OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Ussía exige al PP que no pacte con Susana Díaz: «No estamos para gilipolleces»

Manuel Jabois insinúa que VOX colocó los carteles de "Yo rompo con Rajoy" detrás de Esperanza Aguirre en la manifestación provida

Gistau reprocha a ABC que se adhiera al discurso de la revancha de la izquierda con sus fotos sobre Varufakis

La pausa del primer cigarrillo de este lunes 16 de marzo de 2015 la dedico a meditar sobre una problema de concordancia gramatical. ¿Cuál es el sujeto del sintagma «un millón de personas», el millón, singular, o las personas, plural?

La Vanguardia me plantea el problema con este titular sobre las manifetsacipon en Brasil scontra la progresista Dilma, recién reelegida: «Un millón de brasileños piden que se procese a Rousseff». En cambio, El País, al dar la misma información, no me genera ninguna duda; su titular es erróneo: «Un millón salen a la calle contra Rousseff».

Dejo las meditaciones sintácticas para media mañana y me enfrasco con el repaso a las columnas. Lo primero que me llama la atención es que parece haber una ofensiva de los columnistas de derechas sobre Albert Rivera para que no pacte con el PSOE en Andalucía.

Ignacio Camacho (ABC) se pregunta si a Ciudadanos le conviene más pactar con el PSOE, con el PP… o con nadie.

Las últimas encuestas de la campaña andaluza entregaron ayer al líder de Ciudadanos un regalo envenenado: la posibilidad de sumar mayoría con el PSOE. El tipo de acuerdo que le encantaría a Susana Díaz, que hace feliz a Pedro Sánchez -ese es su sueño poselectoral de noviembre- y que dejaría tranquilos al empresariado y la burguesía, acomodados con la hegemonía socialista y temerosos de una alianza más o menos explícita con Podemos.

El marianismo, sumamente inquieto por esa brecha que se abre en su flanco más débil, prepara su artillería y ya este fin de semana el propio Rajoy ha disparado contra C’s munición de combate. Al Gobierno le convendría esa alianza; carece de opciones en la carrera andaluza y se puede encontrar con el argumentario hecho para la convocatoria municipal y autonómica de mayo.

¿Qué sería lo ideal para Ciudadanos? Camacho responde que quedarse en el borde de la línea de llegada.

Tal vez en su fondo íntimo Rivera suspire con quedarse justo al borde, un escaño o dos menos, de un envite de responsabilidad weberiana que le puede llegar demasiado pronto. Pero las oleadas sociológicas avanzan a su propio ritmo y Ciudadanos ya no puede controlar la que le lleva en volandas hacia un protagonismo de oportunidad inesperado. Todo depende acaso de un puñado de restos de votos. En torno a ellos gira una bisagra en la que será difícil no pillarse los dedos.

PILAR FERRER SACA TRAPOS SUCIOS DE RIVERA

José María Carrascal enuncia el dilema de Rivera, y el de Susana Díaz, en un párrafo admirable por su concisión

Repetir con IU sería reconocer el error de haber roto con ella. Hacerlo con Podemos sería exponerse a ser fagocitada, como está ocurriendo con otras formaciones de izquierda. Mientras, con Ciudadanos -lo más cómodo-, falta por saber si Ciudadanos lo aceptaría, pues sería perder su virginidad. De momento, han dicho que no. Pero el poder tira mucho.

A Pilar Ferrer (La Razón) el entusiasmo pepero le hace pergeñar un perfil de Albert Rivera a la altura intelectual del insulto de Carlos Floriano a Ciudadanos llamándole «Siututans».

Cuando nadaba a destajo en uno de los clubes deportivos más elitistas de Barcelona, Albert Rivera Díaz presumía de ser un chico bien del PP catalán, dónde militó durante cuatro años. Algo que suele ocultar ahora, pero ahí queda. Albert era un joven de derechas, muy vinculado a los populares catalanes y contrario al nacionalismo.

