LA CLAVE DEL DÍA

El País da permiso al PSOE para usar la bandera nacional

Por el comportamiento de muchos socialistas, ABC duda de que el gesto de Sánchez sea más que "simple maquillaje" o "marketing"

Para el diario progresista, lo que "les falta a todos los aspirantes a La Moncloa" es un programa económico

La aparición de una gran bandera nacional en el acto de proclamación de Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno ha sorprendido tanto que siguen apareciendo editoriales en la prensa al respecto, prueba de que la relación del PSOE con los símbolos nacionales no es sana.

En un editorial titulado ‘Izquierda y bandera’, El País, que ha sido el mayor disolvente de la conciencia nacional en la izquierda, da permiso al PSOE para usar la bandera sin ser carca o facha, con los típicos argumentos de que la derecha es insolidaria y acaparadora. Al final, añade que la bandera está bien, pero que lo que de verdad importa es el programa económico de los candidatos a la presidencia del Gobierno.

ABC felicita a Sánchez por romper con las renuencias del PSOE a exhibir los símbolos nacionales, tal como hacen los socialistas portugueses, franceses, italianos o británicos, pero duda de la sinceridad del secretario general. Para convencerse de que la exhibición de la bandera rojigualda no «se trata de un simple maquillaje o de una operación de marketing político», el resto de los socialistas debería curarse de la «inveterada alergia que la enseña de todos le ha venido provocando en casi toda España».

EL PAÍS

No hay incompatibilidad entre los emblemas de España y un proyecto progresista de democracia, como pretenden algunos sectores izquierdistas. Lo mismo que carece de justificación buscar contradicciones entre sostener los valores de la Constitución y considerar esta última poco menos que inamovible, como muchas veces se defiende desde ámbitos de la derecha. La izquierda no tiene por qué renunciar al legítimo sentimiento patriótico, tan pisoteado por muchos de los que alardean de él mientras se muestran incapaces de abrirse a interpretaciones del ser español que no sean estrictamente las suyas.

Las polémicas sobre el acto del domingo pasado son electoralistas, y no esencialistas ni identitarias. Cierto que los independentistas aspiran a separarse de la casa común; y que otras personas, sin serlo, reivindican el símbolo de la Segunda República, es decir, lo que fue la bandera nacional desde abril de 1931 hasta una fecha que algunos sitúan en julio de 1936 y otros en abril de 1939.

Más extraño resulta que un partido constitucional como el PSOE, que ha gobernado España durante gran parte del periodo transcurrido desde la Transición, vea discutido su derecho a usar la bandera constitucional en pleno siglo XXI.

En realidad, lo que faltó en el acto protagonizado por el líder socialista es un asunto importante: precisar la propuesta que quiere presentar a la sociedad y dar pistas sobre el equipo con el que aspira a dirigir el país

En general les falta a todos los aspirantes a La Moncloa, salvo la meritoria anticipación de algún partido (como Ciudadanos), el esbozo de un programa económico. Todos los candidatos a la presidencia del Gobierno tienen que concretar y explicar sus planes, en lugar de ponerse a discutir sobre quién tiene derecho a usar la bandera constitucional en los actos públicos.

ABC

La llegada a este punto por parte de Pedro Sánchez debe ser bien acogida, siempre que el propósito sea realmente sincero y logre convencer a todos de que no se trata de un simple maquillaje o de una operación de marketing político. Y no solo Sánchez, lo ideal sería que todo el socialismo imitase el gesto del pasado domingo y no cayera en esa inveterada alergia que la enseña de todos le ha venido provocando en casi toda España.

Ayer mismo, en Calviá, el PSOE vetó el izado de la bandera rojigualda, mientras en Badalona el nuevo alcalde aupado por los socialistas la ha sustituido por una bandera estelada, alegal y separatista. Los antecedentes, por tanto, no invitan al optimismo, y el trabajo que le queda a Sánchez en este terreno es mucho después de que la sigla socialista haya sido cómplice activo del nacionalismo disgregador y separatista (ha gobernado con ERC).

En Navarra ya estuvo dispuesto a pactar con Bildu, y ahora en Valencia el acuerdo con Compromís demuestra que el secesionismo no es un inconveniente para el líder del PSOE.

Si el gesto del secretario general supone una enmienda a la totalidad de ese nocivo coqueteo con quienes tratan de quebrantar la unidad de España, bienvenido sea. Pero que persevere y siente doctrina entre quienes dentro de su partido han huido sistemáticamente de ese símbolo de España y del proyecto compartido que significa desde hace siglos, y que los populismos que Sánchez ha encumbrado quieren derruir.

Quien aspira a gobernar esta nación no puede hacerlo desde una engañosa estética de escaparate. La bandera es mucho más que un impostado recurso electoralista.

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Autor

Pedro F. Barbadillo

Es un intelectual que desde siempre ha querido formar parte del mundo de la comunicación y a él ha dedicado su vida profesional y parte de su vida privada.

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