García Domínguez propone que Europa acabe con la "ruinosa austeridad" para salir con la crisis
Mientras repaso la prensa del 4 de febrero de 2015, voy separando cigarrillos en dos grupos. Junto a las migas de la tostada, un soldado por cada columna que apoya a Pedro Sánchez y en el platillo del café otro por cada columna en contra. Y resulta que los columnistas de derechas o aquellos a los que leen los de derechas están a favor del apuesto secretario general del PSOE. Curioso, ¿verdad?
En ABC, Camacho entona un canto al bipartidismo que ríase usted de los cantos a los césares. A ver cuándo entienden algunos que en España no hay bipartidismo, sino bipartidismo imperfecto, o sea que un tercero, CiU en el caso español, tiene la sartén por el mango.
Pero aunque los suyos expresen dudas -y rechazo-, el gesto conviene a un partido que necesita recuperar su aureola de alternativa de poder, de receptor de voto útil. En la foto de Moncloa había un presidente en ejercicio y otro que puede serlo si deja de sentirse emparedado, si se llega a creer su liderazgo. El ahora maldito bipartidismo es el modelo de las democracias más sólidas y el que ha permitido el progreso de España; lo peor que puede ocurrir es que alguno de sus actores se sienta encogido, titubeante, acomplejado. La imagen del acuerdo antiyihadista beneficia a Sánchez porque le presenta como el relevo natural del PP y ofrece a los ciudadanos la garantía de continuidad en las políticas de Estado. Eso era lo que deseábamos no hace tanto. Antes de que la prédica del populismo inoculase en cierta opinión pública el virus nihilista que transporta la enfermedad del enfrentamiento.
Carrascal me causa la primera carcajada del día al afirmar que Pdr Snchz tiene «fibra de hombre de Estado». ¿El mismo que dijo que aprendió a ser feminista en el PSOE? ¿Qué galletas tienen esa fibra, don José María?
Hablar de vencedor y vencido me parece miserable. La vencedora fue España, y, en este sentido, los dos. Incluso me atrevo a decir que, contra lo que a primera vista parece, quien más ganó fue Sánchez. Con el aliento de Podemos en su nuca, el líder socialista no ha hecho más que tropezar desde que, recién nombrado, se opuso a que un socialdemócrata alemán, Martin Schulz, presidiera el Parlamento Europeo, hasta llegar a decir, hace poco, que no firmaría ningún pacto con el PP. Ahora ha firmado uno. Pero eso, que seguro va a traerle críticas desde la izquierda, demuestra que tiene fibra de hombre de Estado, al anteponer los intereses de su país a los de su partido y a los suyos propios. Que es lo que necesita si quiere gobernar un día España.
José María Marco (La Razón) asegura que este fruto del bipartidismo beneficiará a PP y PSOE.
Un pacto de Estado como el que acaban de firmar PP y PSOE indica que la acción contra el terrorismo yihadista queda sustraída de la política partidista. Y eso, justamente, es lo que anda pidiendo la ciudadanía española casi a voz en grito, unas veces mediante la abstención, otras mediante la intención declarada de votar a otras organizaciones. Es seguro que si los dos grandes partidos fueran capaces de alcanzar acuerdos de Estado, es decir, nacionales, sobre asuntos que los españoles saben que son esenciales (la educación, las pensiones, la función pública), esos dos partidos empezarían a recuperar la confianza perdida.
En el bando anti-Sánchez militan, paradójicamente, columnistas progres.
Toni Bolaño (La Razón) glosa una conferencia que dio el secretario general del PSOE en Barcelona hace unas semanas y me parece detectar un tono de incredulidad.
No se anduvo con circunloquios. Fue al grano de inmediato. Exigió el fin de la troika y de las políticas de austeridad apostando por un «modelo de gobernanza más democrático». Pidió árnica para Grecia porque «debe quedarse en el euro» y apostó por refinanciar su deuda. Después del aperitivo entró en el plato fuerte. Dirigió sus dardos a Mariano Rajoy, al que le acusó de falsear la realidad económica.