Como un converso procedente del PP, le gusta cortejar a la élite izquierdosa. Y así lo ha hecho, en algunos encuentros recientes con empresarios mediáticos, a los que desea mimar y vender su plataforma abierta hacia todos.

Pero el escenario se complica y su primera reválida es Andalucía. ¿Con quién pactará Ciudadanos? Y sobre todo, ¿será este primer paso un pasaporte definitivo a otras coaliciones? ¿Puede Rivera dar sus votos a la izquierda en Andalucía y ofrecerse al PP, su antiguo partido, en otras plazas electorales? La encrucijada es gorda, porque tampoco el electorado perdona vaivenes y ofertas volátiles. Esa invocación a la transversalidad le puede ser rentable de momento. Pero tal vez sea lesiva y muy negativa a largo plazo. «A Rivera le han hecho un héroe los nacionalistas, veremos ahora en el resto de España», opina un veterano dirigente del PP catalán que bien le conoce.

Manuel Marín (ABC) le da una trompada a Rivera, pero también a la abuela Manuela Carmena, la candidata de Podemos a la alcaldía de Madrid.

Ciudadanos se fragua con el mensaje solvente de Albert Rivera, pero sigue sin presentar en sociedad siquiera a su número dos, al tres, al cuatro… abriendo dudas sobre la capacidad de un equipo aún inédito. Y Podemos ya se inclina hasta por la casta: su candidata por Madrid, Manuela Carmena, es sinónimo de politización de la justicia y de arbitrariedad. El neocomunismo revanchista, retratado en una antigua conocida del sistema.

Desde el decanato de los juzgados y el CGPJ Carmena ha contribuido a construir el mismo sistema que ahora deplora reactivando una imposible versión leninista de la democracia. 2015 no es el año de las elecciones. Es el de las revanchas.

En La Razón, Alfonso Ussía mantiene los marcos mentales de la vieja política y habla de la gran coalición. Es el único de los columnistas que se atreven a plantear coaliciones y alianzas.

Si gana Susana Díaz, que va a ganar con mayoría simple, el PP está moral y éticamente obligado a la abstención en la sesión de investidura de la presidenta electa. Lo contrario sería una traición gratuíta, que es la más miserable de las traiciones. España, los españoles, nuestra libertad, nuestra Constitución y nuestros derechos no pueden someterse a un caprichito de partido o a una majadería estratégica. No se puede abrir una puerta que termina convirtiéndose, siempre, en hileras de barrotes. No estamos para gilipolleces, vengan de Arriola o de su porquero.

Luis Herrero (Libertaddigital.com), que comenta la entrevista de Felipe González (al que hoy Francesc de Carreras califica en El País de «viejo zorro de la política»): no habrá coalición PP-PSOE.

Las palabras de González se refieren a Andalucía pero a mí me parece que son extrapolables al conjunto de España. Andalucía iba a ser, según mis noticias, el banco de pruebas de una gran coalición a la alemana que estaba llamada a exportarse después, no por gusto sino por falta de alternativas, al Congreso de los Diputados. González, recuérdese, fue el primero en sugerir la inevitabilidad de ese acuerdo. Él mismo ha sido ahora, también, el primero en reconocer que las circunstancias han cambiado lo suficiente como para cancelar el experimento. Y lo dice, además, con gran alivio.

Llámenme ingenuo, pero soy de los que creen que el PSOE no se agarraba a ese proyecto para hacerse con el poder, aunque fuera compartido, sino porque no veía otro modo de garantizar la pervivencia del tinglado institucional. Ahora, si salva su hegemonía en el feudo andaluz, no creo que le importe encarar una legislatura corta en la oposición. Su cálculo es que un PP moribundo acabaría de desangrarse mientras iría cobrando aliento, en torno a Ciudadanos y al pecio de Rosa Díez, una recreación de UCD con la que sería más fácil negociar el recauchutado del sistema y el aggiornamento de la Constitución.

