OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Losantos: «Willy Toledo, la Trujillo y Podemos justificaron la masacre de Charlie Hebdo aún con los cuerpos calientes»

Luis Ventoso defiende la postura de José Antonio Zarzalejos en ABC ante el 11-M frente a la de Pedrojota en El Mundo

Raúl del Pozo recuerda que "Cervantes no iba de multicultural o pactista" y que no le gustaban los sarracenos

Este 9 de enero de 2015 es uno de esos días agraciados en que podemos hacernos una idea perfecta de la misión de El País en la sociedad española, idéntico al de Le Monde en Francia o The Guardian en Inglaterra o The New York Times en Estados Unidos: definir lo que es correcto o aceptable en el discurso público y excluir las ideas y las opiniones contrarias con los látigos de «fascista», «reaccionario» «belicista, «nacionalista», «islamófobo»…

Esos periódicos lo tienen difícil debido al empeño de los terroristas musulmanes en gritar «Alá es grande» mientras matan, pero se mantienen impertérritos desde el 11-S. Así, El País, en su papel de difusor del progresismo y de vigilante de la democracia, despliega varias columnas para explicar que no hay que mencionar el islam.

José Ignacio Torreblanca dice que el terrorismo es político, como si las interpretaciones religiosas no tuvieran un modelo político.

Con cada atentado terrorista de inspiración yihadista reaparece el coro de voces que pretende responsabilizar a la religión musulmana y a sus practicantes por los asesinatos cometidos en su nombre.

No, el terrorismo, este como cualquier otro, es político y busca objetivos de dominación política, así que precisamente para poder contrarrestar estos objetivos eficazmente, debemos entenderlos en toda su complejidad.

La profesora Luz Gómez asegura que la islamofobia es un tipo de racismo que hay que perseguir y que a fin de cuentas los europeos somos culpables por el colonialismo.

Europa tiene muchos problemas, pero el islam no es uno de ellos. Sí lo es la tentación de negar el sello de autenticidad europea a amplias capas de su población que hacen de esta religión una seña de identidad primera. Lo es, también, relegar a la marginalidad social y económica a la inmigración que proviene del viejo mundo colonial o de las guerras neocoloniales que hoy asolan buena parte del mundo islámico (Libia, Siria, Irak, Yemen, Afganistán) y en las que Europa se juega su futuro, aun cuando no parezca muy consciente de ello. Como lo es pedirles a todos los musulmanes que se posicionen cuando se producen atentados terroristas como el último de París contra el semanario Charlie Hebdo, que desvirtúan sobre todo al islam pero también a Europa.

A la clase política europea le sigue costando pronunciar el término «islamofobia». Es una forma de racismo y un fenómeno social, pero como tal tiene un fuerte componente político. A la islamofobia la alimenta la Europa parapetada tras los muros de la austeridad, que ha expulsado de su futuro laboral y educativo a varias generaciones de europeos. Para muchos, como siempre, la culpa es del «otro», el musulmán, el inmigrante.

Y el sociólogo Fernando Vallespín recupera la Alianza de Civilizaciones por la vía de sacudir al pobre Samuel Huntington.

Los acontecimientos de París parecen dar la razón a (…) Samuel Huntington. Todos recordamos su teoría del «choque de civilizaciones». A saber, la fuente del conflicto del presente ya no sería la pugna ideológica, sino la lucha entre las culturas; en particular la del islam contra Occidente. Aunque el mensaje fundamental de su artículo de 1993 tenía otra derivada. Occidente debería abandonar sus pretensiones de «exportar» los principios de los derechos humanos y velar por la defensa de sus valores en casa, defenderse frente a la quinta columna que suponen las minorías islamistas que anidan en su seno.

Lo que viene a sostener Huntington es que Occidente se equivocó al considerar que era posible tender puentes entre las diferentes culturas, que son sustancialmente inconmensurables.

El horrendo crimen de París debería ser un estímulo para reflexionar sobre el absurdo y la inutilidad de perseverar en estas ideas.

LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y EL ISLAM NO HA TENIDO TREGUA

Paso a citar a los que resisten el buenismo.