Sánchez sigue su camino aunque en el horizonte los nubarrones demoscópicos siguen amenazando su camino. El próximo disgusto se lo puede dar el CIS relegándole al tercer puesto. Sin embargo, sigue empecinado en su camino porque también tiene «ambición de crecer».
LA CLAVE ESTÁ EN LA ENCUESTA DEL CIS
Me sorprende que una oficial del Batallón de la Guardia de La Moncloa como Curri Valenzuela (ABC), en vez de aplaudir enfervorizada a Sánchez, explique por qué éste ha firmado el pacto.
El dato fundamental que pudo inclinar a Pedro Sánchez a firmar el pacto antiyihadista con Mariano Rajoy es uno que pocos en el Gobierno y aún menos en el PSOE conocen: el de la encuesta del CIS, con intención de voto, a punto de publicarse que confirma la posición de Podemos como segunda fuerza política, por detrás del PP y por delante de los socialistas; un varapalo para estos que habría acarreado muchas mas críticas a su secretario general que las que está recibiendo por haberse fotografiado con el presidente del Gobierno en La Moncloa.
Pablo Sebastián está cavando la tumba para enterrar al socialista. ‘La metamorfosis del PSOE en PASOK’ pone como título a su columna, para asustar a los socialistas.
El gastador Pedro Sánchez, del PSOE, aprovechó la ocasión y firmó allí mismo su propia rendición.
Y el angelito de Pedrito todavía quiere más pactos de Estado, más firmas en el salón de columnas sobre Educación o sobre lo que sea. Porque él supone que eso le da empaque e impresiona mucho a Susana Díaz y Carme Chacón
La verdad es que, como en el juego de las cerezas que se enredan las unas con las otras cuando alguien empieza a sacarlas del cesto, Pedro Sánchez va de error en error.
Cuando un político como Sánchez tiene que dar explicaciones dentro y fuera de su partido sobre lo que acaba de firmar con Rajoy, malo, porque las explicaciones largas y además incomprensibles llevan a las sospechas. Y si para arreglarlo y convencer a los suyos se dice eso de lo ‘lo haría otra vez y con más asuntos’, que es lo que viene a decir Sánchez, pues peor.
Pero la columna más dura es la de Santiago González (El Mundo), que asegura que el PSOE es un partido antisistema.
Mi buen amigo Antonio Portero mostraba cierta perplejidad ante la promesa del joven Sánchez de eliminar cuando gobierne la prisión permanente revisable que el lunes aceptó bajo perífrasis en el papel que firmó con Rajoy en La Moncloa. Es el mismo Sánchez que propuso modificar la modificación de la Constitución (art. 135) que él mismo había votado a propuesta del entonces presidente Zapatero. «Luego se quejan de que no les entienden», decía melancólico mi amigo.
Tras una introducción humorística basada en la paradoja, la almendra.
El PSOE ha perdido su condición de referencia y sus propios dirigentes no saben dónde están, si son autonomistas o federalistas, monárquicos o republicanos indolentes, si se sienten más próximos a Podemos o al PP. El PSOE, en la práctica, no es un partido institucional y muchos de sus dirigentes muestran más temor a los acuerdos con partidos democráticos que a los coqueteos fuera del sistema.
Ésta es una cuestión notable, porque en la práctica no le hacen ascos a los apoyos del PP. Por ejemplo, cuando el denostado Mayor Oreja ordenó a todos los concejales populares vascos que apoyaran la lista constitucionalista más votada tras las municipales de 2003, que era la del PSE en algunos destacados ayuntamientos.
Y después de los datos, de nuevo al humor.
Odón Elorza fue alcalde de San Sebastián con los votos del PP. Patxi López fue lehendakari con el apoyo de los 13 parlamentarios del PP. Pero ambos aceptaban el hecho como los puteros cualificados van a lo suyo los sábados: de tapadillo, con nocturnidad y por el callejón. Luego se sorprendían porque los votantes no valoraban un acuerdo de gobierno que ellos ocultaban de manera vergonzante.
Aunque Antonio Casado (ElConfidencial.com) también aplaude el pacto, su columna contiene una frase que corrobora la sentencia de González.