Federico Jiménez Losantos (El Mundo) no se moja sobre los pactos poselectorales en Andalucía, pero lamenta que Podemos y Ciudadanos vayan a llegar al poder con tan poca preparación.

A Podemos y a Ciudadanos les convendría madurar en la oposición, pero el hundimiento del bipartidismo, cuyo primer acto será andaluz, no se lo permite. Ambos deberán decidir si pactan con el PSOE, escenificando, de paso, la soledad suicida por la que apuestan Rajoy, Arriola y la Pandi Crush. Pero si Podemos pacta con el PSOE, quedará claro que Iglesias quiere llegar al Poder mediante un Frente Popular de la Corrupción, puro chavismo que deja al PSOE en mera pieza de un proyecto totalitario. Si pacta Ciudadanos, que es un partido reformista, no sería tan escandaloso, pero anularía a Rivera como candidato a la Moncloa con un programa de regeneración democrática. Eso, con el PSOE de Andalucía, es imposible. En realidad, lo que les conviene a todos es que Izquierda Unida sobreviva y reedite el pacto con el PSOE. Díaz se quedaría allí y todos mantendrían sus expectativas, y las nuestras, hasta noviembre. Pero lo dudo.

Algo parecido hace Santiago González, también en El Mundo. Por un lado, lamenta el crecimiento de Ciudadanos y por otro se aterra ante la incultura de la candidata de Podemos.

Uno no sabe qué va a ser de C’s si se cumplen los pronósticos. Las encuestas atraen hacia partidos en alza aluviones de afiliados, con el peligro de que se cuelen todo tipo de logreros. Uno ya lo temió en su día por UPyD, cuando la diosa de las encuestas les sonreía.

Pablo se ha ido a apoyar a su lozana andaluza, Teresa Rodríguez, una candidata con mala suerte. Primero, tiene que aguantar que TVE saque un falso desnudo suyo y, lo que es peor, el desnudo intelectual que le sacó Emilia Landaluce en su entrevista para El Mundo, al hacerle confesar que sus inspiradores políticos han sido (no sé si en este orden): su madre, Rosa Luxemburgo, Salvador Allende, Miguel Hernández y García Lorca. Virgen santa ¡y es maestra! Eso sí que es salir en pelota picada, no hay quien dé más.

¿VOX MANIPULA A AGUIRRE O AGUIRRE A VOX, CON AYUDA DE JABOIS?

Me da la impresión de que el sector progre de los columnistas da por triturado a Antonio Carmona, el candidato socialista, y ya apuntan sus plumas contra una Esperanza Aguirre a la que dan por convertida en alcaldesa de Madrid y en paciente sucesora de Rajoy. ¡Un PP controlado por Espe. El fascismo vuelve. Las sales, Fermín, las sales!

Manuel Jabois escribe un perfil de Esperanza Aguirre en El País:

Aguirre siempre ha agradecido a ‘Caiga quien Caiga’ que la haya hecho famosa aunque fuese como caricatura. No le importa tanto la clase de efecto que produce en la gente como que se produzca ese efecto: al terminar el sábado su entrevista en ‘Un tiempo nuevo’ se congratuló de haber sido trending topic en solo 20 minutos. Poco le importó por qué.

Y sin embargo, después de todo eso, incluido el rechazo que provoca en Génova su nombre (varios cargos la llaman la gata Flora porque «si se la metes chilla y si se la sacas llora») ha sido nombrada candidata por la misma dirección del partido que no la quiere. Elegida por sus enemigos, que se encomiendan a su casticismo, su popularidad en la derecha, el liberalismo caribeño que le ha permitido meter mano en espacios públicos como Telemadrid y Bankia y esa especie de baraka que le llevó a ganar, en el colmo de la supervivencia y de la sospecha, unas elecciones que había perdido.

Y hasta descubre que hay una conspiración de VOX, el partido de Santiago Abascal, para manipular a Espe.

