Ussía propone que la final de la Copa se juegue en un estadio vasco o catalán
Mientras recuento los cigarrillos con que voy a empezar el día, me sonrío pensando en lo sencillos y previsibles que son los compañeros de la prensa. ¡Más simples que el mecanismo de un reloj, y que nadie se dé por ofendido! Si mi pescadero recortase las columnas dedicadas a Esperanza Aguirre, tendría papel para envolver el pescado vendido durante todo el día.
Y, la verdad, después de leerlas uno no entiende por qué Luis Herrero, Jiménez Losantos y los tres o cuatro liberales más que hay en España lloraban a lágrima viva. ¡Si parece que Aguirre ha salido de Moncloa después de darle una zurra a Rajoy, beberse el coñac del palacio y atropellar a los guardias!
La jornada comienza con la carcajada que me procura Miguel Ángel Aguilar, que hoy hace doblete en La Vanguardia y El País. En el periódico del conde de Godó se queja de que Aguirre hace campaña con dinero público.
Mientras, con dinero de todos los contribuyentes censados en Madrid se ha puesto en marcha un bombardeo publicitario del PP. Sin memoria para las broncas padecidas, exhiben la educación y la sanidad como logros y prometen rebajas fiscales imparables. ¿Hay quién dé más?
Pero Miguel Ángel, querido, que la campaña se la estamos haciendo los periodistas, tú por ejemplo, que dedicas tus dos columnas a ella.
En El País, Aguilar recurre a la fiesta nacional y compara a Esperanza con El Cordobés.
Vayamos al toro. Porque la señora presidenta del Partido Popular de Madrid, designada el viernes a la caída de la tarde como candidata a la alcaldía de la Villa, ha logrado toda una lidia difícil y la ha consumado haciendo faena a los cinqueños de la acreditada ganadería de los genoveses que dejaron constancia de muy malas intenciones, ofrecieron una embestida bronca y derrotaron con peligro por la derecha.
Esperanza no se arredró y vio la oportunidad de parar, templar y mandar, sometiendo primero a María Dolores de Cospedal y luego a Mariano Rajoy, con los que resucitó la olvidada suerte del teléfono, cuando el torero abandonaba la muleta y el estoque y apoyaba el codo en el pitón, en una postura que desencadenaba el delirio del público de hace dos décadas porque era la prueba irrebatible del pleno dominio del espada sobre su enemigo.
LUCÍA MÉNDEZ RIÑE A RAJOY POR SU «INSENSATEZ»
Lucía ‘Moncloa’, perdón, Lucía Méndez reconoce que Aguirre nos hace la vida más entretenida.
Con ella, el presidente del Gobierno tiene garantizada esa odiosa pero a la vez adorable agitación sin la cual su vida sería muy aburrida. Entendemos a Rajoy porque eso nos pasa un poco a todos. También a los periodistas. ¿Qué haríamos nosotros sin ella? En un partido donde nadie dice ni mu, ella es un chollo, plenamente transparente. Sin trampa ni cartón.
Y luego repasa las obras y los hechos de Aguirre, desde el accidente de helicóptero al corrupto Francisco Granados, y asegura, rotunda, que Aguirre nunca sería candidata a las alcaldías de las grandes capitales del mundo mundial.
Con este currículum, seguramente sería impensable que fuera candidata a la Alcaldía de París, Londres o Nueva York. Madrid, sin embargo, es diferente porque el PP también es diferente. Hasta Rajoy es diferente. Pide a los madrileños que voten como alcaldesa a una mujer a la que él no quiere como presidenta del PP de Madrid. Y como no puede haber paz nunca entre los dos, se asegura a sí mismo y nos regala a todos ese cautivador y necesario toque de insensatez.
Vaya, Lucía Moncloa no conoce a Boris Johnson, el alcalde conservador de Londres, ni a Bill de Blasio, el alcalde demócrata de Nueva York.
Arcadi Espada (El Mundo) se pregunta si ésta es la misma señora que anunció su retirada de la política hace dos años.