El pacto antiterrorista entró ayer en el telar parlamentario. Buena noticia. El expresidente del Gobierno Felipe González alabó el sentido de la responsabilidad mostrado por Mariano Rajoy y el líder del PSOE, Pedro Sánchez, a pesar de la discrepancia sobre la cadena perpetua. González duda de su constitucionalidad, como Sánchez, pero ambos coinciden en que de ninguna manera podían permitir que ese escollo impidiera la unidad política frente al desafío del yihadismo. La unidad que todos echamos de menos un jueves de sangre de hace ya más de diez años.
En efecto, el PSOE, azuzado por la SER, se echó al monte en 2004 porque no aceptaba permanecer cuatro años más sin chupar poder.
Para cerrar esta sección, traigo a Enric Juliana (La Vanguardia), que teme que el pacto contra el terrorismo islamista contenga amenazas al pobre Artur Mas.
Habrá que convenir que la inclusión del «desorden público» en la misma lista que los atentados con fusil ametrallador, el secuestro de barcos y aviones, o el acopio ilegal de armas de fuego, munición y explosivos, se presta a una interpretación algo inquietante del necesario ajuste de la legislación española ante la ofensiva que puede tener lugar en suelo europeo como consecuencia de la grave inflamación del fundamentalismo islámico en las guerras de Siria e Iraq. No parece que la red Al Qaeda y ese atajo de criminales del Estado Islámico, que acaban de quemar vivo a un piloto jordano, tengan como objetivo reinterpretar la Constitución española de 1978. En el redactado inicial de la reforma, ese mismo artículo 573 (del Código Penal) conceptuaba como terrorismo los delitos de sedición y rebelión. La máquina de pulir los eliminó. ¿Habrá segunda tanda de lija y barniz?
ALFONSO USSÍA REIVINDICA LA CORBATA FRENTE A LOS ROJOS
José García Domínguez se separa de los dogmas liberales que marcan la línea editorial de Libertaddigital.com y reivindica el gasto público como elemento imprescindible para acabar con la crisis en Europa. Para mí, la columna más recomendable del día.
Nos dijeron que debíamos tomarnos el aceite de ricino de la austeridad para arreglar las cuentas del Estado reduciendo su endeudamiento, pero resulta que ocurre justo lo contrario: cuantas más y más amargas dosis de austeridad nos aplican, más y más aumentan esas deudas. Tanto dolor, tantos sacrificios, tanto sufrimiento humano para nada. Para absolutamente nada. ¿Cómo entenderlo?
Creían que si, en un contexto de crisis, el Estado deja de gastar un euro, en el peor de los casos no sucedería nada. Pero resulta que sí sucedió. Vaya si sucedió: por cada euro que el Estado renunció a gastar en nombre de la austeridad, el valor del PIB cayó en promedio 1,7 euros. Son cálculos de un miembro de la Troika, el FMI, que ha tenido que reconocer oficialmente su inmenso error. Y es que la doctrina de la austeridad ha operado en la práctica como el motor de un círculo vicioso: cuanta más austeridad, más caídas del PIB; cuantas más caídas del PIB, más disminución de ingresos para el Estado; cuanta más disminución de ingresos del Estado, más necesidad de emitir deuda pública para cubrir los gastos. Y vuelta a empezar.
Desengañaos, solo hay una manera de acabar con el ruinoso incremento de la deuda pública: acabar con la ruinosa austeridad.
Sobre la crisis política que ha causado en la zona euro el nuevo Gobierno nacional-socialista-masculinista griego Alfonso Ussía hace su particular aportación: bronca al economista Varoufakis, el nuevo héroe de García Domínguez, por no llevar corbata.
