OPINIÓN / REPASANDO COLUMNAS

Ignacio Camacho: «La bronca fanfarrona y tocapelotas de Maduro es sólo la espuma de un acoso intimidatorio a los españoles»

Arcadi Espada reprocha a toda la izquierda, obsesionada con la guerra, que no sea capaz "de sacar a los vivos de la fosa"

Tertsch asegura que "huir ante cualquier peligro, incluso imaginario" es hoy prueba de sentido común

Arcadi Espada tiene unas ideas peculiares, que en los años 30 del siglo XX le habrían hecho estar a la moda, en los años 50 habrían supuesto su expulsión de la vida pública, mientras que en los años 60 le habrían dado una beca de una fundación norteamericana y en la actualidad le permiten pasar por persona moderna y concienciada. Me refiero a la eugenesia.

El domingo pasado usó su página en El Mundo para ajustar cuentas con unos padres que se presentaron en un acto literario en el que intervino con su hijo con síndrome de Down y, también, con un bloguero que le reprocharon su desprecio a los que el calificó de «hijos tontos, enfermos y peores».

Sin embargo, hoy, 28 de abril de 2015, abandona su sueño de diseñar de sociedad y escribe sobre política, y el resultado es mucho mejor. Conclusión: zapatero, a tus zapatos. La columna de Espada, ‘Una república roja y gualda’, es sobre la noticia de que ahora Podemos quiere adoptar la bandera rojigualda, la histórica, la popular, la constitucional, para seguir centrándose, pero sin molestar a los fanáticos de la tricolor. De aquí deduce Espada la a-normalidad de toda la izquierda española.

La discusión de Podéis no es, en cualquier caso, anecdótica. Pasan los años, cambian las generaciones, pero una gran parte de la izquierda sigue rechazando la comunidad política española. La voluntad de Podéis de regresar al inicio del posfranquismo no es más que la expresión atenuada de la gran revolución pendiente de la izquierda, que es ganar la guerra civil. A diferencia de la derecha, la izquierda no tiene necesidad alguna de condenar el franquismo, porque en su mundo para lelos el franquismo aún no ha sucedido.

Es verdad que entre 1977 y 1982 se abrió en la izquierda un esperanzador paréntesis simbólico e ideológico basado en el reconocimiento del derecho a la realidad, que debería ser el primero entre los humanos. Pero caló de una manera superficial. Pocos años después incluso un comunista tan querido por la derecha como Julio Anguita se ponía perfectamente morado de ideales: «El proyecto del PCE sigue llevando implícito el derecho a la autodeterminación y la forma republicana de Estado.»

Todo es viejo en ese supuesto nuevo partido. Pero sobresale su incapacidad de sacar a los vivos de la fosa.

Ignacio Camacho (ABC) también escribe otro de los lastres de Podemos, en este caso su sumisión a la dictadura venezolana.

Y ese matonismo de chándal requiere de una réplica más eficaz que la de echarle a un embajador o a su asistente una bronca protocolaria.

A todo esto los beneficiarios locales de la hijuela política chavista callan como lo que son: unos mandados. Les beneficiaría electoralmente un desmarque siquiera aparencial de sus groseros tutores pero tal vez estén agarrados por donde más pecado hay, que es el patrocinio financiero. Como torpes no parecen se les notan ciertas ganas de distanciarse pero algo les sella la boca tan habitualmente fluida para la charlatanería crítica. No les brota la condena, agarrotados en no se sabe qué dependencias. Y no acaban de sentirse lo bastante maduros para emanciparse de tan siniestros valedores.

Pero el PSOE parece dispuesto a pactar con Podemos para dejar su dieta de abstinencia de poder. El fracasado socialista vasco Patxi López firma una tribuna en El País en el que reclama a Podemos que se alíe con el PSOE para gobernar, como parece que va a ocurrir en Andalucía.

La democracia se basa en la defensa de las ideas y principios y en la aceptación de que el Gobierno, con mayúsculas, consiste en la negociación permanente entre mayorías. Y que es necesario transar, es necesario mancharse las manos en la política, en el mejor sentido de la palabra. Aquellos que pretendan, al día siguiente de las elecciones, seguir en el plano virginal sin intentar participar, implicarse en la gobernanza común a través de la negociación, estarán traicionando uno de los mandatos de la ciudadanía: «Os hemos votado para que gobernéis».

José María Marco (La Razón) advierte de las consecuencias de esa alianza entre la extrema izquierda y una izquierda aparentemente moderada.