Carlos Herrera (ABC) se atreve a señalar una de las grandes memeces intelectuales que ha empapado la cultura y la enseñanza en España desde hace 40 años: la convivencia pacífica de las Tres Culturas.

Occidente, en su permanente reinvención del relativismo, da muestras a diario de su insoportable complejo de pecado original, de una permanente expiación de culpas alimentadas por su propia factoría histórica; sin percatarse de que, mediante ese perverso mecanismo, acabará sucumbiendo al desmontaje milimétrico de valores irrenunciables que han caracterizado su progreso.

Y Occidente no puede silbar y buscar excusas pobres en antiguos colonialismos. Debe exigir al supuesto islam moderado (diferenciado tan solo por el uso o no de la violencia) que sean los primeros en acabar con ellos, usando la razón y el discernimiento, colaborando con las Fuerzas de Seguridad y contribuyendo en la construcción de una crítica colectiva que no presente fisuras. No se conseguirá frenar solo con el uso legítimo de la violencia. Que resulta imprescindible, por cierto.

La sociedad occidental debe dejarse de remilgos multiculturalistas como la absurda mitificación de Al Andalus o como la renuncia a costumbres inofensivas por no herir sensibilidades, práctica muy española, y ser inflexible en su defensa de los progresos edificados sobre los sacrificios de muchas vidas. Es eso o hacer verdad aquel feliz hallazgo de la pasional Oriana Fallaci cuando calificó a Europa como una futura «Eurabia» repleta de cretinos.

Hermann Tertsch (ABC) exige la cooperación de los llamados ‘musulmanes moderados’ y la libertad de expresión.

Francia está desde el mediodía del miércoles en estado de excepción, lo va a estar mucho tiempo y nadie debe descartar que gran parte o toda Europa también lo esté pronto. Da bastante igual que los dos hermanos sean «lobos solitarios» que actúan juntos pero por su cuenta, o miembros de una célula enviada como comando por un centro de mando con instrucciones precisas. Da igual porque sufriremos casos de ambos tipos. El peligro no pasará nunca.

Más allá del estado de excepción en el que estaremos mucho tiempo, quizás generaciones, la sociedad abierta necesita de la lealtad y cooperación de las comunidades islámicas en su seno. Porque de ellas surgen los enemigos de la sociedad de todos. Y exigir un compromiso mucho más explícito, activo y auténtico, que hasta hoy es algo imprescindible para secar los pantanos del rencor religioso del que se nutre el islamismo. Todos y cada uno de los fieles musulmanes que viven en Occidente deben sentirse plenamente protegidos en sus derechos. Pero el mismo respeto que los demás les otorgamos, lo exigimos para todas y cada una de las leyes y reglas de la sociedad libre y abierta. Y también para la libertad de analizar y expresar la opinión sobre los efectos de toda cultura, toda religión y creencia sobre nuestra convivencia en seguridad y libertad.

Federico Jiménez Losantos (El Mundo), pesimista, asegura que ya existe la censura o la sensibilidad que reclaman los columnistas de El País

Cuando aún estaban calientes los cuerpos de Wolinski, Charb y demás víctimas del atentado islamista contra el corazón de la República Francesa, (…) ya estaban Willy Toledo, la Trujillo, los tíos de Podemos y la panda de Sortu justificando la masacre o exigiendo «respeto para el Islam». Esfuerzo innecesario: en Europa y los USA el terrorismo islamista ya ha impuesto una severa forma de respeto en los medios y la clase política: la autocensura autodenominada sensibilidad.

En los USA The land of the free, ni The New York Times ni Wall Street Journal han querido reproducir las viñetas sobre Mahoma que han costado la vida a los humoristas franceses, aduciendo su «sensibilidad hacia las diversas creencias». (…) El hecho es que su sensibilidad ha estado con los que pueden matar y matan; no con los que pueden morir y mueren. Y con ellos está la mayoría de los medios y los políticos occidentales. Ahora dicen temer que gane la extrema derecha. Su sensibilidad se lo haría pronto llevadero. Entre doblar dos rodillas o una, incluso hallarían cierto alivio.

Tengo que admitir que Raúl del Pozo (El Mundo) me ha sorprendido con una columna sobre la lucha secular entre España y el islam.