El gran problema de estos descorbatados de lujo no es otro que su permanente confusión entre el leninismo y la corbata. Se creen los inventores del ruinoso sistema y no acuden a las hemerotecas. De hacerlo, apreciarían el estricto sentido de la cortesía indumentaria de sus predecesores soviéticos. Lenin, la momia, lleva corbata y se la cambian dos veces al año. Gromyko, el gran ministro soviético de Exteriores, viajaba con diez corbatas, todas negras, y se las anudaba al cuello con una exactitud pasmosa. Y el último ministro de Exteriores de la URSS, el georgiano Shevarnadze, no sólo cumplía a la perfección con la norma corbatera, sino que sus camisas se las hacía en Londres, en concreto, en «Goldman & Prowst». Y estos tontos no sólo creen que la corbata es de derechas, sino que también consideran conservadora y cavernícola la lavadora. Cumplen una visita de quince días por los países de la Unión Europea con la misma camisa azul fosforescente, la misma chupa de cuero y es de suponer, que con los mismos calzoncillos.
A ese tío, hay que lavarlo, vestirlo y ponerle en la maleta dos mudas. Una cosa es que insista en presentarse como el chulo de Europa y otra muy diferente, que el chulo de Europa carezca de educación. Con un timador limpio, se puede alcanzar algún acuerdo. Pero con un estafador nostálgico de corral, el acuerdo es imposible.
Los rojos de antes sí que eran de derechas.
PURGAS EN EL PCE PARA OBEDECER A LOS SOVIETS DE PODEMOS
Y no puede faltar Podemos.
Federico Jiménez Losantos (El Mundo) escribe sobre otros rojos, los del PCE, y su querencia por las purgas: Tania purgando a sus camaradas como Stalin a los suyos.
Y sin embargo, sin conocer el leninismo y las fechorías bolcheviques no puede entenderse lo que pasa en el PCE, que está siendo purgado por Tania Sánchez al servicio del Leninín de la Complu, su camarada íntimo. Anteayer, el neomenchevique Cayo Lara purgó a Gordo y Ángel Pérez, que es como liquidar a Trostki y Bujarin si Gordo y Pérez hubieran hecho algo serio. Pero lo pasmoso de la purga en el PCE es que la está haciendo una minoría, la bolchevique, que se proclama mayoría y que apoyada en los soviets de Podemos está liquidando, desde fuera y desde dentro, a la cúpula del PCE. Tras La Pasionaria, la Podemaria. Tras Carrillo I, Pablo Iglesias II. Escalofriante.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) asocia la memoria histórica a la pérdida de memoria. Recuerda que recién muerto nadie reivindicaba la el antifranquismo; otra cosa era la revolución.
Uno hizo periodismo en ese bar, donde bebíamos porque las estrellas eran crueles, y el mundo, tan ocioso como una peonza. El dinosaurio de Podemos ya estaba allí: eran igual de turras, sólo que en vez de por Chávez rezaban por Ceaucescu, que les pagaba el veraneo en Constanza.
Entonces no se hablaba de lucha antifranquista: estaba la cosa tan reciente que nadie tenía el morro de inventarse un pasado.
De antifranquismo se habla ahora, cuando, gracias a dos damas de acrisoladas virtudes, se cumplen los dos sueños de Franco: acabar con los comunistas, obra de Tania Sánchez, señora de Iglesias, y «ni un trabajador sin bicicleta», obra de Ana Botella, señora de Aznar.
¡Quién nos lo iba a decir en aquel bar!
Prosigue el goteo de columnas sobre José Manuel Lara. Javier González Ferrari (La Razón) defiende que La Sexta fuese altavoz de Podemos con el eufemismo de la pluralidad.
Gracias a su empuje y su determinación Atresmedia es hoy, de largo, el primer grupo audiovisual de España en el que todos los ciudadanos de este país pueden sentirse cómodos porque en los medios que lo componen la pluralidad esta garantizada.
Otra columna destacable es la que escribe Luis Ventoso (ABC) desde Londres sobre el último experimento eugenésico para mejorar la raza humana aprobado por el Parlamento británico: los bebés de tres padres.
Pero una vez más se ha soslayado el debate moral de si el fin justifica los medios. ¿Dónde ponemos el límite? La ciencia seguirá avanzando. Llegarán modificaciones genéticas de laboratorio que permitirán diseñar bebés más listos, más lindos y más sanos que los de los padres ajenos a esas prestaciones. Arribaríamos a una humanidad marcada en origen por la chequera. La pesadilla de pelis chuscas de ciencia-ficción, tipo la «La fuga de Logan» o «La isla», hecha de repente realidad.