La coalición PSOE-Podemos se perfila con más precisión. En el resto de los países europeos, y salvo casos muy aislados, resulta inconcebible una coalición de los grandes partidos con los populistas de extrema izquierda o de extrema derecha. Si existen cordones sanitarios, es para que éstos no lleguen al poder. En nuestro país ocurre al revés. Tras algunos titubeos más retóricos que de principio, los socialistas se disponen a dar por buenos los pactos con Podemos, uno de estos partidos.

Esto quiere decir varias cosas. Una, que el PSOE se dispone a volver una vez más a sus raíces radicales, ajenas a la tradición socialdemócrata del resto de los partidos socialistas europeos. Otra es que en el ecosistema de la izquierda española, tan excéntrico con respecto al que ruge en el resto de Europa, los compañeros politólogos resultan una opción aceptable: se comprueba una vez más la fragilidad de los consensos nacionales en nuestro país.Y otra es que Ciudadanos tiene la oportunidad de dejar claro que quieren ser la auténtica socialdemocracia española. Eso sí que sería hacer historia, historia de verdad. Cierto que es una empresa difícil, pero siempre ocurre así cuando la apuesta va en serio.

VARA: EL PP SEGUIRÁ QUIETO AUNQUE SE HUNDA EN MAYO

¿Y qué ocurre en el PP? No pasa nada. O sí. Como diría Mariano Rajoy. Su biógrafa, la periodista Lucía Méndez, cuenta en El Mundo que el presidente del Gobierno se ha dado cuenta, mire usté, que hay marejada en su partido, y por eso salió ayer a contar chistes.

El presidente que ha roto su silencio después de tres años porque ha visto cómo sus huestes se le desmadran en vísperas electorales. Bien es verdad que se le desmadran a lo tonto. Sin ton ni son. (…) Todo esto viene pasado hace meses. Pero distintas personas que han hablado con Rajoy estos días aseguran que, por primera vez en tres años, el presidente cree que algo pasa en su partido. Es como un ruido de fondo que no le gusta un pimiento. Sería mucho decir que está preocupado. Aunque sí perplejo, desconcertado y anímicamente tocado por el escándalo de Rato.

El anuncio de Rajoy de que volverá a ser candidato por cuarta vez lo califica Méndez de «obviedad», pero con consecuencias.

Es por eso que Rajoy quiso aclarar que, pase lo que pase, será el candidato del PP a las generales. Lo dijo en el mismo sitio y a la misma hora en la que el lunes anterior Alberto Núñez Feijóo -sin ningún ministro ni dirigente del PP en el auditorio- había declarado que una derrota en las elecciones del 24 de mayo obligaría al PP a hacer una reflexión sobre su futuro. Nunca una obviedad había desatado tantas especulaciones vanas. El PP no tiene ya más remedio que confiar en Rajoy, el hombre que conducirá a su ejército en noviembre a la victoria o a la derrota. Es un partido encadenado voluntariamente a su líder. «Confíen en mí, les irá bien». Risas y aplausos.

José Alejandro Vara (Vozpopuli.com) da otra interpretación de la afirmación de ayer de Rajoy: la cúpula del PP no admitirá cambios ni aunque se produzca una catástrofe en las elecciones locales.

Ni siquiera en el caso de un batacazo habrá cambios en el Partido Popular. Rajoy lo dejó este lunes bien claro en su desayuno informativo de Europa Press. Las cosas seguirán como hasta ahora, sin relevos ni renovaciones, aseguró el presidente. Enemigo de las reestructuraciones, Rajoy se mostró muy firme en este aspecto, y así se ha entendido en su formación, donde sus palabras se han recibido como una muestra decidida a no tocar piezas importantes al menos hasta después de las generales. No está prevista la celebración de un Congreso Nacional del partido hasta 2016.

En la misma línea, escribe José Oneto (Republica.com).

Rajoy ha hablado este lunes del futuro, enrocándose aún más en una situación que se complica por días. Es decir que no habrá ningún tipo de reflexión, tras los resultados del día 24 de mayo, en caso de que éstos no respondan a las expectativas, según pidió públicamente hace unos días, el presidente de Galicia Alberto Núñez Feijóo.

Raúl del Pozo (El Mundo) explica que la fortaleza de Rajoy se debe a la que concede la púrpura.

Lo más grave que pudiera ocurrir es el hundimiento del partido hegemónico de la derecha, al estilo de la Democracia Cristiana italiana, o que el presidente dimitiera. Pero eso no es lo probable. Tenía razón Mariano Rajoy cuando dijo el otro día a unos periodistas que invitó a desayunar: «Es muy difícil echar a un presidente del Gobierno».