La candidata a la alcaldía de la capital del partido que gobierna España y Madrid, Esperanza Aguirre, es una mujer que dijo hace dos años que abandonaba la política. Lo dijo tras dimitir de la presidencia de la comunidad de Madrid, donde había convivido durante 8 años en la máxima intimidad política con un hombre, Francisco Granados, hoy encarcelado por presuntos delitos contra la Hacienda Pública, blanqueo de capitales, integración en organización criminal, tráfico de influencias, cohecho, malversación de fondos, prevaricación y fraude. Y dimitió dejando en el cargo a su hombre de máxima confianza, el hasta entonces vicepresidente Ignacio González, que pocas semanas después de llegar a la presidencia compraba un ático en Marbella a una sociedad pantalla radicada en un paraíso fiscal.
Y concluye comparando la hiperactividad de Aguirre con la dejadez de Rajoy.
Influido quizás, en la hipótesis más optimista, por el paisaje técnico y moral descrito, el presidente del Gobierno y presidente nacional del Partido Popular acarició la idea de organizar una gestora del partido en Madrid. Pero, probablemente, tuvo problemas lógicos para acatar que al mismo tiempo que destituía a la persona que dirigía el partido en Madrid la designara candidata por la ciudad de Madrid.
Y así el presidente una vez más se aplazó.
José María Marco (La Razón) reconoce que Espe es populista, pero es una populista buena, y Mariano ha sido muy listo al escogerla. ¡Todos contentos!
Por otro lado, la crisis ha conducido a la aparición de corrientes populistas que enarbolan los principios «auténticos» de la derecha, «traicionada» por este nuevo centro. En el caso español, Esperanza Aguirre está en este punto… con las características propias de nuestra vida política: populismo, sin duda -y del clásico, es decir a lo grande-, pero ausencia, al menos hasta el momento, de las actitudes anti-elites tan propias de los populismos. Era de esperar en quien forma parte y no irrelevante, de la elite de su partido.
Sin embargo, en el mismo periódico Ely del Valle no cree que las cosas vayan tan bien dentro del PP.
Otro gallo es el del PP donde el asunto puede complicarse porque en la lista al ayuntamiento, Génova intentará colar a alguno de los suyos entre los elegidos por Aguirre que, como presidenta del PP madrileño, querrá hacer lo propio con la de Cifuentes que, a su vez, procurará, como no puede ser de otra manera, formar su propio equipo de cara a un futuro gobierno. Un lío que los populares tendrán que resolver con menos pólvora que la que han utilizado para desaprovechar la oportunidad única de sacarle rendimiento a los navajazos internos del contrario sumándose, contra toda lógica, a la política del «quítate tú para ponerme yo» de la que no han conseguido liberarse ni ellos, ni los Iglesias, ni las Tanias, ni los Garzones, ni quienes tuvieron que recurrir al cerrajero de urgencia, y que es precisamente esa política de la que los ciudadanos están hasta el moño. Un par de campañas como ésta y acaban todos en el vertedero de Valdemingómez.
TERTSCH: ¿EN QUÉ SE DIFERENCIA LA CÚPULA DEL PP DE LA DEL PSOE?
El análisis electoral más destacado es el que hace Ignacio Camacho (ABC): Aguirre no es renovación, y por eso ha sido escogida.
Acuciado por el desapego de su electorado tradicional ha efectuado una apuesta de clara índole conservadora: una candidata del PP para los que les gusta el PP. Pata negra.
Esperanza representa cualquier cosa menos una renovación. En la crucial plaza madrileña el marianismo ha optado por apelar a un voto de raíces clásicas estimulado por una dirigente alérgica a la indiferencia, determinada a recuperar a los electores desencantados en torno a una bandera de la vieja guardia. Si algo garantiza la candidata en medio de una organización desanimada es disposición para dar la batalla. Representa el antiarriolismo: incorrecta, aventurera, combativa, osada. Su principal riesgo es precisamente el de la falta de sintonía con el actual PP, pero la situación crítica del partido requiere repescar a los reservistas. Aguirre dará dolores de cabeza antes de las elecciones y si las gana también después. Usa un iphone pero, como las blackberrys, es distinta, veterana, fiel a sí misma. Y tiene la batería larga.