El recuerdo mítico que sienten millones de musulmanes por España lo resumió Cervantes: «Doquiera que estamos lloramos por España, que, en fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural». Claro que Cervantes no iba de multicultural o pactista. Perdió un brazo en Lepanto, estuvo cautivo en Argel y tenía mal concepto de los sarracenos; pensaba que eran embusteros, falsarios y quiméricos.

«Recuperaremos España». En su propaganda incluyen alhambras, mezquitas y castillos y hablan como si la guerra entre ellos y nosotros no hubiera terminado. En realidad la lucha apenas ha tenido tregua. Estuvieron aquí 8 siglos y quieren reiniciar la cabalgada que empezó en el año 711, 80 años después de la muerte de Mahoma, fundador de una religión de una irresistible fuerza de expansión. Cuando Tarik cruzó el Estrecho dio orden de descuartizar a los prisioneros cristianos y mandó cocer sus partes en ollas. Proclamaron el califato y el príncipe de los creyentes residía en Córdoba.

¿SON 12.000 LOS EUROPEOS QUE LUCHAN POR LA ‘YIHAD’?

Tenía ganas de leer la columna de Florencio Domínguez en La Vanguardia, porque, como ya sabemos, se trata de un verdadero experto en terrorismo. Nos advierte de que podemos estar a las puertas de una oleada de atentados terroristas como los que sufrió Europa en los siniestros años 70 y 80.

Los hermanos Kouachi han hecho realidad el mayor temor de los gobiernos occidentales que era, precisamente, que yihadistas experimentados regresaran de Siria, Iraq o Afganistán para matar en las ciudades europeas. Esto ya pasó en numerosos países árabes con los muyahidines que regresaron de luchar en Afganistán contra los rusos. A la vuelta se convirtieron en terroristas en sus territorios de origen.
Miles de yihadistas han salido de Europa para enrolarse en las filas de Al Qaeda o del Estado Islámico.

Los expertos no se ponen de acuerdo en la cantidad exacta: algunos hablan de seis mil, pero otros duplican la cifra. (…) Este tipo de retornados cambian el escenario en el que actúan, pero no abandonan la guerra.

Encuentro en la columna de María José Navarro (La Razón), tantas veces aquí citada por otros motivos, unas frases que me gusta recomendar.

Es difícil escribir algo sensato sobre los terribles sucesos de París sin que a una le tiemblen las manos, y más aún cuando ya se han dicho tantas cosas.

Se plantean también una serie de preguntas abiertas, complicadas de abordar. ¿Es necesario terminar hablando siempre de la Iglesia católica cuando se habla de islamismo? ¿Es esencial para el humor faltar al respeto a alguien en lo más profundo? ¿Es incompatible pedir respeto al diferente con pensar que es obligación de todos respetar los principios fundamentales del lugar en el que se vive?

Hay dos actitudes que me sorprenden sobre este atentado terrorista y sobre todos los demás: los equidistantes y los que aprovechan la ocasión para saldar viejas cuentas. Luis Ventoso pone al ABC de José Antonio Zarzalejos como modelo de información objetiva y sensata ¡en los atentados del 11-M! frente al amarillismo de Pedrojota, del que dice que fue tan malo, pero tan malo, que los dueños de El Mundo se lo quitaron de encima… con casi diez años de retraso.

Pero España es diferente. Aquí el patriotismo no se lleva. En una felonía imperdonable, instigada por Rubalcaba, el supuesto hombre de Estado, el PSOE, en lugar de brindar su apoyo leal al Gobierno de la nación se movilizó para convertirlo en el problema del atentado. Utilizó los 192 muertos como arma electoral. En un delirio del que aún se jactan, el primer partido de la oposición y la primera radio del país dedicaron más energías a culpabilizar al Gobierno de Aznar que a execrar a los autores de la repugnante matanza, la mayor cometida en España en tiempo de paz.