Sorprende que toda la pasión que dedican algunos ecologistas a inmolarse ante una mazorca de maíz transgénico se convierta en silencio cuando se habla de recauchutar en el laboratorio la propia vida del hombre, aquel animal tan importante que algún día hasta se le concedió que tenía un alma. Claro que eso ocurrió antes de la era del pragmatismo extremo y la moral de quita y pon. Pero si ya no hay alma ni principios morales inamovibles, ¿qué nos diferencia entonces de los pollos? ¿El móvil, Twitter y los muebles de Ikea?
LEILA GUERRIERO REVINDICA EL TAMPÓN. ¿Y LA COMPRESA?
Carmen Rigalt (El Mundo) empieza escribiendo sobre San Valentín y acaba dando un bolsazo a Edurne Uriarte por meterse con Carmen Lomana y su novio Juan Carlos Billetero.
Tanto hablar de Podemos y se me ha olvidado el amor, que tan buenas tardes me dio mientras la política se hacía en los despachos. Ahora todo ha cambiado y hasta Edurne Uriarte, que entonces ejercía de chica Telva en la Universidad, ha abierto los ojos ante la evidencia del fenómeno. Cuando ella dice eso tan antiguo y señorial de que «Podemos gusta a las señoras de la jet set» es que ha oído campanas pero no sabe dónde.
La tribuna en El País del ideólogo mundialista (o como lo queramos llamar) Timothy Garton Ash, amigo o socio de Juan Luis Cebrián, me provoca un escolofrío. La línea del periódico progresista en la relaciones de Europa con Rusia parece ser la del enfrentamiento, incluso llegando a la guerra. Supongo que los hijos y nietos de Cebrián se apuntarán a ella. Cual estratega de salón, Garton Ash, como Bernard-Henri Levy en varias tribunas el año pasado, explica cómo derrotar a Vladímir Putin, que, oh paradoja, es el único gobernante europeo al que el terrorismo islámico no ha arrodillado.
Vladímir Putin es el Slobodan Milosevic de la antigua Unión Soviética: igual de malvado, pero más grande. (…) Si nuestra historia nos ha enseñado algo, es que debemos detener a Putin. Pero, ¿cómo? (…) La diplomacia volverá a tener su momento, pero no es este.
Debemos endurecer las sanciones económicas contra el régimen de Putin, que, unidas a la caída del precio del petróleo, están teniendo ya importantes repercusiones en la economía rusa.
Ucrania necesita armas defensivas modernas frente a las ofensivas de Rusia.
Debemos contrarrestar esta hábil propaganda, no con mentiras, sino con informaciones fiables y una variedad escrupulosa de opiniones distintas. Y nadie puede hacerlo mejor que la BBC.(…) El Gobierno británico también podría aportar algún dinero, sin poner en peligro la independencia de la BBC. Si alguna vez ha habido pueblos necesitados de informaciones veraces e imparciales, son los rusos y los ucranios en estos momentos.
También en El País encuentro la columna ridícula del día. Leila Guerriero reivindica el tampón.
Perdonen -la indignación nos hace exagerados-, pero, para muchas, el tampón fue un viento de libertad: de acción, de movimientos. Pues bien. En la Argentina -según las empresas, por trabas a los importados; según el Gobierno, por imprevisión empresarial-, no se consiguieron, este verano austral, tampones durante muchas semanas. La noticia fue cubierta por los diarios de forma burocrática, en televisión sólo produjo burlas escatológicas, y el Ministerio de Economía declaró: «No hay faltantes de productos sensibles». ¿Se puede vivir sin tampones? Claro. Pudimos vivir sin derecho a voto. Pero algo estamos haciendo mal si la salud femenina -entérense: un tampón es para eso- todavía nos parece un tema menor o digno de burla.
En conclusión, para Leila Guerriero el desastre del Gobierno peronista se resume en que no hay tampones. ¿Y qué ocurre con las compresas?, ¿son herramientas de dominio patriarcal?