Algo parecido escribe Hermann Tertsch (ABC): los políticos de derechas no quieren ser de derechas. Primero describe el complejo y se pregunta si los progres del PP están en este partido porque en el PSOE no podría medrar tan fácilmente.
No lo hay. Al menos en el Parlamento. Al menos de momento. El ridículo complejo del franquismo les tiene paralizadas las meninges. Cuando no es pensamiento débil es puro miedo. Ni para pedir el voto se atreve ya el PP a hablar de la derecha. De esos millones de españoles que siempre respondieron a las promesas de hacer política de derechas. Con dos mayorías absolutas en poco más de una década. Que fueron engañadas, porque alguien decidió que los españoles votaban a la derecha para que hiciera una política de izquierdas. Los que se decían siempre de centro-derecha, son ya desde hace mucho centristas o izquierda cursi con ropa de marca. Como esos dirigentes del PP que llevan su ambigüedad hasta hacerlos intercambiables con cualquier socialista blandito. O con cualquier nacionalista con veleidades «progresistas». El PP está hoy lleno de gente que parecen estar allí solo porque en otros partidos les sería más difícil medrar.
Y comparte con Camacho la explicación de que Aguirre tratará de movilizar a los votantes de derechas.
Ahora se nombra a Esperanza Aguirre para que ella logre la improbable gesta de mantener la alcaldía en poder del partido de Mariano Rajoy, Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro. Con el único voto que puede hacerlo posible, que es el de la derecha, despreciada por ellos y que a ellos no los votaría. Y que ya tiene más opciones. Mientras, Celia Villalobos hace campaña para la derecha de VOX y Rafael Hernando y Juanma Moreno Bonilla inventan chistes, no de rompetechos sino de rompesuelos electorales, y hacen regalos a Ciudadanos. Así las cosas, los milagros son complicados. Pero si Aguirre consigue llevar a la vilipendiada derecha madrileña a votar, será porque la ha convencido de que ese voto es para mucho más que para la alcaldía de Madrid.
ZARZALEJOS PRONOSTICA LA DERROTA DE CIFUENTES POR PROGRE
Hasta los enemigos de la única política liberal que hay en España están más enfadados con Rajoy que con ella.
José Antonio Zarzalejos (ElConfidencial.com) me causa la segunda carcajada del día al llamar a Aguirre «dinosaurio». ¡Habló un adolescente!
A Aguirre le han puesto, además, una compañera de ticket, Cristina Cifuentes, que le va a durar un asalto: el tiempo que tarde Ángel Gabilondo en devorársela en la comunidad. Progresista por progresista siempre es mejor el original socialista a la copia popular.
La lideresa seguramente será alcaldesa de Madrid -pactará con quien sea necesario- y seguirá al frente del partido hasta que le pete porque pudiera ocurrir que controlando la organización en el «rompeolas de España» espere a que Rajoy juegue sus cartas en las generales y se rompa la crisma. Ella seguirá allí como el dinosaurio en el cuento de Monterroso.
Por eso, la ‘Operación Monigote’, frustrada, fracasada, ha servido sólo para empoderar a una Aguirre que lee los labios de los electores de la derecha-derecha, y dimensionar la poquita cosa que tiene en el balcón de enfrente. Ella hace política; los otros, calceta.
La «derecha-derecha»… Pero José Antonio, que tu padre fue gobernador civil de Vizcaya en el franquismo, que dirigiste ABC… ¿Vas a ser como Cebrián un rojo encubierto?
La solidaridad femenina, tan corriente en la vida política y periodística, la rompe Pilar Rahola (La Vanguardia), que anuncia bofetadas de Espe a «los catalanes», o sea, a los nacionalistas catalanes. Otra columna que es una muestra de ese «respeto» que no se les cae de la boca a los separatistas.
