Al periódico catalán le preocupa que el desgobierno andaluz se extienda a toda España
El tercer fracaso de Susana Díaz en el proceso de investidura como presidenta de la Junta de Andalucía sirve a ABC y La Vanguardia para subrayar que quien se presentaba como vencedora después de las elecciones anticipada de marzo pasado, en realidad no lo ha sido tanto.
En un editorial titulado ‘El crédito, menguante, de Susana Díaz’, ABC recuerda que Díaz ha sacado menos votos que Griñán en las marzo de 2012. Para este periódico, pase lo que pase, nuevas elecciones o investidura en una nueva votación tras las elecciones locales, Díaz tiene «el estigma del fracaso».
La Vanguardia también asegura que Díaz está perdiendo prestigio ante Pedro Sánchez, pero reprocha igualmente a la oposición que haya dejado sin Gobierno a Andalucía. El periódico catalán acusa a Podemos y Ciudadanos de practicar el «obstruccionismo» y muestra su preocupación por que el bloqueo político andaluz se extienda a toda España.
ABC
Estos tejemanejes contradicen el compromiso de Díaz con la transparencia y dan la puntilla a su decisión de adelantar las elecciones de modo extemporáneo. Perdió 116.000 votos respecto a Griñán en 2012, y en esta operación política de riesgo está agotando buena parte del crédito del que goza en el PSOE. Andalucía se enfrenta a un escenario de gobernabilidad muy incierto. Aun en el supuesto de que lograra ser investida presidenta (no antes del 24-M), la legislatura estaría viciada por la fragilidad institucional y legislativa. Culpar a la oposición de un fracaso propio es la consecuencia de una gestión insegura y de una estrategia errónea.
El PSOE andaluz está atrapado en su propia trampa. Bien rectificando, bien repitiendo los comicios, el estigma de este fracaso acompañará a Díaz mucho tiempo. Lo mejor es asumir la realidad de su fracaso y no buscar atajos por decreto ni presionando a otras magistraturas del Estado.
LA VANGUARDIA
En clave PSOE, la coyuntura tampoco favorece a Díaz: es dañina para su rivalidad latente con Sánchez. Como tampoco le ayuda en clave andaluza. Díaz recordó ayer que el rechazo que sufre de la oposición perjudica, en primer lugar, a los andaluces. Lleva razón. Toda comunidad debe pasar el mínimo tiempo posible sin órganos de gobierno en plenas facultades. Una cosa es la brega política, y otra aprovecharla para menoscabar al rival con un coste para el conjunto de la ciudadanía.
Dicho esto, quizás la clave más significativa no sea la personal ni la de partido ni la autonómica, sino la que se obtiene al extrapolar esta situación. El obstruccionismo de Ciudadanos y Podemos, que exigen pactos anticorrupción o evitar el trato con bancos que participan en desahucios, puede obedecer a su interés por llegar impolutos a los próximos comicios, sin trato con partidos que acarrean la rémora de la corrupción.
el resultado de esta operación es una Andalucía sin gobierno. Algo que es un problema por sí mismo y que anuncia las dificultades para la gobernabilidad autonómica tras las elecciones del día 24, en las que el grueso de las mayorías absolutas autonómicas del PP puede desaparecer, forzando a un tipo de acuerdos que, visto el precedente andaluz, parecen ahora inviables.