Ese liberalismo tan sui generis la depositó el sábado en la manifestación contra el aborto porque «no hay nada más liberal que la vida». La fotografía bajo el lema Yo rompo con Rajoy la achaca a unas personas que se presentaron solo para seguirla. En su entorno creen que fue una maniobra de Vox.

Vamos a ver, Manuel, te lo voy a explicar despacio: VOX acusa al PP de haber traicionado a los votantes de derechas; si Espe es ‘buena’, si Espe puede regenerar al PP, si Espe puede derrocar a Rajoy, Espe está anulando a VOX. ¿Lo entiendes? Desde luego, ya es lista Espe que ha conseguido manipularte a ti.

Antonio Casado (ElConfidencial.com) recurre a su mala leche y la emprende con Aguirre como si fuera la responsable de la pobreza en el mundo. No sólo la califica de populista, sino que en una argucia literaria asocia a su nombre la palabra «catecismo». No me diga, lector amigo, que no es retorcido.

Es la versión menos peyorativa del populismo. Consiste en alborotar el gallinero de la política en vísperas electorales con propuestas poco elaboradas que te hacen volver la cabeza. Una semana después de su designación como aspirante del PP a la alcaldía de Madrid, ya conocemos el catecismo de Esperanza Aguirre en toda su simplicidad.

El ideológico, con etiqueta de «liberal», se encierra en cuatro mandamiento. A saber: libertad, vida, propiedad y ley. «Estoy en el PP para defenderlos», te dice. «Esos y no otros», añade para marcar diferencias con los mandamientos clásicos de la izquierda; igualdad, función social de la propiedad o el Estado como palanca integradora de las clases desfavorecidas.

Por último, Casado resume así el futuro.

Si gana la alcaldía, no se presentará al congreso regional para repetir como presidenta del PP madrileño, pero vetará a cualquier candidato no respaldado por ella. Y si no gana, siempre podrá utilizar la poderosa organización madrileña (100.000 afiliados), que controla con mano de hierro, para romper con Rajoy y quitarle el sitio en Génova y en Moncloa.

La excepción es Raúl del Pozo, que toca las trompetas por Carmona y hasta invoca al gran jefe de la tribu socialista: Felipe González.

Y precisamente en el hotel de los toreros, Carmona se entrevistó el otro día con Felipe González, que suele almorzar muchos días en el costado del hotel (…) «Felipe -me informan- tiene un olfato muy afinado y huele sangre en Madrid».

Se huele a cambio en Madrid y apuestan por el candidato más que por las desbaratadas siglas del PSOE. Carmona se ve con arzobispos y cardenales, sin descuidar al párroco del Gallinero, en la Cañada Real, donde duerme la miseria.

PRADA SUGIERE AL PAPA QUE SE META A MODISTO

David Gistau (ABC) tiene el mérito de llevarle la contraria a su periódico, que el sábado 14 dedicó la portada al apartamento, el piano y la señora del economista Varufakis, ministro de Economía de Syriza, con el siguiente titular: «Así vive el populismo». La derecha, dice Gistau, con ingenio, se ha contagiado del odio, del resentimiento y de la moralina de la izquierda.

En cuanto a la supuesta contradicción moral del «desfacedor de entuertos» aburguesado, no sólo es una estupidez, sino que además es una estupidez peligrosa, porque por primera vez en esta crisis identifica a la derecha con la pulsión más sórdida y vengativa inspirada por el colapso del Estado proveedor: el rencor social. Una posición acomodada no es en sí culpable de nada, si el dinero que la sustenta no tiene origen delictivo. Y esto también vale para un marxista al que pagan bien las conferencias, o publica discos de éxito, o habita en el hermoso ático con vistas al Partenón cedido por su señora suegra. En la sociedad contemporánea ha vuelto a instalarse una presunción sospechosa y un odio automático sobre cualquier persona a quien le vaya bien. Por primera vez, la derecha burguesa, ensañada con Varufakis, alimenta este discurso que es en parte el de Podemos: la superioridad moral de «los de abajo» por el mero hecho de estar abajo y sin vistas al Partenón.