Bieito Rubido (ABC) corre a apuntalar el bipartidismo en su billete.

cuando las sociedades son estables, tienden al bipartidismo. Lo que ocurre en nuestro país es compromiso común que compartimos con el resto de la ciudadanía. Votar es un derecho, pero también un acto de responsabilidad que más de una vez se ha ejercido a la ligera y que ha traído bastantes desgracias a no pocos pueblos.

José Antonio Zarzalejos (ElConfidencial.com) intuye que veremos a Rajoy recibiendo en Moncloa a Albert Rivera para pactar con él.

En muy poco tiempo -ya hay apuntes de que se producirá así- la consigna será la de «todos contra Ciudadanos» porque el ritmo de progresión que demuestra en las encuestas se explica por su dinamismo en la presentación de propuestas que conllevan debate social y mediático (…) frente al mero esfuerzo declaratorio, eufemístico y vacío del resto de las formaciones políticas.

Además, si los resultados se aproximan a lo que ahora exponen las encuestas, el PP hará bien en comenzar a estudiar un modelo de relación con Ciudadanos para no quedarse colgado de la brocha en muchas comunidades autónomas y no pocas capitales y grandes ciudades. Con lo cual, y visto que Mariano Rajoy, según dijo ayer, seguirá al frente del PP pase lo que pase el 24 de mayo, tendremos la ocasión de contemplar la interlocución directa entre él y Albert Rivera. Así se escribe la historia.

«EL IDEAL AHORA ES VIVIR EL MÁXIMO TIEMPO POSIBLE»

Hermann Tertsch homenajea al católico polaco Wladislaw Bartoszewski, deportado a Auschwitz y combatiente contra el nacionalsocialismo alemán y el comunismo, que acaba de fallecer a los 93 años de edad, con un artículo en el que compara su valor contra la cobardía imperante. La mejor columna del día, junto con la de Espada.

El siglo XX nos dejó el legado casi imperecedero de algunos de los más pérfidos canallas que recordamos en la historia de la Humanidad. Pero también el testimonio de hombres de tan increíble ejemplaridad que son apenas digeribles por la tiranía de la mediocridad actual. Que por eso hurga y escarba hasta en el pasado hasta las heces, en busca de algo que haga caer a los grandes hombres de su pedestal. Hay que encontrarles una desviación sexual o un gesto de codicia, un hábito hoy cuestionable o un vicio, siquiera manía. En realidad se trata de un esfuerzo supremo de nuestras sociedades fanatizadas por el igualitarismo.

Hoy presumen de cobardía casi todos los colectivos humanos, salvo el militar y el socorrista y sanitario, de momento. No arriesgar nunca nada y huir ante cualquier peligro, aunque sea imaginado, se ha convertido en la mayor prueba de un moderno sentido común. Que considera que cualquier sacrificio que ponga en riesgo a uno mismo es un disparate propio de fanáticos, necios o antiguos. Resulta lógico en las gentes que no creen en nada superior a sí mismo y por tanto a su propia vida. No hay dios, ni nombre, ni patria, ni honor, ni ideas que merezca el sacrificio de lo único importante, que es la vida. Y por salvar la vida se hace cualquier cosa. El ideal ahora es vivir el máximo tiempo posible, para la mayoría, sea como sea.

Edurne Uriarte establece en ABC paralelismos entre el presidente de Colombia y Zapatero (¿y por qué no también Rajoy?) que, en su «ansia infinita de paz», negocian con las FARC y ETA. Su columna completa la de Tertsch.

El Gobierno de Colombia dice las mismas cosas que decía el de Zapatero para justificar su negociación con los narcoterroristas de las FARC. Para mi profundo asombro. (…) Aquello de la justificación ética de la negociación con asesinos por el bien superior de la paz. Y aquello de que quienes nos oponemos a tal negociación seríamos personas amantes de la guerra y con miedo a la paz.

El colmo es que unos y otros se pongan después a convencernos de que la causa es una superior motivación ética. Cuando lo que hay es una destrucción de los principios democráticos, aquellos por los que murieron tantas personas a manos de los terroristas. Juan Manuel Santos lo ha reconocido parcialmente cuando ha dicho que «la clave es cuánta justicia se sacrifica en aras de la paz». Y digo parcialmente porque es algo más que justicia, se sacrifica la propia democracia cuando el Estado que pidió resistencia a sus policías, a sus militares ya sus ciudadanos, se sienta con los asesinos. 