Y en estas llega doña Esperanza y desenfunda su fusil. Ciertamente, si cabían más piezas exóticas en el circo, el retorno de Aguirre añade color, ruido y dinamita retórica al espectáculo, no en vano se trata de la líder política más correosa del panorama, y llega con ganas de juerga.
Personalmente creo que es una candidata excelente, y no tanto por sus virtudes políticas -que las tiene, nos guste poco o nada-, sino por la dureza pétrea de sus defectos. Es autoritaria, y los sectores más conservadores de la derecha piden autoridad a gritos; es provocadora, y en los tiempos del PP del pensamiento débil, los suyos van a disfrutar con los dardos envenenados de la lideresa; es nacional-española-castiza y se envolverá como nadie con la bandera, tanto que ni Aznar le irá a la zaga; ello, además, comportará pegar palos por doquier a vascos y catalanes -ya ha empezado, pidiendo el castigo divino para los silbadores de la próxima final futbolística-, lo cual llevará al orgasmo patriótico a muchos de sus seguidores. Y, finalmente, es deslenguada, con un punto barriobajero que gusta mucho en estas épocas de lenguas televisivas desatadas.
Por último, recojo a Alfonso Ussía (La Razón), que se inspira en la tribuna de ayer de Aguirre sobre la final de la Copa del Rey entre el Athlétic de Bilbao y el FC Barcelona. Idéntica en todo, salvo en la propuesta final que hace Ussía.
Que se celebre la final del campeonato de España en San Mamés, el Camp Nou, Anoeta o Montjuich, aunque a los periquitos les hiera como al resto de los aficionados al fútbol del resto de España, la grosería programada y manipulada de las aficiones de los equipos contendientes. Y que el representante del Rey de la Autonomía cuyo equipo resulte perdedor entregue la Copa del Rey, Campeonato de España, al capitán del equipo vencedor, como detalle de cortesía.
Y así, ellos se lo guisan y ellos se lo comen. Si odian a España, ¿para qué quieren ser campeones de España?
UN ÁTICO Y UN TRANVÍA CAMBIAN LOS CANDIDATOS EN MADRID
¿Se habla de alguien o de algo diferente en el resto de las columnas? Cuesta encontrarlo, pero sí.
Ignacio Ruiz Quintano (ABC) compara la democracia de EEUU con la partitocracia (¿o es partidocracia?) española.
El mundo asiste en Washington, con Obama, al espectáculo supremo de los dos poderes de Montesquieu (a un poder sólo otro poder lo frena), legislativo y ejecutivo, en lucha a muerte, como leones, de la que saldrá vencedor el único pueblo libre que no ha sido doblegado. Es la democracia.
Aquí, en cambio, nos tira más Rousseau que Montesquieu, no por lecturas, sino por llorones, y el mundillo asiste en Madrid al espectáculo sórdido de la cucaña de los candidatos y sus listas, en el que uno cae de un ático y al otro lo atropella un tranvía. Es la partidocracia.
Jorge Bustos (El Mundo) trata de imitar la sabiduría de Ruiz Quintano, pero todavía le faltan lecturas.
Al ciudadano del común, mientras gestione con alguna eficacia lo de todos, le importa un carajo si un partido se conduce internamente como una empresa jerárquica, como una teocracia salafista o como una asamblea con perro, flauta y diábolo: le importa que sus políticos -señalados a dedo o votados con arrobo hare krishna- velen por la democracia que nace en el umbral donde muere su sede.
Edurne Uriarte (ABC) prosigue su particular cruzada contra Ciudadanos. La politógola nos asegura que pare defender la unidad nacional ya tenemos al PP.
