebastián encuentra a George Bush.

Estamos ante un nuevo peldaño de la escalada yihadista que se despliega en todo el mundo por los más radicales seguidores del islamismo internacional, que tiene su máximo exponente en el nacimiento y el desarrollo del Estado Islámico (EI) -o el nuevo Califato- asentado en Irak y en una parte de Siria y nacido de entre los escombros de la desastrosa e ilegal guerra de Irak con la que el expresidente Georges W. Bush quiso vengar el ataque terrorista de Bin Laden en USA del 11 de septiembre.

Una guerra de Irak fracasada que ha dejado Irak en la ruina y en una latente guerra civil, en la que muchos de los exgenerales y oficiales del ejército del expresidente Sadam Hussein se han sumado a las huestes bien armadas del Califato que avanzan en Siria, Libia y en otros países de África sin que las naciones de Occidente y los países árabes moderados sepan qué hacer o cómo responde

Que yo sepa la guerra de Irak de 2003 no ha sido declarada ilegal por ninguna instancia del sistema de la Carta de las Naciones Unidas. Y, por otro lado, ¿no ha criticado Sebastián la participación política y militar de España en las campañas de Afganistán, Irak y Libia?

Para Rafael Poch (La Vanguardia), la culpa es de la ultraderecha: pone al mismo nivel a los yihadistas con la OAS, que ya nadie recuerda lo que fue.

Para encontrar un atentado tan mortífero como el de ayer en Francia hay que retroceder al año 1961, cuando en pleno conflicto de Argelia, la organización ultraderechista y antigaullista OAS puso una bomba en el expreso Estrasburgo-París que mató a 21 personas. Ahora el peligro viene de otra ultraderecha, seguramente vinculada al tráfico de ese millar de franceses, o residentes en Francia, que se han paseado por los alrededores del Estado Islámico en Siria.

Para este pobre hombre todo lo que le disgusta o irrita es ultraderecha. Supongo que también será ultraderecha el tendero que le da mal el cambio o el camarero que le sirve la sopa fría.

David Trueba (El País) aprovecha que el Pisuerga pasa por Valladolid para arremeter contra la religión.

Que una célula armada hasta los dientes asesine a periodistas y humoristas en su redacción en nombre de la religión basta para explicar el fenómeno.

Y eso que los asesinos se empeñaron en decir que mataban por Alá, o sea por una religión concreta. Pero según Trueba, mataron por la religión del Papa o del Dalai Lama o incluso de la New Age.

Incluso hoy puedo (y debo) dar el premio a la columna ridícula. El ganador es Lluís Bassets (El País), que no puede evitar la lepra progre de la equidistancia, como ya hicieron El País y el propio Bassets en los días siguientes al 11-S. El periodistas asegura que hay una alianza tácita entre los islamistas y los que él llama islamófobos, porque ambos quieren la desaparición de Europa.

El futuro de Europa, en contra de lo que piensa el Frente Nacional francés o los alemanes de Pegida (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente), depende de la llegada de inmigrantes en grandes proporciones en los próximos años, que en una buena parte serán ciudadanos de religión islámica. Si no somos capaces de integrar y respetar a esos inmigrantes, Europa desaparecerá. Nadie como los islamófobos europeos hacen mejor el juego al califato, con el que coinciden en su idea de un islam rigorista basado en una lectura literal del Corán, pero deben ser sobre todo los propios musulmanes y sus representantes, así como los Gobiernos más significativos, como el turco o el saudí, quienes se distancien de convincentemente de esta forma salvaje de entender su religión.

Casi la misma perspicacia y decencia que Arzalluz cuando decía que a Aznar le convenía que ETA siguiese matando.

Y concluyo por hoy citando la columna que me parece más interesante sobre otro tema, pero que tiene relación con el de ayer: las consecuencias de la decadencia demográfica de Europa. Josep Argemí Renom advierte en La Vanguardia sobre el uso de la eutanasia para aligerar los gastos de la sanidad pública.

En los últimos años, la práctica de la eutanasia se ha visto progresivamente confinada al arbitrio casi exclusivo del colectivo médico, que es, en muchas ocasiones, quien decide a qué paciente y cuándo se le debe practicar la eutanasia, sin que se den ni antes ni después los requisitos previstos por ley. Así, cabe pensar que una legislación de este tipo se presenta como una tentación para unas economías occidentales que ven en el envejecimiento poblacional una amenaza para la sostenibilidad del sistema. ¿Queremos esto para nuestro país?

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA
Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

Lo más leído