Rosa Montero (El País) vuelve a demostrar que para el progresista de buen corazón no hay causa pequeña. En este caso, la exigencia de pagar por usar los baños públicos en las estaciones de Sants y Atocha.

Para poder utilizar los servicios de la estación de tren de Sants, en Barcelona, hay que pagar cincuenta céntimos. Luego me han contado que al menos en Atocha (Madrid) también pasa lo mismo; pero era la primera vez que yo veía algo así y me quedé pasmada. Tal vez ustedes piensen que se trata de una nimiedad y que cincuenta céntimos no es nada, más allá de un fastidio; pero la facilidad con la que aceptamos lo inaceptable me desalienta aún más. Tenemos unas tragaderas prodigiosas

Sí, querida Rosa, menudas tragaderas las tuyas que todavía no has escrito, que yo sepa, sobre los cristianos martirizados en África.

David Trueba (El País) aprovecha el terremoto en Nepal para echar en cara a miles de millones de seres humanos que no se adhieran a su refulgente ateísmo.

La confluencia de fenómenos estrictamente humanos con accidentes naturales despierta el desasosiego, y más a quienes se empeñan en atar el origen de la vida a su bibliografía religiosa. Ante la violencia geológica despertada en Katmandú, muchos no pueden evitar reconocer que había más inteligencia en las tribus que se pasmaban ante la autoridad de los elementos naturales. El Sol, la lluvia, la Luna o la montaña mostraban a los hombres su pequeñez antes de que la imposición violenta de explicaciones más intelectuales imprimiera a sangre y fuego un sentido de la existencia.

ANSON, QUIEN LLAMÓ AL REY ‘JUAN CARLOS EL BREVE’ FUE CARRILLO

Le vuelvo a dar a Luis María Anson el premio a la columna ridícula del día por su billete en El Mundo. Para elogiar el libro de Hermann Tertsch, el periodista no tiene mejor idea que ciscarse en Franco y los falangistas, incluso recurriendo a la mentira.

«Ese príncipe de Sissi, Juan Carlos, es un fin de raza, retrasado mental el pobrecillo. Si algún día reina, será Juanito el Breve», aseguraban los mandos del Movimiento Nacional mientras disfrutaban de la dictadura de Franco, el amigo de Hitler y Mussolini. Desde Estoril, Don Juan III propugnaba la Monarquía parlamentaria que devolviera al pueblo español la soberanía nacional, secuestrada en 1939 por el Ejército vencedor de la guerra incivil.

Hombre, Luis María, que muchos todavía recordamos que el apodo de Juan Carlos el Breve se lo inventó Santiago Carrillo. Esto declaró el líder comunista a la periodista Oriana Fallaci en octubre de 1975:

«El Príncipe es una marioneta que Franco manipula como quiere, un pobre hombre incapaz de toda dignidad y sentido político. Es un tontín que está metido hasta el cuello en una aventura que le costará la cara. Solo puede aspirar a ser Rey por unos meses».

El abogado Baltasar Garzón, condenado por prevaricación cuando era juez, se une a la condena del genocidio del pueblo armenio cometido por el Estado turco semanas después de que lo hiciera el Papa con una tribuna en El País.    

Esta política pone en cuestión el avance del Estado turco que se apoya en una memoria en gran medida construida, fabricada y manipulada. Turquía debe reconocer el genocidio en beneficio no sólo de las víctimas, sino de su propia subsistencia y de la de toda la humanidad. La verdad y la reparación tienen un lugar necesario como medida de justicia para el pueblo armenio. Por el contrario, la impunidad y la negación del genocidio armenio avergüenza a quienes la defienden.

¡Qué coincidencia! Miquel Roca también escribe en La Vanguardia sobre el genocidio armenio y condena la siembra de odio que conduce a las matanzas.

Hoy, la lección de tolerancia, del respeto, de la aceptación de la diferencia y la defensa del pluralismo como valor de la convivencia, no está ni ganada ni seriamente planteada. Aparecen por todos lados los brotes intelectuales de los futuros genocidios; en nombre de no se sabe qué extraña libertad se permite defender la persecución de la diversidad como contraria a la unidad de la raza, de la religión, del partido, o simplemente de los intereses concretos de una mayoría social.

¿Se refiere el abogado de la infanta Cristina como «brotes intelectuales» a la campaña de su partido, CiU, de ‘Espanya ens roba’?

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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