Luego hay quien dice que un ministro no puede aparecer siendo feliz mientras ahí fuera se sufre. Supongo que debería pasarse el día llorando por empatía, como aquella ministra italiana, aunque ello le impidiera rendir por un exceso de emotividad. Un ministro tiene que solucionar los problemas de la gente, no fingir demagógicamente que los comparte, igual que un médico de quemados no tiene que prenderse fuego para demostrar su solidaridad con los pacientes.

Sin embargo, querido David, me permito aducir que es muy difícil resistirse al ambiente moralista que nos ahoga. Almudena Grandes escribe en su columna de El País una frasecita que sirve de acta de acusación a Varufakis.

Nada inhabilita más a un político que la falta de sensibilidad hacia el sufrimiento ajeno

Estoy de acuerdo con Gistau, yo no quiero políticos sensibles, sino honrados, justos, preparados…, pero el PSOE de Zapatero introdujo «la lágrima socialdemócrata» en la política española y ésta ya empapa incluso a la más recia derecha.

En ABC, Juan Manuel de Prada coincide con Gistau en criticar el pensamiento dominante sometido a las encuestas y los sentimientos, con un reproche al mismísimo Papa.

Se ha puesto ahora de moda decir que no somos quiénes para condenar; pero que no debamos condenar a nadie no significa que no se deban enjuiciar moralmente las conductas en que se halla inmerso el prójimo, para ayudarlo a hacer su discernimiento moral, pues en esto consiste la auténtica misericordia.

Los modistos Doménico Dolce y Stefano Gabanna, unos mariconazos de genio y con unos cojones como el caballo de Espartero, henchidos de auténtica misericordia (que es la que empieza por ser justa, dando a cada uno lo suyo), han gritado lo que, medrosos, callan quienes tendrían que hablar. Ha afirmado Gabanna que «la familia no es una moda pasajera»; y que «hay en ella un sentido de pertenencia sobrenatural».

En un mundo infestado de virtudes locas convendría, por ejemplo, que unos mariconazos de genio como Dolce y Gabanna llevasen mitra; y que algunos mitrados se metiesen a modistos, para poder colmar plenamente su más íntima y recóndita vocación en la pasarela de las vanidades.

Aunque ha vuelto de China, César Vidal obtiene, de nuevo, el premio a la columna ridícula del día. En su billete de La Razón le dice al Gobierno rojo de Atenas que pida indemnización por los daños causados en la Segunda Guerra Mundial a Italia.

Puestos a pedir, Grecia debería exigir ese pago antes que a nadie a Italia. Me explico. A mediados de 1940, el dictador fascista Benito Mussolini se encontraba más que mortificado por las victorias del III Reich. Hitler había entrado en la Historia después de él, pero se le había adelantado y en esos momentos no sólo había derrotado a Francia y a otra media docena de naciones europeas sino que incluso se había permitido ejercer un protectorado sobre Rumanía, un país que Mussolini consideraba feudo propio. Deseoso de dejar de manifiesto su importancia, Mussolini decidió invadir Grecia y el 28 de octubre de 1940, lanzó sobre ella su ejército.

Ciertamente, los alemanes deportaron a los judíos -sefardíes, por más señas- hacia la muerte, pero no fueron los únicos ocupantes. ¿Por qué no pide entonces el Gobierno griego indemnizaciones a Italia? La respuesta salta a la vista. Ni Italia está en situación de enfrentarse con esa pretensión ni su peso en el seno de la UE es como el de Alemania. Nos hallamos, pues, no ante una reivindicación justa, sino ante una muestra de oportunismo político que pretende que el peso de la culpa lleve a Alemania a flexibilizar su postura frente a Grecia.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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