Hasta aquí, bien, y ahora empieza el desparrame:

Aprovechando el legítimo enojo de la derecha, un periodista de moral elástica y gustos amarillistas inició una campaña cuya tesis venía a decir que no había sido un atentado islamista, sino que se había gestado con fines políticos en las alcantarillas del Estado y con actores leales a los socialistas. Aunque el tiempo ha demostrado que aquello era un dislate, y hasta el periódico que sostuvo la teoría ha acabado desprendiéndose de ella -y de su promotor-, lo cierto es que enganchó a lectores conservadores, porque les daba la música que querían escuchar, aunque fuese fantástica. En una difícil y honorable elección, ABC hubo de optar entre dar al público lo que quería oír o atenerse a la verdad. Y sus editores y periodistas eligieron la verdad, aún a costa de una momentánea merma de audiencia. Sin embargo, aunque a corto plazo se pueda mitificar el periodismo de sensaciones e ideología variable, en la media distancia la ética y el rigor recogen sus réditos. El público retornó y la marca centenaria ha sacado lustre a sus tres letras al acreditar que intenta ofrecer algo ya infrecuente: principios y honor.

Otro que se emociona con ‘Gladiator’, cuando el general Máximo y sus compañeros se animan diciéndose «¡Fuerza y honor!».

EL PREMIO BYRON PARA MONEDERO Y ALMUDENA GRANDES

Fíjese, querido lector, si ha impresionado a los columnistas el último atentado islamista (¡cuánto experto en terrorismo y en islam ha surgido de pronto!) que el tema Podemos sólo lo hallo en tres piezas. Jaime González (ABC) bromea sobre la comisión de investigación por las adjudicaciones a la familia Sánchez en el Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid.

Al fin y al cabo, los Sánchez son una familia de Aúpa que se ha aplicado a sí misma la vieja fórmula marxista de la redistribución social de la riqueza.

En la Comuna de Rivas, el Ayuntamiento es laico, las iglesias amanecen con pintadas, no hay colegios concertados católicos, se propugna el impago de la deuda y las comisiones de investigación son una burla a la inteligencia del proletariado.

En El País, José María Ruiz Soroa escribe una tribuna sobre el carácter totalitario de Podemos, analizando su discurso. El título: ‘El peligro de una sociedad sin divisiones’. Muy recomendable.

Reflexionemos: cuando Podemos propone discursivamente su eje de antagonización, lo que sugiere no es una división de la sociedad en dos o más propuestas políticas distintas, lo que hace es declarar que la sociedad toda (la «gente decente») está de un lado del eje, del suyo, y lo que queda del otro lado es pura ganga política y moral (prescindible). De hecho, no propone un eje sino un límite. La sociedad decente que asume como suya Podemos no está atravesada por divisiones, ideas o intereses plurales, sino que es única o, si se quiere, es una realidad total no dividida: toda la gente decente, que por definición son todos los ciudadanos respetables, está ahí, en el lado del pueblo, que es su lado. Lo que queda fuera de esa totalidad no es sociedad, es corrupción. O es gente que todavía no ha descubierto su auténtica subjetividad porque su mentalidad está todavía manipulada por el marco comprensivo neoliberal (Monedero).

En sus declaraciones públicas late este totalitarismo de nuevo cuño. Cuando afirman que no son de derechas o izquierdas, centralistas o nacionalistas, sino que son demócratas y punto, no están practicando una retórica simplona (o abusando de una indefinición táctica que les conviene ahora), sino que están definiendo su representación en unos términos tan amplios que expulsan inmediatamente a todos los demás del campo de juego, convirtiéndolos en no-demócratas.

Ignacio Ruiz Quintano (ABC) pone el humor a cuenta de Podemos y sus argumentos de barra de bar de la facultad de Políticas de la Complutense y propone la instauración del premio Byron para quienes están listos para sacrificarse (o sacrificar a los demás) por la independencia de Grecia .

Si yo fuera Wert, que no sé si sigue siendo ministro, o Lassalle, que no sé si sigue de baja por maternidad, ordenaría la creación de un premio Lord Byron, con piñata económica a cargo de Cultura, para distinguir a aquellos intelectuales de reconocido prestigio que se declaren (ya se supone que en los medios de Prisa, donde empiezan a faltar premios) dispuestos a entregar su vida a la causa de la independencia griega.

-Grecia es la bomba de Hiroshima del Cuarto Reich -ha dicho Monedero, que no sería un mal Byron.

El primer renglón ya lo tiene escrito.

Almudena Grandes, que ha anunciado su renuncia a cobrar los que le toque de la deuda pública griega suscrita por el Reino de España, también podría presentarse a este premio.