Y aquí viene lo que le falla a Albert. Que no es una cosa sino dos. Identidad y credibilidad. Todo lo que le sobra de capacidad de comunicación, excelente, le falta de identidad política. Si el PP tiene problemas de identidad con su miedo a la palabra «derecha», Ciudadanos tiene todo un boquete por ese flanco, el fundamental, en realidad. Ni son de centro, ni de izquierdas ni de derechas, ellos mismos lo proclaman. Y eso en política es igual a vida efímera o vida minoritaria. O respuesta puntual a malestares coyunturales, el enfado con los gobernantes en este tiempo de crisis y recortes, o partido minoritario para el siempre minoritario sector ciudadano centrista. Para la defensa de la unidad nacional, la única seña de identidad clara de Ciudadanos, ya está el PP desde hace mucho tiempo y cientos de duras batallas en las que fue la única voz discordante. Ni Ciudadanos ni UPyD aportan nada nuevo en ese campo más allá de algunos orígenes progresistas y su capacidad para atraer el voto del socialismo españolista.
La catedrática me provoca la tercera carcajada del día.
Raúl del Pozo (El Mundo) expresa el miedo del PP y su batallón de creadores de opinión, en el que forma Uriarte, a Ciudadanos.
Hay partidos, como Ciudadanos, que se presentan ante la afición libres de toda sospecha. Desde que Albert Rivera se retrató desnudo para probar que no tenía nada que ocultar, ha pasado mucho tiempo y, ahora que se escapa en las primeras rampas, sus adversarios asustados empiezan a preguntarse: ¿Quién está detrás de Ciudadanos? El Ibex, contestan los conspiranoicos. ¿Quizá el oro del Vaticano, dado que Albert estudió en los jesuitas? Los expertos sospechan que tiene apoyos importantes. No se atreven a decir quiénes y señalan en voz baja a poderes fácticos catalanes que buscan en Ciudadanos el papel integrador que hizo en un principio Convergència. Pero nadie cree que la operación Albert sea la de Roca, ni que vuelen maletines a su alrededor.
Así como a los de Podemos les han encontrado corruptores, a los de Ciudadanos se los buscan, sin entender que lo que ha ocurrido es que se ha derrumbado la presa, se han inundado las cloacas y se han abierto vías de agua más clara para hacer política. Mientras escarban a ver si encuentran la avena loca en los graneros de Ciudadanos y de Podemos, se oye decir a gente de derechas de toda la vida: «En casa todos vamos a votar a Ciudadanos», sin escuchar eso de que son las Nuevas Generaciones con alopecia. «O vamos a votar a Podemos», aunque se hunda el mundo.
INDIGNAN MÁS UNAS PIEDRAS ROTAS QUE UNOS DEGOLLADOS
Pablo Planas (Libertaddigital.com) reprocha a la progresía su doble vara de medir: indiferente ante el genocidio de los cristianos árabes y sublevada por la destrucción de reliquias asirias.
Afortunadamente para los coptos, el Estado Islámico ha descubierto el potencial mediático de destruir el patrimonio material de la humanidad, por lo que ha dado en entrar con bulldozers en los sitios de Nínive y los imperios sumerio y asirio. La conmoción en Occidente ante la iclonoclasia es mayor que el espanto por las decapitaciones. Al no declararse nadie copto tras los trescientos primeros martirios, el interés por sacrificar cristianos ha caído en picado entre los terroristas, dedicados ahora a picar piedra.
El efecto entre la inteligencia ha sido inmediato. ¡Qué horror! Las pérdidas son incalculables, por lo que faltan dos minutos para que la progresía dé su visto bueno a la intervención de los boinas verdes, los marines, la Legión Extranjera, los Tercios, los Regulares y mercenarios rifeños, el pueblo más dotado para las artes bélicas del mundo, si hace falta. Lo que sea para salvar los zigurats, clamor al que no cabe más que sumarse.
Y concluyo con la última estupidez de los mandamases ‘Madrit’: Artur Mas no va a convocar elecciones en septiembre. Lo cuenta Dolores García en La Vanguardia.
Entre los dirigentes del PP en Madrid cunde el convencimiento de que Artur Mas no convocará elecciones para el 27 de septiembre, tal como pactó con ERC, la ANC y Òmnium. Les resulta inexplicable que el president adelante las elecciones cuando las encuestas le dan un resultado a la baja que le deja aún más en las manos de ERC. Pero en CDC no dudan que si Mas se ha comprometido con el 27-S, las elecciones serán el 27-S.