PREGO LAMENTA LA POCA PENA QUE LE PUEDE CAER A ARTUR MAS

La aceptación a trámite por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña de varias querellas contra Artur Mas aparece en unas pocas columnas.

Victoria Prego (El Mundo) se alegra del triunfo de la Ley sobre el atropello:

Nos encontramos con que lo más que les puede pasar a Mas y a sus colaboradores es ser condenados a una pena de multa y a un período de inhabilitación. Un precio bajísimo para la enormidad de lo atacado. Pero así es la ley que nos rige.

Hecho está y, aunque sea por la mínima, queda claro que nuestro país no es todavía una jungla en la que rija salvajemente la impunidad.

Pablo Sebastián (Republica.com) anuncia que Mas se va a hacer la víctima:

Resulta inimaginable que el Presidente de Cataluña se pueda escapar de su responsabilidad ante la Justicia. Algo que Mas va a querer, una vez más, politizar haciéndose la víctima y que, a la vista del auto de admisión a trámite de las querellas, podría condicionar su decisión de adelantar o no las elecciones autonómicas catalanas tal y como se lo exigen sus aliados secesionistas de ERC. Una convocatoria que, de llevarse a cabo, constituiría el último acto o la fuga hacia delante de Artur Mas en este fallido proceso con el riesgo añadido para CiU de un derrota o una pérdida notable de escaños, con respecto a los resultados obtenidos por esta coalición en los comicios de 2010 (62) y de 2012 (50), y todo ello en el beneficio de ERC.

Naturalmente estos dos procesos de alcance político y social no son los únicos en curso. Hay muchos más relativos a la banca y la corrupción de los políticos y ahí especialmente los que afectan al PP (Gürtel y Bárcenas, entre otros), o al PSOE (EREs y cursos de formación). De manera que todo apunta a que el año electoral de 2015 también será un año judicial donde se verán asuntos y escándalos de gran calado político y social.

ANTONIO GALA, CALLADO SOBRE EL ATENTADO DE PARÍS

Pocos columnistas tratan otra de las grandes noticias del día: la ampliación de capital del Banco Santander y su reducción del dividendo. Los que lo hacen coinciden en subrayar la mano dura de Ana Patricia Botín y dejan el acierto de las medidas a la aprobación del mercado.

Íñigo de Barrón (El País):

Ana Botín ha completado el giro estratégico del Banco Santander, tras tomar el poder en septiembre pasado por la muerte de su padre Emilio. 2015 es su fecha de arranque y lo ha hecho con fuerza. Tras cambiar el consejo de administración y la comisión ejecutiva, incluyendo al consejero delegado, ha dado el golpe definitivo para implantar su estrategia, muy diferente de la de su antecesor.

Fernando González Urbaneja (Republica.com):

Los Botín han sido siempre decididos, distintos en las sucesivas generaciones, pero siempre con un punto de audacia que pudiera tener dosis genéticas. Ana Botín optó por la audacia, por respuestas rápidas que eviten debates que desgastan y que exigen demasiadas explicaciones que pueden distraer de los objetivos esenciales: crecimientos rentables, diversificación.

Para elegir el premio a la columna ridícula he dudado entre la del nuevo francófilo que hay en ABC, junto a Gabriel Albiac. Se trata de David Gistau (ABC), que redacta su columna en francés. Pero al final se lo concedo a  Antonio Gala por su billete en El Mundo.

Uno de los máximos publicistas del islam y de la Al-Andalus de tebeo, que ha reconocido que Isabel la Católica es la figura histórica que más desprecia, sigue callado sobre la matanza de París. Su columnita, titulada ‘Devaluación interna’, es un lamento por el regreso a la rutina después de las fiestas navideñas, en el que destaca la novedad (¿novedad?) de Grecia. Y la última frase, metida con calzador, una mención a las «religiones asesinas». ¿Se refiere al culto azteca?

¿Hay algo nuevo todavía? Quizá la situación de Grecia, «atrapada en una trampa», fallados los programas de austeridad que buscaban la devaluación interna… Siempre y todo lo mismo a la larga: vuelta de religiones asesinas y de falsas rebajas y de adelgazamientos…

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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